121. chochon ,
revivo vivo
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revivo vivo
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¡Buenas! A continuación, les traigo el cuarto capítulo de La ciudad del caos.
¡Espero lo disfruten, este está más largo.
La ciudad del caos
Capítulo 4
Era una tarde de viernes, 2 semanas después de lo que había pasado con el chico que dijo que supuestamente nosotros habíamos denunciado a su hermano y su cuñada.
Las tareas me tenían cansada, así que me puse a hacer otras cosas, hasta que de la nada, escucho golpes provenientes de la cocina.
—¡Oh, qué susto! Dije.
Pero entonces me doy cuenta que a mi tía se le cayó una olla, que siempre se le cae alguna.
Magalí, que estaba menos asustada que yo, fue hasta la cocina a ayudarla, entonces decidí acompañarlas.
—Chicas, desde hacía un tiempo estuve haciendo unos trámites para adoptar a Magalí, por lo que... si recuerdan que a sus padres se los llevaron presos, ahí está el tema.
Y ya que estamos, le pedí a mi amiga Bianca, para que nos acompañe mañana a pasar el día a...
—¿A? Preguntó Magalí.
—Es una sorpresa, chicas. Respondió mi tía.
Luego, yo me fui a bañar, a ver si se me iba el estado de incomodidad que me provocó tanta tarea. Mientras lo hacía, pensaba en mi amiga Paula ya que hacía poco estaba con unos problemas de salud, una gripe y dolores de cabeza.
Cuando terminé de bañarme, me fui a hablar con mi tío mientras lo ayudaba con unos apuntes. Nos pusimos a hablar sobre el hijo de la mejor amiga de mi tía, que era medio tontolín de a ratos, pero que su meta era hacernos reír a todos.
Recordamos un momento en el que estando todos nosotros en su casa (menos Magalí porque fue hace ya varios años) yo me estaba preparando para hacer un baile especial de la escuela. Entonces, el hijo de Bianca (que es la amiga de la que estoy hablando) me pidió que luego de bailar me sentara junto a su mamá y mi tía, ya que me dejaron un asiento preparado.
Así fue y me senté. Pero un segundo luego de sentarme, escucho una explosión. Resulta que, el muy tontín, infló un globo (va por su adicción a hacerles bromas a los demás) y me pide que ponga el pie sobre algo cómodo. y entonces, ¡Pum! pafff! ambos globos revientan, y yo con un susto de ni imaginarse.
Así que, cada vez que recuerdo ese momento, la risa me domina. Y a mi tío, por poco le dan ganas de gritar.
Poco rato después, mi tía me llama para tomar mate.
—¡Lore, ya está el mate!
Así que voy, pero a las carcajadas.
—¿qué te provoca tanta risa, amor?
—Nada, tía. Es solo que mientras ayudaba al tío con unos apuntes, recordé el momento más gracioso que pasamos con Bianca, que fue cuando el tontín de marcos hizo que se me reventaran dos globos de cada lado a mis pies.
—¡Aaahhh, sí! cómo no recordar ese momento... ¿Y cuando Bianca te dijo sobre la rana que vivía en un cuarto que no se usaba? jajajajajaja, qué momento. Y como solo tenías 7 años, te la creías toda.
—Sí, tía. cada que me cuentan tú y el tío sobre ese suceso, me caigo de la risa.
Al rato, golpean la puerta.
¡Toc... toc!
—¿Quién es? Pregunto.
—Soy Malena, una vecina.
—Aaah, encantada. Soy Lorena. ¿Qué le trae por acá?
—Nada, señorita. Solo vengo a avisarle algo a la señora Soledad.
—Ah bueno, por acá anda, pase si quiere.
Luego de abrirle la puerta, me fui a hablar con mi tío mientras la vecina hablaba con mi tía.
—Lore, si hay algo con lo que no estoy de acuerdo, es que vayan a pasar el día con esa tal de Bianca. Dice mi tío.
—¿Por qué? le pregunto.
—Es que su hijo Marcos, que ya casi tiene tu edad, puede lastimarte no sé, o hacerte algo malo... es por lo que hablábamos hace un rato sobre los momentos que pasamos con ellos.
Mi tío es muy de traumarse cuando se le habla de cosas de broma o de momentos graciosos que él no recordase bien. Así que si le hablabas de Bianca o de Marcos, para él era signo de que algo iba a pasar si nosotras nos juntáramos con ellos, como si ellos fueran los malos de la película. Pero de cuántas veces que fuimos a pasar el día con ellos, nunca ha pasado nada para preocuparse.
—Bueno, tío. Que no estés de acuerdo con lo de juntarnos con Bianca, me da igual. Porque al final siempre vas a vivir traumado por algo que ya pasó, por algo que a nosotros nos da risa pero a vos te afecta... en fin, siempre vendrás con lo mismo.
Al rato, cuando mi tía termina la charla con la mujer, fuimos a preparar la ropa porque al día siguiente, un buen paseo nos esperaba.
Mientras Magalí se preparaba su ropa, fui con mi tía a contarle toda la historia de lo que decía mi tío.
—No, mi amor. Deja a tu tío en paz, total, él sigue siendo amargado desde antes de conocer a Bianca y a su familia.
Te cuento. Hace casi 15 años que la conocemos. A tu tío lo conozco desde que íbamos a la escuela, fuimos compañeros en todo momento. Equipos, banco, hasta recreo. Y si él me veía metida con alguien que causaba líos, inmediatamente mandaba a llamar a la maestra y todo terminaba con un castigo a la persona que armó semejante escándalo.
—¿Y a Bianca, desde cuándo la conocen? le pregunté.
—Ah, esto es otra historia. Resulta que tu tío y yo habíamos ido al cumpleaños de otra compañera (no de clases sino que del barrio) y allí estaba ella. Empezamos a charlar en aquel momento mientras yo ayudaba a la mamá de aquella vecina con algunas cosas, y entre charla y charla, nos dimos cuenta que nos caímos bien la una a la otra.
Con el paso del tiempo, conservamos una hermosa amistad. Incluso, cuando ella tuvo a Marcos, estuve ahí para apoyarla y pasar buenos momentos en su compañía.
—¡Ah, qué bella historia! ¿Y así como vos estuviste para ella, igual ella estuvo para vos cuando me trajiste a tu casa luego de ese terrible abandono?
—Así es, mi amorcito. Y por eso es que quiero festejar todos estos años de amistad que llevamos con ella. Así que mañana, será un hermoso día.
Al otro día, nos levantamos temprano. Mi tío se levantó, pero a las enojadas.
—¿Que no entienden que no quiero que se junten con esa tal de Bianca? Ya se los dije hoy y no me cansaré de repetirlo, para mí, ella es un peligro.
—Bueno, ¿es que no entiendes que nunca ha pasado nada desde que nos juntamos con ella? Así que deja de joder mejor. Le dijo mi tía.
Nos subimos al auto y arrancamos un largo viaje. Yo iba comiendo algo ya que no había comido nada antes de salir de la casa.
El auto no paraba de moverse, llegando a tal punto de darme ganas de pegarme otra dormidita.
Pero fue entonces que, en un camino lleno de pozos, decidí no pegarme esa dormidita ya que al conocerme de memoria el lugar al que íbamos sabía que estaba cerca.
Cuando llegamos al lugar, que por cierto era una zona algo alejada de la ciudad, allí estaba ella, junto a su hijo Marcos y su marido Kevin.
Nos dijeron que al final del paseo tenían una sorpresa para nosotros.
Primero comimos algo, luego disfrutamos un rato del sonido de los pajaritos, salimos a caminar un rato, hasta que al fin llegó aquel momento, cerca de la hora de volver a casa.
Entonces, mi tía, que había llevado un refresco y una torta, sacó unas sillas y una mesa que habíamos llevado.
Bianca sacó su celular y sacó algunas fotos del momento.
—¡Y bueno mis amores, llegó el momento más esperado! dijo mi tía.
—¿A ver, quién le pondrá la cola al gato? dije en tono de broma.
—Jajajaja, no se trata de eso... es lo siguiente: dijo Bianca.
Entonces, sacó un parlante que llevaba en su auto, el cual funcionaba a batería. Conectó el bluetooth de su teléfono y cuando me di cuenta, estaba sonando aquella canción que bailé alguna vez en la escuela.
Mi tía me preguntó si me acordaba de ese baile y yo le dije que sí, así que le pedí a Bianca para bailar juntas, porque ella fue quien me ayudó a practicarlo.
Pasamos un lindo momento, aunque ya que estaba mi tío, Marcos se limitó a hacer bromas.
A la hora de volver a casa, nos dimos una carrera a ver quién tocaba primero la puerta del auto de mis tíos, y yo fui la primera en llegar.
Magalí se divirtió montones, hasta me pidió que le enseñara ese baile.
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Eéea,, chicos, ¡hola! Deseo tengan un día bonito, y que todo les salga super. Paso a dejarles la sinopsis de una novela que escribí y que estará en wattpad y demás plataformas en un tiempo. Espero les guste mucho, y bueno, a darle.
Castillo de fuego y tinieblas, La sangre de las princesas #1.
La mayoría de las princesas soñaban con un príncipe, castillos y zapatillas. La mayoría de las princesas anhelaban ser protegidas, ser cobijadas entre las fuertes manos de un hombre, ser llevadas al altar para entregarse como objetos a alguien que les asegurase su felicidad. Todas las princesas harían y desharían, pero hay un pequeño dilema... yo no soy princesa, soy una mujer asesina que escapa de su infierno.
Cuando Ella Carsters decide acabar con todo lo que le impide ser feliz, no se imagina tomando una serie de malas acciones, ni cometiendo delitos que en su cabeza son imperdonables. Pero cuando se observa disparándole a Adelina, su madrastra tirana, y lanzándose por la ventana de la torre hacia un futuro incierto, está segura de que la suerte no está de su lado, y de que los príncipes no existen realmente. No como los pintan.
Ahora, Ella debe de huir de su destino, de los males que se ha provocado a sí misma, y de la atracción que siente por una persona indebida. Aunado a esto, Está segura de que su madre ha muerto y de que su padre no volverá, pero sus dudas y tormentos se desatan cuando encuentra, en mitad del bosque por donde se halla, el listón de cabello que solo su mamá usaba, y el anillo de plata de su papá.
¿Quién está vivo? ?¿Quién muerto? ¿Quién es el culpable y quién el inocente? Ella deberá descubrirlo, cambiando sus vestidos llenos de ceniza por botas llenas de sangre.
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Última edición por Ezra_Solerian, 24.09.2020 03:26:36
wow, eso suena brutal! quiero leer, me anotas como betatester?
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like al último comentario. ¡anótame a mi también!.
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Jájajaja, no creo que sea tan bueno. Si quieres, tengo varias novelas en curso, así que... no sé. No creo que suene genial, pero mil gracias. Si quieres, ¡Adelante!
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Pinta bien jajaph. Avizar cuando la publiques en wattpad, por favor.
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Me gustó la historia de dorada desde el primer capítulo, y tiene un drama interesante, y por lo que veo más usa realidad que ficción, ella me dijo por pv que usaba ambas, pero yo le veo más cercana a la realidad que a la ficción
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¿ya leyeron el libtro asalto al mundial de gustavo gravia?
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Buenas.
En realidad es una mezcla, pero bueno. Más cercana a la realidad que a la ficción, eso sí.
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Última edición por doradita_loca , 24.09.2020 22:02:08
Érase una vez un gato, que saltó a la ventana. La ventana, y se cayó de pie. el gato maulló y se fue a dormir. Cuando el gato dormía, ronroneaba, y cuando despertaba, maullaba. Fin del cuento. :v
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Era un gato ciego que tenía computadora, entraba a una plataforma llamada La sala de juegos.
Un día encontró un hilo creado por otra gata, le gustó y publicó un cuento cortito, por lo que la gata decidió seguirle.
Fin de la historia. Miau.
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Última edición por doradita_loca , 24.09.2020 22:27:45
erase una vez un tiflobicho, que entró a la sala de juegos, y tantas maldades hacía que los jugadores decidieron darle una lección, le mandaron un archivo disfrazado de un aplicativo para descargar programas, abrió el programita realizó unos pasos de instalación, al reiniciar la computadora se empezaron a borrar los archivos de arranque, luego se quedó congelado sin saber que hacer, fin.
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era un gato con los pies de trapo y los ojos al revez. ¿Quieren que se los cuente otra vez?.
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havía una vez un barquito chiquitito que no podía nabegar, pasaron 4 semanas, pero el barquito no podía nabegar. Y si esta historia les parece larga, la volveremos a empezar
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Lol esos cuentos :D.
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Muchachos en mi blog hay historietas, y están vasadas en personajes en terceras personas, algunos no y otros sí, algunos solo tienen nombre, pero están vazados. Son historietas solo textuales, donde viven abenturas cada uno o con sus amigos. Busquen en mi blog. Saldrán todo tipo de contenidos.
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a jajajajaaajajaj el capítulo 4 de la ciudad del caos estubo bueno pero el tío de lorena está mal de la caveza o que... xdxdxd. aquí les comparto un cuento que lo escriví durante el verano e incluso participé en el concurso literario bug write con este cuento. espero les guste.
Hace no mucho tiempo, había una jungla en el que todos los animales vivían felices. Esta selva tenía todo tipo de animales tanto salvajes como domésticos, y se encontraba en la ciudad de la música en la avenida de la Samba Brasilera. Algunos de los animales sabían tocar instrumentos musicales, y es por eso que la selva tenía su banda oficial conformada por los mejores músicos. Nuestro protagonista era un mono muy juguetón de color blanco que se llamaba Kelton. Él era un gran baterista que era conocido por todos. A él le gustaba hacer muchos amigos y conversar con todas las personas que le rodeaban, pero lo que más le apasionaba era tocar su batería todo lo que podía y comer plátanos y cocos. Kelton tenía una banda donde él era el líder. El bajista era un perro grande de raza pastor alemán llamado Eliot, y el pianista era un elefante cariñoso llamado José. Ambos eran geniales en sus instrumentos y conformaban una de las mejores bandas de la selva, debido a que todo el resto de los animales disfrutaban escucharlos. Había un león que era respetado y querido por todos, pues era un rey bueno y justo llamado Emilio. Al ver que a sus súbditos les encantaba oír la banda de Kelton, la nombró como la banda oficial de la selva. Los integrantes del grupo eran muy amigos de él. Tenían una gran variedad de canciones, y una vez al mes realizaban conciertos para todos los animales. Disfrutaban mucho de tocar juntos y comer buena comida después de los ensayos todos los días. Un día soleado y con los pájaros cantando, Kelton les dijo a sus amigos: “Hey bros!” ¿Podemos tocar un rato e improvisar con nuestros instrumentos, y luego compartir un pequeño picnic aprovechando que el día está bonito y de paso escuchamos a los hermosos pájaros?” “¡Gran idea hermano, vamos por ello! Wof Wof!”, responde Eliot. “Maravillosa idea estimado Kelton, por que no realizamos nuestro plan!”, les dijo José con tono emocionado. “Wof Wof estoy encantado!”, agregó Eliot. Fue así como realizaron su idea, y se juntaron para ensayar en el teatro de la selva. Crearon cuatro canciones nuevas para el grupo, cosa que les llenó de alegría. Una vez terminada la práctica de ese día, se dispusieron a empacar y desarmar todos los instrumentos, puesto que les llevaría tiempo. “Yo llevo mi teclado en mi poderosa trompa, y así lo transporto en su estuche hasta mi santuario. Encárguense ustedes de la batería y el bajo. Luego regreso y se suben en mi espalda para que los lleve al lugar del picnic”, dijo el elefante pianista. “Trato hecho!”, dijeron Kelton y Eliot al unísono. Kelton y Eliot se quedaron hablando por unos 15 minutos mientras Eliot ponía el bajo en su estuche sin problema así como el amplificador. Todo eso lo hacía con su hocico. A Kelton le costaba llevar todos los platillos y las partes de su batería, así que su amigo le ayudó. De pronto, escucharon el sonido de unas patas caminando por ahí. José les llamó haciendo otro sonido con su trompa. “Ya volví brothers! Ahora vamos a comer algo como habíamos quedado”, dijo José. “Wof Wof! Sisisi bro que tengo ganas de unos buenos huesos de pollo con piel y papas fritas”, dijo Eliot. “Y yo de unas bananas con coco eso eso!”, agregó sonriente Kelton. “Yo voy a comer una sopa de maní!”, dijo radiante de contento Josecito. Tras haber empacado los instrumentos en sus lugares, los tres amigos se fueron de prisa a hacer su picnic. Sin embargo, al ver que el sol era caliente y radiante, los tres decidieron ir al restaurante de la selva para pedir comida. La camarera era una almeja de color rosado y se llamaba Milena. “Espérenme aquí, que yo entro a pedir”, dijo Kelton. “Dale bro”, dijeron al mismo tiempo José y Eliot. Una vez dentro del restaurante, Kelton estaba parado frente a los otros comensales esperando su turno para pedir. Una vez le llegó su turno, se escuchó la voz de un robot: “Kelton… Es… El… Turno… De Usted…
Muy buenas noches señora Milena, “Venía a pedir un poco de comida para llevar. Necesito dos porciones de pollo con papas fritas, una banana entera y cocos y una sopa de maní”. “Ok, ¿Cuál es la dirección para llevar la comida recién hecha?” “Estaremos esperándole en la avenida de la Samba Brasilera, en la casa número 444.” “Listo, en una hora o menos se la llevamos,” dijo Milena. “¡Muchas gracias!”, respondió Kelton. Fue así que salió del restaurante para avisarles a sus amigos el plan que tenía en mente. “Bros, ya pedí la comida para nosotros. En estas condiciones, no creo que podamos hacer un picnic aquí a fuera, ¡pero no se preocupen que pronto cenaremos suculentamente!”, dijo sonriente Kelton. Luego agregó: “Di la dirección de Eliot para que podamos comer en una mesa más tranquilos, porque el sol ya me está quemando, y quiero estar bien”, dijo Kelton. “De acuerdo amigo, siempre tienes ideas fantásticas!”, dijo Eliot. “Por algo dicen que eres el más inteligente de la selva tío. Wof wof!” “A mí me parece una idea estupenda también jijiji”, dijo José. ”¡Vamos a la casa de nuestro amigo Eliot!”, exclamaron juntos Kelton y José. “Estaré encantado de recibirlos mis amigazos,” dijo Eliot.
Entonces, llegaron a una casa muy bonita pintada de varios colores. Se sentaron en el sillón a hablar y esperar su comida. Pronto se pusieron a conversar sobre fútbol y música. De pronto, sonó un golpe a la puerta. Tock tock tock tock…
“¿Quién es?”, dijo Eliot. “Anda abrir bro”, le dijo José. Kelton le hizo una seña con la cabeza y Eliot abrió con su pata la puerta. Una ardilla pequeña llamada Stacey que también era camarera del restaurante traía la comida. “Buenas! Traigo los pedidos que ustedes hicieron en el restaurante. Espero que tengan una buena cena”, dijo Stacey. “Muchas gracias, ¿Necesitamos pagarle algo?”, le preguntó Eliot. “Solo 40 monedas de oro”, le respondió la pequeña ardillita. “De acuerdo!”, exclamaron todos. José y Kelton se dispusieron a preparar la mesa, mientras Eliot buscaba en una canasta que tenía cerca el dinero. Al fin lo encontró y fue hacia la puerta. “Muy amable señora ardilla, aquí tiene”, le dijo. “Gracias de verdad, con permiso, ¡disfruten la noche!”, respondió la ardilla. “¡Síiiiiiii! A cenar!”, dijeron todos los amigos. La mesa estaba lista y se sentaron cada uno en una silla grande. Cenaron maravillosamente bien.
Al día siguiente, sucedió algo inesperado. La banda estaba ensayando en el teatro de la selva como siempre, hasta que un gato gris de la jungla llamado Fernando se acerca disimuladamente. Escucha la música y luego cuando terminan de tocar, les hace una seña y dice con maullidos: “¡Miau! ¡Miau! Alerta. Algo malo está ocurriendo en la selva. Un tigre llamado Jorge quiere atacar a todos, escuchen sus rugidos. Los otros animales huyeron a los reinos cercanos, es mejor que encuentren un lugar para esconderse”. Los músicos escuchan atentamente. “Haaaaa… Estamos perdidos!”, dijeron. ”Buuuuuu ¿Tendremos que dejar nuestros instrumentos aquí, o cómo hacemos?”, preguntó Eliot. “Hablemos con el león Emilio quien también es dueño del teatro y muy amablemente nos presta un lugar para ensayar, no creo que le moleste que dejemos los instrumentos,” sugirió José. “Buena idea!”, respondieron Eliot y Kelton. Así lo hicieron. Fueron hasta la cueva de su gran amigo Emilio y le contaron la situación con todos los detalles. “Por supuesto mis estimados amigos, dejen sus instrumentos aquí en el teatro que me encargaré de cuidarlos y ayudarles a matar a ese tigre.” “Muchas gracias Emilio, no sabes cuánto te lo agradecemos,” dijo Kelton. “Wof Wof! Gracias totales bro!”, dijo Eliot. “Brother! Qué lindo gesto, muchas gracias!”, dijo José.
Una vez ideado el plan, Kelton, Eliot y José se refugiaron en un bosque cercano. “Róoooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooor! Pienso destruir esta selva y comerme un buen almuerzo Jajajajajajajajajajajajajajajajajajaja!”, dijo con maldad el malvado y espantoso tigre. Luego, salió corriendo a un lugar para atacar a alguien, pero nadie estaba. “Bah…. ¿Que no hay comida por aquí o qué?”, dijo con desprecio el tigre. Corrió y corrió y corrió hasta el límite de sus fuerzas. “Fuf ya no puedo más”, dijo jadeando. Tengo que ir a un río para beber agua.” Resoplando apenas pudo caminar hasta un río que había a cuatro kilómetros de la selva. Cuando al fin llegó, se puso a beber como si no lo hubiera hecho en muchos años. Estaba tan agotado, que al final se fue a un árbol y dormía plácidamente. Emilio el león tenía una buena amiga que era una elefanta, se llamaba Estéfani. Ambos buscaban a Jorge por todas partes, pero en la selva ya no estaba. Fueron al río y lo encontraron durmiendo en ese árbol. En ese momento Emilio lanzó un potente rugido lleno de terror que despertó al tigre.
Furioso, Emilio se acercó a Jorge y le gritó con gran voz. “¿Y te atreves a atacar a mis súbditos y ponerles la vida en peligro? Pues yo como rey de la selva, estoy dispuesto a matarte y comerte de un solo bocado!”. Jorge, con las fuerzas suficientes para luchar dijo. “Acepto! “Yo también lucharé contigo Emi!”, dijo Estéfani. Fue una batalla terrible. El león y el tigre se daban de garrotazos y golpes mortíferos. Fue así como Estéfani intervino y con su poderosa trompa agarró con fuerza a Jorge el tigre, dejándolo sin aire y semiinconsciente. Con sus últimas fuerzas el tigre le dio una patada a la elefanta tirándola al suelo. Después, de un certero golpe, Pám! Emilio mandó al enemigo hacia el precipicio, cayendo a la muerte. “Espero que esto te sirva de lección, descarado!”.
Una vez terminada la batalla, Emilio se aproximó y vio que su gran amiga estaba herida. “Oh…. ¿Estás bien Estéfani?”, le preguntó. “Me duele la pata, ayúdame…”, dijo ella. Él le ayudó a levantarse y poco a poco se fue recuperando. Estéfani caminaba con ayuda de su amigo y regresaron a la selva.
Las trompetas sonaron. “Amigos, quiero comunicarles que el día de hoy, acabo de derrotar a nuestro enemigo, el tigre Jorge con ayuda de mi querida amiga, la elefanta Estéfani, quien hizo un sacrificio enorme por salvarles la vida a todos, entonces ya pueden volver a la normalidad y tener una vida feliz, como siempre”, dijo el rey. Todos los animales se pusieron a bailar, correr y saltar de gozo! Gritaban y aplaudían de alegría. La banda escuchó lo que estaba pasando y fueron a ver qué pasaba. Cuando se enteraron de la buena noticia, no se puede describir lo felices que estaban. “Emílio y Estéfani, nuestros héroes! Héroes! Héroeeeeeeeeeeeeeees!”, dijeron todos incluyendo los músicos.
Desde ese momento, la selva siguió siendo la misma de antes. Cada mes la banda oficial hacía espectaculares conciertos a teatro lleno. Todos vivieron felices para siempre.
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había una vez, otra vez, y otra vez y fueron 3 veces
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había una vez que se volvió vestia y se acabó.
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Esto no lo hice yo pero sin dudas es algo hermoso para compartir. También lo hallarán en internet.
Leyenda del verdadero Amigo
Dice una linda leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron. El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena:
Hoy, mi mejor amigo me pego una bofetada en el rostro.
Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse.
El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo.
Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra:
Hoy, mi mejor amigo me salvo la vida.
Intrigado, el amigo preguntó:
¿Por qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?
Sonriendo, el otro amigo respondió:
Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo; por otro lado cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo.
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Dos cuentos cortos que debía hacer para la facultad, los dejo acá. Primero publico uno, luego quizá el otro.
1) Ruidos… en la cocina
Kenneth M. Roith.
Nos encontrábamos cenando juntos en familia, cuando por toda la casa se empezaron a escuchar una serie de ruidos, sonaba como si azotaran las puertas, y estrellaran vasos contra el suelo. Mi esposo nos pidió que permaneciéremos en nuestros lugares mientras él se levantaba a averiguar, había caminado solo un poco, cuando una sombra cruzó detrás de él a toda velocidad. Mis hijos y yo soltamos incontables gritos y corrimos fuera de la casa.
Mi esposo fue detrás de nosotros y le contamos lo sucedido, por su parte él dijo que no había encontrado nada fuera de lugar, que entráramos a la casa para terminar de cenar, pero… la sombra tras de él volvió a cruzar, esta vez al lado de la cocina. El miedo me invadió a mí, y mis hijos corrieron a abrazarse a mi cintura.
—Mi amor… —murmuré, espantada, mis piernas parecieron descomponerse bajo mi peso, incapaces de sostenerme— es que hay algo ahí… ahí… detrás de ti.
Al girarse, la sombra había desaparecido y su rastro con ella. Nada parecía estar fuera del sitio, y aunque los niños y yo estuvimos seguros de que… eso se movía tras mi esposo, él nos encaró y se echó a reir. Todo parecía una broma de mal gusto, y casi temí que él fuese el ejecutor.
—Natalia, cariño, deja de jugar, ¿sí? Estoy seguro que tú y los chicos están vengándose por la broma del día de muertos. Lo siento, nadie puede superarme en esto —Sus carcajadas resonaron a través de mis oídos y reverberaron por la calle, en donde algunos coches transitaban con lentitud.
—Papá, no estamos ju… jugándote ninguna broma —intervino Lily, frustrada—. No hay ninguna trampa, te juro que algo pasó detrás de ti.
Como si quisiera afirmarse, el sonido del cristal quebrándose, en millones de pedazos estalló en la estancia. Arrasador, intenso, imponente, los vidrios rompiendo como olas cortantes en el mármol de mi cocina, para rebotar contra las paredes y caer en inexorable desastre.
—Papá… —esta vez fue Christian, nuestro hijo mayor, quien intervino—. Algo pasa. Llamemos a la policía.
Mi marido volvió a reir.
—¿Es la abuela la que está adentro quebrando mi vajilla? —persistió él, aún entre risas que expresaban el humor que la situación le causaba—. ¡Abuela, sal! No funcionó la broma, vas a ver, no me la creí. Natalia —Esta vez, me miró a mí… y yo sabía lo que significaba esa mirada—. Me las pagarás.
Me encogí, aterrada.
—¡¿Abuela? ¡Qué salgas! No me creí la broma —siguió llamando mi esposo, girándose—. Les voy a hacer una pe… ¡Aaah!
El grito fue desgarrador. Como la tela rompiéndose, como una carta no deseada haciéndose añicos. Y luego… él cayó… frente a mí y mis hijos.
Y quien sostenía el cuchillo, causante de la herida que le sangraba en el pecho, ahogándolo, y devolviéndome la mirada… era yo. Yo lo había apuñalado, aunque no tuviera el arma en las manos, un rostro idéntico al mío sonrió y sus manos llenas de culpa, muerte y sangre, dejaron caer el artilugio.
—Lo logramos… —dijo mi voz…
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revivo el hilito, haver si dorada finalmente ya tiene su tan esperado capítulo 5
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Buenas.
Debo decirles que los estudios me tienen algo trancada, así que no sé si para esta semana o la próxima tendré el capítulo 5. Salu :3
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cuentito corto.
Érase una vez, un toro que se enamoró de una naranja. se cazaron,tuvieron un hijo y les salió toronja.
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Jajajajaja, me reí con el microcuento de Tiriun.
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jajajaja ese cuentito xDxD
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Aquí les comparto un cuento que escribí en 2016, releyéndolo ahora me doy cuenta que es más corto de lo que imaginaba. Espero sea de su agrado:
Los sobrevivientes:
Harry Smith, John Wilde y Robinson Williams, eran tres náufragos británicos varados en una isla desierta de Francia. Estos tres hombres fueron víctimas de un trágico accidente en alta mar: El barco pesquero en el que viajaban tuvo un fuerte impacto con un arrecife de coral, causando que la borda se rompiera y se hundiera el barco. 30 pescadores, entre ellos el capitán de la embarcación, iban a recolectar pescados en ciudades de París para llevar a sus respectivos hogares, pero a 40 kilómetros de la capital francesa ocurrió este triste accidente. Se dice que 20 de ellos fallecieron y los 7 restantes se encuentran desaparecidos, incluido el capitán y el jefe de la embarcación pesquera.
--Fue muy triste lo ocurrido –le dijo Harry a sus compañeros, los tres sentados en una roca enorme mientras contemplaban el movimiento de las olas que iban y venían.
--Triste y lamentable –comentó Robinson.
--Ahora lo que importa es salir de esta isla desconocida y volver a nuestras respectivas ciudades –dijo John. Todos estuvieron de acuerdo en eso.
Pasaron las horas y estos tres náufragos comenzaron a pensar si se les ocurría una idea para salir de esa isla. 7 horas después, los tres pescadores náufragos seguían pensando en cómo salir de allí mientras comían cocos que iban recolectando de las palmeras de la isla.
--¿Alguien tiene un mapa? –les preguntó Robinson, sin saber que esa era una pregunta inteligente en ese momento. Harry y John lo miraron sorprendidos.
--Yo tengo un mapa –le respondió Harry.
--¿Y es de islas? –le preguntó Robinson. Harry sacó su mapa y lo observó.
--No es de islas, es de Francia, pero también hay islas marcadas allí -le respondió el pescador. Los tres comenzaron a contemplar las islas del mapa, y luego de unos minutos de estar mirando el papel fijamente, John pegó un salto.
--¡Lo sabía! –les dijo a sus compañeros.
--¿Qué cosa sabías? –le preguntó Robinson sin entender.
--No estamos tan apartados de la ciudad como creíamos. La isla es pequeña y solo a 5 kilómetros de aquí comienza la ciudad. Solo tenemos una opción: Caminar.
--Pero John, caminar en una isla desierta en el medio de la noche no es muy seguro. Deberíamos esperar hasta el amanecer y ahí sí salir de esta isla.
--Tienes razón, Harry. Lo mejor sería esperar hasta que salga el sol y ahí sí comenzar a caminar. Uno nunca sabe lo que se puede encontrar en una isla en el medio de una noche como esta. –Los tres estuvieron de acuerdo, y, a continuación, comenzaron a preparar una fogata y un refugio hecho con rocas, ramas, arena y hojas de palmera para evitar mojarse por si llovía. El campamento estaba bien hecho y los tres náufragos pasaron la noche allí.
Al día siguiente, el sol brillaba con fuerza sobre la isla. Los tres hombres se levantaron, recogieron las pocas pertenencias que tenían, incluido el mapa, y comenzaron a caminar. Caminaron durante 3 horas, hasta que finalmente llegaron a la ciudad y allí pudieron socorrerse. En un par de días ya estaban cada uno en su ciudad de origen, sanos y salvos. De los 7 hombres desaparecidos, nunca se supo nada, pese a la búsqueda intensa que se hizo a lo largo del océano de toda Francia.
Fin.
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Este es un cuento que no lo escribí yo, pero me encantaría que lo lean es uno de mis faboritos no recuerdo si en algún momento lo mandé.
FARSA Y JUSTICIA DEL CORREGIDOR
Alejandro Casona
PERSONAJES: El Corregidor; el Secretario; el Posadero; el Cazador; el Peregrino; el Leñador; dos Alguaciles, un Ministril.
Sala capitular con estrado. Gran puerta de cuarterón al fondo, ante la cual montan guardia dos Alguaciles, y otra falsa de acceso al palacio. Preside cualquier Majestad barroca de Castilla.
(Entran el CORREGIDOR y el SECRETARIO de audiencias. Hablan de los vinos y manjares con esa tierna malicia que otros, menos curtidos, reservan a las confidencias de amor).
SECRETARIO: Por Cristo vivo, que no recuerdo haber disfrutado en mi vida semejante banquete. Bien pregona la fama que en cien leguas a la redonda no hay mesa como la del señor corregidor.
CORREGIDOR: Cada edad tiene su pecado capital. A los veinte padecía la lujuria; a los treinta la ira y a los cuarenta, la soberbia. Ahora, en mis cincuenta corridos, y antes que me llegue la avaricia, que es maldición de viejos, bendita sea esta gula que me libra de tantos males y, a la que debo tantos bienes.
SECRETARIO: Según eso, ¿afirmaría vuestra señoría que la gula puede ser una virtud?
CORREGIDOR: Sin vacilar. En los años que lleva en mi secretaría, ¿qué le han parecido mis sentencias?
SECRETARIO: Todo el mundo las celebra como la suma de la bondad, de la sabiduría y la justicia.
CORREGIDOR: ¿Y a qué lo atribuye vuestra merced?
SECRETARIO: Ante todo a vuestro noble corazón.
CORREGIDOR: Error profundo.
SECRETARIO: A vuestro prodigioso cerebro salmantino
CORREGIDOR: Tampoco, hermano. Todo el secreto está en el estómago. (Mientras se sirve licor que un MINISTRIL trae en salvilla). Un hombre bien comido es siempre un hombre bueno. Un hombre bien bebido es siempre un hombre sabio. El día que a Salomón se le ocurrió la idea de partir a un niño en dos, estaba inspirado por una luminosa digestión. (Le ofrece un vaso y levanta el suyo). ¡Por el único pecado de carne que se puede llevar dignamente a mis años!
SECRETARIO: ¡Por el nuevo Salomón de todas las Españas!
LOS DOS: ¡Salud! (Beben y restallan la lengua jurisperita)
SECRETARIO: ¿Tostado?
CORREGIDOR: Demasiado viejo para eso.
SECRETARIO: ¿Solera?
CORREGIDOR: Demasiado joven.
SECRETARIO: Entonces moscatel.
CORREGIDOR: Tu dixisti.
SECRETARIO: Bendita sea la cepa madre (Beben y restallan de nuevo). Y ese plato que hemos comido, ¿no podríais decirme de qué dulce milagro está hecho?
CORREGIDOR: ¿No lo adivina aún?
SECRETARIO: Por momentos sabía a pernil de monte; por momentos, a muslo de volatería.
CORREGIDOR: Tal vez fueran ambas cosas juntas. Piense en una.
SECRETARIO: ¿Paloma torcaz?
CORREGIDOR: Demasiado duras; vuelan largo.
SECRETARIO: ¿Perdiz?
CORREGIDOR: Demasiado flojas; vuelan corto. Piense más alto.
SECRETARIO: ¿Pato salvaje?
CORREGIDOR: Menos popular.
SECRETARIO: ¿Garza?
CORREGIDOR: Más noble aún.
SECRETARIO: ¡Faisán!
CORREGIDOR: ¡Bravo, secretario! Ya está desvelada la mitad del misterio. ¿Vamos con la otra mitad? (Se sientan juntos en plena intimidad confidencial).
SECRETARIO: Esperad que recuerde. Olía a campo y a fruta.
CORREGIDOR: Buen principio.
SECRETARIO: El sabor era de muerte reciente y en sazón, como de cerdo por diciembre.
CORREGIDOR: Cerca le anda. Pero ¿y aquella inocente ternura de manteca?
SECRETARIO: ¿Lechón, quizá?
CORREGIDOR: Caliente, caliente. Pero ¿y aquel sabor de carne perseguida?
SECRETARIO: ¿Venado?
CORREGIDOR: ¡Que se quema! Pero ¿y aquel gusto bravío de retama?
SECRETARIO: ¿Jabalí?
CORREGIDOR: ¡Lechón de jabalí con salsa de ciruelas!
SECRETARIO: ¡Alabado sea el Santísimo! ¿Y a qué espera el Cabildo para levantar una estatua a vuestra cocinera?
CORREGIDOR: ¿Cocinera? ¡Vade retro, blasfemo! Si mi cocinera fuera capaz de tal prodigio, ya hace tiempo que sería mi esposa. No, hijo mío; las mujeres se quedan en los platos mostrencos: la olla podrida, la pepitoria o la menestra. Algunas, más audaces, llegan al estofado de liebre con olivas..., y hasta hay casos aislados de paella. Pero la cocina artística está reservada al genio del hombre. Y entre todos los llamados solo hay un elegido...
SECRETARIO: ¡Ciego de mí! No digáis más: ¡Juan Blas, el posadero!
CORREGIDOR: ¡Juan Blas el de las Manos de Oro!
SECRETARIO: Ahora lo comprendo todo.
CORREGIDOR: Todo, no. Todavía queda un detalle sutil. (Se acerca más. Baja la voz). ¿No percibió en el guiso cierto aroma furtivo… como una trampa en el juego…, como una cita con una recién casada?
SECRETARIO: Sí, por cierto; un tufillo inquietante.
CORREGIDOR: ¡Ay!... era el perfume del pecado.
SECRETARIO: ¿Qué pecado?
CORREGIDOR: Míreme bien a los ojos. ¿Soy yo un hombre honrado?
SECRETARIO: El más honrado, el más justo, el más incorruptible de los jueces.
CORREGIDOR: Pues bien, hermano; eso que acabamos de comer juntos era el producto de un robo.
SECRETARIO: ¡Imposible! ¿Su señoría robando?
CORREGIDOR: Yo pecador
SECRETARIO: ¿Y yo vuestro cómplice? ¿Yo vuestro encubridor por una hora de gula?
CORREGIDOR: Es mi talón de Aquiles. Póngame delante una sonrisa de moza o una lágrima de viuda, y me verá impávido. Póngame a los pies todo el oro del mundo y no me verá doblar la vara de la justicia. Pero no me ponga un lechón de jabalí con salsa de ciruelas porque soy hombre al agua. (Levanta su vaso). ¡Por Juan Blas el posadero, que Dios me conserve por los siglos de los siglos!
SECRETARIO: Amén. (Chocan y beben. Se fuera oyen dos tiros, gritos lejanos y la voz de JUAN BLAS que llega corriendo).
VOZ: ¡Socorro! ¡Favor!
ALGUACILES (Deteniéndole): ¡Alto!
POSADERO: ¡Que me matan! ¡Piedad para un inocente!
SECRETARIO: ¡Dios de Dios! ¿No es Juan Blas el posadero en persona?
CORREGIDOR: ¡Dejadle paso!
(Los alguaciles se apartan. JUAN BLAS cae de rodillas, temblando a los pies de EL CORREGIDOR).
POSADERO: Por su alma, señor corregidor, ¡sálveme! ¡Tres hombres me vienen persiguiendo dispuestos a arrancarme el pellejo!
CORREGIDOR: ¿En mi presencia?
POSADERO: Con la furia que traen son capaces de todo (Se oye el griterío llegando a la puerta), ¡Ahí están! ¡Muerto soy si la vara de la justicia no me ampara!
CORREGIDOR: Pronto, secretario, detenga a esos hombres. Y que no entre nadie hasta que yo lo ordene. (Sale el SECRETARIO y ALGUACILES, cerrando la puerta. Fuera va calmándose el tumulto) Tranquilízate, hijo mío. ¿Por qué te persiguen?
POSADERO: Por tres cosas en que no tengo culpa: un robo, cuatro costillas rotas y un rabo de burro.
CORREGIDOR: Nunca escuché juntos tan extraños delitos. Explícate.
POSADERO: Lo del robo, mejor lo sabe su señoría que yo. Es aquel lechón de jabalí que me hizo traerle esta mañana. Imagínese cómo se puso el cazador cuando volvió a buscarlo y se encontró con las manos vacías
CORREGIDOR: Era de esperar. Pero ¿no le dijiste que el lechón se había escapado del horno, como te mandé?
POSADERO: ¡Nunca tal hubiera dicho! ¡Echó mano a la escopeta jurando como un demonio, y si no pongo pies en polvorosa a estas horas estaría su señoría hablando con un cadáver!
CORREGIDOR: Comprendo lo del cazador. Pero ¿y los otros?
POSADERO: Todo lo enredó mi mala estrella. Huyendo del cazador le rompí cuatro costillas a un peregrino; y huyendo del peregrino ocurrió la desgracia más sangrienta: la del burro.
CORREGIDOR: ¿Qué desgracia y qué burro son esos?
POSADERO: El burro del leñador. Era mi única salvación para escapar, pero el maldito animal se echó al suelo; yo quise levantarlo a la fuerza tirándole del rabo, y él que no, yo que sí, tanto tiramos los dos que me quedé de cuajo con el rabo entre las manos. Y ahí están los cuatro como cuatro furias pidiendo a gritos mi cabeza. ¡Defiéndame señor!
CORREGIDOR: Calma, Juan Blas, calma. Difícil es tu caso, pero soy hombre agradecido ¡y mal potaje de nabos me dé Dios, si no te salvo! Que más le valiera a la República perder sus monumentos y su historia que perder un cocinero como tú.
POSADERO (Besándole las manos): ¡Gracias, señor, gracias!
(El CORREGIDOR sube a su estrado y agita la campanilla. Se abre la puerta)
CORREGIDOR: Que pasen los querellantes.
(Entran en tropel, detrás del SECRETARIO, el CAZADOR con su pluma y escopeta, el PEREGRINO con su bordón, y el LEÑADOR con un rabo de asno. Los ALGUACILES nuevamente en la guardia).
CAZADOR: Allí está el ladrón. ¡A la picota!
PEREGRINO: ¡Mis costillas, ay, mis pobres costillas!
LEÑADOR: Mi pollino querido…, mi compañero de fatigas. ¡Mire, señor, este triste despojo!
TODOS: ¡Justicia, señor corregidor!
CORREGIDOR (Imponiéndose a campanillazos): ¡Silencio todos! Siéntese el acusado. Siéntense los querellantes. Y oigamos en derecho a las dos partes. (Alza el brazo, solemne). En el nombre del Padre, etcétera, etcétera. ¿juran todos decir, etcétera, etcétera?
TODOS: ¡Juramos!
CORREGIDOR: Queda abierta la audiencia. Escriba secretario, secretario. (Se sienta. Los tres acusadores vuelven a alborotarse).
CAZADOR: ¡Cien latigazos a ese ladrón!
PEREGRINO: ¡Mis costillas…., mis costillas!
LEÑADOR: ¡Justicia contra ese arrancador de rabos inocentes! (Llora besando y acariciando su despojo. Campanillazos).
CORREGIDOR: ¡Silencio, repito, o hago desalojar la sala! Que hable el primero.
CAZADOR: (Se levanta) Yo, señor, soy cazador de oficio. Esta mañana salí temprano al monte y tuve la fortuna de cazar un faisán y un lechón de jabalí, que, juntamente con una libra de ciruelas, lleve al horno de este enemigo público. Tres horas después vuelvo con la boca en agua a reclamar mi guiso, ¿y sabe su señoría con qué cuento me sale el muy bribón? ¡Qué se atreva a repetirlo delante de la justicia!
CORREGIDOR: Conteste el reo. ¿Dónde están las ciruelas de este hombre?
POSADERO: Se las comió el faisán.
CORREGIDOR: ¿Y el faisán?
POSADERO: Se lo comió el jabalí.
CORREGIDOR: ¿Y el jabalí?
POSADERO: No hice más que abrir el horno y echó a correr hacia el monte como una centella.
CAZADOR: ¿Cuándo se ha visto mayor desvergüenza? Encima del robo, el embuste y el escarnio. ¿No es para mandarlo al garrote de cabeza?
CORREGIDOR: Calma, cazador, que la ira es mala consejera. Juzguemos serenamente. Por lo pronto, las tres afirmaciones que ha hecho el acusado podrán ser sospechosas de facto, pero in principio son indiscutibles. ¿Puede nadie negar que un faisán coma ciruelas?
CAZADOR: Eso no.
CORREGIDOR: ¿Puede nadie negar que un jabalí coma faisanes?
CAZADOR: Tampoco.
CORREGIDOR: ¿Y puede nadie negar que un animal de monte tire al monte?
CAZADOR: Pero, señor corregidor, es imposible. El jabalí estaba muerto y bien muerto.
CORREGIDOR: Nada hay imposible ante la voluntad de Dios. Muerta estaba la hija de Jairo cuando le fue dicho: «¡Dormida estás, despierta!».
SECRETARIO: San Mateo, capítulo nueve, versículo veinticinco.
CORREGIDOR: Muerto y bien muerto estaba Lázaro cuando le fue dicho: «Levántate y anda.»
SECRETARIO: San Juan, capítulo once, versículo cuarenta y tres.
CORREGIDOR: ¿Vas a poner en duda los Santos Evangelios?
CAZADOR: ¿Qué importan ahora San Juan y San Mateo?
CORREGIDOR: ¿Cómo que no importan? ¡Anote, secretario!
SECRETARIO: Anoto. (Escribe vertiginosamente)
CORREGIDOR: De lo que se trata aquí es de Juan Blas el posadero. Y yo afirmo que un posadero no puede hacer milagros.
CORREGIDOR: ¡Imprudencia temeraria! ¿No tiene acaso todos los posaderos del mundo el don de transformar el agua en vino como en las bodas de Caná? ¡Anote!
SECRETARIO: Anoto.
CAZADOR: Yo no hablo de agua ni de vino, sino del jabato al horno. ¡Y lo que yo digo es que la carne al horno muerta está y muerta se queda para siempre!
CORREGIDOR: ¿Qué dices insensato? ¿Serás también capaz de negar el dogma de la resurrección de la carne? ¡Anote!
SECRETARIO: Anoto
CAZADOR: Pero, señor corregidor...
CORREGIDOR: ¡Silencio! ¿Anoto?
SECRETARIO: Anoté.
CORREGIDOR: Lea el folio.
SECRETARIO: Primo: el deponente confiesa ser cazador de oficio, con desprecio evidente del quinto mandamiento: no matarás. Secundo: declara impúdicamente no importársele un rábano de los santos Evangelios y las bodas de Caná. Tercio: manifiesta abiertas dudas y recelos el dogma de la Resurrección. Cuarto...
CORREGIDOR: Suficiente. Lo siento por ti, hijo mío. Podría perdonarte que hayas tratado de difamar a un honrado ciudadano, sin pruebas ni testigos; y hasta que hayas penetrado con armas en el templo de la Justicia. Pero esa herejía in fraganti no habrá más remedio que someterla a la Santa Inquisición.
CAZADOR: ¿La Inquisición? (Cae de rodillas). ¡Misericordia, señor! Yo abjuro, reniego y me retracto de todo lo dicho. ¡Mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa!
CORREGIDOR: ¿Tiene algo que oponer el acusado?
POSADERO: Por mi parte puede irse en paz. Yo le perdono.
CAZADOR: Gracias, hermano Blas. Gracias, señor.
CORREGIDOR (Agita la campanilla y se levanta para sentenciar. Todos en pie): Vista la conciliación de las partes: devuélvase al posadero la honra y fama que se le había quitado. El primer faisán y el primer jabalí que cobre el cazador, tráigalos a este tribunal como descargo. Y previo al pago de veinte reales para ayuda de costas, ásese, condiméntese y sírvase. ¡Digo! ¡Sobreséase, lácrese y archívese! (Nuevo campanillazo. Se sientan todos) Que hable el segundo.
(El CAZADOR vuelve a si sitio y se levanta el PEREGRINO).
PEREGRINO: Yo, señor, soy un pobre peregrino de vuelta desde Compostela. Estaba en la iglesia rezando santamente el rosario, cuando siento allá arriba en el coro un estrépito de carreras y alaridos como de gatos en enero. No hago más que levantar los ojos creyendo que se hundía el firmamento, y de repente, este posadero del infierno que se me desploma encima rompiéndome cuatro costillas. ¿Qué va a ser ahora de mí, viejo y tullido? ¡Justicia en nombre del cielo!
CORREGIDOR (Encarando furioso al posadero): ¡Ah, bestia del Apocalipsis! ¿A un anciano bendito del apóstol, en plena oración en plena iglesia? ¿Cómo puedes disculpar tal sacrilegio?
POSADERO: Yo iba ciego de terror y entré en sagrado buscando refugio. El cazador me persiguió con la escopeta escaleras arriba. No me quedaba otra salida que saltar la baranda. Entonces cerré los ojos y... ¡zas! ¿Quién podía imaginar que este santo varón estuviera debajo?
CORREGIDOR: ¡Basta! has incurrido en pecado de profanación y la ley ha de ser inexorable. ¡Ojo por ojo, costilla por costilla! Vete ahora mismo a la iglesia y arrodíllate a rezar el rosario. Tú peregrino, súbete al coro, cierra los ojos y tírate sin miedo encima de él.
PEREGRINO: Pero, señor corregidor, ¡son siete varas de altura!
CORREGIDOR: ¡Mejor! Cuanto más alto el coro, mayor será el castigo.
PEREGRINO: ¿Y si no atino y caigo en las baldosas? ¿Y si en lugar de sus costillas se rompen otras cuatro de las mías?
CORREGIDOR: ¡Cómo, hombre de poca fe! ¿Vas a dudar del juicio de Dios?
PEREGRINO: ¡No! no es fe lo que me falta. Pero pensándolo bien, con las costillas que me quedan, todavía puedo arreglarme. ¡Y es tan cristiano sufrir y perdonar! Si el señor lo permite prefiero retirar la demanda.
CORREGIDOR: ¿Tiene algo que oponer el acusado?
POSADERO: Nada, señor.
CORREGIDOR: En ese caso... (Campanillazo y todos en pie). Visto el mutuo consenso y la cristiana renunciación del demandante: por ésta sola vez, y sin que sirva de precedente, autorícese al peregrino a seguir viaje, libre de toda costa, caución y emolumento. Sobreséase, lácrese y archívese. (Se sienta) Que hable el tercero.
(El LEÑADOR se levanta confuso escondiendo su rabo. Vacila. De repente echa a correr hacia la puerta. Los ALGUACILES le cierran el paso).
LEÑADOR: Eh… es tarde… tengo que llevar mi leña al mercado.
CORREGIDOR: Aguarda, hijo. Primero tienes derecho a que se te escuche y se te haga justicia ¿No traías acusación contra este maldito posadero?
LEÑADOR: ¿Una acusación, yo? ¡Jamás! Yo juro por toda la corte celestial que mi burro nació sin rabo, que toda su vida ha vivido sin rabo, y que sin rabo ha de morir en paz y en gracia de Dios. ¡Con licencia, señor corregidor! (Sale corriendo).
(Telón)
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justina, lo malo es que no te dejaron publicar la historia completa ya que para postear te permiten si no estoy mal30000 caracteres, así que posteo para que continues con lo que falta, ya que todabía veo que falta que la completes, es decir que la cuentes completa, o mejor dicho, la parte que falta
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