Fragmentos de libros 🖋

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31. Soldadito,

A continuación, fragmento de una suerte de biblia que hice para sentar las bases de los sistemas de poder de mi libro de fantasía:
Divídete: de uno se hacen dos, un cumplimiento protocolar acorde a la polaridad.
Arriba y abajo: aunque la expresión es física, estamos ante una metáfora que explica la dirección y el sentido de la creación. No tiene relación con la gravedad, porque bien se pudiera haber dicho izquierda y derecha, y el mensaje no sufriría el menor cambio. De lo mismo se desprende que cuando se dice «subir» y «bajar», se corresponde al movimiento de retorno o retracción de los entes, porque el movimiento que conduce hacia abajo es denominado bajar, así como el de arriba es denominado subir.
Cosmos espeso y cosmos ligero: implica la mayor o menor compresión del infinito, la aceleración del ciclo expansión-contracción y la limitación y sujeción numérica. De lo espeso aquí dice que se hunde, es decir que adquiere un peso que lo hace movilizarse hacia abajo, es atraído en sí mismo por su cualidad. Es, por tanto, ahora sí, el origen de la gravedad material en este universo. La ligereza del cosmos superior también es un tipo de gravedad, pues al subir se atrae a sí misma.
Los ciclos: obsérvese que la actividad del ciclo mayor no es finiquitada, si no que se distribuye en estos nuevos ciclos (que son la media parte del original) sin que por ello cese el primero. Existe un ciclo del alma que no depende de la vida, pero no es expresado en palabras dada su profunda abstracción. Así lo atestiguan aquellos que ascendieron a las ondas y volvieron.
Condición monovalente: no hay medio, no hay un abajo que sea arriba. La separación es clara, definitiva y absoluta. Hay una única excepción a esta regla: vida (sustantivo) es de la materia y la energía, vivir (verbo) es destino del alma, mientras que vivo/a (adjetivo) resulta de la conjunción de arriba y abajo. Para el cumplimiento de esta excepción fue creado el denominado Ciclo Intermedio o Ciclo De Kadin (enunciado en su carácter científico por Alanugua Kadin, ascendido y retornado, quien descubrió su mecanismo interno), una relación entre mente y alma por la que fluyen dos poderes interventores: Rena y Regi (el flujo natural y la voluntad). La «experiencia» a la cual se alude, es el producto final de este ciclo. Esta experiencia sólo puede ser recogida por la Diosa, y no retorna al universo.

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32. Def-Leppard,

he ya pero... no has publicado no? no tiene editorial, no se ha revisado... no es un libro hermano. busca un fragmento destacado de alguna obra que es lo que hacemos todos. no ahora me voy a mi libreo no publicado y pongo páginas. en fin esta discusión me suena del frases emblemáticas del cine y no voy a repetir la discusión porque me suda el nardo

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33. Maeve,

«Pero si todavía me quieres, usaré mi eternidad para cumplir la más poética de mis promesas: seré un planeta para girar alrededor de ti, estrella mía, hasta que nuestra galaxia haga implosión y volemos los dos en pedazos».
GOTHIC FATE - Lorena Amkie.

«Había decenas de ellas pegadas por todo el colegio. Me hizo gracia que alguien hubiera invertido tanto tiempo y esfuerzo en imprimir tantas fotos, para luego encima tener que venir muy pronto al colegio para que le diera tiempo a colocarlas por todas partes. Casi resultaba halagador».
La leyenda de Greg — Chris Rylander.

Diría: Ahora estamos en un capítulo feo de nuestras vidas, pero ¡los libros siempre mejoran!
La tierra de las historias - Chris Colfer.

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34. Soldadito,

Ok, busco, pero voy a tardar. Porque tengo sueño.

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35. j2b4,

Ahora, en cama, en una vigilia de brumas, trata de reconducir el sueño.
Los dos niños bajan del cielo por un sendero, haciendo chocar los zuecos en los guijarros a propósito.
Vamos a hacer una cosa, dice de repente el pe­queño Chemín. Te doy mis lagartos, y así tú puedes entrar en el cielo.
¿Y tú?, pregunta el pequeño Gandón.
Yo voy a pescar truchas a mano. Cuando tenga una, se la iré a llevar al santo de la puerta. Pero ahora ve tú delante.
¿Y tu amigo? ¿Por qué no ha vuelto tu amigo?, preguntó el santo Pedro tras recontar los arnales.
Dijo que prefería ir a pescar truchas, explicó con inocencia el pequeño Gandón.
Así que ha ido a pescar truchas, ¿eh?, dijo enigmático el aduanero.
En cama, Chemín escuchó por fin la campana. Muy despacio, con el acento de un cantor ciego, la campana de la parroquia decía "Gan dón, Gan dón".
Su hijo, su querido "Yeyé", abrió la puerta de la habitación y le dijo en la penumbra:
¿Sabes, papá? Dicen que Gandón ha muerto.
Él abrió mucho los ojos para abrazar a su hijo con la mirada. Escuchaba su voz cada vez más lejos, por más que él se le acercaba y lo llamaba a gritos.
!Papá¡ !Papá¡ ¿Qué tienes, papá? ¡Por Dios, papá!
Volaba, volaba envuelto en el terciopelo del enjambre. ¿Por qué dejaban la colmena? ¿Por qué las abejas no se quedaban en la rama del nogal?
Quiso preguntar algo más, pero la vieja reina estaba sorda.

Rivas, Manuel - Ella, maldita alma

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36. Tessa_herondale,

Para acercarte a Dios, no haces explotar un autobús, sino que transformas tu conciencia. Simplemente entrégate a Dios, y será a mi a quien dejes atrás. Y no necesitarás ningún tipo de dinamita.
Pero, como ocurre con el resto de mis consejos para ti, es más fácil en teoría que en la práctica. De eso se trata, ¿verdad? Sin estas pruebas, no hay crecimiento. Cuando las cosas no salen como quieres —cuando el dolor, la enfermedad o la frustración entran en tu vida— tienes que hacer una elección entre el estancamiento o el crecimiento. Puedes:
1. Elegir ser una víctima, o 2. Elegir entregarte al proceso.
Adelante, grita con frustración: "Dios, ¿por qué me estás haciendo esto?" y entonces tomaré el control sobre ti. Haré que funciones con una conciencia de víctima. Perfecto. Por otra parte, la conciencia de sirviente significa llevar a cabo el trabajo espiritual necesario a pesar de las dificultades que estás afrontando. Lo haces sabiendo que el Creador está ahí, aun cuando parece que Dios te ha dejado abandonado. Logras superar este desafío cuando sabes que no tienes la perspectiva que tiene el Creador. Y lo haces a pesar de mí.
De vez en cuando veo cómo sucede. Has dicho que no a interpretar el papel de víctima. No sucumbiste a mi influencia. Sin embargo, tampoco te entregaste al Creador. Exististe en el limbo, en el purgatorio; en un estado de entrega sólo parcial. Quieres cantar y silbar al mismo tiempo. Pero este estado te ofrece poco en tu camino hacia la satisfacción o el control. Sólo hasta que dejas ir tu papel de víctima completamente y te entregas verdaderamente, ganas.
Si verdaderamente reconociste que no te ocurre nada que no puedas manejar, entonces entregarte debería ser más fácil. Aun en las peores situaciones — enfermedad, muerte y destrucción— pueden convertirse en Luz. Pero la mayor parte del tiempo, no lo crees posible.
Si puedes aprender a soltarlo todo y a asumir la responsabilidad total, podrás llegar a otro nivel. Sí, hay otro nivel más allá de la entrega, y es Ser como Dios.
Ser como Dios es un afán —un anhelo— que debes poseer. Es saber que los desafíos de este mundo son temporales, y que lo mejor está por venir. Imagina que estás viviendo en una pequeña habitación con muy poca luz del sol y nadie con quien hablar. ¿Qué harías? ¿Cuál sería tu primer paso para salir de esta situación?
Muy fácil. Tu primer paso sería desarrollar el anhelo por algo más, algo mucho mejor que la habitación angosta, fría y húmeda en la que te encuentras. De la misma forma, debes tener el deseo por algo mucho más grande que tu existencia actual y miserable. Tu vida es como la pequeña habitación que he descrito; de hecho, es la diminuta habitación en la que he intentado mantenerte durante mucho, mucho tiempo. Para hacerlo, he mantenido oculto el patio infinitamente espacioso y lleno de luz que fue diseñado para ti. Debes anhelar este lugar, de la misma forma que Dios anhela que llenes tu Vasija de Luz. Debes nutrir y desarrollar este anhelo hasta que se convierta en todo lo que eres. Este es tu primer paso para Ser como Dios. El próximo paso es entender que todo le pertenece a Dios. Nada te pertenece a ti, ni tus dones, ni tus talentos, ni tus posesiones materiales, ni siquiera tus hijos.
Todo es prestado.
Aunque el Creador te adora, no tiene ningún apego emocional a tus pensamientos o comportamientos. ¿Puedes imaginarte lo que significa amar sin fin y sin condiciones, y al mismo tiempo no sentir ningún apego a los componentes físicos que conforman el mundo material? Eso es lo que significa ser como Dios.
Ser como Dios también exige que veas la Luz que hay detrás de todo. ¿Ves un sistema detrás de los árboles, los animales y toda la naturaleza? ¿Ves a Dios en todo lo que te rodea? Si estoy haciendo bien mi trabajo, la mayor parte del tiempo probablemente no lo veas. Pero si puedes despertar y empezar a ver a Dios en absolutamente todo —incluso en las situaciones que parecen "malas" o desafortunadas—, entonces no tendré ningún poder sobre ti.
¿Cómo eres cuando se trata de ver oportunidades? La vida que llevas ahora mismo es una oportunidad absolutamente única, que no volverá a aparecer de la misma forma nunca más. Tu existencia, tal como es ahora mismo, es tu mejor oportunidad para completar el trabajo que viniste a hacer aquí; nunca sabes cómo será tu "próxima vez". Cada día, cada hora, cada momento es una oportunidad.
Y Dios nunca pierde un segundo. Él ve cada situación como una oportunidad para la expansión espiritual, una oportunidad para compartir más Luz con el universo. Esta es la conciencia que tú también debes poner en el Juego si quieres estar en perfecta sintonía con el Creador.
Satán. Una autobiografía de nuestro gran oponente, el ego — por Yehuda Berg

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37. dwight-yorke,

libraaso: little_fox: «Taylor —piensa Keller ahora— prácticamente me echó a los brazos de Tío Barrera». No había dónde ir....: 31.07.2024 09:07

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38. Maeve,

Dame de comer, Greg —me gruñó el estómago. No puedo —contesté mentalmente—. Tengo que reservar las últimas latas de arenque para más adelante. Todavía me quedan por lo menos dos días de caminata por delante. Y quién sabe cuántos más me quedarán en cuanto logre entrar por fin en el Bosque Oculto.
Siempre tienes alguna excusa, ¿verdad? —se quejó mi estómago—. Bueno, ¿sabes qué, colega? Me da igual. Consigue algo de comida y dámela. ¡Ya!
¡Consíguela tú! Pues claro…, ¡¿por qué no?! Muy bien, tú sabrás. ¡Bien, vale, mírame! De acuerdo, veámoslo. … ¿Y bien? —pensé. Calla. No, cállate tú. Iba a ir a por comida, lo juro. Pero entonces tu intestino delgado ha necesitado que lo ayude con algo. Así que… no he podido ir. Y ahora estoy liado.
Sí, ya, lo que tú digas, estómago. ¡Es verdad! Me necesitaba para que, eh, lo ayudara a mover unas cajas. Y colgar una fotografía en la pared.
Así que ahora hay cajas y fotos de cosas dentro de mi tracto intestinal, ¿eh? Explícame cómo funciona eso.
Hum, bueno…, ¿sabes qué? ¡Que paso de ésta mierda! ¿Quieres saber qué pienso?
A ver, ¿qué? Que me vas a dar de comer. No. Sí. Sí, lo vas a hacer. Porque, si no, te aseguro que te espera toda una noche de ¡esto!

El triunfo de Greg — Chris Rylander

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39. Amneris,

No hay dos noches iguales,
pero sí dos oscuridades:
la que sucede y la que recuerdo.
Manchada de versos intento traspasar
el reloj que arroja el instante,
pero no.
Quizá si no hubiera dudado tanto.
Quizá si hubiera dudado un poco menos.
Hubiera llegado a tiempo a ti
pero jamás hubiera llegado a este poema.
No soy dueña de las espinas que brotan en mi piel,
espero que sepas disculpar este estado intermitente
de terciopelo y sangre
en el que vivo serena.
Elegí la calma del relojero
que indaga en los mecanismos del tiempo,
pero toda esta paz
se parece más a una despedida o,
si me apuras,
a un saludo lejano entre la multitud,
que da la bienvenida al sol
justo antes de acariciarte la piel.
Me quedo conmigo,
pero esta vez sin ti.
Sara Búho (la inercia del silencio)

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40. Soldadito,

He nombrado al teniente entonces, don Juan Escobar, y
no quiero pasar por alto el despreciable ról que jugó en
esa época, como en otras posteriores. Era ayudante del
señor Balcarce, pero seguramente era un espía que tenía
cerca de él. Al general Belgrano, es fuera de duda que le
trasmitía cuanto chisme podía reunir, y lo que es peor,
que él mismo provocaba algunas conversaciones inconvenientes, para hacerle el mérito de la demanda. Yo mismo tuve que sufrir inocentemente, puedo decir, por causa
de ese desgraciado , por no decir depravado joven. El caso
fué el siguiente:
Por las noches nos reuníamos varios oficiales en casa
del capitán don Francisco Casado, que estaba enfermo, y
como es natural, se tocaban puntos militares y se emitian
juicios sobre nuestros generales. Casado era un charlatán entretenido, y al mismo tiempo tenía la opinión de
muy cobarde; frecuentemente gustaban muchos de los
concurrentes, y Escobar el primero entre todos , de trasmitirle noticias inventadas, de gruesas divisiones enemigas que nos rodeaban, y de aumentar las fuerzas del ejército Real. Al mismo tiempo, Escobar, que iba y venía con
frecuencia al Cuartel General, aseguraba que el señor
Belgrano estaba resuelto á admitir la batalla, y aún á buscarla, aunque fuese con mil hombres contra diéz mil. El
susto de Casado llegaba á lo sumo con estas noticias, y en
un momento de exaltación llegó á decir: Es preciso contener á este tal (hablando del general Belgrano) , para que no
haga con nosotros lo que hizo con el ejército del Paraguay, al
que comprometió en términos, que solo salvó por un milagro.
El asunto no era tan sencillo , si hubiese tenido los caracteres de formalidad que se le quiso dar, pero no había tal, al
menos como yo lo comprendí, porque más era una burla
que Escobar, más que otro alguno, quería hacer á Casado;
pero aún cuando él tuviese toda la gravedad que quiera
dársele, el ról de Escobar fué infame, y digno de un miserable intrigante.
El resultado fué, que una noche fuimos sorprendidos
siete oficiales , siendo Escobar uno de ellos, y puestos incomunicados y en rigurosa prisión; se procedió inmediatamente á formar un proceso, y el mismo Balcarce fué quién tomó las primeras declaraciones; antes de las veinte y cuatro
horas, después de haber dado la mía, se me levantó la incomunicación y quedé arrestado en mi alojamiento. Lo
mismo se hizo con don Alejandro Heredia, después General; don Domingo Arévalo, después Coronel; con Escobar
Уdemás. A los ocho dias fuimos puestos en libertad, después de una seria admonición, menos Casado, cuya causa
continuó, hasta que al fin se le mandó á Buenos Aires.
Solo la declaración de Escobar lo condenaba cruelmente,
y tuvo la desvergüenza de quererme persuadir á que yo
lo hiciese, traspasando los límites de lo justo y razonable; más, no lo consiguió. Casado continuó sirviendo en
Buenos Aires hasta que cometió una falta mucho más grave y de otra especie, que le costó el empleo , y pudo costarle la vida, si no fuga. Después de muchos años, lo encontré en la Banda Oriental, y estuvo de vivandero en el
Cerro Largo.

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41. Maeve,

«En lo alto de un árbol, más alto que todos los campanarios de estas tierras, un pajarito solitario despertó en su nido», leyó en voz alta mientras escribía la primera oración de su nueva historia. El rasgueo suave de su pluma se detuvo y el autor rascó su cabeza.
«Pero ¿por qué está dormido el pájaro?», se preguntó. «¿No despertaría al amanecer junto con las demás aves? Si no lo hace, quizás parecerá perezosa, y no digna de respeto. Quiero que les agrade a los lectores».
Hans abolló el trozo de pergamino y lo lanzó hacia la pila de borradores anteriores que estaba en el suelo. Tomó una pluma nueva, esperando que una más oscura y larga fuera a refrescar su narración.
«En lo alto de un árbol, más alto que todos los campanarios de estas
tierras, un pajarito solitario construía su nido…», se detuvo de nuevo. «No, si está construyendo un nido, los lectores se preguntarán si está a punto de poner huevos y después creerán que la historia es acerca de una madre soltera. La iglesia me acusará de hacer alusión a algo profano… de nuevo».
Lo abolló y lo dejó a un lado junto a los otros intentos. «En lo alto de un árbol más alto que todos los campanarios de estas tierras, un pajarito solitario buscaba gusanos en el suelo…». Hans cubrió sus ojos y gruñó. «¡No, no, no! ¿En qué estoy pensando? No puedo comenzar así la historia. Si digo que el árbol es más alto que los campanarios de las iglesias, algún imbécil creerá que estoy comparando el árbol con Dios y armará un escándalo innecesario».
El autor suspiró y dejó su último esfuerzo a un lado. A veces, ser escritor en la sociedad del siglo XIX podía ser frustrante».
Más allá de los reinos — Chris Colfer.

«—Sí, niños, estoy muriendo —dijo ella—. Pero lo que las otras hadas no explicaron es que un hada en realidad nunca muere. Cuando se le acaba el tiempo, su alma simplemente regresa a la magia. Se convierten en la misma sustancia que ayuda a las hadas a hacer del mundo un lugar mejor. Incluso cuando me vaya, aún estaré con los dos. Cada vez que muevan la varita, hagan un hechizo o usen un encantamiento, yo estaré observándolos de lejos con orgullo suficiente para iluminar todo el cielo.
—Los quiero, niños —dijo ella—. Cuídense el uno al otro y recuerden: solo estaré a un pensamiento de distancia».
La advertencia de los hermanos Grimm (del mismo autor)

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42. Amneris,

saldría si mis huesos no pesaran tanto.
La culpa me hace trizas,
sé que tengo los ojos hinchados,
escuecen.
Me abrazo fuerte
y busco el lado frío de las sábanas.
No paran de llegar buenas noticias
y aprendo a sonreír por ello.
Todos me felicitan,
ven éxito e imaginan poder.
Llevo una semana sin comer
y apenas tengo fuerzas,
pero un resquicio de amor
me levanta.
Lo siento.
Necesitaba tu amor
para no mirar dentro de mí.
Necesitaba una risa que imitar,
una vida que no fuera la mía,
un puente hacia otro camino,
un espacio donde inventar.
El amor es mi droga,
suelo cálido
para quienes no saben hacia dónde van.
Algo sencillo que me aleja
de mis vacíos,
migas de pan para mis pájaros.
Gigantes,
aspas de molino
que nunca quise enfrentar.
Lo siento.
No lo sabía.
Lo siento.
Te busqué para encontrarme
en el lugar equivocado.
Te encontré para buscarme
y solo pude ser alguien
que solo existe a tu lado.
Sara Búho, la inercia del silencio.

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43. Def-Leppard,

me veo obligado a hablar. pues los hombres de ciencia se niegan a seguir mi consejo sin saber porqué. si explico las razones por las que me opongo a esta planeada invasión de la Antártida, con su extensa búsqueda de fósiles y su minuciosa perforación y fundición del antiguo casquete glaciar, es totalmente en contra de mi voluntad, y mis reticencias son aún mayores porque es posible que sea en vano.
es inevitable que los echos, tal y como debo revelarlos, subsciten dudas. pero si suprimiera todo lo que parece extravagante o terrible, no quedaría nada.las fotografías, guardadas hasta ahora, tanto las aéreas como las normales, hablarán a mi favor, pues son tremendamente gráficas y elocuentes. aún así las cuestionarán por los extremos a los que puede llegar una hábil falsificación. los bocetos a tinta, desde luego, los considerarán evidentes inposturas, pese a la extrañeza de una técnica en la que deberían reparar intrigados los expertos en arte.
en último extremo, tendré que confiar en el buen juicio y el prestigio de los pocos científicos que disponen, por un lado, de independencia suficiente para sopesar mis datos, con sus horribles y convincentes méritos, o a la luz de ciertos mitos primordiales ciertamente desconcertantes. y por el otro, de suficiente influencia para disuadir a los exploradores en general para llevar acabo cualquier programa apresurado y ambicioso en la región de esas montañas de la locura. hogwar philip lovecraft

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44. Maldita-Nerea ,

"Quizá por estar tan agradecida a esta bendición recibió otra; de todas maneras, merecía las dos.‐Mamá, he pensado bordar un par de zapatillas para el señor Laurence. Es tan amable conmigo, que debo agradecerle, y no sé otro modo de hacerlo. ¿Puedo bordarlas? preguntó Beth, unas semanas después de su visita.‐Sí, querida mía; le agradará mucho, y será un buen modo de darle las gracias. Las muchachas te ayudarán con ellas, y yo pagaré el gasto de poner las suelas cuando estén listas.Después de largas discusiones con Meg y Jo, se escogió el dibujo, se compraron los materiales y se comenzaron las zapatillas. Encontraron apropiado un pequeño ramillete de pensamientos, serios sin dejar de ser alegres, sobre un fondo de púrpura más oscuro, que Beth bordó, ayudándola sus hermanas, de vez en cuando, en las partes más difíciles. Como era muy hábil para las labores de aguja, las zapatillas se terminaron antes de que llegaran a aburrir a ninguna de ellas. Entonces escribió una cartita sencilla, y con la ayuda de Laurie logró ponerlas furtivamente encima de la mesa del estudio, una mañana, antes de que se levantase el viejo caballero.Pasada la emoción del momento, Beth esperó para ver qué sucedería. Pasé todo el día y parte del siguiente sin que llegase una respuesta, y comenzaba a temer que había ofendido a su enigmático amigo. La tarde del segundo día salió para hacer un recado. Al volver vio des‐de la calle a tres, mejor dicho, cuatro cabezas que aparecían y desaparecían en la ventana de la sala, y luego oyó varias voces alegres que le gritaban:‐¡Carta del viejo señor para ti! ¡Ven corriendo!‐ ¡Beth! ¡Te ha enviado...! ‐comenzó a decir Amy, gesticulando con desusada energía; pero no pudo decir más porque las otras cerraron la ventana.Beth, sorprendida, apuró el paso; a la entrada la agarraron sus hermanas, y en procesión triunfal la llevaron a la sala, diciendo a la vez:  ‐¡Mira! ¡Mira!Beth miró, efectivamente, y palideció de alegría y sorpresa al contemplar un pequeño piano vertical, sobre cuya tapa brillante había una carta dirigida a la "señorita Elizabeth".  ‐¿Para mí? ‐preguntó Beth, agarrándose a Jo para no caer al suelo, de emoción.  ‐ ¡Claro que es para ti, querida mía! ¡Qué generoso ha sido! ¿No te parece que es el anciano más bueno del mundo? Aquí está la llave, dentro de la carta, no la hemos abierto, aunque estábamos deshechas por saber lo que dice ‐gritó Jo, abrazándose a su hermana y dándole la cartita.‐¡Léela tú; yo no puedo; me siento tan extraña! ¡Qué hermoso es!‐y Beth escondió la cara en el delantal de Jo, completamente dominada por su emoción."

Mujercitas
Louisa May Alcott.

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45. Arenita ,

"Ya no volveré a oír su voz. Es ella, con sus palabras, sus manos, sus gestos, su manera de reír y de caminar, la que unía a la mujer que soy con la niña que fui. Perdí el último nexo con el mundo del que salí".
"Una mujer", Annie Ernaux

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46. Def-Leppard,

las torres de Manhattan encierran todo un mundo de alusiones poéticas y cuadros de la miseria, y la grandiosidad de Nueva York se arremolina en
democrático enjambre. De entre la multitud y el humo la Estatua de la libertad surge con una mueca en la cara por sonrisa, como si Nyarlathotep hubiera
planeado el contraste. La libertad se tambalea ante el tiempo fugaz y los embates del destino. Muchos mueren de hambre, otros van camino de ello. Pero un
exiguo porcentaje de la multitud posee suficiente talento y riqueza como para seguir avanzando hacia el éxito. Para ellos esto es el cielo, y los clubes nocturnos, teatros,
grandes almacenes, librerías y restaurantes son su patio de recreo. Y además son baratos, amigo.

Score: +1

47. Amneris,

Te deseo como desean los labios.
Hablemos claro:
no será fácil.
Amar de esa manera dulce e
ingenua es cosa de niños
y ya tenemos una edad.
Somos conscientes
y podemos elegir para nuestra piel
el sabor del caramelo o las flores.
No todo iba a ser malo.
Amar con coherencia
entorpece la sonrisa,
la interrumpe.
Amar con coherencia
es parar el corazón a frenazos.
Pero en fugaces momentos
en los que parece que todo va bien,
disfruto de la magia adulta
del instante: mi dedo índice acaricia tu cuello
y es suave.
Quizás la piel es sensible
porque está hecha para ser acariciada,
besada y abrazada.
La inercia del silencio (Sara Bhúo)

Score: +1

Dernière édition par Amneris, 03.09.2024 10:57

48. JairoGames,

El teniente de navío Louis Quelennec, de la Marina Imperial francesa, está a punto de figurar en los libros de Historia y en este relato, pero no lo sabe. De lo contrario, sus primeras palabras al amanecer el 29 de vendimiario del año XIV, o sea, el 21 de octubre de 1805, habrían sido otras.

—Hijos de la gran puta.

La cubierta mojada de la Incertain se balancea bajo sus pies en la marejadilla, unas treinta millas al sudoeste de Cádiz. Poco más o menos. Comparada con la que va a caer de aquí a nada, la Incertain es una piltrafa náutica: una balandra de dieciséis cañones. Los ingleses la llaman cúter: cortador. Pero ya se sabe que los ingleses siempre fueron en exceso tajantes para sus cosas. Mejor balandra. Y encima, volviendo a lo de los cañones que artilla Quelennec, a su balandra, o cúter, o como se diga, la han aligerado de cuatro para que navegue más veloz. Aun así, la embarcación parece arrastrarse entre la niebla que gotea humedad por la jarcia y los puños de las velas. Cric, croc. Crujiendo al balancearse de banda a banda, como si gimieran sus cuadernas doloridas. Apenas hay viento, y sólo una brisa leve hincha a ratos las lonas que cuelgan como ropa sucia del palo y los estays, o agita la bandera mercante portuguesa izada en el pico de cangreja. La pirula de la bandera es normal. En el mar todos juegan sucio y mienten como bellacos.

—Hijos de la gran puta —repite el comandante.

Lo repite en francés, naturalmente. Fils de la grande putain, o algo así. Pero se le entiende. El timonel y el piloto, que están detrás, junto a la bitácora, se miran sin decir ni pío. El ayudante del piloto, que también está cerca, no se entera de nada porque es español. Como era de esperar, se llama Manolo y es bajito, moreno, con una sola ceja negra. De Conil de la Frontera, por más señas. Provincia de Cádiz, o sea, de allí mismo. Por eso lo han embarcado de ayudante sin preguntarle lo que opina al respecto. Por la cara. Manuel Correjuevos Sánchez, patrón de pesca, contrabandista, padre de familia. Lo típico. Para los gabachos, Manoló Coguegüevós. Cada vez que oye a uno de éstos llamarlo por su apellido, al ayudante del piloto le sienta como una patada en los mismos.

—Llámeme Manolo zi no le importa. Mezié.

Lo que no parece claro para el piloto ni para el timonel es a quién se refiere el comandante Quelennec cuando jura en arameo. El piloto, que se llama Kieffer, piensa tal vez que el comandante alude a quienes le ordenan estar allí a tales horas, en el centro de aquella niebla matutina en la que no se ve más allá del propio carajo. En cuanto al timonel, que en el año I de la República fue un jacobino distinguido por su celo revolucionario, quizá se incline a pensar que su comandante se refiere a los cagatintas de los despachos del Ministerio de Marina en París, a los aristócratas camuflados y a los emboscados que no saben del mar sino que en él flotan barcos y hace olas, e incluso al almirante Villeneuve y a su peripuesta plana mayor de la maldita escuadra combinada, de la que la Incertain constituye instrumento de exploración y minúsculo apéndice. Aunque el comandante puede referirse también a los aliados españoles, esos oficiales de marina aristócratas (a España le iría de perlas una guillotina, opina), susceptibles y arrogantes, que con muchas cortesías y pase usted primero, señor, faltaría más, señor, llevan semanas tocándoles a todos las pelotas.

Pérez Reverte, Arturo, Cabo trafalgar.

Score: +0

49. Maeve,

—Pero ¿y si estamos en tu historia? —preguntó Arturo—. Quizás todo esto es solo un capítulo de un libro acerca de ti y quizás alguien lo está leyendo ahora mismo en un mundo muy lejano y saben que estás cometiendo un error. Tú misma dijiste que hay versiones de mí: así que permite que esta versión esté contigo. Deja que otro Arturo en alguna otra parte cumpla con la leyenda.
—Pero siempre sentiré que estoy haciendo algo mal —replicó Alex—. Quizás, después de que hayas completado tu historia y de que yo haya concluido la mía, podamos tener un final feliz. Pero eso está a muchos capítulos de distancia.
Más allá de los reinos — Chris Colfer.

Score: +1

50. Exink,

Esto es lo que la Enciclopedia Galáctica dice respecto al alcohol. Afirma que es un líquido incoloro y evaporable producido por la fermentación de azúcares, y asimismo observa sus efectos intoxicantes sobre ciertos organismos basados en el carbono.
La Guía del autoestopista galáctico también menciona el alcohol. Dice que la mejor bebida que existe es el detonador gargárico pangaláctico.
Dice que el efecto producido por una copa de detonador gargárico pangaláctico es como que le aplasten a uno los sesos con una raja de limón doblada alrededor de un gran lingote de oro.
La Guía también indica en qué planetas se prepara el mejor detonador gargárico pangaláctico, cuánto hay que pagar por una copa y qué organizaciones voluntarias existen para ayudarle a uno a la rehabilitación posterior.
La Guía señala incluso la manera en que puede prepararse dicha bebida:
»Eche el contenido de una botella de aguardiente añejo Janx.
»Añada una medida de agua de los mares de Santraginus V. ¡Oh, el agua del mar de Santraginus! ¡¡¡Oh, el pescado de las aguas santragineas!!!
»Deje que se derritan en la mezcla (debe estar bien helada o se perderá la bencina) tres cubos de megaginebra arcturiana.
»Agregue cuatro litros de gas de las marismas falianas y deje que las burbujas penetren en la mezcla, en memoria de todos los felices vagabundos que han muerto de placer en las Marismas de Falia.
»En el dorso de una cuchara de plata vierta una medida de extracto de Hierbahiperbuena de Qualactina, saturada de todos los fragantes olores de las oscuras zonas qualactinas, levemente suaves y místicos.
»Añada el diente de un suntiger algoliano. Observe cómo se disuelve, lanzando el brillo de los soles algolianos a lo más hondo del corazón de la bebida.
»Rocíela con Zamfuor.
»Añada una aceituna.
»Bébalo…, pero… con mucho cuidado…».

Guía del autoestopista galáctico - Adams, Douglas

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Dernière édition par Exink, 06.09.2024 06:26

51. Def-Leppard,

—Ahora están en guerra. Cuando encuentren a los franceses muchos de ustedes morirán. La mayoría.
Sus palabras los asustaban.
—Les diré por qué.
Señaló hacia el horizonte, al este.
—Los franceses están por allí, esperándonos.
Algunos de los hombres miraron hacia allí como si esperaran ver venir al mismísimo Bonaparte a través de los olivares a las afueras de Castelo Branco.
—Tienen mosquetes y todos ellos pueden disparar tres o cuatro cargas por minuto. Dirigidas a ustedes. Y les matarán porque son ustedes unos malditos lentos. Si no les matan ustedes primero, ellos lo harán con ustedes, es así de sencillo. Usted —dijo señalando a un hombre de la primera fila—. ¡Tráigame su mosquete!
Al menos había atraído su atención y algunos de ellos entenderían el hecho bien simple de que el bando que disparara más balas tenía más posibilidades de ganar. Tomó el mosquete del hombre, un puñado de cartuchos y dejó su rifle. Sostuvo el mosquete sobre su cabeza y empezó por el principio.
—¡Mírenlo! Un mosquete del tipo India. Cincuenta y cinco pulgadas y un cuarto de largo con un cañón de treinta y nueve pulgadas. Dispara balas de tres cuartos de pulgada, casi tan anchas como su dedo gordo, ¡y hasta mata franceses!
—Pero ustedes no matarán ningún francés con él. ¡Son demasiado lentos! En el tiempo que tardan en realizar dos disparos el enemigo probablemente consiga hacer tres. Y créanme, los franceses son lentos. Así que esta tarde aprenderán a disparar tres descargas por minuto. Con el tiempo dispararán cuatro por minuto y si son realmente buenos ¡podrían llegar a cinco! sharpe y el águila del imperio

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52. Dherhion,

El personal médico que corretea a su alrededor lleva pijama del color amarillo de un emoticono sonriente.

Tiene los brazos y las piernas asegurados a la mesa de operaciones mediante ligaduras que resultan fuertes, pero están almohadilladas para que no se haga daño al forcejear.

Una enfermera le seca el sudor de la frente:

—Relájate: estoy aquí para ayudarte a pasar por este trance.

Siente un agudo pinchazo en el lado derecho del cuello, y después en el lado izquierdo.

—¿Qué ha sido eso?

—Eso —dice la enfermera— ha sido el único dolor que vas a sentir hoy.

—Entonces ya estamos —dice Roland—. ¿Me van a dormir…?

Aunque no puede verle la boca bajo la mascarilla, sí que ve la sonrisa en sus ojos.

—En absoluto —dice ella—. Por ley, estamos obligados a mantenerte consciente durante todo el proceso. —La enfermera le coge la mano—. Tienes derecho a presenciar todo lo que te va a ocurrir, cada paso de la operación.

—¿Y si no quiero?

—Querrás —dice uno de los ayudantes de quirófano, restregándole las piernas a Roland con un ungüento quirúrgico marrón—. Como todo el mundo.

—Te acabamos de insertar catéteres por la arteria carótida y la vena yugular —explica la enfermera—. Justo en estos momentos, tu sangre está siendo reemplazada por una solución sintética rica en oxígeno.

—Mandamos la sangre de verdad al banco de sangre —explica el ayudante que se encuentra a sus pies—. No se desperdicia ni una gota. ¡Puedes estar seguro de que vas a salvar unas cuantas vidas!

—La solución de oxígeno también contiene un anestésico que insensibiliza los receptores del dolor. —La enfermera le da unas palmadas en la mano—. Estarás plenamente consciente, pero no sentirás nada.

Roland nota ya cómo los miembros se le empiezan a adormecer. Hace un esfuerzo por tragar saliva:

—Odio esto. Le odio a usted. Les odio a todos ustedes.

—Lo comprendo.


Lleva dentro veintiocho minutos.

Ha llegado el primer grupo de cirujanos.

—No te preocupes por ellos. Tú habla conmigo.

—¿De qué hablamos?

—De lo que tú quieras.

A alguien se le cae un instrumento, que resuena en la mesa y acaba en el suelo. Roland siente un escalofrío. La enfermera le coge la mano más fuerte.

—Puede que notes que algo te tira de los tobillos —explica uno de los cirujanos, que se encuentra al final de la mesa—. No tienes que preocuparte.



Neal Shusterman

Desconexión

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53. Maeve,

«—¿Qué dicen las canicas? —preguntó Jack. —No seas ridículo: ¡las canicas no hablan! Simplemente se mueven bajo las órdenes del destino —respondió el Comerciante—. ¿Ves la gris? Opaca, triste y atascada en la suciedad… ¡nos representa a nosotros! Mira cómo la azul y la rosada se mueven juntas en perfecta sincronía lejos de la gris… ¡Deben representar a los mellizos! ¡No teman, los Bailey están vivos!
Unos pocos refugiados celebraron, pero se detuvieron de pronto cuando recordaron que la información provenía de un anciano excéntrico que hablaba con canicas».
La odisea del autor — Chris Colfer.

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54. Amneris,

Los secretos son raros.
Los hay de tres clases. Los primeros son los que todo el mundo conoce, los que requieren al menos dos personas: una para guardarlos y otra para no descubrirlos jamás. Los segundos son más complejos: son los que te guardas para ti. Todos los días, miles de personas callan confesiones a sus confesores sin ser conscientes de que esos secretos nunca admitidos se resumen, todos ellos, en las mismas dos palabras: «Tengo miedo».
Y luego está la tercera clase de secreto, el más recóndito. El secreto que nadie conoce. Quizá se supo una vez, pero se fue a la tumba con su portador. O quizá se trate de un misterio inútil, un misterio oscuro y solitario que nadie ha descubierto porque nadie se ha preocupado por él.
A veces, en ocasiones excepcionales, hay secretos que permanecen sin descubrirse porque lo que contienen es de una naturaleza tan extraña, vasta y aterradora que sobrepasa la capacidad de comprensión de la mente.
Los saqueadores de sueños.

Score: +1

55. Maeve,

«—¿Qué eres? —preguntó Conor abrazándose el cuerpo con fuerza. —No soy un «qué» —refunfuñó el monstruo—. Soy un «quién». —¿Quién eres entonces? El monstruo abrió mucho los ojos. —¿Que quién soy? —dijo, y luego gritó—. ¿Que quién soy? Parecía que el monstruo seguía creciendo, cada vez era más alto y más ancho. Un viento súbito los rodeó, y el monstruo abrió los brazos tanto que parecía que le llegaban a horizontes opuestos, tanto que parecían lo bastante grandes como para abarcar el mundo.
—¡He tenido tantos nombres como años tiene el tiempo! —dijo con un rugido—. ¡Soy Herne el Cazador! ¡Soy Cernunnos! ¡Soy el eterno Hombre Verde!
El monstruo bajó uno de los brazos, atrapó a Conor y lo elevó en el aire; el viento se arremolinó en torno a ellos haciendo que las hojas que formaban la piel del monstruo se agitaran airadamente.
—¿Que quién soy? —rugió de nuevo—. ¡Soy la espina dorsal que sostiene las montañas! ¡Soy las lágrimas que lloran los ríos! ¡Soy los pulmones que respiran el viento! ¡Soy el lobo que mata al gran ciervo, el gavilán que mata al ratón, la araña que mata a la mosca! ¡Soy el gran ciervo, el ratón, la mosca que son comidos! ¡Soy la serpiente del mundo que se devora la cola! ¡Soy todo lo que no está domesticado y no se puede domesticar! —Acercó a Conor uno de sus ojos—. Soy esta tierra salvaje, y he venido a por ti, Conor O’Malley».
Un monstruo viene a verme — Patrick Ness

Score: +1

56. darkstar,

—¿Dónde vamos, papi? —preguntó Gage amistosamente, dando la mano a su padre.

—Al campo de Mrs. Vinton. A lanzar una cometa, amigo.

—¿Comeeta? —preguntó Gage, receloso.

—Te gustará. Un momento, chico.

Estaban en el garaje. Louis sacó su llavero, abrió el armario del garaje y encendió la luz. Después de revolver en el armario, encontró al «buitre», todavía dentro de la bolsa, con el ticket de caja prendido. Lo compró durante el crudo febrero, una tarde en que su alma necesitaba mantener un destello de esperanza.

—¿Eto? —preguntó Gage. O sea: «¿Qué diantres es eso que tienes ahí, padre?».

—Es la cometa —dijo Louis sacándola de la bolsa. Gage observaba con interés cómo Louis desplegaba el buitre, cuyas alas, de resistente plástico, tenían una envergadura de un metro y medio. Sus ojos, saltones y sanguinolentos, parecían mirarles desde la pequeña cabeza situada al extremo de un cuello flaco y desplumado.

—¡Pácaro! —gritó Gage—. ¡Pácaro, papá!

—Sí, un pájaro —dijo Louis introduciendo las varillas en las jaretas del dorso de la cometa y revolviendo otra vez en el armario en busca del ovillo de cordel que compró el mismo día. Por encima del hombro, repitió—: Verás cómo te gusta, compañero.

A Gage le gustó.

Llevaron la cometa al campo de Mrs. Vinton y Louis consiguió hacerla volar al viento de finales de marzo al primer intento, a pesar de que no lanzaba una cometa desde… ¿pero era posible?, desde que tenía doce años. ¿Habían pasado diecinueve años? Dios, qué espanto.

Mrs. Vinton era una anciana que tenía casi la edad de Jud, pero no su fortaleza. Vivía en una casa de ladrillo situada al borde del campo, aunque casi nunca salía. Detrás de la casa empezaba el bosque, el bosque en el que se encontraba Pet Sematary y, más allá, el cementerio micmac.

—¡La cometa vuela, papi! —chilló Gage.

—¡Mira cómo sube! —gritó Louis a su vez, riendo entusiasmado. Soltaba hilo tan deprisa que el roce casi le quemaba la palma de la mano—. ¡Mira el buitre, Gage! Se va a hacer caca de miedo…

—¡Caca de mieo…! —gritó Gage con una gran carcajada. El sol asomó por detrás de una esponjosa nube de primavera, y pareció que la temperatura subía cinco grados casi de repente. Estaba a la diáfana luz de un marzo templado y traidor que se las daba de abril, en medio del campo de Mrs. Vinton, cubierto de hierbas secas y altas, mientras el buitre subía y subía hacia el azul, con sus alas de plástico tensas contra el viento, y Louis, como hacía de niño, se alzó en espíritu hacia la cometa, fundiéndose con ella y contempló la verdadera faz del mundo, la que sin duda ven en sueños los cartógrafos: el campo de Mrs. Vinton, blanquecino y dormido después del deshielo, que ya no era un campo, sino un paralelogramo limitado por paredes de piedra en dos de sus lados y, en la base, la raya negra de la carretera y la cuenca del río. Eso veía el buitre con sus ojos saltones. Veía la cinta gris del río que aún arrastraba trozos de hielo y, al otro lado, Hampton, Newburgh, Winterport, con un barco en el puerto, tal vez incluso veía la fábrica St. Regis, en Bucksport, bajo su bandera de humo, y hasta el cabo, en el que el Atlántico embestía los acantilados.

—¡Mira cómo sube, Gage! —gritó Louis, riendo.

Gage echaba el cuerpo hacia atrás de tal manera que parecía que, de un momento a otro, iba a caerse de espaldas. Sonreía de oreja a oreja y saludaba a la cometa con la mano.

Cuando se aflojó la tensión del hilo, Louis dijo a Gage que pusiera la mano. Gage extendió el brazo, sin mirar siquiera. No podía apartar los ojos de la cometa que giraba y danzaba al viento mientras su sombra corría por el campo de un lado a otro.

Louis dio dos vueltas alrededor de la mano de Gage con el hilo y entonces sí que el pequeño bajó la mirada con un gracioso gesto de perplejidad al sentir el tirón.

—¡Oh!

—Ahora la haces volar tú —dijo Louis—. Tú mandas, compañero. Es tu cometa.

—¿Gage hace volar? —preguntó él. Aunque más que a su padre parecía preguntárselo a sí mismo. Tiró del hilo para probar y la cometa osciló al viento. Dio otro tirón más fuerte y el buitre hizo una pirueta. Louis y su hijo rieron al unísono. Gage extendió la mano libre y Louis se la tomó. Y así se quedaron, en medio del campo de Mrs. Vinton, mirando al buitre.

Fue un momento que Louis nunca olvidaría. Si cuando era niño se alzaba hasta la cometa, ahora sintió que se fundía con Gage, su hijo. Le pareció que se achicaba hasta caber dentro del pequeño cuerpo de Gage y que podía mirar por los ojos del niño aquel mundo inmenso y luminoso, un mundo en el que el campo de Mrs. Vinton era casi tan grande como las salinas de Bonneville, en el que la cometa volaba a kilómetros de altura, mientras el hilo le temblaba en la mano como si estuviera vivo y el viento le despeinaba.

—¡Vuela, cometa! —gritó Gage mirando a su padre, y Louis le rodeó los hombros con el brazo le dio un beso en la mejilla encendida por el viento.

—Te quiero mucho, Gage —dijo. Al fin y al cabo, quedaría entre los dos, y nadie podía decir nada.

Y Gage, a quien quedaban menos de dos meses de vida, reía con estrépito y alborozo.

—¡Vuela la cometa! ¡Vuela la cometa, papi!
Cementerio_de_animales Stephen_King

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57. Maeve,

—Señora… Señora… Ella no te habrá escuchado, porque la descubres hincada ante ese muro de las devociones, con la cabeza apoyada contra los puños cerrados. La ves de lejos: hincada, cubierta por ese camisón de lana burda, con la cabeza hundida en los hombros delgados: delgada como una escultura medieval, emaciada: las piernas se asoman como dos hebras debajo del camisón, flacas, cubiertas por una erisipela inflamada; piensas en el roce continuo de la tosca lana sobre la piel, hasta que ella levanta los puños y pega al aire sin fuerzas, como si librara una batalla contra las imágenes que, al acercarte, empiezas a distinguir: Cristo, María, San Sebastián, Santa Lucía, el Arcángel Miguel, los demonios sonrientes, los únicos sonrientes en esta iconografía del dolor y la cólera: sonrientes porque, en el viejo grabado iluminado por las veladoras, ensartan los tridentes en la piel de los condenados, les vacían calderones de agua hirviente, violan a las mujeres, se embriagan, gozan de la libertad vedada a los santos. Te acercas a esa imagen central, rodeada por las lágrimas de la Dolorosa, la sangre del Crucificado, el gozo de Luzbel, la cólera del Arcángel, las vísceras conservadas en frascos de alcohol, los corazones de plata: la señora Consuelo, de rodillas, amenaza con los puños, balbucea las palabras que, ya cerca de ella, puedes escuchar:
—Llega, Ciudad de Dios; suena, trompeta de Gabriel. ¡Ay, pero cómo tarda en morir el mundo!

Aura, Carlos Fuentes

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58. ElProfePablo,

• Creatividad, imaginación y abstracción. Estos tres aspectos se tienen que desarrollar en el proceso de alfabetización, tanto para comprender lo que otros cuentan como para que el propio alumno pueda contar cosas reales o imaginarias. Muchas veces, los niños ciegos no tienen la imaginación desarrollada, precisamente por haber tenido siempre un adulto de referencia y apoyo al lado, que le ha ido guiando. Si uno no se encuentra nunca ante una dificultad porque, antes de tenerla, el adulto ya se la soluciona, no desarrollará estrategias para la búsqueda de soluciones, en definitiva, gracias a la creatividad y la imaginación.
Didáctica del Braille, Documento técnico de la comisión Braille española

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59. Exink,

"No me gusta la vida. La vida será todo lo bella que afirman algunos cantantes y poetas, pero a mí no me gusta. Que no me venga nadie con alabanzas al cielo del ocaso, a la música y a las rayas de los tigres. A la mierda toda esa decoración. La vida me parece un invento perverso, mal concebido y peor ejecutado. A mí me gustaría que Dios existiera para pedirle cuentas. Para decirle a la cara lo que es: un chapucero. Dios debe de ser un viejo verde que se dedica desde las alturas cósmicas a contemplar cómo las especies se aparean y rivalizan y se devoran las unas a las otras. La única disculpa de Dios es que no existe. Y aun así yo le niego la absolución".

Los Vencejos - fernando aramburu

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60. Def-Leppard,

Se encontraron a las doce de la mañana de un radiante domingo de junio, en la terraza de un pequeño restaurante a pocas manzanas del Coliseo. La llamada de la noche anterior a un número secreto en el corazón del Vaticano había sido breve y concisa. El desconocido interlocutor indicó el lugar, la hora y la persona que debía acudir. Advirtió de que "no hubiera trucos" y mencionó una increíble suma de dinero. No obstante, fue la última frase de la conversación la que aseguró que la entrevista tuviera lugar. "Hablaremos de los Vástagos", declaró la misteriosa voz en un tono sombrío y gélido. la mascarada de la muerte roja.

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