2251. Teddy-Lupin ,
ami me gustan mucho los fic
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ami me gustan mucho los fic
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Asuma, yo creo que el caso de Snape es muy complicado. Son muchos detalles los que hay que analizar para comprenderlo, para llegar al punto donde encontrara su sitio justo con los slitherins. Porsupuesto, no lo eximo de su responsabilidad en todo lo que ocurrió, creo que alguien con unos valores, unos principios bien arraigados siempre tiene que estar en condiciones de saber dónde está el límite entre lo que está bien hecho y lo que no, pero justo en ese tema fue donde Severus tuvo más carencias. Su formación desde niño dejó mucho que desear, y si bien no es una escusa para justificar sus decisiones, es un detalle para ayudar a comprender cómo llegó hasta ese punto.
No creo que Lily estuviera enamorada verdaderamente de Severus, si creo que lo quiso y lo quiso mucho. Lo quiso como un hermano, como a esa persona en la que depositas tu confianza de manera total y absoluta, como ese amigo que la introdujo en ese mundo mágico que tanto le gustaba, como esa compañía que encontró en medio de ese mundo ostil, prejuicioso y discriminatorio. Creo que no estaban las condiciones adecuadas para que un vínculo amoroso floreciera ahí, y el momento social en que vivían y todo lo relacionado con la vida del Slitherin condenaron esa relación al fracaso.
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Dernière édition par Ronald-Weasley, 12.03.2023 20:12
posteo
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yo tampoco creo que lili haya estado enamorada del pelo grasiento ese
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Sí, yo también creo que realmente Lili sólo quiso a Severus como un amigo, aunque el resto es historia.
Pienso que Snape es un personaje algo complejo, con un poco más de trasfondo... bueno basta, que me pongo reflexiva y no escribo nada jajajaj.
Por cierto, nada que ver, pero en la cámara de los secretos (La película) hay un... ¿se le llama agujero de trama? No lo sé.
Pero el caso es que aquí es Hermione quien le arregla las gafas rotas a Harry cuando se encuentran en el callejón Diagon, siendo que no tiene permitido hacer magia fuera del colegio.
Cabe aclarar que recuerdo que en los libros lo hace el señor Weasley.
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es lo mismo en la película 1, cuando están en el tren.
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Tanto la primera como la segunda pelicula, Hermione se encargo de arreglar las gafas con reparus. Creo que en el tren lo puede usar ya que esta dentro del expreso y puede permitir usar magia al igual que Ron intento usar el hechizo falso.
En cambio, al estar en el callejon Diagon, hay muchas magia y brujos por cualquier lado, por lo que podría usar sin problema. Pero sí, es un error de excena sobre quien repara las gafas del joven Harry.
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a ber, se supone que está prohibido hacer magia pero lamentablemente el ministerio no tiene un detector de magia para la persona que los usa, solo detecta que hubo magia en tal lugar nada más así que hermione si pudo arreglar las gafas de harry sin que la descubran
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TTodo lo que se haga em hogwarts o em hogsmead si está permitido.
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Sí, pero es el caso en que fue en el callejon, y Hermione no tuvo problema por la gente acomulada en ese lugar, es tal como dijo el comentario de arriba.
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Estavan em período de compra de materiales, y el callejón diagon es um lugar adonde solo pueden ir magos. No es como que a los muggles les importara eso: no lo pueden ver. Asi que, se perdona bajo esa premissa.
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es que las películas tienen barias escenas que nisiquera existen en el libro ,en pesamos por lo que yo me acuerdo ,lacamara secreta ,en la librería cuando
malfoy enpiesa a molestar a Harry podemos ver que ,quien dice que se deje de molestar habla Hermione ,cuando en el libro loase esta chica weasley ,no recuerdo sunonbre ,pero eso ,idespues ai barias cosas mas
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haver, bengo para aclarar un par de cosas, en momento que un alumno del colegio sube al tren, se supone que la restricción de no hacer magia se desactiva, si no recordemos barias de estas historias, malfoi paralizando a harri, los gemelos y el mismo potter embrujando a malfoi y compañía, Gini embrujando a sacharias, pero esto yo hablo de los libros, porque si nos bamos a quedar con cosas meramente de las pelis, estamos perdidos muchachos, emprimer lugar, la esena del callejón en los libros nunca pasó, quien reparó las gafas de potter en esa ocación fue Arthur weasley, y en el tren, si que fue Hermione:
claro que lo que pasa es que abeces las pelis diesma mucho de lo que pasa en los libros
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Yo creo, que para analizar a fondo lo que si y lo que no, debemos apegarnos a los libros. Ya que las pelis tienen muchísimas cosas cambiadas de uno u otro modo
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las pelis las cambiaron por completo hay cosas ke no van ccomo lo ke estamos debatiendo eso ya sabemos kien fue pero lo hisieron los guionistas para poner a Hermione como doña perfecta que todo lo hace bien igual en la pelii 6 ponen a luna a reparar la nariz de harri desacreditando a tonx qe en realidad fue kien lo hiso para ke luna no qede como la chiflada de el grupo por eso los guionistas lo hacen estos aujeros de guión
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asuma, porfi, usa más comas.
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a beses odio las pelis cambian muchas , cosas geniales de los libros,o no te explican nada por ejemplo en el cali de fuego ,al llegar Hogwarts ,automáticamente llegan los invitados ,cuando en los Libros tardan un poco
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¿saben? Una de las escenas que me gustó un poco más de las pelis que de los libros, es en el cáliz de fuego donde Harry se enfrenta a un dragón, en las películas me pareció un poco más emocionante jajajaja.
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¡Saludos amigos!
Traemos para ustedes hoy, el capítulo número 13 de James Potter, un hermoso bastardo, después de algunos días sin actualizar.
En este capi, vemos a la protagonista Mary Macdonal interactuar con tres de los miembros de la pandilla de los merodiadores. Primero James, luego Sirius, y finalmente un apartado con Remus. El pequeño traidor también sale, pero su participación fue mínima en comparación con los otros. Disfrútenlo.
Capítulo 13:
Locatis lunático Lupin
Musicalización de capítulo: Ringo Starr - It Don't Come Easy (1971)
—Buenos días Lanzadora, —saludó James desde el balcón de la escalera en la sala común.
—Mcdonald, —secundó Sirius, con su peculiar saludo de dos dedos en la sien.
—Hola Mary, —chilló el pequeño Peter.
Estaba sumergida entre una montaña de Libros de transformaciones. Tomando apuntes ahí donde hubiera espacio en un pergamino que parecía más tinta que papel. Intentaba encantar el agua para transformarla en fuego, un hechizo complejo que involucraba cambiar temperatura, cuerpo físico y densidad al mismo tiempo. Lo poco que conseguía hacer era sacarle un hilo de vapor al vaso de agua que tenía enfrente.
—Buenos días chicos, —les respondí con un bostezo. No había dormido bien y estaba tan desanimada que creo que mi saludo era más quejido que voz.
Seguía al pie de la letra el encantamiento "Acuapyro" del manual, repetía el conjuro como mantra frente a un vaso sin que los resultados mejoraran.
Sentí que James había saltado al asiento contiguo del sillón desde la parte trasera del mismo. Sirius le había imitado, sentándose a un costado mío. Habían hecho volar varios pergaminos fuera de su sitio y derramado el pomo de tinta sobre uno de mis libros. Estaba tan cansada y frustrada que no tenía cabeza ni para reprenderlos. Peter fue a sentarse al mueble individual, le concedía la cordialidad de por lo menos respetar mi espacio. Tenían el ánimo vivo y las energías al tope, como si se hubiesen empinado cuatro tazas de café expreso. Sirius tomó uno de mis apuntes y se puso a examinarlo mientras Potter acomodaba el vaso de agua frente a él, sacaba la varita de su chaqueta y la agitaba en el aire.
—Presta atención, —me pidió-. "Acuapyro". —De un mandoble simple y ligero había hecho aparecer una llamarada blanca y brillante donde había agua. Me guiñó el ojo con esa chulería que sólo él sabía cómo expedir con naturalidad.
—¿Cómo lo haces? —Pregunté plegando el entrecejo. Había tomado el vaso examinando de cerca la flamante llama blanca en su interior, incluso sentía que emitía calor.
— ¡Ja! —Sirius soltó su habitual risa que semejaba a un ladrido, había dejado de leer mis apuntes para concentrarse en mi cara de frustración y asombro-. Eres muy impresionable Mcdonald. -Entonces, propinó un golpe al cristal con la punta de su varita. La flama de James se había extinto cuando un chorro de agua comenzó a brotar desde el fondo del vaso. Y enseguida imitó la llama de James, pero con la variedad de añadirle destellos plateados-. Hasta Cola gusano domina este encantamiento.
—Sí, hasta yo lo sé hacer, —corroboró el rubio desde su asiento, añadiéndole sal a mi herida.
—Pues bien, genios, ilústrenme, —pedí con desgano.
James tomó el recipiente de cristal y lo posó de vuelta en la mesa.
—La varita debe apuntar directamente al centro del vaso, —comenzó a explicar, pero súbitamente algo había captado su atención-. Heeerrr… Sirius, —dijo de pronto, con su mirada inerte hacia el balcón de la escalinata-. Explícale, yo tengo un asunto que atender.
Pasó la mano por su cabello y se incorporó de un salto. Le seguí con la vista. Había pillado a Lily y Marlene bajando de las escaleras recién arregladas con esas coquetas pintas casuales.
—Buen día Evans, —fue a saludar éste, con un matiz gallardo con el que nunca me saludaría a mí. Reconozco que algo parecido a los celos me punzó desde el estómago-. Supe que acaban de remodelar el salón de Madame Pudipié, y me preguntaba, ¿Te apetecería ir a verlo?
Sentí el dedo de Sirius acomodándome el flequillo de la melena detrás de la oreja, lo que me obligó a volver mi rostro hacia él y dejar de prestar atención a James. Supongo, era su propósito. Aunque quizá no había reparado en la yema de indignación en mi gesto. ¿Y este que se había creído para que tocara con tanta libertad mi cabello?.
—Apunta al centro del vaso, —dijo tomando la mano donde sujetaba la varita—. Vocaliza "Acua-pyro". Durante el prefijo "Pyro", agita en un leve remolino hacia arriba. —Explicó. Con lentitud guiaba mi mano para emular el movimiento correcto de la varita.
Acaso estaba… ¿Coqueteando?. En realidad, ningún chico había coqueteado conmigo antes, no tenía la experiencia para decodificar aquello. Así que mi acción primaria fue apartar la mano.
—Gracias Black, —vocalicé incómoda.
—…Lo siento Potter, mi agenda está llena hoy, —escuché a Lily a mis espaldas-. Tengo una reunión en el club de Slughorn, —rechazó a James sin compasión, como era habitual. Caminaba junto con Marlene hacia las espaldas del retrato, así que me apresuré a acercarme para hablar con la rubia antes de que se marchara de la sala común. Quizá fue la prisa del momento, pero no me sentí culpable por dejar a Sirius a mitad de la lección
—¡Hey, Marlene! —Llamé a la rubia mientras me encaminaba hacia ella-. Estaba pensando ir con las tejonas a las tres escobas. ¿Qué dices? Hace tiempo que no vamos.
—Mary, me encantaría, —respondió—, pero tendremos que dejarlo para otro fin de semana. Hoy quedé en verme con Christy Abott.
—Genial, —exclamé-. Vamos con Christy.
Marlene dudó. Atisbé una mirada furtiva que intercambió con Peter. Algo raro se traía Marlene.
—Entiendo, —contesté despreocupada, fingiendo no notar el hecho de que comenzaba a cambiarme por Christy Abott. No era quién para culparla. Era yo quién la había descuidado-. Lily me contó que estás asesorando a Christy, espero que resulten bien sus TIMOs, —dije, exorándola de explicaciones o pretextos-. Será para otro fin… Nos veremos cuando te desocupes.
Marlene negó con el rostro, sus lavios abriéndose para lanzar una pequeña sonrisa, advirtiendo que yo me empeñaba demasiado en sonar amable y comprensiva.
—Estaré aquí para el atardecer, nos pondremos al día. ¿Vale?
—Si, desde luego. Yo me dedicaré a estudiar, así que estaré aquí.
Apuesto que, si alguien hubiera tomado una captura fotográfica, hubiera advertido en James y en mí un par de rostros desilusionados.
Observé como Mary y Lily cruzaron el retrato hacia la escalinata de la torre. Me sentía aguijoneada por aquel halo de desánimo, pero tampoco quería comportarme como una amiga posesiva.
Regresé a los libros, el vaso, el agua y la flama. Veía a Peter conjurando el "Acuapyro" con completa eficiencia, algo que no ayudaba en absoluto en levantarme la moral.
—Anda ya Peter, —ordenó Sirius-. Remus nos espera en la enfermería y aún tenemos que pasar a la cocina.
—¿Pasar a la cocina? —Manifesté arqueando las cejas.
—Cuando se conoce tan bien este castillo, uno puede darse ciertos lujos, Lanzadora, —explicó James resuelto y presuntuoso, como de costumbre-. Suerte con Transformaciones, —hizo la mímica de, lo que me pareció, una pistola muggle con su mano como ademán de despedida.
—Recuerda, el truco está en el "pyro", —dijo Sirius mientras me guiñaba el ojo y chasqueaba los dientes, para seguir el paso de su amigo.
—Adiós Mary, —articuló Peter con otro chillido-.
Pasaron las horas, la sala común se vació y yo seguía buceando entre la teoría de los encantamientos. El concejo de Sirius sin embargo me había ayudado más de lo que hubiese pensado, no sólo para lograr transformar el agua en fuego, sino para prestar atención en la manera de coordinar el conjuro con el movimiento de la varita. Para cuando el reloj señalaba la hora del almuerzo, había logrado desvanecer algunos caracoles con efectividad.
Pensaba aguardar hasta que Marlene llegara para acudir al comedor, pero las tripas comenzaron a rugirme y el dolor de cabeza me impedía leer una palabra más. Hasta entonces no me había dado cuenta que me salté el desayuno y la cena, por lo que lógicamente mi cuerpo me imploraba dirigirme al comedor.
No había demasiada gente aquel domingo, casi todos los que acudieron al almuerzo eran los alumnos de primer y segundo año, el resto estaría disfrutando una soleada salida en Hogsmeade. Me zambullí un plato de Cock-a-leekie en completo silencio mientras ojeaba un ejemplar olvidado sobre la mesa del profeta. "Otra marca tenebrosa en la portada", pensé. Estas noticias se volvían habituales. Desapariciones, ataques y amenazas.
"Leonard Dearnborn, Jefe de Catástrofes Mágicas y concejal del ministerio continúa desaparecido"
Creí recordar que el padre de Caradoc Dearborn tenía un alto puesto en el ministerio, incluso se decía que podría llegar a convertirse en ministro con el apoyo de los Malfoy. ¿Era esta la razón por la que Caradoc lucía tan descompuesto?, muy seguramente. Pasé a la siguiente nota.
"Familia de squibs asesinada"
Sentí un escalofrío recorrerme la columna. Se presumía que estos habrían sido torturados antes de morir. La marca tenebrosa se había convocado sobre su casa, por lo que había sido sin duda obra de mortífagos. De pronto seguir estudiando Transformaciones me sabía algo trivial. Pensé en mi abuela que era una Squib, y mi madre, que vivía con ella. Un sentimiento de preocupación me comenzó a envenenar.
—Mary, —escuché una voz ronca y masculina.
Bajé el periódico. Remus Lupin se había incorporado a la mesa de Gryffindor y se llevaba una cucharada de caldo a la boca. Lograba esbozar una tranquila y dulce mueca, a pesar de su aspecto enjuto y enfermizo. Su presencia hizo que algo en mí se apaciguara.
—Remus, —le sonreí de vuelta-, ¿Qué estás haciendo aquí? ¿No has ido a pasar el domingo a Hogsmeade con los chicos?.
—Madame Pomfrey se negó a darme de alta hasta este momento, —explicó-. Fueron a visitarme en la mañana, por supuesto, me llevaron el desayuno. Pero insistí en que aprovecharan el resto del día sin mí. ¿Y tú, por qué no estás en Hogsmeade?.
No podía decirle que Marlene me había cambiado por Abott, por lo que me limité a decirle que me había quedado a estudiar Transformaciones.
—Apropósito, James me ha comentado que ahora jugarás como Golpeadora, felicidades por el nuevo puesto en el equipo, —me dijo.
Y tan pronto dijo aquello, en un movimiento involuntario me llevé las manos a la frente. Había olvidado por completo que debía practicar el golpe de bate sobre la escoba. ¿En qué momento podría hacerlo? Ni siquiera había comenzado a ponerme al día con Defensa.
—¿Todo está bien? —Preguntó preocupado advirtiendo el gesto de estrés impregnado en mi cara.
—Está bien. Es solo que…, —fingí un ademán de serenidad-, son los timos. Estoy algo estresada, es todo.
—¿Hay algo en lo que pueda ayudarte? —Había posado su cuchara en el caldo para mirarme atento y cortés.
Comencé a negar con afabilidad su ofrecimiento con un dejo de sonrisa en mi rostro. No quería absorber el tiempo de Remus, que además de prepararse para los TIMOs también debía tener obligaciones como prefecto. Pero al escrutarle con la mirada recordé una antigua conversación en la que me había prometido mostrarme un boggart, así como que su padre era experto en la rama, entonces reconsideré mi respuesta.
—En realidad sí que hay algo en lo que me ayudarías muchísimo…
…
Musicalización: Happy Hogwarts Jeremy Soule
—Cuidado con la cabeza, —señaló el castaño, cuando me guiaba a través de un polvoriento pasadizo dónde imperaban las telarañas.
—Señor prefecto, espero que esta zona esté permitida a estudiantes, —bromeé, al notar la retirada y desértica zona hacia dónde nos dirigíamos.
Remus volvió su rostro, pálido como la nieve y herido, hacia mí.
—No hay nada que temer, —me aseguró—, son solo antiguas aulas deshabilitadas.
No podía adivinar en qué zona del castillo nos encontrábamos, nada en ella me era familiar y apostaría que sería igual para la gran mayoría de los habitantes de Hogwarts, incluyendo a Filch, el conserje, ya que la habitación estaba bastante abandonada y deteriorada. Las lianas trepadoras provenientes de afuera se habían apoderado del dintel de la ventana y se extendían por los muros, desdibujando el tapiz de trazos medievales dónde se mostraba, lo que tenía aspecto de una escena memorable, dónde los cuatro fundadores del castillo convivían entre sí. Rowena Ravenclaw acariciaba un unicornio mientras leía un pergamino con gesto solemne. Goodric Griffindor alzaba la espada mirando al cielo como si fuera un vikingo al punto de la batalla; Helga Hufflepuff sonreía a una copa tejida con hilo dorado, Y Slytherin, rodeado de llamas verdes, posaba con gallardía con una gran serpiente enroscada.
Mas al fondo, había un viejo baúl de madera putrefacta y embalajes oxidados. Se estremecía y temblaba cómo si lo que hubiera dentro insistiera por salir. Supuse que el Boggart que buscábamos estaría justo en su interior.
—¿Cómo puede una sala como esta estar tan descuidada? —Pregunté a Remus mientras veía aquel baúl curiosa y expectante.
—Verás, esta sala fue abandonada cuando un Poltergeist la reclamó para sí.
—¿Poltergeist? —Pregunté sin comprender aquello. Pero parecía que mi voz lo había invocado.
Una molesta voz comenzó a canturrear: "Locatis lunático Lupin, locatis lunático Lupin, locatis lunático Lupin"…
—Peeves, —suspiré con enfado al reconocer aquel molesto acento. Remus alzó las cejas concediéndome la respuesta.
El canto de Peeves, al principio distante, se acercaba hacia nosotros con velocidad, como si una mano invisible elevara el volumen del cántico. Siempre había odiado a ese ente, procuraba nunca meterme con él, con la esperanza de que nunca me buscara. Comencé a temer a que al pillarme en aquel espacio se ensañara conmigo, como veía que lo hacía con los alumnos que le desafiaban.
—Remus, será mejor que….
—No te preocupes, —dijo tranquilamente-. No va hacer nada malo.
— "Locatis lunático Lupin, locatis lunático Lupin, locatis lunático Lupin", —Volvió a cantar, esta vez gritando desde algún lugar cercano. Giré mi rostro intentando pillar al poltergeist con la mirada. Atravesó el tapiz de repente pegándome un susto que me hizo saltar, asustada por su rápida aparición. Levantó el polvo del lugar con su estela.
— Peeves, —llamó Remus que no se había movido, y contrario a mí, parecía divertido-. Voy a requerir un tiempo esta habitación, —dijo con calma.
Peeves se abalanzó hacia nosotros de un salto en el aire y nos dirigió una sonora pedorreta con la lengua.
—Presta atención, —sonrió Remus alzando la varita-. ¡Waddiwasi!. —Conjuró agitando la vara hacia el poltergeist, el cual salió volando fuera de la habitación tan rápido como había llegado.
—Tengo que memorizar eso. —Había decidido en ese instante, tras ser testigo de la simpleza y la efectividad con la que Remus se había desecho de Peeves-. Era sorprendente la facilidad con la que manejó la situación, cuando muchos estudiantes de séptimo año todavía batallaban con las molestas bromas del arlequín.
—Bien, —una curva se dibujó en los finos labios de Remus-. ¿Estás preparada? —Preguntó, acercándose a un baúl que se estremecía y temblaba.
Asentí con la cabeza, mientras me mordí el labio y me remangaba el jersey.
Remus agitó la varita y el baúl se abrió. Tras un momento en el que nada pasaba, de pronto la caja vomitó algo que rodó y quedó tendido en el piso, como un títere sin cuerdas. Distinto a lo que hubiera imaginado, el Boggart no adoptó aquella figura a la que antaño temía y me provocaba pesadillas, el asesino de la motosierra de los filmes muggles. La forma del Boggart era la de una inerte anciana de pelo cano con un raído conjunto de saco drapeado. Era mi abuela, sin vida, con un gesto de terror y dolor en su mirada, cómo si un mortífago la hubiese asesinado como aquella familia en el periódico.
Ahogué un grito y di un instintivo paso hacia atrás. La imagen me había provocado un shock que me paralizó por breves instantes.
—Riddikulus. —Me susurró Remus ante mi estática reacción.
—Es mi abuela, —manifesté-. ¿Cómo puedo imaginar algo gracioso al verla muerta? —Le pregunté como si la sola idea fuera una falta de respeto.
—No es tu abuela. Es un boggart manipulándote para que le temas, —explicó. Había elegido bien sus palabras, porque pese al cariño que de alguna manera tenía al cuerpo que estaba delante, sabía que no le debía ninguna clase de respeto. Por el contrario, debía hacerle frente.
—Riddi…riddikulus, —agité la varita… pero nada ocurrió-. Riddikulus, -insistí.
El cuerpo de mi abuela de pronto parpadeó y comenzó a levantarse siniestramente, como si de un zombi se tratara. Di otros pasos más hacia atrás. A medida que se incorporaba una túnica negra comenzó a brotar de sus hombros y su rostro se transformó en una amenazadora máscara.
—¿Qué ocurre?, —pregunté a Remus alarmada.
—Está explorando tus miedos, —explicó—. Va a seguir transformándose hasta alcanzar una forma que realmente te intimide.
—Riddikulus, —volví a intentar. Pero lo que tenía aspecto de un mortífago se volvía hacia mí con su varita en alto.
—Mary, imagínalo… no sé, con alguna prenda absurda, —propuso Remus con apremio, antes de que el Boggart se me acercara demasiado.
—¡Riddikulus! —Intenté una vez más, esta vez imaginé al mortífago con lo primero que me cruzara la mente, que por alguna razón desconocida fue una colorida túnica psicodélica; Deslavada con colores brillantes tan contrastantes con el negro, como lo haría quizá uno de los modernos hippies de la época en el mundo muggle, manifestando amor en algún rincón del mundo. No podía pensar en algo más absurdo.
Había surtido un extraño efecto. El mortífago se miraba sus ropas chillonas y deslavadas con vergüenza, volvió su mirada hacia mí y vi que su máscara, antes macabra, ahora llevaba pintado un signo de paz y amor, incluso había una flor acomodada en su oreja.
Comencé a reír, no lograba comprender si de la disparatada idea de un mortífago hippie, o de la inmejorable efectividad del hechizo.
—Es hilarante, —opiné entre risas.
El Boggart volvió al baúl de inmediato. Aun me costaba creer como había saltado del horror, el temor a la hilaridad en un solo segundo.
—¿Cómo es que el profesor de tercer año no enseño esto de manera práctica? —Pregunté a Remus algo entusiasta por lo que acababa de ocurrir.
Defensa contra las artes obscuras siempre me había parecido algo aburrido y demasiado teórico, pero en esa ocasión, estaba incluso motivada a aprender más.
—Supongo que… el profesor en turno nunca se dio a la tarea de buscar un boggart para la clase —dijo Remus.
Reflexioné un segundo, pero lo concluí al instante.
—Eres un buen asesor, —le concedí a Remus con franqueza-. Sabes explicar, tienes paciencia y entiendes de la materia.
En un gesto modesto, Remus se llevó una tímida mano detrás de un delgadísimo cuello. Supuse que no estaba acostumbrado a los halagos, por lo menos no a los de una mujer.
Y hasta aquí. Final del capítulo 13.
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Buenísimo, en 2 días ya me leí como 20 capítulos. Nunca había leído un Fick entero.
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¡Saludos amigos!
Aquí tenemos el capítulo 14 de James Potter, un hermoso bastardo.
El nombre del capítulo lo dice todo. Mary cada vez se siente más atraída por la compañía de James, y vemos como sus sensaciones ahora son más notables, más reconocibles. Espero que les guste.
Capítulo 14:
Sucumbiendo a James
Musicalización de capítulo: Simon and Garfunkel- If I Could (1970)
Doy una calada al cigarrillo, esbozo una sonrisa y escruto con nostalgia una vieja fotografía.
La copa de Quidditch del 76, nuestro gran año.
Cuando recibí una lechuza de Hagrid pidiéndome que le enviara alguna imagen fotográfica dónde se apreciaran James Potter o Lily Evans para, según explicó, una recopilación de fotos para obsequiar a Harry Potter, pensé en mandar una copia de esta misma captura. El gran momento en que Gryffindor alzó la copa de Quidditch después de un apoteósica final contra Slytherin. Un partido legendario que recobró el honor rojo tras la derrota de la copa anterior. Consideré que Harry, el hijo de Lily y James, podría sentirse inspirado al ver a su padre en su esencia más genuina: el brazo destrozado, el cabello alborotado, la remera empapada de lluvia y sudor, pero a pesar de todo de pie, feliz y triunfal, como un auténtico guerrero tras una sangrienta batalla. Una imagen que por sí misma trazaba lo competida que fue aquella final de Quidditch.
Pero no podía entregarle algo tan significativamente valioso a un niño de 11 años, menos al tratarse del hijo de Lily y James. Aquél nunca entendería al completo aquella imagen, todo lo que significó para James, y para mí. Nunca llegaría a desentrañar el epítome tan profundo, que escondía la escena misma.
La gente saluda, festeja, hay banderas de leones agitándose y confeti cayendo incesantemente. El equipo grita, alza los puños, James Potter sonríe flamante y orgulloso, mira a la chica de la foto, una versión de mí misma a los quince años que está molida tras el partido, pero igual sonríe cansada, cándida y victoriosa; James le concede un gesto cómplice a la chica y ambos levantan la copa, cada uno con una mano.
No se trataba de un trofeo, no se trataba de la victoria de Gryffindor, ni siquiera de Quidditch, por lo menos no para mí, y apuesto que tampoco para James.
Tenía una descomunal presión sobre los hombros en las últimas semanas del quinto año preparándome para alcanzar aquél extraordinario en Transformaciones y Defensa en los TIMOs, al tiempo que lidiaba con la final de Quidditch que se jugaba a menos de una semana. Debía de buscar tiempo, hasta por debajo de las piedras, para afinarme en mi nueva posición como golpeadora en el campo. Con suerte podía dormir cuatro horas al día.
Jadeaba, lloraba, sentía la hinchazón de los hematomas por el cuerpo, y en el brazo no dejaba de punzarme el dolor muscular. Mi golpe, sin embargo, seguía siendo insuficiente. Había estado bateando una Bludger tras otra cerca de tres horas continuas, en la misma postura a bordo de mi escoba.
—No divagues, no te enojes, concéntrate. Debes golpear a conciencia, —me reprendió James, el cual entrenaba tiempo extra junto conmigo.
Cuando pegaba al balón no lo dirigía con la suficiente potencia, y cuando lo hacía no lograba dar en el blanco. Estaba cansada, adolorida y pronto noté que en la palma se me habían abierto las llagas que me habían provocado la constante fricción del cuero del bate sobre las yemas de los dedos.
—Lo dejaremos aquí por ahora, —decidió James, percatándose del dolor que me causaban las heridas.
En la carpa me despojé de la camisa para reparar en los vestigios de los distintos golpes que me habían asestado las bludgers. Moretones inflamados que iban de los verdes pálidos hasta a los intensos y obscuros purpuras. Apenas podía mover el brazo del bate, se había engarrotado por el esfuerzo muscular que le había exigido en las últimas horas, y en la palma de mi mano las yagas abiertas ardían y sangraban.
Con la mano libre Intenté abrir el frasco de díctamo y al no poder sacar el corcho recurrí a los dientes.
—Permíteme. —James, que también se hallaba a mitad de su cambio, se acercó a mí.
Se sentó en la banca, una pierna a cada lado de la misma. Teniéndolo tan cerca sin camisa pude examinar mejor su abdomen. Marcado, escultural y estrecho, algo me había acelerado el pulso. Tomó mi mano herida y vertió algunas gotas de díctamo sobre ella. Comenzó a esparcir el ungüento con sus pulgares a lo largo de mis dedos.
—¿Sientes que te estoy exigiendo demasiado?, —preguntó a media voz, circunspecto, atento a mis heridas. No sonaba a un reclamo, se trataba de una pregunta sincera. Una de las contadas veces que pude escucharle como tal.
No me atreví a responder de inmediato. Pensé por un momento proponer que declinara su estrategia y me regresara a mi cómoda posición como cazadora para poder dedicar más tiempo al descanso o al estudio. Pero aquello supondría defraudarlo, rendirme y no podía tirar por la borda el tiempo que estaba empeñando en esto.
—No, —finalmente mentí-. Es sólo que no he encontrado el agarre adecuado, —se me ocurrió pretextar.
James apartó por breves instantes la mirada de mi palma y el díctamo para echarme un vistazo de soslayo tras sus gafas.
—Entonces, repetiremos otras tres horas mañana, —decidió.
—Bien. —Enarqué una mueca satisfactoria.
No podía negar que amaba entrenar con James sin el resto del equipo. Era un momento en el que lo tenía para mí sola, como un entrenador personal, y al mismo tiempo sentía que consolidábamos un vínculo.
Sentí que el dolor de mi mano cesaba. Las yagas desaparecieron y pronto las puntas de mis dedos volvían a ser tersos y suaves, cómo si hubiera aplicado una capa de crema humectante sobre ellos. James cerró mi puño devolviéndome mi mano como nueva.
—¿Necesitas que te ayude con otro frasco? —Preguntó.
—El filtro desinflamante y el vigorizante, —pedí—, y la poción mata sueño, por favor.
—¿Mata sueño? —Esbozó una mueca traviesa a medida que quitaba el primer corcho de un frasco azul-. Lanzadora, ¿Acaso no planeas dormir esta noche? —Preguntó alzando una ceja vivaracha.
—Aún tengo que estudiar transformaciones, —expliqué en un matiz tan desganado, que no dejaba margen a cualquier especulación más emocionante que se hiciese James. Tomé el frasco azul que me tendía y bebí un trago de él.
—¡Qué aburrida!, —opinó negando con el rostro-. Lamento informarte que la poción mata sueño no funcionará si la combinas con otras, —advirtió, tendiéndome el segundo filtro-. Para tal caso, creo que lo mejor es recurrir a una milagrosa y poderosa bebida muggle llamada café.
—¿Tiene mucha experiencia con los desvelos, señor Cornamenta? —Interrogué fingiendo mucha suspicacia mientras bebía el segundo filtro.
—La suficiente, —respondió con una sonrisa enigmática.
Me volví a ver la piel del brazo. Los moretones se desvanecían y al cabo de unos segundos podía sentir que lograba mover las articulaciones sin ninguna dolencia. Un golpe especialmente doloroso a la altura del ombligo también se había disipado.
—Gracias, —le dije al chico de gafas que estaba situado frente a mí. Luego, le propiné un suave puñetazo en el hombro con el brazo renovado y totalmente curado-. Ahora póngase una camisa antes de que se resfríe, —fingí el mejor tono de una abuela sobreprotectora.
James se levantó y sacudió su camisa limpia para echársela encima.
—Sabes Lanzadora, —decía mientras sacaba los brazos por las mangas-. Podría ayudarte con transformaciones, si lo pidieras.
—¿Si lo pidiera? …Que amable de tu parte, —dije con sarcasmo mientras me colocaba un jersey.
—Ustedes, las mujeres, tienen un orgullo que jamás entenderé, —replicó esparciéndose una especie de tónico desodorante con esencias boscosas. Los típicos aromas que podían olfatearse en los sangre pura.
—Mira quién habla de orgullo.
Encogió los hombros.
—Oye, sólo digo. Me sé de memoria el libro y me sorprende que a esta altura no pidieras asesoría a un experto, —dijo mientras se miraba el pelo en el metal de la Snitch y lo despeinaba con estilo, casual y al tiempo arrogante como siempre.
No pude evitar poner los ojos en blanco. Era un contraste desmedido el que existía entre Remus y Potter. El primero era un ejemplo de humildad y modestia, el segundo no parecía consiente de su desbordada soberbia.
—No quiero robar más de tu ilustre tiempo, James, —respondí sardónica.
El chico se echó a reír. Plegó la cortina de la carpa para darme paso a la salida y una vez fuera, me rodeó con el brazo sobre el hombro, como lo hacía con sus amigos cercanos. Ya me había acostumbrado a su contacto, era mes con mes más alto y sus hombros se habían ensanchado de manera considerable a lo largo del curso.
Nos dirigimos a la sala común de Gryffindor, dónde a esas horas, la mayoría de los alumnos se encontraría durmiendo o preparándose para dormir. James sin embargo no subió a su alcoba para unirse a sus amigos, se quedó conmigo en el gran sofá frente a la chimenea. Posó sus piernas en la mesilla de enfrente y abrió el libro de transformaciones en su regazo. Con la ayuda de un "lumus" iluminaba las palabras a medida que las leía. Yo me había acomodado a su lado, con la cabeza recostada en su pecho. Comenzó a leer y posteriormente a explicarme de manera práctica y digerible la transformación teórica. En algún momento, entre la metamorfosis de una escama reptil a una pluma aviar y los pasos del desvanecimiento de los fotones, había sucumbido al arrullo de su voz, quedando profundamente dormida.
Desperté muchas horas después, por la luz natural que se filtraba a través de la ventana, a mitad del alba. James seguía a mi lado, ahora profundamente dormido. Los lentes descolocados, el libro de transformaciones se había caído sobre la alfombra y sujetaba débilmente su varita entre sus dedos. Me incorporé y me estiré. Me parecía que habían pasado años desde la última buena siesta decente y reparadora que había tenido, estaba fresca y de buen humor. No sé de dónde me había nacido, quizá a la desinhibición del entresueño, o la ternura que me brotó al entender que quiso ayudarme a pesar del cansancio, pero le propiné un suave beso en la frente como gesto de agradecimiento. Aquel contacto funcionó como un despertador plácido y gentil.
Escuché que inhaló aire de manera profunda y prolongada, comenzó a elevar los brazos lentamente. Se talló un ojo entrecerrado y me miró contrariado.
—¿Qué hora es? —Preguntó en un gemido.
—De mañana, —respondí a media voz-. Ve a dormir, —propuse.
Yo me dirigí a mi habitación a prepararme para mi trote matutino por los alrededores del castillo, ya iba retrasada.
Y hasta aquí llega el capítulo 14, el siguiente será muy entretenido, les adelanto.
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guau crak huele a romanse!
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Existen buenos fanfics, me gustaría aprender a utilizar esa página de los fanfics, jaja
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es un poco complicado, o alomejor no tanto. yo estoy recién aprendiendo
Score: +0
Dónde está la complicación, por dios?
Buscar, leer y listo.
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Para cambiar de capítulo, yo busco el cuadro combinado y le doy flecha a bajo. Me costó entenderlo pero es fácil
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No es más fácil pulsar el botón next o siguiente?
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o le das en siguiente botón
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No me funcionó la primera vez, tendría que volver a probar
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ajá, no es complicado usar la pag xd, la primera vez que me leí un fic de allí supe como usarla y no me generó problemas xddd
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