hilo sobre historias con ChatGPT. (in corso)

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541. martin_garrix ,

posteo para el siguiente capítulo de @DamianJunior! no puedo esperar más!

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Ultima edizione da martin_garrix , 01.12.2023 00:32:27

542. Chuy ,

bueno pues tendrán que esperar porqué tendré que reescribir todo ya que tuve un problema en la pc y pude recuperar hasta el capítulo 25.
y no son los únicos que andan a la espera. si revisan mi canal de youtube. el ultimo video de la guardería secreta creo que fue publicado el 2 de enero y luego ya no he publicado más.

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543. travieso5,

ala, que rico el de the last crusade, no se si existirá otro cap, pero la neta amo los libros de este tipo de género ddd

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544. Ricochet,

estoy escribiendo el segundo. Estoy haciéndolo yo mismo, porque me planteé el reto de que el primer cap iba a ser con ia y el segundo ya lo iba a hacer yo, pero no he tenido tiempo como para ponerme a escribir. En algún huequecito que tenga libre lo publico. Promesa!

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545. Caracolito,

I
En los confines de la Amazonía, donde la selva susurra relatos ancestrales, yacía una ruina olvidada, más antigua que los Incas, más misteriosa que cualquier leyenda conocida por los hombres y mujeres de ciencia. Se le conocía como el Templo del Tiempo Perdido, una construcción de origen ignoto con inscripciones que no pertenecían a ninguna civilización conocida. Fue allí donde el profesor Lúcio Pereira, un arqueólogo brasileño, descubrió lo que cambiaría la historia de la humanidad: un artefacto capaz de distorsionar las barreras temporales.

Era un mediodía sofocante de diciembre cuando algo asombroso le sucedió al profesor. Mientras descifraba unos patrones grabados en una columna del templo, una serie de símbolos se alinearon fortuitamente cuando movió accidentalmente una serie de piedras en la base. Una luz esmeralda brotó desde el corazón del templo, envolviendo a Lúcio y transportándolo en un torbellino espaciotemporal.

Cuando volvió en sí, estaba en un lugar desconocido. Los enormes árboles de la Amazonía se veían diferentes, más primitivos. El aire vibraba de sonidos ancestrales, y de entre la niebla verdosa, figuras humanas adornadas con plumas y pinturas de guerra lo observaban con curiosidad y recelo. Lúcio había llegado al pasado, a una época antes de la conquista europea.

Pronto fue llevado ante el líder de la tribu, un sabio con ojos que reflejaban la sabiduría de su pueblo. A través de señas y algunos términos proto-tupí, Lúcio intentó explicar lo sucedido. El chamán, a su vez, le reveló que él no era el primero en llegar de esta manera; viajeros del tiempo eran parte de sus mitologías, guardianes de la verdad escondida en la selva.

Lúcio, determinado a regresar a su época, trabajó junto con la tribu y aprendió los secretos del Templo del Tiempo Perdido. Los ancianos le enseñaron cómo las constelaciones y los solsticios influían en la activación del artefacto. Después de meses de aprendizaje y esperanza, Lúcio estaba listo para intentar el viaje de retorno.

La noche del equinoccio, con los astros alineados, el profesor se situó en el centro de un círculo de piedras energizadas por el pueblo. Repitió las palabras sagradas, y una vez más, la luz esmeralda se cernió sobre él.

Lúcio despertó tumbado en el suelo del Templo del Tiempo Perdido. Todo parecía igual, pero había evidencias de que el tiempo había pasado; las enredaderas habían crecido sobre sus herramientas y diario. Al regresar a la civilización, nadie creyó su historia. Para ellos, había desaparecido apenas por unos días, pero Lúcio sabía que había vivido meses en ese pasado lejano.

Se dio cuenta de que el viaje en el tiempo era un arma de doble filo, fácilmente malentendida, y que podría traer consecuencias devastadoras si caía en las manos equivocadas. Decidió ocultar su descubrimiento, regresando al Templo para desactivar el mecanismo, asegurándose de que nadie más pudiera usarlo.

Sin embargo, el artefacto, imperfecto como era, dejó una marca en el tiempo. Una brecha sutil que otros podrían sentir, y que, en manos menos escrupulosas, invitaría a exploraciones peligrosas. El Templo del Tiempo Perdido volvió a ser solo una leyenda, pero Lúcio nunca dejó de vigilarlo, convirtiéndose en su único y silencioso guardián, consciente del delicado tejido del tiempo, que había aprendido a respetar y temer en igual medida.

II
Años después de su última visita al Templo del Tiempo Perdido, Lúcio Pereira permanecía en São Paulo, como un hombre cambiado. Sus canas se multiplicaron, y la figura que alguna vez fue un intrépido explorador ahora caminaba lentamente por las calles de la ciudad, perdido en sus pensamientos. Nadie se acordaba de aquel profesor que afirmaba haber viajado en el tiempo, todos lo consideraban una mera anécdota en el mundo académico.

Una tarde, mientras releía sus notas personales sobre el templo, un golpe suave en su puerta perturbó la quietud de su estudio. Al abrir, se encontró con una joven con el ceño fruncido, ojos avispados y una mochila llena de equipamiento de montaña. Se llamaba Valeria Rojas, una arqueóloga chilena que había tropezado con sus publicaciones "imaginativas" y había seguido sus pistas hasta el corazón de la Amazonía.

"Profesor Pereira, necesito hablar con usted sobre el Templo del Tiempo", dijo ella sin preámbulos.

Con un suspiro, Lúcio le invitó a pasar. Sabía que alguien, tarde o temprano, encontraría lo que había dejado atrás.

Valeria desplegó sobre la mesa una serie de fotografías y documentos que mostraban su propia expedición al lugar que Lúcio tanto deseaba olvidar. Durante su viaje, Valeria observó irregularidades temporales, sombras que se movían fuera de lugar, y sintió un llamado que no podía explicar.

Lúcio la escuchó, con el corazón encogido, sabiendo que la brecha en el tiempo seguía activa.

"El Templo del Tiempo no solo es real, sino que puede estar desestabilizando el tejido del tiempo en la región", explicó Valeria, su voz teñida de urgencia.

A pesar de su miedo, Lúcio sabía que no podía dejar que aquel lugar cayera en desgracia, y mucho menos implicar a una joven lleno de vida y esperanza. Tras una larga noche de conversación, tomaron la decisión de regresar juntos al Templo y cerrar la ruptura de una vez por todas.

Durante semanas, Lúcio y Valeria trabajaron con equipos de alta tecnología, estudiando patrones astronómicos y leyendo las inscripciones con nuevos ojos. Entendieron que para cerrar la brecha necesitaban realizar un ritual durante el próximo solsticio, el momento en el que las energías convergían con mayor fuerza.

El día señalado, los dos arqueólogos, junto con un equipo reducido de especialistas en diversas disciplinas, se alinearon en el corazón del Templo, capaces de percibir el flujo del tiempo como un río que fluía a su alrededor. Valeria inició el ritual siguiendo las indicaciones de Lúcio, entonando las sílabas arcaicas y manipulando el artefacto que había traído consigo: un delicado mecanismo de cuarzos y metales raros.

El cielo nocturno, que albergaba un manto estrellado sólo visible desde la profundidad del Amazonas, pareció responder al llamado humano. Una ráfaga de aire frío circuló por la estancia, y la luz esmeralda regresó, pero esta vez su propósito era sellar, no abrir.

Cuando la luminiscencia se desvaneció, los presentes se miraron unos a otros, sabiendo que habían presenciado lo imposible. Valeria, al verificarse ilesa, sintió un alivio inmenso, y Lúcio, por su parte, experimentó una sensación de conclusión, como si finalmente su misión en la vida estuviera cumplida.

El equipo de expedición guardó silencio sobre lo sucedido, conscientes de que había misterios que la humanidad aún no estaba lista para enfrentar. El Templo del Tiempo Perdido se convirtió en un lugar guardado por la selva, y Lúcio Pereira en un mentor y amigo para Valeria Rojas, quien continuó su carrera respetando la fina línea que separaba la curiosidad humana de los secretos que deberían permanecer ocultos en la inmensidad del tiempo.

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546. Ricochet,

woooooow, es una fumada pero está increíble al mismo tiempo.

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547. Caracolito,

Esta la creé con el modelo más avanzado de gpt 4, solo le pedí que escribiera un cuento de ciencia ficción con viajes en el tiempo que suceda en sudamérica...

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548. Ricochet,

ese fue todo el prompt? No me lo creo.

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549. Un-tazo-dorado,

Es mejor hacer las historias uno mismo. Y luego preguntarle a chat gpt que aspectos debo mejorar y quele debería de añadir ETC. Y que debo cuidar en la historia y acortar las palabras para una mayor comprención para el lector. Digo, me faltarán muchas cosas pero para alguien que no suele escribir mucho, le podrían servir.

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550. Ricochet,

eso ya lo hace un GPT preentrenado sin necesidad de que le promptees.

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551. Caracolito,

Para @el_oso_manzanoso: Sí, solo fue ese, y me creó la primera parte; luego le dije que escribiera una continuación y escribió la segunda.
Prompt: Escribe un cuento al estilo Lovecraft.

En la penumbra de un olvidado pueblo de la costa, donde las brumas se enredan entre los antiguos pináculos de iglesias abandonadas y las casuchas se inclinan unas sobre otras como si susurraran secretos inconfesables, habita una historia que ha sido cuidadosamente arrancada de las mentes de sus habitantes por el inclemente paso del tiempo. Sólo en los más profundos recovecos de la taberna "El Kraken Adormilado", donde los pescadores persignan sus almas antes de partir en faenas nocturnas, flota todavía alguna mención sibilina del horror que una vez corroyó sus orillas. Aquí empieza, lector, el relato del farero de Stevensport, un cuento imposible para aquellos de mente racional.

El farero, Solomon Kane, era un hombre huraño y de pocas palabras, de mirada intensa y cautiva, cuya vida se enredaba en sus labores de vigilar el haz de luz que partía las sombras y guiaba a las embarcaciones hacia puerto seguro. Ni él mismo hubiera podido recordar cuántos años hacía que la torre y las olas eran sus únicas compañeras. Su retiro como farero parecía simple, si bien quienes ocasionalmente le visitaban, proveedores y almas perdidas en busca de consejo, no tardaban en percibir vagas emanaciones de una oscura melancolía que colgaba en el aire como una fría brisa marina.

Una tarde crepuscular de septiembre, cuando el cielo cambiaba a un color que no tenía lugar en la paleta natural, Solomon notó algo extraño en el horizonte mientras escrutaba el mar con su catalejo. Era una forma, apenas distinguible al principio, pero que se fue haciendo más clara y aterradora conforme se acercaba. No era barco alguno, sino una construcción vasta e impía, un monolito acuático que emergía del abismo, escalando las olas con una lentitud desesperante.

La cosa no debía ser. No podía ser. Ningún mapa marcaba semejante irregularidad submarina en esa zona. Y sin embargo, la inmensa masa de piedra y coral avanzaba, como si respirara y pulsara con una energía inhóspita, dejando una estela de mares agitados y criaturas marinas que huían hacia la superficie, tratando de escapar de su ominosa sombra.

A medida que las noches pasaban y el monolito se hacía más cercano, los sueños de Solomon se tornaron tumultuosos, poblados por visiones de ciudades subacuáticas gobernadas por criaturas que no se asemejaban a ninguna forma de vida conocida. En su sueño, estas abominaciones veneraban a la colosal piedra como un altar dedicado a su dios inefable, un ser de dimensiones cósmicas y propósitos incomprensibles cuyos tentáculos insidiosos se extendían más allá del tiempo y el espacio.

Convencido de que estaba perdiendo la razón, Solomon intentó dar la voz de alerta al pueblo, mas sus palabras fueron descartadas como los delirios de una mente aislada y corroída por la soledad. Nadie creyó al ermitaño farero, y los que sí lo hicieron, temían tanto la verdad que preferían relegarlo todo al olvido.

No sería sino hasta la última luna de octubre que la gente de Stevensport se vería forzada a aceptar lo inaceptable. Una marea como ninguna otra se abalanzó sobre el pueblo, arrastrando casas y almas al abismo que había creado la proximidad del monolito. Mientras el faro emitía su último clamor angustioso, Solomon observaba, estático, la culminación de su pesadilla: el monolito se abría, revelando una agrietada esfera de donde emanaban luces antinaturales y figuras que retorcían el aire con su mera presencia.

En el momento cumbre de su desesperación, él entendió, conocimiento impío le fue conferido. "El faro debe guiarlos", resonó en su mente con una certeza estremecedora, "el faro debe atraer al gran azote de los mares hacia el corazón del mundo, donde despertará y reclamará su trono milenario". Solomon, con manos temblorosas y ojos desencajados, movió la luz buscadora del faro, apuntándola directamente al corazón del monolito, hacia la esfera que palpitaba abiertamente.

Lo que aconteció después es indescriptible. El faro y todo a su alrededor sucumbieron a la vorágine de impías revelaciones y a la ira del mar embravecido que se tragó la estructura en un acto final de sacrificio o locura, no hay quien pueda distinguirlo.

Hoy en día, los reportes de los navegantes suelen mencionar la calma sobrenatural que impera cerca de donde alguna vez estuvo Stephensport. Se habla en susurros de visiones extrañas bajo la luna y de corrientes que parecen palpitar con un ritmo inconcebible. Sin embargo, ni el más valiente entre ellos se atreve a detenerse demasiado tiempo, pues el temor a despertar a aquel que se oculta tras la cortina etérea de nuestro mundo les impulsa a seguir adelante, rogando no comprender las profundidades como Solomon Kane, el farero cuya mente y cuerpo ahora descansan, quizás, en oscuras profundidades aún inexploradas por la razón humana.

Así, lector, concluye esta historia, que flota como un susurro en el oído de quien se atreve a escuchar. Y a ti, te insto a meditar si en verdad deseas sondear más allá de este relato, o si prefieres, sabiamente, dejar que algunas verdades permanezcan sumergidas en las tenebrosas aguas del olvido.

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552. Chuy ,

ando en duda si continuar con la historia o nó, pasa que ando en proseso de otras historias y no sé si seguir con la actual o enfocarme en la nueva que ando escribiendo. que por sierto cada capítulo es largo encerio.
supera los 2000 caracteres

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553. Chuy ,

a ver si es posible pero paso para compartir las novedades.
les aviso que ando re escribiendo la historia y es posible que en algunos días, talvés el fin de semana o el domingo vuelva a publicar.

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554. Markk,

Me gusta, regalo de navidad. Mandale cumbia

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555. PrincesoGuerrero,

cómo hizo este para postear dos veces seguidas? Nunca pude.

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556. Markk,

Se puede tras un tiempo x, pero sh no le digas a nadie

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557. Chuy ,

sí, que nadie diga el secreto. quien difunda el bug restrinjo la página en donde la estoy publicando y para leerla tendrán que pasarme su correo.

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558. El-Loro-Azul,

Noo no es bug, ni secreto rolflflf. Pero sigan con las histo

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559. Ricochet,

ya mismo viene el cap 2 de the last crusade, quizás hoy. La verdad es que extrañaba escribir esto junto con la IA, sobre todo el lograr que descriva batallas violentas con el modo dan y que no se corte un pelo. Utilicé a george R. R. Martin y a stephen king como inspiración, sobre todo por narradores omniscientes, pero luego todo el resto es tanto mío como del chatGPT.

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560. James_Potter,

¿Con qué prompt usás el modo dan?

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561. Ricochet,

Para el anterior, mira en Github. Hay varios y son cada vez más enrevesados, pero funcionan y después de algunos momentos vuelven a fallar, así que lo uso solo para las batallas y en momentos puntuales.

Capítulo 2: En el Umbral del Destino

Los primeros rayos del sol bañaban las colinas onduladas al norte de Cascata, pintando el cielo con tonos de rosa y naranja. Aelar y el mensajero, cuyos pasos parecían casi sin peso sobre el terreno húmedo, avanzaban a un ritmo constante. A pesar del peso de la espada de Aelar y la mochila sobre sus hombros, había una ligereza en su corazón y en su tren inferior, una mezcla de ansiedad y anticipación ante lo desconocido.
El mensajero, que se había presentado como Erevan, caminaba con una seguridad que solo podía provenir de años de experiencia en los caminos reales. Su capa ondeaba ligeramente con la brisa matutina, revelando de vez en cuando la empuñadura de su espada, una obra de arte forjada con metal oscuro y adornada con gemas que capturaban la luz del amanecer.
"Aelar, debes saber que el camino que tomamos no es solo físico. Es un camino de descubrimiento, de verdades ocultas y pruebas de carácter", dijo Erevan, rompiendo el silencio que había acompañado sus primeras horas de viaje.
Aelar asintió, comprendiendo que el viaje cambiaría no solo su percepción del mundo, sino también quién era él en su esencia. "Estoy listo para enfrentar lo que sea necesario", respondió con determinación.
El paisaje comenzó a cambiar a medida que se alejaban de Cascata. Los campos verdes dieron paso a densos bosques donde la luz del sol luchaba por penetrar a través del espeso dosel de árboles. El canto de los pájaros se mezclaba con el susurro de las hojas, creando una sinfonía natural que parecía hablar en un lenguaje antiguo y olvidado.
A medida que avanzaban, el aire se tornaba más frío, y el bosque, más denso. De repente, Erevan se detuvo, su mano alzada en señal de alerta. Aelar siguió su mirada y vio, a través de una cortina de árboles, los restos humeantes de lo que una vez fue un pueblo. Cabañas carbonizadas y escombros humeantes se esparcían por el suelo, testimonio mudo de una violencia reciente.
"Quédate alerta", susurró Erevan mientras se adentraban en el desolado poblado. Los dos hombres se movían con cautela entre las ruinas, sus ojos escaneando los alrededores en busca de peligros. Instintivamente, Aelar llevó la mano a la empuñadura de su espada. No tenía blasón, ni apellido, pero si bien eso era bueno, nadie sabría que era emisario del rey Lasarus y eso también era bueno e importante, sobre todo para salvar la vida.
De repente, cinco figuras emergieron de entre las sombras. Eran caballeros, pero su aspecto era amenazador: sus armaduras estaban manchadas y sus escudos mostraban el blasón de una casa aliada de Vaisara, pero distorsionado, como corrompido, por lo que no pudieron identificar a quién pertenecía. Sus ojos brillaban con una luz antinatural, y sus espadas estaban listas para el combate.
Aelar desenvainó su arma, sintiendo su peso y equilibrio. A su lado, Erevan ya estaba en posición, su espada en mano, reflejando una calma y precisión que solo podían provenir de años de entrenamiento y batallas.
Los caballeros atacaron sin advertencia, sus movimientos coordinados pero salvajes. Aelar se encontró luchando por su vida, bloqueando y esquivando golpes con una destreza que no sabía que poseía. Pero lo que más le impresionó fue Erevan.
El mensajero se movía como un bailarín entre sus enemigos, su espada era un destello de luz en la penumbra del pueblo destruido. Cada movimiento era preciso y letal, cada estocada un acto de arte marcial. Detuvo un golpe del primero y le cortó la cabeza. Aquello que una vez mantenía vivo y pensante al primer caballero rodó sobre los escombros con celeridad, como si fuera una pelota arrojada por un niño sin dirección aparente. Detuvo varias estocadas del segundo mientras veía cómo Aelar, de un revés, aceptaba en la mano de la espada del hombre. El caballero pegó el grito más desgarrador que Aelar había escuchado jamás, pero Erevan, acostumbrado a estas danzas, siguió luchando pese a toda la catástrofe que yacía a su alrededor. Bloqueó algunos golpes más, vio venir una tacleada del caballero al que había cortado la mano de la espada hace poquísimos instantes, pero Aelar fue más rápido y ensartó al tipo desde su costado donde la armadura era más frágil, tirando hacia abajo después y haciendo caer al caballero entre su escudo, escombros y un montón de hierros retorcidos. Se pusieron espalda contra espalda, así veían y detenían golpes desde las dos direcciones. Aelar, que no tenía escudo era la velocidad, mientras que Erevan era la mente y el escudo al mismo tiempo. Uno a uno, los caballeros cayeron, hasta que solo quedaron Aelar y Erevan, respirando con dificultad en el silencio que siguió.
Aelar miró a Erevan con una mezcla de admiración y asombro. "¿Cómo...?", comenzó a preguntar, pero Erevan simplemente le devolvió la mirada con una expresión que decía que ahora no era el momento para preguntas.
El silencio que siguió al combate era un mudo testigo de la brutalidad y la rapidez con la que la vida podía cambiar. Aelar, aún con el pulso acelerado, miró a su alrededor. Las ruinas del poblado, ahora además salpicadas con el dramático final de los caballeros caídos, parecían contar una historia de desolación y olvido.
Erevan, recuperando la compostura, envainó su espada. "No hay tiempo para lamentos", dijo con una voz que llevaba el peso de la experiencia y la pérdida. "Debemos seguir adelante. Cada momento aquí es un riesgo".
Aelar asintió, sintiendo el peso de la realidad de su viaje. No era solo una aventura; era una lucha por la supervivencia, una confrontación con la oscuridad que consumía el reino. Con un último vistazo a los restos del pueblo, siguió a Erevan, quien ya había retomado su camino hacia el norte.
Mientras caminaban, Aelar no podía dejar de pensar en la habilidad y la frialdad con la que Erevan había enfrentado a los caballeros. "¿Quién eres realmente, Erevan?" preguntó, incapaz de contener su curiosidad.
Erevan lo miró con una mirada penetrante. "Soy alguien que ha visto demasiado, Aelar. Alguien que conoce el precio de la guerra y el dolor de la pérdida. Pero también alguien que aún cree en la esperanza, en la posibilidad de un futuro mejor".
Las palabras de Erevan resonaron en Aelar, quien comenzaba a comprender la complejidad del mundo más allá de Cascata. Cada paso que daban lo alejaba más de su vida pasada y lo acercaba a un destino incierto, lleno de desafíos y revelaciones.
La larga caminata los llevó a través de un paisaje cada vez más agreste y solitario. Los bosques se volvían más espesos y oscuros, y los caminos, menos transitados. El aire estaba impregnado de un silencio opresivo, roto ocasionalmente por el canto distante de un ave o el crujir de las ramas bajo sus pies.
Mientras el sol comenzaba a descender en el horizonte, Erevan señaló un claro en el bosque. "Acamparemos aquí esta noche", dijo. Juntos, recogieron leña y prepararon un pequeño fuego, cuyo resplandor apenas iluminaba el espacio a su alrededor.
Sentados alrededor del fuego, Aelar no paraba de reflexionar sobre los eventos del día. La batalla con los caballeros corrompidos, la destrucción del poblado y las palabras de Erevan seguían resonando en su mente.
"Erevan, ¿cómo sabremos cuándo hemos llegado al final de esta misión? ¿Qué señales debemos buscar?" preguntó Aelar, buscando respuestas en el rostro curtido del mensajero.
Erevan contempló las llamas por un momento antes de responder. "Cuando enfrentas a un mal como el que ha desatado Lasarus, no siempre hay señales claras. A veces, la victoria se encuentra no solo en la batalla, sino en los corazones y las mentes de aquellos a quienes salvamos. Nuestra misión no terminará hasta que la oscuridad haya sido erradicada y la luz regrese a Vaisara".
Aelar asintió, entendiendo que la travesía que había emprendido era mucho más compleja de lo que había imaginado al principio. No era solo una cuestión de enfrentar enemigos en el campo de batalla; era una lucha por el alma de un reino.
Mientras la noche avanzaba y el fuego se reducía a brasas, Aelar y Erevan se sumergieron en un sueño inquieto, cada uno lidiando con sus propios pensamientos y temores sobre lo que les esperaba en el camino.
Aelar, envuelto solo en su chaleco de cuero y abrazado a su espada, soñó con perros. Perros pequeños como un chihuahua o grandes como auténticos mastines, perros que corrían, corrían, corrían. Y lo hacían hacia él. Tomó al vuelo a uno pequeño y el animalejo chilló dos veces. No lo hizo tan fuerte, pero para los hijos de perra, nunca mejor dicho, fue sin duda audible. Dos perros pasaron de largo, y por sus costados. Una perra, con el pelaje más sucio y ensortijado que el joven vio, se detuvo frente a él y lo miró. Levantó la horrible cabeza y se relamió. Jadeó y quiso empezar a gruñir cuando él le lanzó al perrito, al pequeño que había atrapado antes. Ambos trataron de pelear, pero cuando la hembra miró de qué se trataba, cesó todo ataque y atrajo al cachorro de las patas contra sí. Varios otros perros se detuvieron a mirar. Incluso uno o dos de los más grandes estaban presentes, según había podido advertir Aelar, pero con todo lo que había pasado ya no estaba seguro. Los dos perros se echaron a dormir en el suelo, un espacio sin límites y de forma lisa por el que se podía ver a través, pero sin ver nada realmente. El suelo se movió. Quedamente al principio, y con fuerza después, fuerza suficiente como para que se inclinase de una forma tan empinada y oblicua que arrastró a Aelar hacia abajo de forma irremediable. El chico buscaba desesperadamente algo a lo que sujetarse. Todo en vano. Sus dedos, fuertes como garras, se deslizaban hacia abajo por la lisa superficie sin encontrar puntos de apoyo. Con la velocidad que iba tomando en su caída por aquel peculiar tobogán, iba a ser imposible detenerse. Escuchó agua, muy al fondo pero completamente perceptible gracias al silencio que allí reinaba al principio. Vio, de reojo pero a toda velocidad, que la superficie lisa comenzaba a tener agujeros. Huecos de media y una pulgada antes y tan grandes como el yelmo de Erevan, aparecían en la superficie. Estaban llenos de agua, y podrían ser una forma de escalar, pero para nada una forma de frenar. La velocidad que había alcanzado el cuerpo de Aelar, deslizándose bocabajo y hacia atrás, ya era vertiginosa. Eventualmente su cuerpo cayó, ya no en oblicuo sino verticalmente hacia abajo. Se sentía como una flecha pero al revés. El sonido del agua se hizo más audible, crecía mientras él caía inexorable hacia allí. Cuando bajó la cabeza para ver lo que le esperaba, se encontró con una masa arremolinada de agua, fuerte, correntosa y ruidosa, que parecía no tener fin. El sonido de la corriente se hacía cada vez más fuerte y algunas gotas ligeras ya comenzaban a salpicar en su cara. Antes de caer contra la cascada se despertó. “Llueve, Aelar. Tenemos que irnos”. Le dijo Erevan. El mensajero utilizaba la gran hoja de una extraña planta para cubrirse de la lluvia. Aquello era el diluvio universal. Grandes goterones y golpes de agua se precipitaban contra la tierra y los rescoldos inundados y desechos de su hoguera. Aelar tembló. Desenvolvió su espada envainada de un abrazo, se levantó, se unió a Erevan y partieron.
Atravesando la cortina de lluvia torrencial, Aelar y Erevan avanzaron con determinación a través del bosque empapado. El agua golpeaba contra las hojas y el suelo, creando un coro constante que ahogaba cualquier otro sonido. Aelar, aún afectado por el sueño inquietante, se sentía desorientado, como si aún estuviera cayendo en aquel abismo acuático de su pesadilla.
"Los sueños pueden ser reveladores", dijo Erevan, notando la mirada distraída de Aelar. "A menudo, son reflejos de nuestros miedos, esperanzas y luchas internas. Pero no debemos dejar que nos dominen".
Aelar asintió, agradecido por las palabras del mensajero, aunque su mente aún estaba turbada por las imágenes del sueño. La lluvia, implacable, parecía querer limpiar no solo la tierra sino también su mente y espíritu.
Con el paso del tiempo, el bosque comenzó a aclararse, y la intensidad de la lluvia disminuyó. Se encontraron al borde de un vasto valle que se extendía ante ellos, cubierto de niebla y con la promesa de misterios y peligros ocultos. En la distancia, apenas visible a través de la bruma, se alzaban las imponentes siluetas de las Montañas de Sombra, una barrera natural que marcaba el límite del reino de Vaisara.
"Debemos cruzar este valle", dijo Erevan, señalando hacia el horizonte. "Más allá de las montañas, encontraremos las respuestas que buscamos. Pero debemos estar alerta; estas tierras son traicioneras, y no todos los peligros se anuncian con claridad".
Con cautela, descendieron al valle, sus ojos y oídos atentos a cualquier señal de amenaza. A medida que avanzaban, el sol comenzó a romper la niebla, revelando un paisaje de prados y colinas suavemente onduladas, salpicadas de flores silvestres y arroyos cristalinos.
Mientras Aelar y Erevan se adentraban más en el valle, se encontraron con un gran campamento fortificado. Banderas con el emblema de la casa Trenton, un águila negra sobre un fondo dorado, ondeaban orgullosas sobre las tiendas de campaña y las estructuras improvisadas. Los Trenton eran conocidos como los guardianes del valle y las montañas, una casa vasalla leal al reino de Vaisara.
Al acercarse al campamento, fueron recibidos por guardias armados que los escoltaron hasta la presencia de quien estaba al mando: Jesse Trenton, la hija de Joseph Trenton. Jesse era una mujer muy alta y formidable, con una mirada aguda y una presencia que demandaba respeto. Su armadura estaba adornada con las insignias de su casa, y su postura denotaba una mezcla de autoridad y orgullo.
Erevan tomó la palabra, explicando su misión y solicitando permiso para atravesar el valle y continuar hacia las Montañas de Sombra. Aelar observó en silencio, impresionado por la firmeza y la elocuencia del mensajero.
Jesse escuchó atentamente, pero su expresión se mantuvo impasible. Al terminar Erevan, ella respondió con voz firme. "Entiendo la urgencia de su misión, pero no puedo permitirles pasar. Tenemos órdenes estrictas de no dejar a nadie atravesar el valle sin autorización previa. Además, hay alguien que desea verlos, felicitarles por su valentía y juzgar sus… Intenciones".
Aelar y Erevan intercambiaron una mirada de sorpresa y preocupación. La negativa de Jesse Trenton y la mención de alguien que deseaba juzgarlos añadía un giro inesperado a su viaje. Aelar se preguntaba quién podría ser este misterioso personaje y qué intenciones tendría.
Sin embargo recordó a los caballeros a quienes habían dado muerte casi al momento de su partida. No había reconocido para nada ni sus Blanes ni sus insignias de guerra, pero sí pudo concluir que eran hermanos. El más pequeño debió de tener unos 15 o 16 años, el del medio casi 24, pero el mayor podía llegar perfectamente a la treintena. A todos los habían matado, pero ellos los habían atacado primero, a traición y entre las sombras. Era lo que merecían. ¿Y si eran alguna otra casa vasalla? Si eran de Vaisara?
"Nos quedaremos entonces", dijo Erevan con una calma forzada. "Esperaremos a esta persona y responderemos a sus preguntas. Pero no podemos demorarnos demasiado; cada día que pasa es un día que el rey Lasarus fortalece su poder".
Jesse asintió, "Serán acomodados en el campamento. Pero les advierto, no intenten nada imprudente. Estarán bajo vigilancia constante".
Con esa advertencia, Aelar y Erevan fueron conducidos a una tienda asignada para su estancia temporal. Mientras se adentraban en el corazón del campamento Trenton, Aelar no podía evitar sentir una mezcla de curiosidad e inquietud sobre lo que les esperaba.

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562. Chuy ,

el chat gpt se me anda haciendo el vivo y no me está haciendo caso.
le mando a crear un capítulo. les pongo un ejemplo el capítulo 1. y me escribe el capítulo 2 con cosas que yo ni le he ordenado.
ya que los textos de cada capítulo los tengo yo. pero así en crudo. con mis errores y todo.
yo voy a seguir intentando y si no tengo suerte mando la historia al carajo y a llorar a la iglecia viejo.

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563. Chuy ,

bueno al final sí el chat gpt se me iso el vivo y no me iso caso así que les guste o nó la historia queda descartada.
sí es triste. pero voy a ver si se puede hacer algo para solucionar este problema.

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564. Ricochet,

no sé, escríbela tú quizás? Yo estoy haciendo eso con el the last crusade y no tiene nada de malo. Eso sí, anótate en un documento aparte los personajes, roles, amigos que tengan, familiares y lo que últimamente les pasó.

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565. Chuy ,

eso mismo.
yo tengo todo escrito en texto plano. no dejo que el chat gpt me cree las historias a su estilo con la orden escribe una historia sobre tal cosa.
escribo el texto en un documento aparte para luego darle la instrucción transforma este texto en una historia.
pero ultimamente no esta haciendo caso.
por ejemplo vieron que en la historia siempre la termino con el texto fin del capítulo y el número.
pues el chat gpt lo interpreta mal y me escribe el capítulo siguiente con cosas que ni están en la historia.

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566. tonny,

En un oscuro rincón de la red, en un foro de ayuda tecnológica, un luser (usuario novato) llamado ByteNoob buscaba desesperadamente ayuda. Había perdido sus archivos y no sabía cómo recuperarlos.

ByteNoob: ¡Ayuda! ¡Perdí todos mis archivos importantes! ¿Cómo los recupero?

Los usuarios más experimentados del foro, conocidos como los Geeks del Bit, decidieron ayudar a ByteNoob en su desgracia. Le preguntaron cómo había perdido los archivos y qué había hecho antes de darse cuenta.

ByteNoob: Bueno, estaba intentando organizar mis carpetas y de repente todo desapareció.

GeekMaster: Hmm, suena interesante. ¿Has revisado la Papelera de Reciclaje?

ByteNoob: Papelera de qué... ¿dónde encuentro eso?

GeekMaster: Es la caja de herramientas básica de la recuperación de archivos en Windows. Deberías...

Antes de que GeekMaster pudiera terminar, ByteNoob interrumpió:

ByteNoob: ¡No uso eso! Deshabilité la Papelera de Reciclaje para ahorrar espacio.

El silencio cayó sobre el foro mientras los Geeks del Bit procesaban la información.

GeekGuru: Entonces, ¿dónde pensabas que iban los archivos cuando los eliminabas?

ByteNoob: ¡No sé! Solo desaparecieron. ¿No hay una tecla mágica para recuperarlos?

GeekMaster: Lamentablemente, no hay una tecla mágica para eso. Pero... ¡Wakawakawakawakawaka! (un sonido extraño y divertido resonó en el foro).

ByteNoob: ¿Qué demonios fue eso?

GeekMaster: Oh, eso fue solo la risa del CiberPacman. Ríete un poco y, en serio, considera habilitar la Papelera de Reciclaje para futuras aventuras de organización de archivos.

Y así, entre risas y enseñanzas, ByteNoob aprendió la importancia de la Papelera de Reciclaje y los Geeks del Bit disfrutaron de un momento de humor en el vasto mundo de la informática. ¡Wakawakawakawakawaka!

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Ultima edizione da tonny, 31.12.2023 01:24:35

567. Ricochet,

ajajajajajajaja, me reí un montón con la historia esa. No sé si continuar lo de the last crusade, porque hubo un solo coment de apoyo y después del segundo cap no hubo ninguno, pero ya si eso tal vez lo siga haciendo solo para mí y mi círculo. Gracias a todos en todo caso.

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568. diego-armando-maradona,

yo estaba viendo el cap que subiste no hace mucho y es muy bueno. diría yo demasiado

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569. Chuy ,

yo aquí estoy creando otra historia que no sé si quieren que la publique o nó,
algunos personajes se repiten eso sí, y no se extrañen si en cada historia aparese un personaje con mi nombre.
es una técnica que estoy implementando y vi que funcióna en otras historias y bueno. yo también lo quise hacer.

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570. Ricochet,

cómo funciona esa técnica? Me interesa.

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