Waw, realmente este coentario de Luna de Plata me llegó al corazón, Y es que aúnque no tengo ninguna nesecidad, se los diré. Hace aproximadamente seis meses, acistí al hospital ya que mi Pareja había sufrido un desmayo repentino, y me hablaron después de que sus compañeros de trabajo la dirigiesen al hospital más cercano. Bien. Aquél día no tenía con quien dejar mi hija, y en medio de la preocupación y el desconcierto, decidí llevarla conmigo hasta las instalaciones del centro médico. Ya estando allí, el guardia de seguridad me exprezó que mi hija no podía ingresar al interior del lugar, puesto que ellos atendían diferentes enfermedades y que eso podía ser incluso riesgoso para la niña. Así que sin ninguna obsión, se la recomendé al mismo guardia de seguridad quien muy amablemente se ofreció a mantenerla dentro de su rango de vista mientras yo acía las consultas sobre el estado de mi pareja. Cuando terminé de realizarlas, salí a por mi hija y me la encontré sentada, con las manos en el rostro y hecha un mmar de lágrimas. Yo sin saber que podía haverle pasado, intenté calmarla diciendo que ya estaba con ella y que no se preocupara, que mamá estaba bien y que no era nada malo, que en un ratito le darían de alta. Pero entonces mi hija me contó la causa de sus lágrimas. Me dijo que durante el tiempo que estuvo en las puertas del centro médico, conoció una pequeña casi cercana a su edad, que la miraba con ojos muy tristes, y se detenía con una lebe sonrrisa intentando mirar la pantalla del celular de mi hija. Me exprezó que ella al levantar la vista, observó que la pequeña portaba un gorro que cubría su caveza, y un tapavocas. Entonces decidió destapar la pantalla del teléfono, de modo que la niña pudiera observarlo de lleno. Dice mi hija que sonrreía de manera casi exajerada, viendo el juego que mi hija estaba iniciando en ese mommento. Entonces al cabo de unos minutos, la chica ya estaba platicando con mi hija, he incluso jugando con su teléfono. Mi hija me contó que la pequeña tenía cáncer, y aúnque ella no comprendía bien que era aquello, quería hacer algo para ayudarla. Que era una niña muy bella de rostro pero que no tenía cabello. pasada una semana del suceso, decidimos regresar al centro médico y preguntar por la pequeña anllelí. Por suerte del destino, logramos localizarla. Su estado había empeorado mmucho desde aquella vez, y vi a mi hija salir con su corazón destrozado. Decidimos apoyar su madre y su hermana con los gastos médicos, pero fue un esfuerzo en vano, pues la pequeña anllelí no sobrevivió para compartir esta historia. Pero lo que más me marcó, fue que mi hija al salir aquél día del hospital, nos dijo. Quiero que me lleven a casa, y empaquen todos mis juguetes. Después quiero que me lleven a la estética, y me permitan hacerme un corte de cabello, pues yo quiero darle mi cabello a mi amiga anllelí, y todos mis juguetes para que ya no tenga sus ojos tristes. Y mamá, regálale mi libro favorito de mitos y leyendas mexicanas para que pueda conocer un poco más de su país, y le cuente a los angelitos las historias de nuestro méxico. Chicos. Les cuento esto porque ese día mi hija, me dio una gran lección de vida. Ella tiene apenas ocho años, pero su acción fue una acción de un anciano eterno. ese día aprendí que muchas veces pasamos de largo en un hospital maldiciendo el día, el olor, el tener que estar allí, pero no nos detenemos a observar y dar gracias por tener solo un poco, del gran sufrimiento de nuestros semejantes. Aprendí que a veces preferimos gastar nuestro dinero en un bote de cerveza, en una máquina de un cacino, en un engaño a nuestras parejas, pero que no estamos dispuestos a salbar vidas con una moneda que no nos ará más pobres, pero en cammbio si más ricos. Ricos de espíritu, ricos de voluntad, ricos de placer humanitario, y hasta ricos económicamente, pues siempre he pensado que la vida devuelve al doble aquello que das con el corazón. Gracias Lunática por crear este hilo. Sé que contando esta historia tampoco aré mucho, pero al leer el hilo, me salió del corazón y de los ojos, el compartirla.