y hoy en nuestra sección... géneracioon de cristáaaaaaaaaal…
Los niños cucaracha dan de qué hablar, conformándose un épico bardo porque si. Es como aquella batalla en la que el ejército austrohúngaro luchó contra si mismo, y el emperador austriaco acabó de cabeza en un riachuelo.
Resulta que un pianono que padece de hipersensibilidad a las críticas crónica, aguda y severa, pero severa severa severa… tanto que hasta le duelen las críticas que ni van contra él y hacen despertar en él su lado perruno, ese lado el cuál así no haya una amenaza directa contra él, el perrito actúa por instinto... se enojó por una crítica no dirigida contra su persona. En eso que todos se burlan de él, ya que se le conoce como el tiflomaduro, ya que no deja de hacer el oso, el ridículo cada vez que puede, y parece que tuviera un reto personal. Superar cada vez más, su anterior pianinada.
En eso que llega un fuego que desea convertirse en el encantador de pianos e intenta por medio de métodos profesionales y certificados por los cuatro ministerios del partido, relajar a un pianono tan alterado y que era claramente, un peligro para si mismo y todos los que le rodeaban.
En eso, los niños cucaracha comienzan a hacer presencia. Esta vez, los niños mazapán se quejan de que así no se trata a un pianono, que merece más respeto y bueno, todas esas mamadas típicas que se la pasan posteando.
Osea queridos cristalitos, bájenle! Porque el bato por sí mismo fue quien se lo buscó por andar con sus pendejadas. Como qquien dice, el pianono se defendió de una lluvia de mierda inexistente contra su persona, y terminó más cubierto de estiérco tiflobichístico que el cuate este de las pelis de volver al futuro.