la sala de hogwarts!

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1501. kirito,

Lo de que un droide está programado para lo que está lo entiendo, para droides de protocolo y similares. Pero no para droides militares.
Si le metiesen las mismas ganas (o un poquitito más vamos media pila científicos de star wars) a la IA militar que a la otra no necesitarían luchadores viológicos.
Con respecto a Harry Potter, lo estás entendiendo mal. Ellos no armaron ese tren, lo robaron. Si mal no recuerdo saben como mantenerlo, pero no tienen idea de como armar otro.
Dudo que los británicos usasen toda ruina histórica aislada para tales motivos, ni idea del tema. Pero eso es fácilmente evitable. Se le pide al ministerio humano que se ignoren esas zonas porque hay una reserva de animales mágicos o cualquier otra cosa, y luego se traspapela la documentación y la gente se olvida casualmente.
Ahora, los movimientos. Los que mencionaste dependen de ciertos sucesos y contexto cultural que los magos no tienen.
Y los hijos de muggles tampoco podrían influir tanto. Después de 11 años de vida muggle pasan a vivir en un entorno muy aislado, y solo vuelven 3 o 4 meses a su vida anterior. Entorno en el que las cosas muggles como que se ven raro o no se entienden. ¿Cómo llevas rock?
Hombre, a mi también me hace mucha gracia pero lo entiendo, es una cosa muy humana. A un rey le vuelas la sesera también, a una persona rica, a un socialista, a un naci, a tanta cantidad de gente, pero igual se creen superiores. Sumándole que los magos de verdad tienen algo que el humano promedio no tiene, la magia. Si, tu puedes volarle la cabeza a un mago pero este puede hacerte cualquier cantidad de cosas con su varita.

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1502. goten,

rom, a poco recién viste ese documental, yo ya lo vi hace tiempo xd

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1503. Def-Leppard,

creo que lo expliqué una vez. no es el hilo, un día escribiré porqué los droides de combate no son como son. pero te resumiré la primera. porque no mola.. no espera. porque lucas no quería. yo me quedo con la primera porque sinceramente para ver máquinas supraevolucionadas me quedo con terminator, y si, hay droides así. busca hk47. el tema es que después de las guerras, sith jedi se prohibió la evolución natural de los droides, salvo IG87, y lo bien que salió todo con ese proyecto... en fin. saben mantenerlo. donde se menta? robaron un puto tren? no era más fácil hacer trasladores? algo que pudieran controlar los magos en sí? solo robaron un puto tren? muchas preguntas. y me da que lo de que robaron el expreso es otra explicación que dio Rowling cuando le apeteció tras haberse echao unos petardos ocn las amigas

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1504. Ronald-Weasley,

Es que no había podido conseguirlo doblado al español, no es tan sencillo acceder a estas cuestiones donde vivo. Pero ya pude verlo, y me pareció genial.
Ahora que hemos estado hablando de fan fics, me pregunto que les parecería la idea de compartir algunas historias de fan fic por acá, ya saben, para aquellos que les de pereza ir a la página a buscarlos y leer capítulo a capítulos. Según sus respuestas, podría comenzar a publicar algunos por acá, pues tengo una buena colección.

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1505. kirito,

Eso de porque el autor así lo quería también responde a muchas de tus preguntas y cuestionamiento de porqué algo no es más como D&D, oorqué en x o y universo no hay magos, guerreros, ladrones? ¿Porqué la mascarada se mantiene a pesar de que es de papel? ¿Porqué no adoptaron x o y tecnología o porqué el sistema mágico hace lo que hace?
Pero si, algo sobre una revolución droide o droides volviéndose, err, ¿malignos? me suena haver visto en algún lado.
Por lo que veo de la wiki, es una mezcla de política, comodidad, seguridad y cosas del sistema mágico.
Política porque es útil tener un solo coso que maneje a todos los futuros alumnos mágicos, que puede ser monitoreado y todo lo que uno quiera sin problema, además de porque los jefes lo dijeron.
Seguridad porque es más fácil proteger el tren que ver como una población no muy sagaz se las ingenia para ir hasta la escuela desde todo el país, escuela que tiene sus medidas de protección, como un escudo contra la aparición.
Comodidad porque el tren tiene de todo para mantener a los estudiantes durante la ruta y evita lidiar con quien sabe que cosas llegando a la cercanía del colegio.
Y cosas del sistema mágico porque la aparición es complicada, la traslación es incómoda y escovas y bichos voladores son menos prácticos además de que su lugar es el asador.

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1506. MinervaMcGonagall,

eaaaaa, ciiiiiii, yo quiero famfiks

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1507. Ronald-Weasley,

¡Saludos amigos del play room!
Paso por acá para cumplir con lo establecido, lo que les había dicho en el mensaje anterior. Comenzaré a publicar algunos fan fic en esta página, fan fic que espero que sean de su agrado. Comienzo por una historia que leí hace muchos años y que está relacionada con la primera generación. Se huvica en el año número uno en Hogwarts de los merodiadores, y al leerla, no pude evitar sentir que es un fan fic que muy bien podía haber escrito la mismísima Rowling. Aquí les dejo el capítulo número uno.
James Potter Y EL BÁCULO DE LOS TIEMPOS
LISA MARIE WILT
AGRADECIMIENTOS DEL GRUPO TRADUCTOR
La traducción de James Potter y el Báculo de los Tiempos escrito por Lisa Marie Wilt, llega a ustedes gracias a: Latin Gremlins y El blog de Divel
Estamos agradecidos por la buena acogida que tuvo este fanfic del padre de Harry Potter en su primer año en Hogwarts, una historia que esperamos la autora continúe.
Capítulo 1
La Adivina y El Complot
31 de Diciembre de 1926

Una suave nieve estaba empezando a caer en las calles de Londres. Sacudía el polvo de los tejados y bailaba bajo las farolas, eventualmente cayendo sobre las aceras vacías. Aún era temprano en la noche, pero los sonidos estridentes de las celebraciones de Año Nuevo ya estaban a la deriva fuera de clubes y salones de baile, como si estuvieran desafiando el frío silencioso de afuera.
En las afueras de la ciudad, lejos de la explosión de trompetas, el tintineo de vasos, y la risa de las chicas bonitas, la misma nieve suave caía sobre el patio en frente de un alto y cuadrado edificio rodeado de altas barandas. Al igual que el resto de los edificios a su alrededor, sus ventanas estaban oscuras y su fachada sombría, haciendo parecer a exudar hostilidad. Podría haber parecido desocupado o abandonado, si no fuera por el sonido de gemidos de agonía de una mujer que venía desde adentro.
Dentro del sótano, un farol se encendió, iluminando el rostro exhausto de una chica de dieciséis años con el pelo negro recortado. Cuando ella sacudió el fósforo, su mano tembló. No era porque estuviera cansada (aunque lo estaba). No era por el frío en el sótano tampoco. Ni siquiera era porque esa pequeña habitación oscura bajo la cocina siempre la había hecho sentir incómoda (especialmente cuando era enviada ahí sola). No, la incomodidad que sentía estaba centrada en la extraña chica que había llegado en el orfanato esa noche... la chica que estaba retorciéndose en la cama detrás de ella.
En las pocas semanas que Ruth había estado trabajando en el Orfanato de Wool, había visto una serie de desesperadas mujeres embarazadas tambalearse hasta los escalones de la entrada del edificio, pero algo en esa chica (sí, era solo una chica, no podía ser mayor que la propia Ruth) era más inquietante de lo habitual. Tal vez fuera su aspecto esquelético, la extraña manera de que sus hundidos ojos aburridos parecían mirar en direcciones opuestas. Por otra parte, tal vez era algo más. Algo innombrable e intangible, pero sin duda presente, que colgaba alrededor de la chica como una pesada niebla...
—Ruth, ¿Qué estás esperando? ¡El bebé ya viene! ¡Cuidado con la cabeza de la chica!
Frances Busby, una formidable anciana, había sido la matrona de Wool por más de cuarenta años. Tenía una boca pequeña y apretada, llevaba un vestido gris llano, y nunca parecía tener un problema de decirle a Ruth todos sus defectos.
—Probablemente todavía estás de mal humor por esa maldita fiesta. No quiero oír ni una palabra al respecto o acerca de ese chico, Roger Cowl.
Ruth hizo todo lo posible para no hacer una mueca cuando volvió a su posición cerca de la cabeza de la chica. El nombre del chico era Roger Cole, no Roger Cowl, y a Ruth le había gustado durante años. Estaba dando una fiesta por Víspera de Año Nuevo en su departamento esa noche mientras sus padres estaban de vacaciones. Si Ruth hubiera estado libre para ir, probablemente hubiera tenido la oportunidad de hablar con él, o incluso bailar, pero estaba aquí en un sótano oscuro, dándole otro desafortunado niño al mundo.
Cogiendo coraje lo mejor que podía, porque la idea de tocar a la chica le parecía aborrecible, Ruth tomó la punta de la sábana manchada donde yacía la chica y la utilizó para limpiar con cuidado la frente sudorosa. Frances era por ahora, con toda su experiencia, muy eficiente en los partos de bebés. No pasó mucho tiempo antes de que el cuerpo de la niña se relajara, y Frances se enderezó a entregar un recién nacido a Ruth. Era sorprendemente ligero, y estaba muy quieto.
—No está llorando —dijo Ruth.
—¿Está respirando? —preguntó Frances sin mirar, secándose las manos en el delantal sucio.
Ruth lo sintió alrededor de las costillas del bebé, y acercó su oreja a la boca. Respiraba, pero estaba muy frío. Esto le preocupaba, porque ella nunca antes había tomado a un niño recién nacido que estuviera tan frío como él.
—Sí, creo, pero está congelado.
Frances se quitó el delantal y se lo entregó.
—Envuélvelo en esto, y dáselo a su madre. Déjala a ella decidir si quiere tenerlo o no. Tengo que ir a ver al resto de los chicos. Albert ha estado teniendo pesadillas, y Lucy ha estado escabulléndose de su cama...
Frances desapareció abruptamente por las escaleras crujientes, dejando a Ruth a solas con la chica extraña, que ahora estaba tranquila con su respiración ronca y superficial. Tenía sus ojos apagados fijados en el techo oscuro, pero parecía que ella no estuviera mirando del todo. Ruth envolvió al bebé suavemente en el delantal antes de acercarse a ella con cautela.
—Es un muchacho —dijo en voz baja, deteniéndose a unos pies de distancia de la cama de hierro. La chica no dijo nada, simplemente manteniendo sus ojos mal alineados en el techo. Ruth se acercó un poco más.
—¿Te gustaría cargarlo?
Por un largo momento la chica no respondió. Pero al final, comenzó a decir unas palabras,sin apartar los ojos del techo mientras hablaba. Su voz era baja, apenas un susurro.
—Espero... que se parezca a su papá.
Por la blancura de su rostro, y los leves temblores en su pequeño cuerpo, Ruth se dio cuenta de que la chica no estaba en condiciones de sostener al bebé.
—¿Estás bien cariño? ¿Necesitas que vaya por un doctor? La muchacha no respondió. —Voy a buscar un doctor —dijo Ruth, retrocediendo hacia las escaleras. — Vuelvo enseguida.
—¡Espera! La chica de repente tomó la parte de atrás de la falda de Ruth, sus ojos estaban espantosamente saltones. —¡Quédate...por favor!
Ruth vaciló. Después de todo, ¿Qué le debía a la chica? En ese momento, tomó el fibroso pelo negro de la muchacha que colgaba como algas podridas en ambos lados de su rostro demacrado y ahuecado. ¿De dónde había venido la chica? ¿Qué había pasado? Quizás había sido la forma desesperada de la chica para conectar con alguien, cualquiera, pero finalmente Ruth se suavizó. Se sentó en el borde de la cama.
—Estoy aquí. Me quedaré contigo.
La chica soltó un suspiro de alivio, y su férreo control aflojó mientras se dejó caer sobre la almohada.
—Debe llamarse Tom...por su padre. Marvolo...por parte mía. Tom Marvolo Riddle.
—Tom... Marvolo... Riddle —repitió Ruth con incertidumbre. Le sonaba como un nombre de un circo, y se preguntó por un momento si era de allí de donde pertenecía. —Sí... —respiraba la chica. Su mirada vidriosa se volvió al techo. Un largo silencio pasó antes de hablar de nuevo.
—Cuando era una niña, solía soñar con conocer a mi madre. Ella murió cuando yo era muy pequeña para recordarla. Tal vez ahora mi hijo crecerá, y algún día va a soñar con conocerme. Una lágrima se deslizó por su mejilla. Formó un rastro brillante a través de la película de mugre que cubría su rostro. —Nunca fui una chica hermosa. Nunca fui inteligente... pero amé a alguien. He conocido lo que es vivir por alguien más. ¿Es eso suficiente para decir que mi vida tuvo algún valor? Miró luego a Ruth con sus ahuecados ojos muertos. —lo que espero para él, para mi pequeño Tom.., es que haga grandes cosas. Que no esté condenado a vivir en rincones oscuros, como lo he hecho durante toda mi vida... Si hay algún poder en mi sangre, en la sangre de mi familia... que pase hacia él. Quizás lo ayude a crecer fuerte...
Se sentía en ese momento que la oscuridad de la habitación crecía un poco más, como si el aire mismo se contrajera ligeramente. La llama en la vela farfulló y bailó. Cuando Ruth miró a la chica, se sorprendió al ver que ella se había torcido, con los ojos frente a la vela. La llama débil se reflejaba en ellos como un fantasma. Ella pronunció ocho palabras más, y su voz fue más fría que el frío exterior. —...
-Puede que nunca le tema a la muerte.
Los ojos de la chica seguían mirando, pero después de unos cuantos latidos del corazón de Ruth, algo detrás de ellos se escabulló, dejándolos horriblemente vacíos. Todo lo que quedaba dentro eran las imágenes reflejadas por la llama bailando.
Ruth se sentó durante un largo rato, ahora sintiéndose vacía al igual que esos grandes ojos que la miraban fijamente. No fue hasta que la pequeña criatura en sus brazos hizo un pequeño sonido, algo entre un gemido y un silbido, que recordara al bebé. Se levantó de la cama y dio unos pasos hacia la luz de la vela en la mesa, meciéndolo en sus brazos mientras caminaba. A medida que la luz se derramaba sobre su pequeño rostro, el niño abrió los ojos, y Ruth se sorprendió al ver que estaban en calma, oscuros, e inteligentes. Ruth tocó con la punta de su dedo la pequeña mano del niño. —Hola, Tom.

45 años después
—Dale la vuelta.
En respuesta a la orden, que parecía haber venido del aire, un hombre con capucha y máscara obedientemente ingresó un pequeño anillo de luz en una oscura y húmeda habitación. Metió la punta de la bota de acero en las costillas de una anciana que estaba justo en el centro, cuya frágil forma estaba envuelta en chales andrajosos. Se dio la vuelta para mirar hacia arriba, tenía el rostro magullado y manchado de lágrimas mezcladas con pequeños riachuelos de sangre.
—Tengo poca paciencia para la desobediencia —continuó la voz. —O me dices ahora quién te contó la profecía, o me la dices más tarde, cuando tu familia esté colgada delante de ti, con sus ojos desgarrados desde sus cráneos para escapar de las visiones de dolor y muerte que impondré sobre ellos...
La anciana ahogó una tos estremecida.
—No lo sé —rogó, con las manos veteadas raspando contra las tablas pobres llenas de polvo. —Ya te lo dije, ¡una verdadera profecía no se escucha o detecta de ninguna forma que por la misma adivina!
De pronto, la mujer se elevó violentamente en al aire, como si una mano invisible le hubiera agarrado el cuello, pero la mano no era invisible. Era blanca y huesuda, y el hombre a quien pertenecía parecía haberse materializado de la nada. Era alto, musculoso y fuerte, y tenía aspecto de que había sido apuesto alguna vez, pero cuya fealdad finalmente había subido a la superficie. Su rostro estaba pálido, sus rasgos eran cerosos y distorsionados. El blanco de sus ojos estaban inyectados de sangre, y sus pupilas estaban rodeadas de rojo también.
—¡Quién se atreve a desafiarme tres veces! ¿Quién se atreve a interponerse en mi camino, yo, después de haber trascendido mucho más allá de los límites de la mortalidad? ¿¡Quién se ATREVE!?
—No puedo...
El hombre apretó con más fuerza alrededor del cuello de la vidente y por unos momentos, ella no podía hacer nada más que jadear en busca de aire. Entonces, justo cuando parecía que podría estar escapando, él la soltó. Ella cayó pesadamente al sueldo de espaldas. —¡Avada Kedavra! Con un destello de cegadora luz verde, la mujer no tembló más. Los otros en la habitación no se atrevieron a respirar.
Había muchos de ellos. Sus números parecían crecer más y más cada día. Se aferraron a los rincones más oscuros de la habitación como arañas, como si la oscuridad pudiera mantenerlos a salvo fuera del camino de quien los llevó (al que tanto amaban y temían). Cuando la tensión se hizo casi insoportable, uno de ellos se adelantó para hablar. No era el más alto, ni tampoco el más imponente (en realidad era un mando medio), pero fue un movimiento tan audaz que sólo alguien de alto rango se atrevería a hacerlo.
—Mi señor —dijo arrastrando las palabras untuosamente, —¿era enteramente prudente silenciarla? Nadie más con vida conoce la profecía. Por un fugaz momento, los ojos del pálido hombre parecían parpadear un color escarlata en la habitación en penumbra.
—Malfoy, siempre pensé que eras uno de mis Mortífagos más fieles. El sirviente pareció encogerse considerablemente.
—¿Mi señor? Su maestro presionó su pie descalzo a la cara de la adivina muerta, examinando su vacía mirada, con los ojos abiertos, sin rastro de piedad.
—Mi querido Abraxas, antes de desafiar mi lógica, o mi liderazgo, por favor ten en cuenta que eres tan descartable para mí como Madame Trelawney aquí. Malfoy se fundió en las sombras sin decir nada más. Los otros observaban con satisfacción codiciosa. —No importa, —continuó el hombre, pasando por encima del cuerpo de Trelawney. Se dirigió a la habitación en general. —Que ella estuviera diciendo la verdad. Ustedes ven, yo siempre sé cuándo me están mintiendo... Algunas de las formas alrededor de la habitación se movieron inquietas. —Todo va a ir como estaba previsto. Si alguien en Hogwarts, o en cualquier otro lugar se atreve a interferir en nuestro noble trabajo, tengan la seguridad de que van a rogar por la muerte mucho antes de que amablemente... se las proporcione.
Las dos últimas palabras quedaron suspendidas en el aire rancio con una terrible finalidad.
—Mi señor, ¿Quiere recuperar personalmente las piezas? —preguntó otra figura encapuchada. Su maestro se puso rígido con desdén.
—Lo haría, si no fuera por la interferencia de ese amante de asquerosa Sangre Sucia, Albus Dumbledore. Tengo a otros que harán mi voluntad, mortífagos más fieles que incluso tú, Grungbull. Sirvientes que pueden ocultarse con eficacia entre los lloriqueos, raspando a esos amantes de Muggles que enseñan en la Escuela de Hogwarts de Magia y Hechicería. Cruzó la habitación y abrió fuertemente las persianas de una ventana blandiendo su retorcida varita de tejo. Mirando hacia abajo sobre la multitud muggle en la plaza abarrotada debajo de él, con el rostro desencajado con disgusto. —Mi plan es infalible.
Con esas palabras, levantó la larga y torcida vara, y el cuerpo roto de la legendaria vidente se levantó del suelo como una marioneta macabra. Con el más mínimo gesto, lo lanzó a través de la ventana. Se giró en el aire como una muñeca de trapo por un momento o dos, y luego desapareció de la vista, cayendo hacia la plaza muggle de abajo.
—¡Morsmordre! Por encima de la plaza, un inmenso cráneo brillante apareció en chispas verdes, con una humeante serpiente espesa deslizándose grotescamente desde su boca. Antes de que los muggles gritaran en el caos de abajo y pudieran mirar hacia la ventana por donde el cuerpo había caído, el hombre y sus Mortífagos habían desaparecido.
Hasta aquí llega el primer capítulo, cualquier impresión al respecto me comentan.

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Last edited by Ronald-Weasley, Sep 5 2022 02:38:46

1508. goten,

lo malo es que no tiene continuación!

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1509. Ronald-Weasley,

Sí que tiene continuación xd, los demás capítulos los estaré publicando en otro sdías.

Score: +0

1510. Edmundo-Dantes,

la magia de Harry Potter es que te transporta a otra epoca atrás y deja a un lado la modernidad que hay ahora

Score: +0

1511. Teddy-Lupin ,

MENCANTA LAMAJIA MEGUSTARIA QUEDEBERDAD EXISTIERA ASIDEJAR DE SER MUGGLE

Score: +0

1512. goten,

naa, yo me refería a que la saga no tiene continuación, solo publicaron el primer libro

Score: +0

1513. kirito,

Para mi la magia está bien, supongo. Pero no, no querría dejar de vivir en el mundo humano e ir a Hogwarts.
No entiendo porqué alguien querría.

Score: +0

1514. Ronald-Weasley,

Como este es un fan fic cortico, y que está publicado hace bastante tiempo, subiré los capítulos con poco tiempo de diferencia, el que me permitan mis otras actividades. Aquí está. el segundo capítulo de James Potter, un hermoso bastardo.
Capítulo 2
La Varita escoge al Mago
Una brisa de verano agitaba las hojas de los robles que bordean un camino rural estrecho en un lugar llamado el Valle de Godric. Pasaba por el cabello oscuro y descuidado de un niño con gafas de once años de edad, quien esperaba pacientemente en el porche de una casa de campo blanca. Miraba fijamente hacia el cielo sin nubes, con las manos apretadas contra su frente para dar sombra a sus ojos color avellana de la brillante luz del sol mañanero.
Cada mañana, durante las últimas dos semanas, había tomado este lugar en el porche, entrecerrando los ojos por el más mínimo movimiento de las alas en el cielo veraniego. Por una parte se sentía del todo seguro de que lo que estaba esperando arribaría en cualquier momento, pero por otra parte no estaba tan seguro. ¿Y si la carta nunca llega? ¿Y si hubiera sido un error, y el fuera realmente un Squib? Con una sacudida en el estómago, se imaginó una carta en manos de su padre, informándole que lamentablemente su hijo no poseía ninguna habilidad mágica, mientras que su madre sollozaba en el fondo. ¿Qué podría hacer un Squib dentro de un mundo lleno de otras personas que poseen una habilidad que impregnaba cada parte de su existencia... un poder que a él le faltaba?
En ese momento, una mancha oscura apareció a lo lejos en el cielo por encima de la casa de la Sra. Bagshot. El corazón que latía con fuerza contra las costillas del muchacho de pronto saltó a la garganta. Era una lechuza de correo, y venía directamente hacia él. Creció más y más, hasta que finalmente estuvo lo suficientemente cerca para abatirse sobre su cabeza y soltar un sobre pesado en sus manos extendidas.
Al Sr. James Potter Número 11, Calle Hartford Valle de Godric, Glamorgan Sur, Gales.
Con manos temblorosas, rasgó el sobre y siguió leyendo.
ESCUELA DE HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA ————————//———————— Director: ALBUS DUMBLEDORE (Orden de Merlín, Primera Clase, Gran Hechicero, Jefe de Magos, Jefe Supremo, Confederación Internacional de Magos).
Querido Sr.Potter, Tenemos el placer de informarle que usted ha sido aceptado en la Escuela de Hogwarts de Magia y Hechicería. Se adjunta una lista de todos los libros y el equipo necesario. Las clases comienzan el 1 de Septiembre. Esperamos su lechuza a más tardar el 31 de Julio.
Atentamente, Minerva McGonagall
Directora Adjunta.
Un enorme alivio inundó a James mientras leía la tinta verde esmeralda, una vez, dos veces, luego tres veces para asegurarse de que lo que estaba leyendo era real y absoluto... que era, de hecho, un mago. Una mano aterrizó suavemente en su hombro, haciéndole saltar. Concentrado leyendo la carta y la lista de materiales, James no vio ni oyó al hombre, que se parecía tanto a él, unírsele en el sombreado porche.
—Felicitaciones, James —su cálida sonrisa emanaba orgullo.
Por un momento, James no podía recordar dónde encontrar su voz. Su padre había estado tan ocupado, yéndose al Ministerio antes del amanecer y regresando a casa tarde en la noche. No había esperado que él estuviera ya en casa.
—¿Significa esto que podemos ir al Callejón Diagon? —preguntó finalmente.
—Tendrás que preguntar a tu madre, pero entre tú y yo no creo que sea difícil convencerla... —se inclinó, y agregó con complicidad —los chicos de Wimbourne Wasp están haciendo un lavado de escobas de caridad hoy para apoyar a San Mungo. Tal vez podrías mencionárselo. —con un guiño, le revolvió el pelo a James y empezó a bajar los escalones de la entrada. James le siguió.
—¿Vendrías si esperamos hasta el fin de semana?
—Ojalá pudiera. Cuando su padre se giró, James vio el cansancio en su rostro. — Infortunadamente, el Ministro necesita de todos nosotros cada día de esta semana. Ese mago al que hemos estado siguiendo ha matado a otra víctima. Aurores siguen desapareciendo... necesitan apoyo de nuestro departamento. —se puso repentinamente tenso. —Hazme un favor James... Por favor no le digas a tu madre que te conté sobre eso.
James sabía que no debía presionar sobre el tema, pero su curiosidad fue más grande.
-¿Cómo se llama?
Por un momento, pareció que su padre respondería, pero luego tragó saliva, ajustando sus gafas sobre su larga y delgada nariz.
—Es mejor no hablar de eso —respondió lacónicamente, cruzando la ruta hacia la estrecha calle. —Ni siquiera debería habértelo dicho. Tu madre me cortaría la cabeza por eso. —vaciló con una mano en la puerta, al ver la decepción en el rostro de James. —No pienses en eso, Hobs. No hoy, de todos los días.
"Hobs" era el apodo que su padre le decía a James, por el legendario jugador de Quidditch Marek Hobson. Era una cosa que James sentía que tenía realmente en común con su padre... su amor por el deporte mágico.
—Felicidades por tu carta, James. Tú sabes que estamos muy orgullosos de ti. Y antes de que James pudiera contestar, dio un paso fuera de la puerta y se desapareció con un leve chasquido.
Mirando detrás de él, James todavía no podía dejar de estar curioso por el mago oscuro. Entonces, se acordó de la carta en la mano. Con una amplia sonrisa, corrió hacia adentro. La cocina de los Potter era estrecha pero acogedora. El leve aroma a galletas de azúcar siempre estaba en el aire, mezclado con el aroma picante de pociones. La madre de James estaba en el mostrador leyendo la última edición de Corazón de Bruja, la varita se movía perezosamente sobre los platos haciendo que se lavaran a sí mismos. Llevaba ropas de azul oscuro con un delantal de colores sobre la parte superior, y su cabello oscuro estaba recogido en un moño desordenado. Cerca de allí, un lindo pastor alemán estaba tendido sobre el suelo, mirando flojamente hacia el patio trasero a través de la mampara por signos de gnomos de jardín.
—¡Mamá! —James gritó desde el final del pasillo, patinando hasta detenerse en la pequeña cocina. —¡Mamá! ¡Tengo mi carta de Hogwarts! ¿Podemos ir al Callejón Diagon?
Su madre dejó caer la revista sobre el mostrador, mirando tan orgullosa como lo había hecho su marido momentos antes.
—¿Ya es tiempo? Bueno Merlín —dijo, dirigiéndose al perro por la ventana — ahora supongo que sabemos qué ha estado haciendo todas las mañanas durante las últimas dos semanas.
—Entonces, ¿Podemos ir? —preguntó James esperanzado, abriendo la puerta trasera para que Merlín pudiera salir. Luego, casi en voz baja, añadió —Escuché que los Wimbourne Wasps están haciendo un lavado de escobas caritativo para San Mungo...
Los platos que se lavaban a sí mismos en el fregadero se derrumbaron con estrépito discordante.
—¿Qué es eso ahora?
James se encogió de hombros, tratando de no sonreír.
—Sólo pensé que te gustaría saberlo.
—O tu padre pensó que me gustaría —dijo con arrogancia, desatándose su delantal. —Bueno, justo pasa, Sr. Potter, que tengo que ir al Callejón Diagon por algunas babosas cornudas y moco de gusarajo para terminar ese proyecto de relajación para tu padre, no porque me gustaría ver la técnica de vuelo... James alzó las cejas. —...de Ludo Bagman —terminó con delicadeza.
Dejó caer el delantal en la parte posterior de una de las sillas en la mesa de la cocina. Estaba llena de copias antiguas de Corazón de Bruja y cupones para ojos de escarabajo, garras de águila y un montón de otros ingredientes que aparecían en el Profeta. En la portada del periódico había una fotografía en blanco y negro y de un cráneo verde brillante con una serpiente deslizándose por la boca. Sintiendo que los ojos de James estaban sobre esta, le dio la vuelta.
—Entonces, ¿Qué hay en la lista de compras?
James desplegó el pequeño trozo de papel que acompañaba su carta.
—Tres conjuntos de trajes, un sombrero, un par de guantes de protección, una capa de invierno, una varita, un caldero, un frasco de vidrio o cristal, un telescopio, una báscula de cobre, y... un búho, gato, rata o un sapo.
—No han cambiado los materiales en la lista de primer año desde que yo era estudiante de Hogwarts —dijo ella, hurgando en las filas de botellas multicolores en el estante encima del fregadero. —Y, por cierto, buen intento jovencito, pero sé que la lista dice que puedes llevar un búho, gato, rata o un sapo, no que es necesario.
—Pero Mamá, ¿No crees que soy lo suficientemente mayor para tener mi propia lechuza?
—¿Qué hay de malo con Bard?
James frunció el ceño. Bard era el orejudo viejo búho malhumorado de su padre, cuyas orejas motudas parecían enormes cejas peludas y siempre parecían estar caídas, y quien, en más de una ocasión, casi había arrancado uno de los dedos de James. Si Bard iba a llevar cartas entre James y sus padres durante su estancia en Hogwarts, entonces sin duda iba a necesitar sus nuevos guantes de protección.
—No hay nada malo con Bard —dijo James rápidamente, lanzando una mirada cautelosa hacia el rincón oscuro donde Bard dormía durante el día. Estaba inquieto al ver que la lechuza grande, fea y de ojos amarillos estaba mirando en su dirección. —Me gustaría mi propia lechuza algún día, eso es todo...
—Y quizás algún día tengas una —dijo su madre, buscando un saco de pálido polvo verde detrás de una gran jarra de jugo Horklump —pero por ahora, tú y Bard tendrán que llevarse bien. —dijo, poniendo un puñado de polvo en la mano de James. —Aquí tienes, asegúrate de hablar con claridad esta vez. No quiero que termines en la sala de estar de Batty de nuevo. Voy justo detrás de ti, ¡Sólo tengo que buscar los palos de escoba de la familia! —ella salió corriendo de la habitación.
—Me alegra ver que estás apoyando a San Mungo, Mamá —murmuró James para sí mismo. Bard chasqueó su pico con impaciencia. —¡Ya sé, ya sé! ¡Ya voy! -James chasqueó, extendiendo el puñado de polvos Flu para verlos. —Tal vez si eres bueno conmigo, te conseguiré unos ratones de azúcar... Bard levantó sus plumas imponente y se volvió hacia la pared. Después de cierta consideración, añadió un grito suave.
—Eso es lo que pensaba —dijo James, metiendo su carta y la lista de materiales en el bolsillo de atrás. Una sonrisa se dibujó en su rostro. —Será mejor que tengas cuidado, si eres malo conmigo, no me importa lo que diga Mamá... ¡la próxima vez volveré con un gato!
Bard le lanzó una mirada furiosa y enojada, pero James ya no lo miraba. Cuando arrojó los polvos Flu en la chimenea, ya sentía su ánimo elevándose. Apretó la carta en el bolsillo, sólo para asegurarse una vez más de que estaba realmente ahí. Que era suya. Cuando entró en el fuego, sintió una oleada de emoción y calidez creciente que no tenía nada que ver con la llama esmeralda que lo llevaba al Callejón Diagon. Él iba a ir a la Escuela de Hogwarts de Magia y Hechicería a aprender magia, al igual que sus padres.., y él no era un Squib.
—¿Estás seguro que sabes dónde vas?
—Sí, mamá, lo prometo.
La madre de James le dio una mirada contemplativa antes de entregarle un pequeño pero pesado saco de dinero mágico que acababan de recoger de Gringotts, el banco de los magos.
—Entonces ten cuidado y recuerda: no aceptes hechizos o pociones de extraños, no importa lo bien que parezca. —dijo recogiendo las dos escobas de la familia. —Ah, ¡Y más te vale no gastar esos galeones en nada que no esté en la lista que tienes en la mano! Si llegas a casa con algo de Eeylops o de la casa de las fieras mágicas, no me importa si se trata de una lechuza, rata gato, murciélago, puffskein o una mosca, ¡la enviaré de vuelta! ¡Y por nada del mundo vayas al callejón Knockturn!
Después de una mirada de advertencia, finalmente se separaron, y James empezó a emprender vuelo por la concurrida calle adoquinada. Nunca se le había permitido explorar el callejón Diagon solo, y había unos cuantos lugares que quería ver antes de dedicarse a sus compras escolares. No pasó mucho tiempo antes de que entregara 2 sickles de plata a un vendedor ambulante por un gran helado de regaliz negro y arándanos. Bajo la sombra de los muchos toldos multicolores, sorbió su helado y vagó por el largo tramo de escaparates. Algunos tenían vitrinas elaboradas (hizo una pausa durante un largo rato delante de la tienda de Quidditch, donde se mostraba la nueva escoba Pegasus 15). Otras parecían estar oscuras y sucias (el único indicio de que algo pasaba dentro de una tienda era una espesa nube de humo maloliente saliendo por la rendija de la puerta).
Era difícil resistirse a la tentación de gastar dinero en cosas que no fueran para la escuela, sobre todo después de que vio un paquete de pastillas fétidas auto—detonantes por solo 4 knuts de bronce, pero después de haber terminado su helado, James se obligó a desplegar su lista de materiales escolares. En primer lugar, compró un conjunto de frascos de vidrio y un kit para primerizos en el boticario, donde no podía estar más de un par de minutos a causa de los humos abrumadores. A continuación, se compró un conjunto de balanzas de bronce, guantes de piel de dragón, y un telescopio en Equipamiento Mágico para Sabiondos. La pila de paquetes en los brazos de James se hizo cada vez más alta, y para cuando compró su gran caldero de peltre de la Tienda de Calderos, llevaba una pila tan alta que cuando llegó a la tienda de túnicas no podía ver por encima de la pila demasiado alta. Afortunadamente, después de que se equipara con su uniforme escolar, la tendera, una vieja bruja llamada Madame Malkin, colocó un encanto de elevación en sus compras. Cuando James salió de la tienda, todo lo que tenía que hacer era aferrarse a las cuerdas de los paquetes de papel marrón como si fueran enormes globos.
Con sus globos en la mano, James se dirigió a la librería Flourish y Blotts. Al entrar, se sorprendió de encontrarla llena de libros apilados hasta el techo de distinta forma, tamaño y color. Tenía que haber miles, sino millones de libros amontonados en casi todos los espacios abiertos entre el suelo y el techo, que estaba envuelto en la oscuridad muy por encima. Había sólo unos pocos pasillos estrechos entre las estanterías. Con miedo a aventurarse más lejos y además de soltar las cuerdas de sus paquetes por temor a que flotaran hacia el techo, James decidió esperar al dueño de la tienda que estaba cercano al mostrador. Pasaron varios minutos antes de que un hombro brusco y hostil se materializara.
— Otro más —dijo arrancándole la lista de la mano libre de James. —Pareciera que hay más como tú cada año... quédate aquí. No te muevas, no toques nada. —el hombre se fue arrastrando los pies hacia las profundidades de la tienda, dejando a James solo en el mostrador nuevamente.
Fue entonces cuando un niño estirado con elegante cabello blanco—rubio entró a la tienda. Era alto, probablemente estaba en su sexto o séptimo año en Hogwarts. Fue seguido por una versión más antigua de sí mismo, con una barba puntiaguda, por lo que James solo podía suponer que era su padre. No pudo evitar mirarlos a ambos. Estaban vestidos con túnicas negras finamente adaptadas, con brillantes bordados verde en el pecho y cierres de plata bajo la barbilla. Se comportaban como reyes, y miraron con evidente desdén por encima del hombro hacia el suelo polvoriento y encimeras. El niño pasó el dedo por el mostrador y bajó la mirada hacia él como si fuera algo que pudiera encontrar en la parte inferior de su zapato.
—Asqueroso. Su padre asintió con la cabeza.
—Toda la razón Lucius, nada como Spine Binders en el Callejón Knockturn — olisqueó con desagrado. —No hay nadie a la vista. ¿A qué ha llegado el mundo cuando la familia más rica y de sangre pura en toda Gran Bretaña tiene que esperar por servicio?
James habló antes de que pudiera detenerse.
—El dueño de la tienda me está ayudando en este momento.
Los dos hombres parecían desconcertados. Ninguno de los dos parecía haberse dado cuenta de James hasta ese momento.
—Oh, ¿Lo está haciendo ahora? —el mayor de los dos dijo con voz sedosa. — Eso se puede remediar.
Agitó su delgada varita negra, y un suave tono de timbre resonó en todo el espacio cavernoso. A lo lejos, en la distancia, en lo que podría haber sido la parte trasera de la tienda, había un ruido sordo. Sonaba sospechosamente para James como una pila de libros de texto de primer año de Hogwarts que golpeaban el suelo. El viejo tendero llegó disparado de nuevo hacia el mostrador, parándose al lado y jadeando.
—Sí, Sr. Malfoy, señor —escupió —¿En qué puedo ayudarle?
—¡Qué pasó con mis libros! —dijo James indignado.
—¡No me importa! —siseó el tendero por la comisura de su boca. —¡Espera tu turno!
Sabiendo que no había nada más que hacer que esperar, James escuchó al Sr. Malfoy y a Lucius mencionar con voz rasposa sobre los libros que andaban buscando, y en qué estado se esperaba que estuvieran. El comerciante desapareció en las profundidades de la tienda una vez más, y James, al darse cuenta de que no quería estar solo con los Malfoy, decidió correr el riesgo de aventurarse por su cuenta.
Flourish y Blotts, que era lo suficientemente impresionante desde el mostrador de la recepción, era aún más grande de lo que James había pensado inicialmente. Había secciones sobre todos los temas imaginables, desde Hechizos diarios hasta Encogiendo cabezas. Había libros que zumbaban, temblaban, cantaban, bailaban e incluso hacían tap en el estante para llamar la atención. A pesar de un libro que hizo brotar un brazo y se arrastraba tras él, suplicando para ser leído, James se sintió atraído por una sección en un rincón oscuro. La repisa parecía bastante abandonada. Estaba envuelta en telarañas, y cada pulgada estaba cubierta por una gruesa capa de polvo. El título de la sección estaba grabado en un panel de latón deslustrado clavado en el estante superior.
Mitos y Leyendas
James pasó sus dedos a través de los lomos en el estante, levantando pequeñas nubes de polvo. Leyó los títulos a su paso: Presagios de Muerte: Qué hay que hacer cuando viene lo peor. La leyenda de los hermanos Peverell. El Legado del Rey Macedonio. Las piedras perdidas de Númenor.
—¿Qué parte de no tocar nada no fue claro para ti? James casi saltó de su piel.
—Yo... lo siento —tartamudeó.
El tendero se mordió la lengua con impaciencia por un momento, y luego le hizo un gesto apuntando.
—Esas secciones no son para estudiantes de primer año. Es mejor que olvides lo que vistes allí. Cuando llegaron al frente de la recepción, dejó caer una pila de libros sobre el mostrador. Estaban nuevos, pero desgastados, como si hubieran estado en el suelo.
—Sus libros —gruñó.
—Er... gracias —dijo James, entregándole el dinero. Puso la pila de libros en su caldero. —¿Quiénes eran esos 2 hombres?
El tendero inspeccionó a James con un ojo calculador que le recordaba un poco a Bard.
—Ese era el Sr. Abraxas Malfoy, uno de los hombres más ricos y poderosos del país. ¿Recuerda la renuncia de Bobby Leach? ¿Hace un par de años? Malfoy y algunos de sus amigos estaban detrás de él. Algunos dicen que él era el cerebro detrás de todo. Nunca se sintió bien con ellos de tener un Ministerio de Magia que fuera nacido de muggles... El chico que iba con él, era su hijo, Lucius. Irá a sexto año en Hogwarts este otoño. Confía en mí, harías bien en evitarlos. Las cosas malas tienden a ocurrir alrededor de los Malfoy.
James sintió que sus mejillas se ponían calientes. Ya se las había arreglado para estar en el lado incorrecto.
—¿Qué tipo de cosas? —preguntó.
—A menos que quieras averiguarlo por ti mismo, te sugiero que dejes de hacer preguntas —el tendero se quedó mirando fijamente a James, dejando claro que la conversación había terminado.
Con la esperanza de que Hogwarts fuera lo suficientemente grande como para no volver a ver a Lucius Malfoy de nuevo, James dio las gracias al dueño de la tienda y salió por la puerta. Una vez que estaba de vuelta en la calle soleada, James se sintió mucho mejor. Tras comprobar su lista, vio que sólo había un elemento que le quedaba por comprar: una varita. Había dejado a propósito esto para el final, porque había algo entre maravilloso y terrorífico al comprar una varita. De hecho, alguna pequeña parte de él aún temía que pudiera probar cada varita en la tienda hasta que el propietario finalmente lo echara, diciéndole que enfrentara el hecho de que él no era un mago. Con ese horrible pensamiento negándose a desaparecer, James se dirigió a una humilde tienda debajo de un cartel decolorado de aspecto antiguo.
OLLIVANDERS Fabricantes de varitas mágicas desde 382 A.C.
James reprimió una tos cuando entró en la habitación estrecha, en mal estado. Ya había una familia de magos hablando con el dueño de la tienda, pero se sintió aliviado al ver que no eran los Malfoy. Contento por la oportunidad de descansar sus pies, se sentó en una silla junto a la ventana. En el mostrador había un pequeño muchacho de cara redonda. Tenía el pelo rubio, una nariz puntiaguda y ojos llorosos y parecía de la edad de James. Estaba bailando con ansiedad de un pie a otro, lo que en un principio le dio la impresión a James de que tenía que ir al baño desesperadamente, pero pronto se hizo evidente que el chico estaba angustiado por la terrible experiencia de encontrar una varita adecuada. Su madre parecía no darse cuenta de esto en lo absoluto. Ella tenía sus manos ocupadas, tratando de controlar a una niña en medio de una rabieta salvaje. El Sr. Ollivander le entregó al muchacho otra varita.
—Está bien, está todo bien jovencito, ¡ahora prueba esta otra!
Las palabras del anciano no parecieron animar al chico de aspecto asustado. Su pequeña mano regordeta vaciló harto, James se preguntó cómo pudo mantener el control de la varita. Su madre asintió con impaciencia hacia él, mientras trataba de consolar a la chica que gritaba.
—¡Quiero un helado de Fortescue's! —se lamentó.
—Y lo tendrás querida —susurró la madre —justo después de que Petey encuentre una varita.
—¡Pero ya ha probado setenta y seis ya! —la niña sollozaba. —¡Vamos a estar aquí para siempre!
El niño agitó la varita débilmente, y de repente, el vidrio en el panel junto a James se hizo añicos. Se agachó y cubrió su cabeza para evitar heridas producidas por los fragmentos que caían.
—¡Vez! ¡Setenta y siete! —chilló la chica.
El Sr. Ollivander apresuradamente tomó la varita del chico de ojos acuosos, quien parecía estar a punto de desmayarse, y lanzarse a sí mismo hacia la ventana rota. —Reparo —murmuró. Todos los vidrios volaron de vuelta su lugar y un momento después, parecía estar casi igual a como estaba antes. Se dio cuenta de James.
—Oh, hola, ¿estás bien?
James bajó las manos para ver al anciano mirando en su dirección con los ojos anchos como lunas pálidas.
—Sí, estoy bien, gracias.
—Bueno —dijo el hombre, prácticamente gritando para hacerse oír por encima de la chica gritona, quién había iniciado una especialmente buena ráfaga de volumen. —Me temo que voy a tener que pedirle que espere hasta que encontremos una varita para este joven —dijo, entregándole otra al niño tembloroso. —Castaño, nueve pulgadas y cuarto, frágil, con un núcleo de corazón de dragón. Agítala un poco más suave esta vez.
El chico agitó levemente la varita, y todos a la vez se quedaron en silencio. La niña se había quedado inexplicablemente muda, aunque su boca todavía se estaba moviendo en un claro grito.
—¡Bueno, eso está mucho mejor! —respiró el Sr. Ollivander. —Creo que esta varita te ha elegido, joven.
Mientras su madre pagaba la varita, el chico se acercó a James.
—Lo siento por la rabieta —hizo un gesto hacia su hermana, que ya estaba comenzando a recuperarse tras ser silenciada. —¿También es tu primer año en Hogwarts?
James asintió.
—Sí, mi nombre es James, James Potter —extendió su mano, que el chico sacudió con una palma ligeramente sudorosa.
—Petey... quiero decir, Peter... Pettigrew. Oye, ¿dónde están tus padres?
James quedó ligeramente ofendido. Desde luego, se sentía lo suficientemente mayor para hacer sus propias compras.
—Mi papá está en el trabajo, y mi madre está buscando ingredientes de pociones —dijo rotundamente, decidiendo que era mejor no hablar de que estaba echando una buena mirada a Ludo Bagman y el resto de los miembros de las Avispas de Wimbourne.
—Oh —dijo Peter, ahora pareciendo muy impresionado de que James estuviera haciendo las compras solo. —¿A qué casa esperas entrar?
James no vaciló con su respuesta. Había cuatro casas en Hogwarts. Los estudiantes eran sorteados al llegar, en base a sus rasgos más fuertes.
—Gryffindor —dijo rápidamente. Los padres de James habían sido Gryffindors, junto con toda su familia hacia atrás tanto como él sabía. Gryffindor se decía ser valiente por encima de todo. Mientras pensaba en ello, una nueva inquietud se deslizó en su estómago. ¿Iba a ser lo suficientemente valiente como para ser elegido para Gryffindor?
—Petey, hora de irse —la madre de Peter ya estaba a medio camino hacia la puerta, con su hermana pequeña a sus talones.
—Nos vemos en Hogwarts —dijo Peter con un pequeño encogimiento de hombros. Él se alejó rápidamente para alcanzar a su familia. James vio cómo se iban, pero luego sintió una sensación extraña a su espalda. Se volvió para encontrar al Sr. Ollivander mirándolo profundamente con sus ojos anchos que parecían orbes.
—Tú debes ser James Potter —dijo finalmente.
—Sí, lo soy —dijo James, acercándose al alto mostrador. Todavía estaba lleno de cajas y varitas de Peter. —¿Cómo usted... ?¿Me escuchó presentarme a... ?
—No —respondió el Sr. Ollivander de forma casual, dando un paso para estrechar su mano. —Reconocí tu cara. Tienes la mirada de tu padre, Benjamín, pero con el pelo oscuro. También tienes la sonrisa de Stella. Me parece recordar que su varita era bastante inusual, un núcleo de pelo tomado de la cola de un centauro. No es típico de los centauros entregar pelos de la cola para la confección de varitas.
Eso era nuevo para James. Antes de que tuviera tiempo de preguntarse o preguntar sobre ello, el Sr. Ollivander extrajo una larga cinta de medir con marcas plateadas.
—¿Con qué brazo utiliza la varita?
—Er...
—Mantenga ambos brazos en alto, déjeme ver.
Sintiéndose tonto, James lo hizo, y el Sr. Ollivander tomó cada mano y se quedó mirando fijamente. Finalmente detectó algo que James ciertamente no, levantó la mirada con un destello brillante en los ojos y dijo.
—Izquierda.
—¿Izquierda? Pero yo soy diestro.
—Izquierda, Sr. Potter, izquierda. Quién sabe por qué, estas cosas nunca han sido claras para nosotros que estudiamos el arte de la confección de varitas, pero estoy seguro de eso. Debe usar su varita con la mano izquierda.
—¿Cómo puede saberlo? —preguntó James.
—Secretos comerciales señor Potter, ahora extienda su brazo.
James, obediente, extendió el brazo izquierdo, y el Sr. Ollivander comenzó a medir desde el hombro hasta los dedos, luego desde la muñeca al codo, hombro al piso y rodilla hasta axila. A medida que el fabricante de varitas se trasladó a medir la nuca y la circunferencia alrededor de su cabeza, James miró fijamente su mano izquierda. Desde luego, no podía ver nada diferente al respecto. El Sr. Ollivander estaba asintiendo vagamente.
—Sí... sí... déjame ver... Dejó la cinta para continuar midiendo por sí solo, y comenzó a hurgar detrás del mostrador, en la trastienda.
—Utilizamos típicamente sólo pelos de unicornio, plumas de la cola de un fénix, y las fibras del corazón de los dragones en nuestras varitas aquí —dijo. — Hay otras aquí en esta tienda, como la de tu madre, pero, bueno, digamos que pueden ser un poco temperamentales, tal vez incluso volátiles. Por otra parte, algunas personas prefieren eso en una varita. Él salió con los brazos cargados de cajas, las depositó sobre el mostrador junto a la pila de Peter dejada atrás. —Ahora, veamos, la varita de tu padre es acebo, por lo que no me sorprendería que sea lo mismo para ti... oh, eso es suficiente, por cierto.
La cinta de medir parecía estar teniendo un ataque, y ahora estaba atándose en nudos alrededor de los tobillos de James. El Sr. Ollivander agitó su varita y cayó al suelo en un montón enredado.
—Demasiados estudiantes en esta semana han estado comprando varitas, me atrevo a decir que se ha sentido el exceso de trabajo —dijo el Sr. Ollivander con tristeza.
Sacó una oscura y bonita varita desde una caja en la pila y se la dio a James.
—Ahora, aquí tienes un buen modelo de acebo y cola de fénix, once pulgadas, agradable y flexible.
Temiendo que pudiera romper la ventana como lo hizo Peter, James cerró sus ojos y agitó la varita tan suavemente como pudo. No hubo estrépito. De hecho, ni siquiera hubo un bump o un pop. James abrió sus ojos. Por lo que él podía decir, nada había pasado. La única cosa que parecía haber cambiado era la expresión del rostro del Sr. Ollivander.
—Esta ha sido la primera vez en todos mis años en esta tienda... y confía en mí, han sido muchos... que absolutamente nada sucedió cuando alguien ondeaba una varita. Miró con curiosidad a James, lo que hizo que se sintiera muy incómodo.
—Entonces, ¿eso significa que debo comprarla? —preguntó vacilante, deseando que el Sr. Ollivander apartara la mirada.
—Por lo general, una varita responderá si es provocada. Sí, te elijo, o sí, te dejaré usarme, aunque no estoy lista para un compromiso a largo plazo. Tal vez incluso no, ¡bájame antes de que convierta tu sangre en vinagre! La varita elige al mago, verá. Algunas de estas reacciones pueden ser muy ligeras, casi imposible de detectar por cualquiera excepto aquellos que tienen la mano y los sentidos entrenados, pero esto es muy raro en realidad... en todos mis años, nunca había visto una varita que no reaccionara...
Tomó la varita de vuelta y la observó de cerca. James comenzó a entrar en pánico. ¿Significaba que sus terribles miedos se hacían realidad? ¿Él no era un mago?
—Me acuerdo de tu hermano —dijo el Sr. Ollivander finalmente. Era tan absurdo, James olvidó su pánico. Estaba a punto de responder que él no tenía un hermano, pero el Sr. Ollivander habló nuevamente, y se hizo evidente que no estaba hablando a James. Le estaba hablando a la varita. —Wayward, equivocada —el Sr. Ollivander asintió, con el ceño fruncido. Se detuvo por un momento, como si estuviera escuchando. —Con paciencia, puedo ver, pero ¿para qué? ¿Para quién? A continuación, el Sr. Ollivander miró agudamente a James cogiéndolo con la guardia baja. Su mirada era dura, como si estuviera tratando de resolver un rompecabezas de algún tipo. Justo cuando James no aguantaría ni un segundo más, el Sr. Ollivander guardó la varita dentro de la caja. Guardó la caja profundamente en un rincón oscuro de una esquina. No la mencionó nuevamente, y James sabía que no debía preguntar.
Cada una de las siguientes varitas provocó un resultado cuando fue agitada. Después de volar la caja registradora (resultando en una lluvia de oro y plata por los sickles y galeones), desaparecer el pelo del Sr. Ollivander (que no tenía mucho desde un comienzo) y convertir las flores del mostrador en arañas del porte de tazas de té (escaparon a través de la rendija de la puerta), ninguna varita parecía "elegirlo" como el Sr. Ollivander dijo que harían. El montón de varitas desechadas seguía creciendo, y pronto fue casi del tamaño de la pila de Peter.
Frustrado, James agitó la siguiente varita que el Sr. Ollivander le dio mucho más fuerte de lo que debería haber hecho. Con una explosión, cada caja de la tienda salió volando de los estantes, fuera de los armarios y desde sus interiores. Cayeron al suelo y varias varitas rodaron en todas partes.
James se preparó para que el Sr. Ollivander se enojara, pero entonces vio que el viejo no estaba ni siquiera mirándolo. —¿Qué es esto? —el Sr. Ollivander reflexionó, metiendo la mano en las profundidades de la alcoba que tenía detrás de él. Sacó una larga y delgada caja de color carmesí. —Parece que esta fue la única varita que quedó. Sopló la caja con fuerza en la parte superior, y una pequeña nube de polvo se disipó. James notó por el rabillo del ojo que en realidad no era la única varita que había quedado. La caja que contenía la varita de acebo y cola de Fénix seguía exactamente donde el Sr. Ollivander la había dejado de forma segura. —Caoba, 11 pulgadas, plegable... buena para transformaciones, de la hebra de un corazón de ciervo. Un núcleo extraño, pero de nuevo, los núcleos extraños parecen servir en tu familia. ¿Por qué no darle una oportunidad?
Cuando el Sr. Ollivander puso la varita en su mano, James sintió una oleada de calor dorado diseminado de sus dedos a través de su palma. Corrió a través de su brazo, pasando su hombro y hasta el pecho, donde se reunió con fuerza. Incluso la atmósfera en la sala parecía haber cambiado, como si la luz que entraba por los cristales de las ventanas polvorientas fuera de repente más brillante.
—Creo que... hemos encontrado un ganador —dijo el Sr. Ollivander, pareciendo impresionado. —Parecía que la tienda se impacientó y decidió mostrarnos cual varita era la suya. Ciertamente, no es la primera vez que han pasado cosas curiosas aquí, y dudo que sea la última... Esbozó una sonrisa torcida, que parecía ser divertida ante una especie de broma privada que nada significaba para el beneficio de James.
James pagó rápidamente la varita y reunió sus otros paquetes (que comenzaban a hundirse cada vez más a medida que el encanto se disipaba). Dio las gracias al Sr. Ollivander, y aun sintiendo la mirada penetrante de sus ojos en forma de lunas en la espalda, encontró cuidadosamente su camino hacia la puerta a través del desorden de varitas que saturaban el suelo.
Mientras corría a través de la multitud de la plaza principal para encontrar a su madre, sus pensamientos se quedaron en la varita de acebo y la cola de fénix. Se preguntó por qué tan curiosamente no hizo nada, qué es lo que estaba esperando, y si su destino, posiblemente, podría estar relacionado con el suyo.

Score: +1

1515. Sam-Weasley ,

como dije no he terminado los libros y menos las películas, pero hasta donde voy, (y aclaro es mi opinión personal) el romance entre Harry y Ginny me parece un tanto forzado. no sé, siento que como que de la nada le empezó a gustar, es como: "de pronto me siento celoso, rayos". que igual tal vez cuando te gusta alguien no hay tanta explicación, pero no sé.
listo, sólo quería decir eso jaja.

Score: +0

1516. kirito,

Na, hay detalles en varios libros, pero son fáciles de pasar por alto. Solo se pillan en segunda o tercera relectura, o si uno presta atención en todo momento.
Y si, a veces simplemente pasa así de repente. Aunque esa es una queja frecuente, el poco tiempo que se le da al desarrollo de la pareja en libros posteriores, pero bueno, Harry Potter no es un libro sobre romance.

Score: +0

1517. r-althor,

dejar lo que tenemos en 2022 por ir a Hogwarts? na, paso.
pd: potter is not dead tiene algunos fics bastante interesantes donde se mezcla en cierta medida la tecnología actual con la magia.

Score: +0

1518. goten,

yo si lo haría, lo primero que sería salirme de todos los grupos de whats app

Score: +0

1519. kirito,

Puedes hacerlo sin ir al mundo mágico.

Score: +0

1520. goten,

see pero si hago eso estaría aburrido xd

Score: +0

1521. kirito,

tonces no te quejes, o busca otra forma de entretenerte.

Score: +0

1522. Sam-Weasley ,

ok, en serio hoy tuve que controlarme para no llorar en la escuela por leer que Dumbledore moría xd...

y luego Moody.

Score: +0

1523. Chopin,

voy a poner un ejemplo de lo que decía Def. Rick Riordan tiene una saga, Percy Jakson y los dioses del holimpo. igual tiene muchos agujeros pero este no es el hilo. Lo que me gustó del autor es que implicó a los protagonistas de sus sagas en guerras del mundo. históricamente, los semidioses comandaban guerras...
Por otro lado, el romance podría ir mejor desarrollado. HP es una saga de lectura fácil, no de análisis congruente. Y eso está bien, porque genera dinero, pasta. Siempre preferiré mayor calidad, pero es innegable que mueve dinero y bastante

Score: +0

1524. kirito,

Lo entiendo, el tema es que es algo... complicado. Es difícil hacerlo correctamente, por ejemplo la primera y la segunda guerra. Si tuvieron su propia versión al mismo tiempo pero con batallas ligeramente relacionadas aí si es relativamente fácil, pero si fueron participantes activos y relativamente importantes... bueno... espero que tu mundo tenga una segunda guerra mundial alternativa por que si no es difícil hacer encajar a los nuevos luchadores.
Percy Jackson, por ejemplo. Fuera de semidioses del nivel de nico jason y Percy los demás poco pueden hacer en una guerra moderna en pleno campo de batalla. Lo entendería como estrategas y tal, pero los poderes no terminan de encajar bien para guerras como esas.
Hombre, para ser para jóvenes adultos, el romance de Percy Jackson y las sagas siguientes no está nada mal. Hay parejas luego que se rompen por motivos totalmente entendibles y tristes, por ejemplo.
Y un plus que para mi cuenta un montón es que enseña algo. Es mitología griega y algo de romana, pero hombre, enseña algo!

Score: +0

1525. Def-Leppard,

si, a mi las relaciones que se establecen en hp me aprecen super forzadas. no se. veo muy poca relación construida de forma normal. de repente ginny se vuelve pivonaco y harry no le quita los ojos de encima, y le jode que se vese con otros. pero cuando estaba pegada a tu culo embobada, pasabas de ella. no se como llamar eso, pero... en fin, que no me mola. y el amor odio de Hermione y ron, pues al final, como leia y Han, si, otra relación de mierda. menos mal que son mejores padres que pareja. hablo de Han y leia he? xddd
y luego pues relaciones superfísicas como la de lavender y ron pos son muy normales. la pavica y el no tan pavo. de eso hay muchas. y luego krum y Hermione, aunque duró poco... es que claro, no es harry,, vemos el mundo a través de harry, y no sabemos que le dio a Hermione por krum, ni a el por ella. que se iba a verla estudiar. venga tron, no jodas, ya que estás, dile hola, que lees? es interesante? quien lo ha escrito? pues en mi castillo no tenemos una bibliotan guapa. no se, se me ocuren mil maneras de entrarle a una empollona.
pero luego la relación que nunca he entendido por mucho que la peña me lo ha querido explicar. tonks y remus. hola? que? como pasa esto? en fin. porros, poorros, y más porros. pa que luego digan del orve de los dragones. lo que sobró de escribir dragonlance, se lo fumó esta

Score: +0

1526. kirito,

Hombre aí no puedo estar del todo en acuerdo con tigo. Si, le faltó algo de desarrollo a eso de Harry y Ginny (aunque creo que en general para la mayoría de relaciones también) pero eso de que x estaba enamorado de y y luego cuando no y se enamoró de x lo he visto varias veces en el mundo real, no se que le ves de raro. Sumándole las edades a las que pasaron las cosas y como son los adolescentes en hp.

Score: +0

1527. Ronald-Weasley,

Continuamos con el tercer capítulo de James Potter, un hermoso bastardo.
Capítulo 3
La Oferta del Sombrero Seleccionador
—Guau… James acababa de pasar a través de la barrera en el andén nueve y tres cuartos, y ahora estaba de pie sobre una ancha plataforma de tren llena de familias de magos. Algunos estaban en el caos total. Otros estaban en medio de adioses llorosos. Lechuzas ululaban en jaulas, y los gatos perseguían ratas a través de la maraña de piernas. En el centro de la escena, una hermosa máquina de vapor escarlata esperaba en las vías cerca de la plataforma, arrojando espesas nubes de vapor.
—Mark, ¡pensé que te había dicho que dejaras las Bombas Fétidas en casa!
James esquivó rápidamente saliendo del camino para evitar el mal olor, olfateando ligeramente los paquetes que una mujer enojada estaba Invocando de los bolsillos de su hijo. Casi se tropezó en el medio de un pequeño grupo de chicos mayores.
—¡Dale a tu hermano pequeño uno de estos!
Uno de ellos le entregó al chico más joven lo que parecía un ordinario dulce. Él se lo metió en la boca, y al mismo tiempo, los lóbulos de sus orejas comenzaron a crecer. Se extendieron más y más, hasta que finalmente cayeron al suelo. Los estudiantes mayores rieron a carcajadas. Sonriendo, James caminó alrededor del niño y su charco de orejas.
Un poco más abajo de la plataforma, vio a una familia de tres en túnicas negras a la medida. Estaban de pie al fondo de otras familias de magos, y su aire de superioridad le recordó brevemente a la de los Malfoy. La corpulenta madre de pelo oscuro se dirigía a su hijo, quien James asumió ya debía estar en el tren.
—¡Escribe tan pronto sepas en cuál casa quedaste seleccionado! —gritó, ajustando el pequeño gorro negro de la cabeza. Su escuálido hijo de cabello oscuro, al parecer demasiado joven para ir a Hogwarts, puso de inmediato mala cara. Le lanzó una mirada de enojo a James mirándolo fijamente.
—Walburga, ya sabemos que es un nacido Slytherin, —dijo un guapo hombre de pelo oscuro a su derecha. Le dio una palmadita a su hijo en la cabeza. —Regulus, no luzcas tan triste. Estarás en Hogwarts el año que viene.
—¿James? ¡James! James apartó la mirada de la familia. —¿Sí? Su propia madre y padre apenas lo habían alcanzado. Miraban sin aliento, pero sus sonrisas le dijeron que entendían exactamente lo que estaba sintiendo. —Tu baúl, —dijo su madre. —Necesitas llevarlo al vagón de equipajes.
—Cierto… James agarró el mango de su baúl y comenzó a arrastrarlo a través de la multitud. Tuvo cuidado de no acercarse demasiado a la familia Slytherin. Mientras la Casa Gryffindor aceptaba estudiantes cuyo rasgo más fuerte era la valentía, la Casa Slytherin era donde los de la ambición se ordenaban. No había una bruja o mago malo que no fuera de allí. Pensando que más bien sería seleccionado a cualquier otra casa, James alzó su pesado baúl al compartimiento de equipaje, y lo pateó hasta que estuvo en la parte más interna. Rezando para que nada dentro estuviera roto, encontró su camino de regreso a donde sus padres.
—Ese pelo tuyo... —dijo su madre, tratando de suavizarlo hacia abajo. —Tiene una mente propia que ni siquiera la magia puede domar.
James sonrió a su pesar. Siempre le había gustado bastante su pelo despeinado. El de su padre era exactamente de la misma manera, excepto que era un tono más claro. Cuando su madre le dio un suave beso de despedida en la mejilla, su padre dio un paso atrás para mirarlo por encima.
—Durante las últimas cinco generaciones, y probablemente incluso antes de eso, nuestra familia ha sido seleccionada en la Casa Gryffindor, donde habitan los valientes de corazón. Estaremos orgullosos de ti verte convertido un Gryffindor también, pero queremos que sepas que si el Sombrero Seleccionador te pone en otra casa, no hay nada de malo en ello. El sombrero tomará tus decisiones en cuenta también, y ¿qué es de lo que siempre te he hablado sobre nuestras elecciones James?
—Que nuestras elecciones nos definen, no nuestras habilidades.
—Ese es mi muchacho. Arrastró a James en un abrazo, y luego inesperadamente, se agachó para estar a su nivel. —Ya sabes, —dijo, y fue más privado, así que fue sólo entre ellos dos, —estas son las cosas que mi padre me dijo el día que fui a Hogwarts. Tal vez algún día tú puedas decirle a tu hijo lo mismo. Y tu hijo se lo dirá a su hijo, ¿eh Hobs?
James quería responder, pero no sabía qué decir. A continuación, el silbato del tren sonó, sorprendiéndolos a todos, y le robó su oportunidad. Su madre le echó los brazos alrededor por última vez.
—Te amamos, James. ¡Ahora ve! ¡Vas a llegar tarde!
Después de una última mirada, James se soltó de ellos y subió a bordo del tren, que empezaba a moverse lentamente. En el interior, los pasillos estaban llenos de estudiantes diciendo adiós a sus familias, por lo que le tomó un tiempo encontrar espacio en una ventana y meterse en ella. Escaneando rápidamente la plataforma, alcanzó a ver fugazmente las caras orgullosas de su madre y padre. Apenas fue capaz de saludar de vuelta, pero luego el tren dobló una esquina, y desaparecieron de la vista. Los pasillos comenzaron a vaciarse.
James vagó dentro y fuera de los compartimentos durante mucho tiempo hasta que finalmente encontró uno que no estaba lleno. Había solo 2 estudiantes dentro: una chica pelirroja que estaba sola en la ventana y un chico de pelo oscuro sentado cerca de la puerta. Para sorpresa de James, el chico lucía familiar. Era el malhumorado hijo de la familia Slytherin de túnicas negras en la plataforma.
—¿Entraste furtivamente al tren? —preguntó James, hundiéndose frente a él. El muchacho lo miró con curiosidad.
—¿Qué? —preguntó.
—Pensé que estabas en la plataforma porque no podías venir hasta el próximo año, —dijo James.
Por unos segundos el muchacho todavía parecía muy confundido, pero entonces una mirada de comprensión apareció en su rostro. Se rió, sacando su oscuro flequillo de sus ojos grises para obtener una mejor visión de James. Ahora James pudo ver que había cometido un error. Los ojos de este chico eran más traviesos y más despreocupados que los del muchacho en la plataforma. Era también más delgado y más guapo que ese chico.
—Debiste haber visto a mi hermano, Regulus, —explicó el muchacho. Extendió una mano alrededor del chico de cetrina nariz ganchuda que entraba al compartimento para sentarse con la niña de la ventana. —Soy Sirius Black. ¿Eres de primer año también? James sacudió la mano del chico, que no era en absoluto sudorosa como la de Peter.
—Sí. Soy James Potter. —intercambiaron sonrisas nerviosas.
—¿Así que estás interesado en equipos de Quidditch? —preguntó Sirius, inclinándose hacia atrás para poner los pies sobre el asiento. —Veo que tienes una camisa de las Arpías.
—¡Voy a apoyar a las Arpías de Holyhead hasta el día que me muera! —dijo James con el placer de encontrar a alguien más interesado en Quidditch.
—¿Las Arpías de Holyhead? Me enteré de su derrota con los Harriers de Heidelberg en ese partido de siete días, hace casi veinte años. Mi viejo jura que estuvo allí.
—Guau, que suerte tiene, —suspiró James. —Mis padres nunca lo mencionaron, así que no creo que ninguno de ellos estuvo allí. Sin embargo, mi papá era un bateador en su equipo de casa. Algún día quiero jugar en el equipo de la casa, pero he oído que los de primer año nunca llegan. ¿Qué hay de ti? ¿Irás a las pruebas?
Sirius soltó una fuerte carcajada. —Quidditch no es lo mío. Ahora, si tuvieran un equipo de motos de acrobacias en Hogwarts, podría estar interesado en postular para eso.
James estaba fascinado.
—¿Motos? ¿No son aquellas para Muggles?
—Sí, pero no son malas en absoluto. Debes ver la forma en que mi madre mira cuando leo revistas de motos... —se calló con una pequeña sonrisa, como si reviviera un recuerdo agradable.
Justo en ese momento, el chico de fibrosa nariz ganchuda cerca de la ventana habló en voz alta.
—Estarías mejor en Slytherin, —le dijo a la chica frente a él, quien parecía un poco halagada pero confundida.
—¿Slytherin? —ella preguntó. James observó entorno a esa palabra.
—¿Quién quiere estar en Slytherin? Creo que me iría, ¿no? —preguntó Sirius, que todavía estaba recostado en el asiento frente a él. —Toda mi familia ha estado en Slytherin, —dijo.
—¡Rayos! —dijo James, —¡y a mí que me parecías normal! Sirius sonrió.
—Tal vez deba romper con la tradición. ¿A dónde te irías, si tuvieras que elegir?
James levantó una espada invisible.
—¡Gryffindor, donde habitan los valientes de corazón! Igual que mi padre.
El muchacho de rostro cetrino hizo un pequeño ruido despectivo. Le lanzó a James una mirada de disgusto. James ardía con enojo.
—¿Tienes algún problema con eso?
—No, —dijo el chico, aunque su leve sonrisa burlona decía lo contrario. —Si prefieres ser musculoso que inteligente...
—¿A dónde esperas ir, viendo que no eres ninguna de las dos cosas? — interrumpió Sirius.
James soltó una carcajada. La muchacha pelirroja se levantó, bastante sonrojada, y miró a James y a Sirius con disgusto. James no se había dado cuenta antes que ella era realmente muy bonita.
—Ven Severus, busquemos otro compartimento, —dijo ella.
—Oohhhhh… James y Sirius la imitaron elevando la voz.
Justo cuando Severus estaba saltando por encima de las piernas extendidas de James, el tren dio una sacudida repentina, y él estuvo a punto de tropezar. Miró a James furioso antes de salir del compartimiento como un murciélago en miniatura.
—¡Nos vemos, Quejicus! —Sirius gritó a la puerta detrás de la capa negra de Severus que se arrastraba, haciéndolo tropezar a la salida. —Parece realmente ansioso por entrar en Slytherin... eso significa que no puede estar tramando nada bueno.
—Sí… —James seguía pensando en la chica pelirroja. —Sin embargo, ella realmente no es de su tipo, ¿verdad?
—Bueno, definitivamente ella era demasiado bonita para estar sentada con un desgraciado como él, —respondió Sirius, ahora que se extendió en el espacio que había sido ocupado por Severus. —Tiene que haber algo mal con ella, sin embargo, si prefiere a ese pequeño cretino de compañía.
James forzó una carcajada. En verdad, estaba medio deseando haberse presentado apropiadamente a la chica. El tren resopló a lo largo del campo. Pronto, la luz de la tarde cambió a rojo brillante y oro, y luego se atenuó en una noche azul oscuro.
Cuando empezaron a ir más despacio, James y Sirius se cambiaron apresuradamente en sus túnicas escolares y se apresuraron a meter la pila restante de dulces en sus bolsillos, los cuales Sirius había comprado en el carrito para compartirlo. Uniéndose a la multitud fuera de su compartimento, esperaron a llegar a la estación. A pesar de que no sabía por qué lo hacía, James se dio cuenta que estaba buscando a la chica de pelo rojo. Ella no estaba en ninguna parte. El tren se detuvo y las puertas se abrieron, se vieron forzados por la corriente hasta que finalmente, salieron al aire caliente de la noche en una estrecha plataforma.
Una señal pintada en desconchadas letras verdes, colgada en lo alto, decía: Bienvenidos a Hogsmeade. El único pueblo completamente mágico en Gran Bretaña. James forzó la vista para ver a lo lejos. Solo podía distinguir las tenues luces de un pequeño pueblo.
—Mira, —le dio un codazo a Sirius, señalando. Sirius miró en la misma dirección.
—Oí que a los estudiantes mayores se les permite ir allí los fines de semana...
Sirius podía haber seguido hablando, pero James dejó de oír lo que estaba diciendo, porque allí estaba ella. Apenas había salido del vagón de pasajeros a la plataforma, y el vapor del motor la estaba rodeando. Sucedió como en cámara lenta. En primer lugar estaba leyendo la señal de Hogsmeade con una expresión de asombrada emoción, entonces se movió del lado del tren por Severus, el chico de cetrina nariz ganchuda. Ella le sonrió y le dijo algo, y él dijo algo a cambio, cerca de su oído. Ella se rió con sus brillantes ojos verdes. Entonces, tal vez sintiendo algo extraño, inesperadamente levantó la vista y sus ojos se encontraron con los de James. Un repentino vozarrón sonó sobre la multitud, sorprendiéndolos a todos.
—¡Primer año! ¡Los de primer año, por aquí! Un hombre, casi dos veces tan alto que una persona normal y cerca de tres veces más ancho, salió de la emisión de vapor del motor. Sus manos eran del tamaño de los cubos de basura, y James pensó que podía caber Merlín en uno de sus zapatos enormes. Llevaba un abrigo de piel de topo parcheado con muchos bolsillos abultados, y pisándole los talones llegó un enorme perro jabalinero negro. Algunos de los de primer año habían caído en estado de shock ante el sonido de su voz. El gigante los miró con una ligera sorpresa.
—¡Oh, lo siento por eso! Se agachó y con una mano, levantó fácilmente a un par de ellos por atrás de sus capas antes de continuar. —Soy Hagrid, Guardián de las Llaves y Terrenos de Hogwarts, y este de aquí es mi cachorro, Fang.
—¡¿Ese es un cachorro?! —Sirius murmuró cerca de la oreja de James.
—Nosotros dos estamos aquí para llevar a los de primer año a través del lago, —dijo Hagrid.
—Un recorrido poco tradicional por aquí.
James se dio cuenta entonces que todos los estudiantes mayores se habían ido, y que él y los otros de primer año estaban solos con Hagrid. Se preguntó a dónde iban.
—Ahora, el camino que vamos a hacer hacia abajo es un poco escarpado, así que tengan cuidado con sus pasos, y no se alejen de los árboles. Se habla de una banda de hinkypunks que atrae a las personas separadas para que entren al pantano...
Los de primer año se miraron confusos y aterrorizados mientras Hagrid se rascaba la barba mirando salvaje y pensativo.
—Mm, creo que eso es todo. ¿Estamos listos, entonces? Muy bien, síganme.
Se dio la vuelta y comenzó a hacer su camino por la carretera detrás de la estación, desapareciendo más allá en la oscuridad. Al principio, nadie parecía querer ir tras él, pero luego Sirius se encogió de hombros y siguió con confianza como si hiciera este tipo de cosas todas las noches. De mala gana, todo el mundo se puso a caminar detrás de él, con Fang en la retaguardia. James se apresuró a alcanzarlos, abriéndose paso entre algunos grupos de risueñas chicas que estaban tratando de llamar la atención de Sirius para emparejar con él.
—¿Qué es un hinkypunk? —susurró.
—Ni idea, —respondió Sirius.
Afortunadamente, lo que fuera un hinkypunk, nunca se encontraron con uno, pero el camino en el que viajaban hacia abajo era tan estrecho y empinado como Hagrid había advertido. El grupo hizo un progreso muy lento como resultado. Siguieron deteniéndose para ayudar a alguien que cayó al suelo, o para liberar a alguien que quedó irremediablemente enredado en las zarzas espesas de todo el camino. Nadie habló mucho entre estos eventos, así que cuando Hagrid abruptamente se detuvo y rompió el silencio, parecía anormalmente fuerte.
—Normalmente pueden ver el castillo desde aquí. Está un poco nublado esta noche.
El camino se había abierto, y ahora estaban parados al borde de un gran lago negro. Esperándolos allí, había muchas pequeñas embarcaciones adornadas con farolillos brillando suavemente. Hagrid se subió a la más grande, que se hundió rápida y suficientemente bajo como amenazando con irse al fondo, pero de alguna manera milagrosa se mantuvo a flote.
Siguiendo su ejemplo, todo el mundo se subió a las barcas después de él. James y Sirius encontraron una que todavía tenía espacio para dos y se subieron.
—¡Oh, uno de ustedes necesita sentarse con Fang! —dijo Hagrid por encima del hombro.
El perro jabalinero llegó corriendo por el camino y realizó un salto en el último bote, que tenía un par de miradas muy descontentas de unas gemelas rubias sentadas en él. Una de ellas estaba sosteniendo un gato, y cuando Fang aterrizó junto a ella, este chilló y saltó sobre la cabeza de la chica.
A medida que sus botes se deslizaron hacia el agua oscura, James reconoció la nariz puntiaguda y los ojos llorosos del otro niño sentado con ellos.
—¿Peter? El chico saltó.
—Oh, James, ¿verdad? —preguntó.
—Sí, este es Sirius. —James hizo una seña a Sirius, quien le disparó a James una expresión que preguntaba claramente por qué estaba pasando el rato con alguien tan fuera de moda. —Conocí a Peter en el Callejón Diagon, mientras estaba comprando mi varita.
—Encantado. —Sirius estrechó la mano de Peter. A juzgar por la expresión de la cara de Sirius, ésta probablemente estaba sudorosa de nuevo.
Pronto, las luces tenues de Hogsmeade desaparecieron en la profunda noche, y las únicas fuentes de luz eran los farolillos, cuya reflexión fantasmal nadaba en la suave y negra superficie del lago. Peter seguía desviando miradas a los lados del bote, como si le preocupara que un monstruo gigante estuviera a punto de salir en cualquier momento. Sirius se recostó en su característica forma, dejando que sus dedos se arrastraran perezosamente en el agua oscura. James, sin embargo, se esforzaba por ver tan lejos como fuera posible. Anhelaba su primer vistazo de Hogwarts, su hogar durante los próximos diez meses.
Como obedeciendo su voluntad, una suave brisa se levantó, y las nubes que oscurecían la luna creciente se separaron, derramando luz lunar sobre un castillo brillante en un acantilado. Estaba mucho más cerca de lo que James pensó que estaría. Otros estudiantes señalaron y hablaron en voz baja, como vacilantes a hablar en voz alta y romper el silencio de su viaje a través del lago. Cuando se acercaron, el castillo se hizo más y más grande, y pronto todo el mundo estaba estirando el cuello para mantenerlo a la vista.
—¡Cabezas abajo! —gritó Hagrid desde el frente.
Pasaron por una cortina de hiedra en la pared del acantilado, y luego se apresuraron a través de un túnel oscuro. Al poco tiempo, los fondos de los botes rasparon en la grava. Habían llegado a un pequeño muelle por debajo de los acantilados.
Mientras los estudiantes comenzaban a amontonarse fuera de los botes, hubo una pequeña salpicadura detrás de James. Se volvió para mirar, y creyó ver a lo lejos, una enorme forma fantasmal justo debajo de la superficie del deslizamiento de agua. Decidiendo que debió haberlo imaginado, se apresuró a seguir a Sirius y a Peter a través de un túnel de escalones desiguales, que finalmente los dejó sobre la suave y húmeda hierba que estaba justo debajo de la sombra del castillo.
Esperando en el interior del Vestíbulo de entrada, estaba una de las más severas mujeres que James jamás había visto. No era muy vieja, pero su pelo estaba recogido en un moño apretado, y sus afilados ojos oscuros miraban a los tímidos de primer año detrás de unos pequeños lentes cuadrados. Si ella hubiera tenido una regla en la mano, él podría haberse preocupado por tener su muñeca golpeada.
—Mi nombre es Minerva McGonagall, —dijo bruscamente. —Voy a ser su maestra de Transformaciones para este año escolar. También soy la jefe de la Casa Gryffindor. En un momento, me seguirán al Gran Comedor para la Ceremonia de Selección. Tenemos cuatro casas en Hogwarts: Gryffindor, Ravenclaw, Hufflepuff y Slytherin. Mientras estén aquí, su casa va a ser como su familia. Sus triunfos darán lugar a la adjudicación de puntos de la casa, cualquier desobediencia de las reglas, y perderán puntos. Sirius sonrió a James.
—Ahora, —continuó, aunque James pensó que ella pudo haber notado la mirada que él y Sirius acababan de intercambiar, —síganme, es el momento para la Selección. Dos amplias puertas dobles detrás de ella se abrieron, y llevó al grupo más allá en la sala. Era espléndida, con miles de velas flotando en el aire. Finas nubes grises rodaban suavemente a través de un aterciopelado techo negro salpicado de estrellas. Cuatro largas mesas llenaban la sala, y los estudiantes de más edad ya estaban sentados allí, mirando con mucha hambre. En la parte del frente de la sala, había una quinta mesa, donde los profesores estaban sentados. En el centro se sentaba un hombre de aspecto muy viejo con una larga barba blanca. Sus brillantes ojos azules brillaban detrás de un par de gafas de media luna acomodadas en una nariz torcida. Albus Dumbledore… el director. Él era una leyenda. Todo el mundo sabía de su victoria sobre el mago oscuro, Grindelwald. Vivió en el propio pueblo de James, el Valle de Godric, y aunque James pasó con frecuencia la descomunal y prohibida forma de la Casa Dumbledore, nunca había visto al hombre que moraba en ella antes.
Distraído, James casi caminó encima de la chica delante de él. La profesora McGonagall estaba ahora haciéndolos pasar en el espacio entre las mesas de las casas y la mesa de los profesores. Una vez que estuvieron en el lugar, ella trajo una silla de cuatro patas, y lo que parecía un paquete arrugado de trapos de color marrón. Sacó un largo trozo de pergamino dentro de su túnica.
—¡Avery, William!
La Selección había comenzado. Un niño con una cara preocupada se tambaleó hacia delante y se sentó en la silla. La profesora McGonagall dejó caer el fardo de trapos en la cabeza, y James se dio cuenta que en realidad era el sombrero aporreado de un viejo mago. Antes de que tuviera tiempo de preguntarse qué iba a hacer, un rasgón se abrió en el frente y gritó:
—¡SLYTHERIN!
La mesa a la derecha estalló en aplausos. Avery entregó de nuevo el Sombrero Seleccionador a la profesora McGonagall, y luego se sentó en la mesa aplaudiendo debajo de una bandera de la serpiente verde y plata.
Cuando “Battley, Vasilios” y “Bishop, Megan” se convirtieron en los primeros dos Ravenclaw (la segunda mesa de la izquierda, por debajo de una bandera de un águila azul y bronce estalló en aplausos), James escaneó los rostros de los estudiantes sentados en la mesa de Slytherin. Miraban arrogantes y antipáticos.
—¡Black, Sirius!
Cuando Sirius se lanzó hacia adelante y se sentó cómodamente en la silla, James se dio cuenta que Dumbledore parecía estar tomando un interés particular en su clasificación. La profesora McGonagall colocó el sombrero en su cabeza, pero curiosamente, el sombrero no gritó su casa de inmediato, como lo había hecho con los tres estudiantes antes que él. La sonrisa de confianza en la cara de Sirius había desaparecido de repente, y ahora estaba luciendo determinado, tal vez incluso un poco rebelde. Tensos minutos pasaron, pero al final, la voz del sombrero llenó la sala una vez más.
—¡GRYFFINDOR!
El rostro de Sirius floreció con placer puro, y la mesa de Gryffindor (a la izquierda) explotó con estridentes aplausos, vítores y silbidos. Después de entregar nuevamente el sombrero a la profesora McGonagall, quien parecía muy orgullosa, Sirius se alisó el pelo, reasumió su postura de mayor seguridad, y se sentó en la mesa de Gryffindor bajo un estandarte de un león rojo y dorado. Le dio a James un pulgar hacia arriba cuando un alto muchacho negro con un pendiente, le daba una palmada en la espalda.
Un extraño cambio se había producido en la mesa de Slytherin. Muchos de ellos estaban murmurando para sí en voz baja. Algunos incluso se veían furiosos. En particular, James reconoció a Lucius Malfoy al final, sus relucientes ojos se estrecharon como rendijas. Había una insignia plateada y verde de prefecto brillando en su pecho.
A pesar del malestar, la Ceremonia de Selección continuó, y el sombrero declaró a “Brocklehurst, Dalton” un Hufflepuff. Se unió al amistoso grupo de la segunda mesa de la derecha, por debajo de un tejón amarillo y negro. Cuando otros estudiantes se presentaron para recibir sus asignaciones de las casas, la novedad de la Ceremonia de Selección comenzó a desaparecer para James. Al poco tiempo, su mente vagaba, y como “DeLauney, Gwendolyn” se unió a la mesa de Gryffindor, sus pensamientos se volvieron hacia lo hambriento que estaba. Los dulces que él y Sirius compraron en el tren no fueron suficientes para aliviar el gruñido de estómago, y aunque todavía tenía un bolsillo lleno de diablillos de pimienta y varitas de regaliz, dudaba que se vería bien para él empezar a rellenar su boca en medio de la Ceremonia de Clasificación.
—¡Evans, Lily!
James fue traído de vuelta al presente cuando la bella chica de pelo rojo del tren, dio un paso adelante con las piernas temblando para sentarse en la silla desvencijada. La profesora McGonagall dejó caer el Sombrero Seleccionador sobre su cabeza, y apenas un segundo después de que tocó el pelo de color rojo oscuro, el sombrero gritó, —¡GRYFFINDOR!
James oyó un pequeño gemido unos pocos pies de distancia. Había venido de Severus. Lily se quitó el sombrero, se lo devolvió a la profesora McGonagall, luego corrió hacia los animados Gryffindor, pero a medida que pasaba miró a Severus, y hubo una pequeña sonrisa triste en su rostro. Sirius se trasladó hasta el banco para hacer espacio para ella. Ella le echó un vistazo, pareció reconocerlo del el tren, se cruzó de brazos, y firmemente le dio la espalda.
Después de Lily, las gemelas rubias, Casta y Polluxa Fane, se clasificaron en Slytherin. Por lo que James podía ver, la única forma de distinguirlas era por el pelo de Polluxa, porque todavía era un lío del salto de su gato en él. Cuando la ceremonia continuó, James pensó que podía haber reconocido algunos de los apellidos que fueron llamados (como Longbottom, MacMillan, McLaggen y Mulciber), aunque sólo los conocía de conversaciones escuchadas entre su madre y su padre acerca de otras familias de magos. Todavía no conocía a ninguno de los rostros que iban con los nombres. Después que “Perks, Maddy” fue sorteado en Hufflepuff, la profesora McGonagall, llamó a Peter.
—¡Pettigrew, Peter! Peter se adelantó, temblando de pies a cabeza. Se estremeció cuando la profesora McGonagall dejó caer el Sombrero Seleccionador sobre su cabeza, y después de algunas deliberaciones, el sombrero finalmente lo declaró un Gryffindor. Entonces, antes de que James tuviera un momento para prepararse a sí mismo, la profesora McGonagall llamó su nombre.
—¡Potter, James!
Las piernas de James se volvieron de plomo. Era como si hubieran olvidado lo que se suponía debían hacer.
—¿Potter, James? —La profesora McGonagall repitió, mirando por encima de sus gafas a los restantes no clasificados de primer año. Algunos de los estudiantes mayores se echaron a reír. James tuvo que poner fuertemente su cuerpo en acción. Se tambaleó torpemente hasta la silla de cuatro patas y se sentó con fuerza, de repente y dolorosamente consciente de que todos los ojos en la sala estaban ahora sobre él. A medida que el sombrero le caía sobre su oscuro y desordenado pelo, una voz grave le susurró al oído.
—James Potter… —dijo pensativo.
James se preguntó si todo el mundo en la sala podía oírlo hablar. A juzgar por sus caras impasibles, probablemente no podían.
—Tu padre era un Gryffindor, como lo fue su padre, y el padre de su padre... James estaba abriendo la boca para responder, pero antes de que pudiera decir algo en voz alta, su voz resonó en su cabeza.
—Soy un Gryffindor también.
—¿Sí? —bromeó el Sombrero Seleccionador. —Sin duda hay valor aquí, pero también veo una mente aguda, y feroz lealtad, sí... y talento, talento de hecho... Tienes el poder no sólo de cambiar por ti mismo, sino también a los que te rodean. Con este tipo de poder para influir, te haría bien Slytherin, ya sabes...
James centró todos sus pensamientos tan fuertes como pudo en dos palabras: —No Slytherin. El sombrero se calló por un largo rato. James no estaba seguro si decir algo o no. ¿Estaba pensando muy detenidamente o quizás podría haberse dormido? Consideró quitárselo y volver a colocárselo de nuevo, pero entonces el sombrero de repente volvió a hablar.
—Voy a decirte un pequeño secreto, Potter. Puedo leer mentes, sí, y la lectura de la mente es lo que hago muy bien, si me permito decirlo. Dicho esto, mis talentos van mucho más allá que la solo lectura de mentes, que, por desgracia, casi siempre son sencillas. Permíteme decirte, Potter, que aunque no tengo ojos, puedo ver... sí, ya veo, y aún más de lo que piensas. Te voy a ofrecer algo más que el nombre de tu casa, si por supuesto, decides aceptar algo más. El conocimiento es una cosa terrible y poderosa, pero algo me dice que no te vas a reducir a eso.
James se preguntó por un momento si se trataba de algún tipo de truco o prueba.
—Acepto, —dijo. El sombrero tomó otro profundo suspiro.
—Algo viene. De eso estoy seguro, y algo me dice que vas a ser parte de eso. La pregunta, sin embargo es, quién serás. Qué papel vas a jugar. Veo dos caminos delante de ti, dispuestos por tus opciones, guiados por las personas que encuentras a lo largo del trayecto. Al final de un camino, veo éxito. Veo la realización de todas tus ambiciones. Vas a crecer donde otros no pueden. Vas a ser poderoso, grande y poderoso, sí...
James se imaginó a sí mismo, un poderoso hechicero recibiendo la Orden de Merlín, Primera Clase. No, no Merlín Primera Clase (nombrarían una nueva Orden después de él. Él era alto y guapo) el Ministro de Magia más joven de toda la historia. La imagen era tentadoramente emocionante al principio, como si ningún sueño fuera demasiado grande y no hubiera nada fuera de su alcance, pero la sensación comenzó a disolverse lentamente. Era como si James hubiera levantado una capa y encontrado que no había nada debajo. Todo era vacío y artificial. Algo faltaba.
—Ah, sí… —el sombrero dijo en voz baja. —Lo has descubierto. Habría un deseo inalcanzable, un vacío que a pesar de todo tu éxito, nunca serías capaz de llenar. Ese es el precio que tendrías que pagar, en caso de que aceptes el camino a la grandeza que comienza en la Casa Slytherin.
—¿Cuál es el vacío?—preguntó James.
—Ni siquiera yo, mientras sondeo las profundidades de tu mente con mi magia, puedo decírtelo, —el sombrero respondió secamente. —Es algo que debes o bien, dejar atrás para tus ambiciones de poder y éxito, o elegir para descubrir el precio. Es una decisión que tendrás que hacer en algún momento que no puedo ver.
James se sintió muy mareado, como si la sala a su alrededor se moviera. La sala llena de estudiantes delante él pareció surgir. Desde el caos, pudo distinguir sólo una cosa que era estable… un par de ojos verdes deslumbrantes que estaban mirándolo desde la mesa de Gryffindor con curiosidad e interés. El corazón de James tomó la decisión antes que su cabeza supiera lo que estaba sucediendo.
—Elijo Gryffindor.
—¡GRYFFINDOR! Las palabras del sombrero hicieron eco alrededor de la Sala. James pasó el sombrero de nuevo a la profesora McGonagall cuando la mesa de color rojo y dorado estalló en aplausos. Sirius estaba de pie en el banquillo, gritando y animando con los otros, pero Lily estaba con la cara al otro lado nuevamente. James le devolvió la sonrisa a Sirius, y rápidamente se sentó junto a Peter en el extremo frontal de la mesa.
—¿Cuánto tiempo estuvo el sombrero en mi cabeza? —le preguntó a Peter, preguntándose si había prolongado la ceremonia tanto como Sirius. Peter frunció el ceño.
—¿De qué estás hablando? ¡Dijo “Gryffindor” casi tan pronto como el sombrero tocó tu cabeza!
—¿Qué? —preguntó James, ahora se sentía muy confundido. La conversación con el sombrero se sintió como si hubiera tomado más tiempo que eso. —¿Cuánto tiempo estuviste hablando con el sombrero? Le llevó al menos medio minuto decidir dónde colocarte. Peter se encogió de hombros. —Fue así de largo.
-No dijo mucho en absoluto. Creo que no debió haber pensado que yo tenía algunas buenas cualidades... al final sólo terminó preguntándome lo que quería. Sirius estaba en Gryffindor, y yo estaba seguro que tú irías a donde él fuera, así que pedí Gryffindor también.
James se preguntó si su nerviosismo podría haber hecho que los segundos parecieran más de lo que fue. Toda la conversación con el Sombrero Seleccionador sucedió, ¿no? Después de la Q y la R, un nombre más familiar resonó en la sala.
—¡Snape, Severus!
Cuando Severus dio un paso adelante, miró casi disculpándose a Lily, y se sentó en la silla. Cuando el sombrero le tocó la cabeza, gritó, —¡SLYTHERIN! Severus se movió hacia el otro lado de la Sala, lejos de Lily, a donde los Slytherin le estaban animando. Malfoy le dio una palmada en la espalda, pero parecía que Severus no compartía su entusiasmo. Sus ojos oscuros estaban todavía en Lily al otro lado de la sala.
Tan pronto como el resto de los de primer año fueron sorteados correctamente en sus casas (terminando con “Wood, Emm”), Dumbledore se puso de pie, su túnica azul medianoche se deslizó con gracia al suelo. Habló, y su voz fue clara y potente.
—Para todos los de primer año, bienvenidos a Hogwarts. A todos nuestros estudiantes que regresan, bienvenidos nuevamente. Antes de cavar en nuestro abundante banquete, tengo algunos anuncios. El primero es que la escalera occidental de la Torre de Astronomía ahora se vuelve a abrir, ya que ha sido reparada del infortunado incidente de duelo del año pasado. Me gustaría recordarles que, sin embargo, el Bosque Prohibido está todavía estrictamente fuera de los límites para todos los estudiantes, a no ser que vayan acompañados por un profesor.
—En segundo lugar, las pruebas de Quidditch se llevarán a cabo este sábado a las diez de la mañana para las Casas de Gryffindor y Slytherin. Las Casas de Hufflepuff y Ravenclaw llevarán a cabo las suyas al siguiente sábado por la mañana, a la misma hora. Les deseo a todos buena suerte. Por último, me gustaría reconocer dos nuevos nombramientos de personal. Como Ogg, nuestro Guardián de las Llaves y Terrenos se ha retirado, su asistente, el Sr. Rubeus Hagrid, lo reemplazará.
Hubo abundantes aplausos de todas las mesas excepto Slytherin. Aunque la mayoría de los miembros del personal aplaudieron también, algunos parecían dudosos. Hagrid, no pareció darse cuenta, se sonrojó y saludó alegremente desde su lugar junto a la profesora McGonagall.
—Además, —continuó Dumbledore, —Como hay nuevamente una vacante para el puesto de docente de Defensa Contra las Artes Oscuras, me gustaría presentarles al Sr. Edrian Turnbill. Un hombre alto y guapo, con el pelo castaño ondulado que le llegaba hasta los hombros, saludó al cuerpo estudiantil al lado derecho de la profesora McGonagall. Era sorprendentemente joven. Parecía que podía estar a la mitad o final de sus veinte años. Tenía la piel muy bronceada, su barba estaba sin afeitar, y James incluso notó un par de desgastadas y viejas botas de montaña sobresaliendo de sus túnicas color chocolate debajo de la mesa. Cuando levantó la mano en señal de saludo, la manga se le cayó para revelar un tatuaje en el brazo, pero James no pudo ver lo que era desde donde estaba sentado. Dumbledore levantó las manos para calmar la sala una vez más. —Por el momento, creo que no hay nada más que decir, excepto... ¡Befuddle! ¡Lumpkin! ¡Dither! ¡Blip!
Platos de pollo asado, jamón ahumado y otros deliciosos alimentos aparecieron en las mesas, para las exclamaciones de alegría de los de primer año. James se sirvió puré de papas con salsa y trató de llamar la atención de Lily. Ella estaba algunas cabezas abajo de la mesa frente a él, y parecía determinada a no mirarlo. En cambio, conversaba animadamente con las otras chicas a su alrededor. James fácilmente recordó el nombre de la niña a la izquierda de ella, cuyo largo cabello rubio casi alcanzaba el piso (Gwendolyn DeLauney), y la morena de mandíbula cuadrada a su otro lado (Mary MacDonald), pero le tomó un momento recordar el nombre de la niña de mirada amable y cara redonda sentada al otro lado (Alice Minke). Alice le susurró algo sobre la mesa, y Lily se rió, con sus ojos verdes capturando la luz de las velas. El chico al otro lado de James habló de repente.
—Estás ahogando tus papas, amigo. James miró hacia abajo y se dio cuenta que estaba inundando el plato con salsa.
—Oh, eh... gracias, —dijo, rápidamente deteniéndose. Levantó la mirada hacia el chico, y casi retrocedió ante lo que vio. A pesar de que había visto al muchacho de pelo castaño claro ser seleccionado, no lo había notado detalladamente hasta ahora. Su piel estaba pálida y de aspecto enfermizo, con profundas cicatrices en todo el rostro y los brazos. Después de un tenso silencio, el muchacho volvió a hablar.
—Soy Remus Lupin. Supongo que vamos a tener clase juntos...
—Soy James Potter, y este es Peter... —dijo James, pero le resultaba difícil apartar los ojos de las cicatrices de Remus. Junto a él, Peter también estaba mirando, y cada uno de sus ojos era casi tan grande como el plato de comida delante de él. Pareciendo entender, Remus hizo un gesto cariñoso a su cara.
—Mi padre mantiene escregutos explosivos. Pueden ser bastante traviesos cuando llegan a tamaño completo, pero su estiércol es útil para la elaboración de pociones. Esperó entonces, como si les diera un momento para decidir si podían o no ser amigos. Su rostro estaba esperanzado, pero ansioso. Peter miró de reojo a James, su expresión preguntando claramente si era seguro o no hablar con él, pero James inmediatamente decidió que le gustaba Remus. Se arremangó la manga izquierda de su túnica, revelando una gran cicatriz en la parte posterior de su codo.
—Un duendecillo de Cornualles me la hizo cuando estaba visitando la casa de mi tía Kathy, pero me gusta decirle a la gente que fue una Acromántula. Remus se iluminó aliviado, y Peter, siguiendo el ejemplo de James, se relajó también. Después de eso, los tres hablaron de todo, desde bestias mágicas a Quidditch frente a los sonidos de cuchillos y tenedores en los platos que finalmente cesaron.
Los estudiantes mayores comenzaron a salir de la sala. Al principio James no estaba seguro de si debía o no tratar de seguirlos, pero entonces el chico con el pendiente junto a Sirius se puso de pie y anunció con voz profunda.
—Los Gryffindor de primer año, vengan conmigo, por favor.
James presentó Remus a Sirius, y juntos, siguieron al chico fuera de la sala. Parecía ser muy querido. Muchos estudiantes lo saludaban y le daban una palmada en el hombro al pasar.
—Su nombre es Kingsley Shacklebolt. Es de sexto año, y un prefecto, —explicó Sirius. Kingsley los condujo fuera del Vestíbulo a una gran escalera de mármol, y a un gran hueco de la escalera surcado con cientos de retratos en movimiento. Llamó a gritos al grupo por encima del hombro.
—Mantengan un ojo en las escaleras cuando estén en el hueco de la escalera principal. A ellas les gusta moverse, especialmente si llegan tarde a clase.
Como para probar su punto, mientras se movían hasta el segundo tramo, la primera se deslizó justo a tiempo para llevar a Peter, quien fue rezagado al final del grupo, chillando a lo lejos. Reaccionando como si este tipo de cosas sucediera a menudo, Kingsley agitó su varita.
—¡Accio chillón de primer año! Peter se elevó hasta la cabecera de la línea al lado de él. —Lo mejor es que vayan a sus clases temprano, —dijo, —por si acaso estas escaleras, o algunos otros objetos o habitantes en el castillo, deciden atrasarlos.
—¿Otros habitantes? —Sirius articuló a James.
—¿Otros objetos?—James articuló hacia atrás, preguntándose si en cualquier momento una alfombra podría salir debajo de sus pies.
Kingsley los llevó por los pasillos, a través de las puertas, y detrás de paneles deslizantes y tapices colgantes. Algunos de los pasajes estaban escondidos tan hábilmente detrás de columnas y estatuas, que James nunca habría sabido siquiera que estaban allí. Después de lo que parecieron siglos, bajaron una larga avenida en el séptimo piso. Al final, llegaron a una gran pintura de una señora gorda en un vestido rosado de seda. Kingsley la saludó amablemente, y ella se rió con coquetería.
—Este es el retrato que conduce a la sala común. Se requiere una contraseña para entrar, no importa a qué hora del día o de la noche. La contraseña suele cambiar a la semana, y nunca está escrita… pasa solamente de boca a boca. Esta semana, la contraseña es ¡“Mandrágora aliñada”! El retrato se abrió, y cruzaron a la sala común, que estaba llena de sillones esponjosos con acogedoras chimeneas. Kingsley indicó dos escaleras a cada lado de la habitación. —Los dormitorios de las chicas están a la izquierda, los de los chicos están a la derecha. Sus cosas ya deben estar en sus cuartos. El desayuno de mañana empieza a las siete y media de la mañana. Los horarios de clases se entregarán en ese momento. Su primera clase comenzará a las nueve.
James siguió a Sirius, Remus y Peter por las escaleras a la derecha y entró en la primera residencia de estudiantes de la izquierda. Cinco camas con dosel se organizaban alrededor de la habitación, con los baúles al pie de cada una y un gran calentador de estufa en el centro. James encontró su baúl a los pies de la cama cerca de la ventana. Remus se dejó caer en la cama a su izquierda, y Sirius comenzó a hechizar una cinta para pegar fotos de revistas de motos en la pared, cerca de su cama junto a la puerta. La cama de Peter estaba al otro lado de James, y al otro lado de Peter, el chico de pelo liso desempacaba sus cosas presentándose con una sonrisa amable como Frank Longbottom.
Después de que se instalaron, no pasó mucho tiempo antes de que se pusieran sus pijamas y se fueran a la cama. Con gratitud, James puso las gafas en la mesilla de noche y se metió en su suave cama, moviendo sus cortinas de terciopelo rojo para cerrar detrás de él. Mientras yacía en la oscuridad con los ojos cerrados, casi no podía creer que todo estaba sucediendo realmente. Por la mañana, iba a empezar a aprender la magia real. Sólo para asegurarse una vez más que todo era verdaderamente real, y que él no estaba acostado en su habitación en casa en el Valle de Godric, James se arrastró hacia adelante sobre su estómago y se asomó a través de las cortinas, a los pies de su cama. Las lámparas estaban apagadas, y ahora la única luz en la habitación provenía de las débiles brasas del calefactor de la estufa.
—¡Psst… James!
Sin sus gafas era difícil decir, pero James apenas podía distinguir la cara de Sirius a través del cuarto, que sobresalía entre las cortinas de su cama.
—¿Sí?
—Me alegro de que estemos juntos en Gryffindor.
James sonrió.
—Yo también.
El rostro de Sirius desapareció, y James se retiró y cerró las cortinas. Cuando se acurrucó bajo las suaves y blandas mantas, sus pensamientos se desviaron hacia la linda chica pelirroja que sabía estaba durmiendo justo al otro lado de la Torre de Gryffindor. En secreto, estaba muy contento de que él y Lily estuvieran juntos en Gryffindor, también.

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1528. el-dios-cinderace,

qe buen capítulo crak! espero el otro porfín leo algo de mis amados merodiadores !

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1529. chorizard,

jenio, jenio,jenio!

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1530. luzbel,

yo tengo pregunta. de odnde los sacas amigo? me gustaría leerlos por mi cuenta. xd, o los escribís vos.

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