He visto sólo una aportación a este hilo procedente de España, así que allá voy con la mía. Aquí, en términos laborales, a los ciegos no nos va tan mal, a menos que te salgas de los estereotipos fijados por la sociedad.
Cuando terminé ingeniería del software en el año 2015, tenía claro que no quería ser vendedor de cupones, fisioterapeuta, músico ni psicólogo. De lo contrario habría elegido otra carrera, ¿no? Decidí, junto con otros tantos que ya se movían por el sector, irrumpir en el apasionante mundo de la informática. Ya había oído rumores de gente a la que le colgaban el teléfono o sufrían graves desencuentros en las entrevistas de trabajo, así que me fui por el otro camino, el de emprender. Monté una empresa de consultoría de accesibilidad web, y fue fatal. Los teléfonos que se cuelgan, la gente que desaparece o el "ya te llamaremos" seguían a la orden del día, pero en vez de ser empleadores, eran potenciales clientes. Me encontraba en un vivero de empresas que asesoraba a emprendedores para que pudieran despegar. En vez de valorar lo que podía aportar, me enviaban a congresos de emprendimiento y discapacidad donde estábamos siempre los mismos y se decía siempre lo mismo: mirad, hay emprendedores con discapacidad, hay que hacer esto y lo otro y lo de más allá, pero luego no hacemos nada. Cuando vi que todos los meses tenía que poner cada vez más dinero de mi bolsillo, dije que hasta aquí hemos llegado. Como podía permitírmelo, dejé todo el trabajo y me metí a hacer el máster habilitante que completaba mi carrera, "para ver si así sí".
En el 2018 trabajé para mi universidad, donde fui muy bien recibido, pero la falta de accesibilidad de las herramientas y la imposibilidad de encontrar soluciones factibles me hicieron tener que renunciar tras unos meses. Después de acabar el máster entré a la ONCE, pero de eso mejor hablamos otro día.
El caso es que di 20000 vueltas para caer en plena pandemia en el mismo sitio que los demás: presentándome a entrevistas de trabajo y con el "ya le llamaremos". Me gusta mencionar en el currículum que tengo discapacidad. Soy de los que piensan que así sólo te va a llamar la gente que sepa lo que hay. De hecho, en mi perfil de LinkedIn, después de mencionar todo lo que hago, lo digo, e invito a que no me contacten si "la discapacidad eclipsa todo lo demás". Huelga decir que existe el enfoque totalmente opuesto, y que lo respeto plenamente.
En el 2021 me contrataron finalmente, y hasta hoy. Tengo unas condiciones excelentes, no me muevo de casa, el contrato es indefinido, y el salario podrían subirlo un poquito, pero eso es algo que voy a pedir incluso si ganara 10000 euros al mes. Esto, por desgracia, es una de unas pocas excepciones, algo de "los que hemos tenido suerte".
En cuanto a pensiones y otras prestaciones, me parecen muy necesarias. Yo cobro algunas, vienen genial para complementar. Hasta hace unos años, hablar de ellas suponía un tabú porque generaba broncas, precisamente por comentarios como el de Marcela. Comentarios que puedo entender, viendo el panorama en otros países. Lo cierto es que aquí, si las cobras, ni eres menos, ni se las estás quitando a otro que las necesite más. En última instancia, eso es asunto del estado, no tuyo.
Tenemos también un porcentaje de plazas reservadas para personas con discapacidad en el sector público, me parece que un 5% por convocatoria. Esas personas no pueden ir y pedir el trabajo así por la cara. Tienen que presentarse a oposiciones, estudiar y examinarse como todo el mundo, con la diferencia de que sus notas se evalúan por separado y no compiten contra los opositores sin discapacidad.
Y hasta aquí puedo leer. Sería bueno que alguien hablase de la venta o del periodismo.