2371. Dherhion,
No, de James Sirius no hay nada canon.
Por cierto, teneis que leer Harry potter y los métodos de la racionalidad. Es brutal.
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No, de James Sirius no hay nada canon.
Por cierto, teneis que leer Harry potter y los métodos de la racionalidad. Es brutal.
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al principio está bien. Luego se va un poco demasiado pallá ...
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no me pareció la gran cosa. Tema sagas es fácil, si el legado maldito da dinero, que se haga lo que quiera, creo que todos entendemos eso, no?
a mi en su tiempo me gustó la saga de Lipert pero después le perdí el rastro y no se en qué quedó todo.
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Al menos en mi caso, no estoy de acuerdo con el ala radical de ningún colectivo que quiere imponerse por la fuerza, lo queramos o no, las personas LGBT, las personas con discapacidad, etc, somos minoría en la sociedad, solo toca exigir respeto y que nos dejen vivir en paz, pero de ahí a que tengamos que aparecer en absolutamente todo, tampoco es así.
Lo de poner un ciego en Hogwarts legacy es darnos una bofetada de lleno porque hasta donde tengo entendido, la accesibilidad brilla por su ausencia para poder jugar.
El detalle de todo esto es que no saben ni quieren aprender a incluir como se debe.
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Pienso lo mismo.
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¡Saludos amigos!
Pido disculpa por la demora, pero en los últimos días de abril estuve presentando una fuerte gripe que me dificultó mucho el poder estar por aquí para compartirles el siguiente capítulo del fic, James Potter, un hermoso bastardo.
Ya vamos por el número 18, y este capítulo tiene lugar en las vacaciones de 1976, cuando nuestra protagonista Mary Macdonal compartió con el bastardo de James. Aquí les dejo el capi, y espero no demorarme tanto con el 19.
Capítulo 18:
La Familia Potter
Musicalización de Capítulo: Bobby - Goldsboro-Watching Scotty Grow (1971)
—¿Pasarás el verano en la casa de Potter? —Preguntó Lily. Doblaba cuidadosamente su corbata escarlata con franjas doradas y enseguida la acomodó cuidadosamente en un organizado baúl.
—No el verano entero, —aclaré—, sólo un par de días. —Dije mientras flameaba la túnica para extenderla y doblarla apropiadamente-. Llegaré a su casa, al día siguiente iremos a Dublín, dónde se celebrará el partido, y posteriormente, de vuelta a Londres.
—¿Y tu madre está de acuerdo? —Cuestionó suspicaz-. Quiero decir… es un chico.
— Bueno, aquí entre nos… no le dije que iría a la casa de un chico, —confesé en un susurró.
Marlene había entrado a la habitación. Mi ánimo alegre y entusiasta se había difuminado de golpe. Desvié el cuello hacia la pared opuesta a ella y crucé los brazos.
—Mary, ¿Podrías devolverme mi recordadora? —Pidió Marlene en modo desganado.
—¿Lily le puedes decir a Marlene que he dejado todos los artículos que me ha prestado en su baúl? —Pedí a la pelirroja con el mismo tono distante y frío.
—Mary, esto es absurdo… —Opinó una impaciente Lily, pero cerró la boca en cuanto le lancé un gesto hosco.
—Echa un vistazo en tu baúl, Marlene, —suspiró Lily. Y así lo hizo la rubia.
Lily se encogió de hombros.
—Bueno, espero que te diviertas en Dublín, —comentó retomando la conversación, y cerrando los broches de su baúl.
—Así lo haré, —procuré decirlo claro y fuerte, tanto como para que Marlene lo escuchara.
Llegamos a la estación de Hogsmeade arrastrando el baúl con una mano y cargando con nuestras respectivas mascotas con la otra. Yo la jaula de una mini lechuza grisácea llamada Blossom, Lily a su manso y gordo gato que se asomaba desde su hombro. Marlene se mantenía distante junto con Abbott, imagino que durante ese viaje a Londres se tuvo que apretujar en el abarrotado compartimiento de las tejonas. Los cuatro Gryffindors habían abordado antes que la mayoría de los alumnos, seguramente con el fin de alcanzar un oportuno y cómodo compartimiento privado como era su costumbre. Esos chicos siempre con sus secretismos. Era algo incómodo puesto que tendría que desbordar el tren junto James para ir a su casa. Lo acordamos de esa manera cuando le dije que no tenía forma de viajar a Dublín desde los suburbios muggles en Manchester, dónde se ubicaba el apartamento en el que vivía. Él dijo que sería más practico quedarme en su casa para viajar juntos por medio de la Red flu. Pero entonces, obligada a elegir un asiento, me parecía algo extraño tenerle tan ajeno hasta llegar a Londres cuando estaba por ser huésped en su hogar, sentía que debíamos por lo menos charlar un tanto.
Sin embargo tampoco tenía intenciones de pedirle un espacio en su compartimiento sabiéndome una intrusa entre aquel círculo de amigos, además estaba Lily que no le hacía ninguna gracia pasar las siguientes ocho horas de camino junto con James. Así que cuando atravesamos las puertas deslizables y pillé a James con sus tres inseparables, me limité a saludarles, preguntar un tanto de su día, a decirle que estaba ansiosa por asistir al partido, y finalmente me despedí excusando que Lily me esperaba.
—Si, entiendo, —dijo aquél-. ¿Te parece si te busco cuando estemos a punto de llegar? —Propuso.
—Me parece bien. —Le respondí.
James Potter me dirigió una amistosa sonrisa; Sirius se despedía con ese característico guiño acompasado con el índice sobre su frente; Peter sacudía la palma de su muñeca y Remus, con quién había labrado una buena relación gracias a su asesoría en DCAO, fue del único de quién escuché decir un "Hasta pronto Mary".
Conseguimos colarnos a un compartimento confortable, cortesía de Lily y su buen trato con un muchacho majo de Ravenclaw, Aubrey Bertram, su compañero del club de calderos. Afortunadamente era también amigo de Brennan, nuestro guardián de Gryffindor, por lo que resultó agradable y ameno aquel trayecto hasta Londres.
Entrado el crepúsculo, y cruzando las faldas de la ciudad, a pocos minutos antes de llegar a la estación, escuchamos deslizarse la puerta. Nos había pillado a mitad de una carcajada grupal.
—Bonita noche, —saludó James apoyado en el umbral del compartimento-. Brennan, Lanzadora, Evans…—Esto último lo había articulado con un tono seductor.
—¡Potter! —Saludó Brennan amistosamente-. Pasa, —invitó señalando el espacio disponible-, justamente charlábamos del partido de Gryffindor contra Ravenclaw.
Sin que se lo tuvieran que pedir una segunda vez, James tomó la palabra del guardián de Gryffindor y fue a sentarse frente a Bertram que se ubicaba a un lado de Lily.
—¿Has tenido un buen viaje Evans? —Preguntó a la pelirroja, la cual replicó con unos fastidiados ojos en blanco.
Aubrey que había reparado en la incomodidad de Lily se dirigió a James manteniendo el matiz amigable y jovial.
—Fue un excelente partido, he de reconocer que nos dieron una paliza ese día.
El de gafas le miraba en una dosis precisa de altivez y arrogancia.
—Me gusta ir por lo que quiero, —Aseguró. —… y quitarme de encima cualquier tipo de competencia. —Eso último tenía una connotación desafiante, quizá amenazante.
Aubrey Bertram desdibujó su risa. Recordé que había escrito un comentario en la famosa lista que Marlene había confiscado a principio de año. "La cabellera más sexy" le firmó a Lily. James Potter tuvo que haber reparado en eso, y notar que Bertram estaba interesado en la pelirroja, pero que a diferencia de James, a Lily no le sentaba mal su compañía. En realidad, el modo en que operaba el cortejo de Bertram estaba a cien leguas de distancia de James. No era intrusivo, no era pedante ni directo. Era agradable, complaciente, ameno y atento. El tipo de pretendiente que colaba mejor con la personalidad de Lily.
—Siempre tan adorable, —dijo la pelirroja percatándose de las indirectas de James-. Dime Potter, —Se dirigió al de gafas. — ¿Sirius sigue aburrido y has venido a buscar a quién molestar?.
James rio como si aquello fuera un alago y se pasó la mano por la cabellera.
—No, de hecho he venido a buscar a la Lanzadora, —respondió casual y se volvió hacia mí—. Entonces, Mary, ¿Estás lista? —Me pregunto.
Incómoda tras la tensión que sembró la irrupción de James titubeé un poco.
—Heeer… Si… te estaba esperando, —dije mientras me incorporaba del asiento. Me estiré intentando alcanzar el baúl que había acomodado en las repisas superiores del vagón.
—Ya te ayudo yo, —ofreció James, aprovechando para montar un pie en el asiento y obligar a que Lily y Aubrey se separaran un tanto.
Cerré los ojos ante la punzada en la boca del estómago que me había provocado eso. Usarme como pretexto para llamar la atención de Lily. Sí que era un bastardo. Pero el trago amargo duró hasta tan pronto salimos del compartimiento. Me despedí del grupo y salí con mi lechuza mientras James arrastraba mi baúl.
—¿Cuándo veas a Keith Newton en persona le regresarás su Snitch?
—¿Bromeas?, No es suya. Tú lo dijiste, es propiedad de la escuela, —contestó él.
—Y si es propiedad de la escuela, ¿Cómo es que la llevas en el bolcillo?
—Es mi amuleto de la buena suerte, tengo que llevarla en el bolso durante el partido… me aseguraré de que los Puddlemere derroten a las Harpías.
—¡Ja!, ni cien Snitch en tu bolsa harán eso posible.
—¡JAMIE! —Una señora muy entrada en canas, bien vestida y con elegantes gafas se abría paso entre la muchedumbre y se acercaba hacia nosotros.
—Mamá, —saludó James.
La mujer le estrujó con entusiasmo, como si fuera la primera vez que se encontraba con su hijo después de varias décadas.
—Mira que grandote y guapo te has puesto…
—Mamá, detente, —pidió James avergonzado. Su madre le había deshecho su bien calculado peinado alborotado y rebelde. James se pasó una mano por la cabeza-. Mamá, Ella es Mary, —extendió su mano presentándome.
—Hooo, Mary, —dijo cariñosamente la señora Potter, cómo si mi nombre le recordara alguna vieja melodía de sus años más felices. Fui entonces víctima de un abrazo similar al que había dado a su hijo-. James nos platicó de ti. —Era demasiado británica como para no tener idea de cómo actuar ante semejante intempestiva muestra de cariño—. Será un placer tenerte en nuestro hogar.
—Muchas gracias Señora Potter, —contesté cortésmente viéndome intimidada tras aquel abrazo.
—Ho, no me llames Señora Potter. —Rogó con la mano en el corazón—. Puedes llamarme Euphemia, o mejor "Mia”. —Pidió.
"Prefiero llamarte suegra" pensé.
—Si, desde luego, Mia.
James me miró de soslayo y alzó ambas cejas. "Si, así es mi madre con todos", pude ver en esa expresión.
—¿Dónde está Sirius?, pensé que vendría con nosotros, —habló preocupada la señora alzando la vista y buscando de lado a lado por el andén.
—Sirius se unirá después. Tiene que recoger sus cosas en Grimmauld Place, —informó James a su madre. A continuación volvió a reparar en mí-. Se mudará a partir de este verano, —me explicó ante la interrogante en mi gesto-. Larga historia.
—Ho, que lástima, tenía lista la mesa para cinco. —Lamentó la mujer—. Bueno… entonces será mejor que nos vallamos de una buena vez, la Red flu se congestiona…. A menos, claro, que prefieras viajar por otro medio Mary. James me ha contado que tus padres son muggles así que si te sientes más cómoda podemos abordar el autobús noctámbulo.
—La red Flu está bien.
Media hora después me encontraba contemplando una acogedora estancia en un chalét muy inglés. Con tapices y mueblería muy vintage, me recordaba un tanto a un retrato de época victoriana.
Podía apreciarse sobre la chimenea una serie de marcos con fotografías de James Potter en todas las etapas de su infancia. James de cuatro años saludándome con un mameluco de león, James de seis años sobre el lomo de un potrillo de Pegaso, James de diez años presumiendo su carta de Hogwarts y James de once años rodeando el hombro de Sirius Black. Había olvidado por completo como lucían esos dos en su primer año, eran de hecho muy adorables. Sirius tenía el pelo corto, era un niño perfecto para un catálogo de ropa fina junior. James tenía el pelo de medio lado, más peinado de lo que se le vería nunca.
—Espero que tengas hambre, reina, —dijo la señora Potter despojándose de una bufanda de cashemir—. Phixi preparó "Tartiflette" de pato y trufas.
—¿Phixi?.
—Nuestra elfina domestica, —explicó James quitándose el jersey, remangándose la camisa y estirando con pereza sus brazos-. ¿Conocerás a los elfos domésticos?...
—¡JAMIE! —Un hombre mayor había salido de una sala que tenía aspecto de despacho—. Hijo, que alegría tenerte en casa, —dijo cariñosamente mientras abrazaba a James-. Quería acompañarte, pero desde que me pesqué gripe de fuego, tu madre no me deja salir de noche.
—Está bien papá, me alegra verte recuperado, —contestó James-. Te presento a Mary Mcdonald.
—Ho, James, ¡Es encantadora!. ¿Qué tal querida? Es un placer Mary, James no suele traer chicas a casa. —Dijo extendiéndome la mano.
—Papá, —canturreo James avergonzado-, Mary es solo una amiga, —aclaró frotándose la frente.
—Yo pensé que…
—Es un placer señor Potter, —dije estrechándole la mano.
—Jamie, mi cielo y Mary querida… ya está servida la cena, —avisó la señora Potter.
Sobra decir que la cena fue cálida y agradable. Aunque me supo más a una entrevista sobre la genealogía Mcdonald. Les conté sobre mi padre que trabajaba en una universidad en Toronto Canadá como biólogo investigador; dos hermanos mayores, también residiendo en Canadá, estudiantes de oceanografía y geografía; Una madre Fisioterapeuta y una abuela squib en Manchester. Mis padres no estaban separados, pero mi estancia en Hogwarts obligaba a mi madre aquedarse en Inglaterra. "Se ven cada que pueden" les tranquilicé. Les tuve que explicar en qué consistían todas las carreras y los oficios que había mencionado y parecía que les hablaba de un universo alterno el cual ansiaban conocer. "Hay gordo, deberíamos visitar Canadá" Propuso la señora Potter palmeando el brazo de su marido. Luego procedí a contarles que el padre de mi abuela, a quién posiblemente debía el gen mágico, había sido un mestizo de apellido Macmillan quién había ayudado durante la primera guerra mundial (Que entre magos es mejor conocida como "la gran guerra"). Resultó que Henry Potter, el abuelo de James también había peleado en el mismo frente que mi bisabuelo.
—¿Y de casualidad no sabes en que casa fue asignado? —Preguntó la señora Potter.
—Basta Euphemia, —pidió James a su madre cuando se hubo acabado su porción de tartaleta—. Esto parece un interrogatorio.
—¡Oh! Tienes razón corazón, —dijo la señora con una sonrisa cariñosa-. Deben estar exhaustos tras el viaje. ¿Por qué no suben a descansar? —Propuso poniéndose de pie mientras recogía los platos.
—Señora Potter… Mia, —corregí—, ¿Necesita ayuda para recoger la mesa, o lavar los platos?.
—Ho mi niña… no hace falta, —aseguró la señora sorprendida por tal propuesta. ¿Será que los magos nunca se ofrecían para ayudar con tareas domésticas elementales?. Supongo que con una varita en mano eran tareas que se llevaban a cabo en un parpadeo, por lo que no suponían ninguna labor que ameritara la ayuda de nadie.
—Lanzadora, eso es trabajo para elfos domésticos, —me susurró James.
— No sería ninguna molestia, —les aseguré.
—Querida, apuesto que colaboras mucho en casa ¿Verdad? —Adivinó la madre de James—. No te preocupes. Tú debes ir a descansar, mañana tendrán un día ajetreado.
—En ese caso. Ha sido una cena agradable y deliciosa, muchas gracias por todo.
"Descansa querida.", "Buenas noches Mary". Me despidieron los señores Potter cuando salí del comedor.
—Siento todo eso, —dijo James mientras contemplábamos a nuestras respectivas lechuzas revolotear por el terreno ajardinado en la parte trasera de la casa. Estábamos en un especie de balcón con el que contaba la habitación de huéspedes, dónde me habían alojado-. Mis padres son mayores, así que se entusiasman mucho con los invitados… debiste ver cómo sometieron a Sirius la primera vez que pisó esta casa. Al pobre no lo dejaron levantarse de la mesa durante una hora.
—¿De qué hablas? —Exclamé-. Tus padres son personas de lo más agradables.
James encogió los hombros.
—Bueno, supongo que a diferencia de muchos padres puros, sí que lo son. Les agradas. —Manifestó dándome un empujón con su hombro. —Otro segundo más en la cocina y son capaces de adoptarte.
Sonreí soltando un resoplido y me volví a ver el cielo. Escuchamos por un segundo las ramillas siendo azotadas por una reconfortable brisa nocturna acompañada del ulular de las lechuzas y el gorjeo de los grillos.
—Estuve a punto de tener una hermana, ¿sabes? —Me comentó de pronto interrumpiendo la sinfónica nocturna. Me volví hacia él-. Entre los muchos embarazos fallidos de mi mamá, había uno que parecía ser prometedor.
No me atreví abrir la boca ni a emitir sonido alguno. Dejé que sea el viento quien llenara esos silencios. Por primera vez James me contaba algo tan personal e íntimo que sentí no debía escuchar.
—Era una niña. —Suspiró. Tenía la mirada fija en nuestro par de lechuzas que sobre una ramilla de fresno se encontraban tiernamente acicalándose la una a la otra—. Al perderla, mi madre no salió de su habitación por semanas. La pérdida la había destrozado.
El gesto de James endureció. Le examiné, estaba conmovida y esa faceta en él era poderosamente enternecedora.
—Lo siento mucho, —me limité a decir con una voz muy sutil.
—No lo sientas, —pidió cambiando positivamente su tono y esbozando una mueca de medio lado—. Después nací yo, —dijo con su habitual orgullo, como si no hubiera un regalo más exquisito para nadie.
Su siempre presente arrogancia, Ese era James. No era un hombre que escribiera sonetos a la luna, ni que soportara la melaza o el sentimentalismo... por lo menos no entonces.
Alcé la vista hacia la luna menguante que, cual sonrisa de gato, brillaba hermosamente desde su cenit
—¿Te hubiera gustado tener una hermana? —Me aventuré a preguntar.
—No sé. Tal vez, —meditó y suspiró—. Siempre y cuando sea el tipo de hermana que le guste el Quidditch.
Apunto sus gafas hacia mí mordiéndose juguetonamente el labio. Me concedió esa palmada que solía propinar a sus mejores jugadores.
Cuando Remus y Sirius afirmaron que una vez abrazada la amistad de James éste la devolvía redoblada y magnánima, era verdad. James podía tener todos los defectos adjudicables a los muchachos arrogantes, pero nadie podría negar que tenía un íntegro sentido de la amistad.
—Buenas noches Lanzadora, nos veremos mañana, —se despidió.
Todo ese tiempo entrenándome para el equipo, ese gusto por el Quidditch que nos vinculaba, esas tardes debatiendo sobre equipos, los desvelos siguiendo por la radio los partidos de la liguilla, esos abrazos efusivos e infantiles, esas competencias corriendo por la madrugada... se habría labrado para él un afecto ajeno a cualquier vínculo romántico.
No era que no me notara por su obsesión con Lily Evans, lo hacía, pero veía a una hermana o a alguien lo más parecida a ese lazo fraternal. Jamás lo sabré.
Pero los días pasan lentos y el tiempo va saludando. Dependía de mi mostrarle que podría ser más que eso para él.
Hasta aquí llega el capítulo, y como les dije, espero traerles en menos tiempo el siguiente.
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posteo apetición de un feo que me lo pidió :D
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Miren quién habla de feos, el presidente de la asociación de su clase xd.
¡Saludos amigos!
Ya estamos por aquí con la siguiente entrega, en este caso el capítulo 19 del fic, James Potter, un hermoso bastardo.
Nos adentramos de a lleno en el curso 1976-1977, año en el que los merodiadores tuvieron su sexto curso en Hogwarts, y año en que concluye esta historia.
Les adelanto que a partir de ahora el fic se complejisará mucho más, y digamos que el tono de la trama subirá mucho en comparación con lo visto hasta el momento. Nuestros personajes tienen 15 o 16 años, edad en la que se encuentran atravesando la adolescencia plena, con todo lo que esto conlleva. Además, la situación del mundo mágico, fuera de los muros de la escuela, acabará jugando un papel importante en lo que está por venir. Sin más demora, les dejo el capítulo 19.
Capítulo 19:
La Hermana de Pelo Dorado
Musicalización de capítulo: América - Sister Golden Hair (1975)
Mi madre era una fanática del cine Muggle. Tenía esta extraña costumbre de encontrarle algún parecido a todas las personas que conocía con cualquier celebridad contemporánea o pasada.
Cada que veía a Lily Evans en el andén 9 ¾ no dejaba de repetir que con el paso de los años se parecía más y más a Sissy Spacek en Prime Cut, "Colócale un par de lentillas verdes y esta clavadita a tu amiga" Aseguraba. Bastó un maratón de cine francés para convencerse de que Brigitte Bardot era una clon de Marlene McKinnon. "Mira es el mismo rubio, las mismas cejas, los mismos pómulos. Hazle un buen abombado sobre la cabeza y tienes a Briditte Bardot con túnica de Gryffindor".
Un domingo por la tarde en la última semana de vacaciones, mi madre terminó viendo una terrible comedia por la tv. Al concluir la proyección de la película, nadie le sacaba de la cabeza que me parecía a una de las chicas protagonistas, Jane Birkin. "Tienen las mismas facciones y el mismo estilo de peinado. Sólo que tú posees los ojos y el cabello obscuros, pero con lentillas y un tinte eres la viva imagen de Jane Birkin". Esa era mi madre y su engañoso ojo que veía a todos como estrellas de cine.
—Pues sí tienes algún parecido, bajo cierta luz, —opinó Remus Lupin cuando abordamos el Expreso camino a nuestro sexto curso en Hogwarts.
—Supongo que tenemos el mismo blanco en el ojo, —ironicé.
Además de las asesorías, Remus y yo charlábamos del mundo Muggle, o por lo menos de aquella salpicadura de cultura pop a la que teníamos acceso durante navidades o veranos. Esto nació a partir de nuestra plática en la enfermería en cuarto curso.
—…Me sorprende que conozcas esa película, es terriblemente mala, —ppiné.
—Bueno, tengo una madre tan muggle como la tuya, —explicó.
Entonces una cabellera roja se materializó a las puertas del compartimento, llamando nuestra atención. Esbozó una sonrisa. Se había modernizado el corte de cabello y ahora usaba labial, se veía muy bien. Se unió al compartimento seguida de Marlene.
—¿Qué tal tu verano Lily? —Saludé fingiendo que no había reparado en la presencia de la rubia.
—Ya habrá tiempo de hablar sobre veranos, —manifestó tajante pero sin deshacer su enigmática sonrisa. Alzó las cejas hacia el castaño-. Remus, —avisó, y el muchacho asentó la barbilla.
Se incorporaron al unísono y se dirigieron rumbo a la puerta del vagón, dejándonos a Marlene y a mis solas. Entonces supe que había sido un plan; Un plan para forzarnos a limar asperezas. Ya me preguntaba yo, por qué Remus Lupin no estaba sentado junto a su amado círculo de Gryffindors.
—Son ocho horas hasta Hogwarts, y no las dejare salir hasta que hablen—Amenazó Lily desde el otro lado del cristal.
La rubia y yo nos cruzamos de brazos ofendidas tras aquella treta.
—¿Tenías idea de esto? —Pregunté a Marlene.
—Claro que no, —respondió con un bufido.
Hubo un incómodo silencio que no me quedó más remedio que romper.
—Bien… ¿Qué tal tu verano? —Pregunté a regañadientes.
—Enriquecedor. ¿Qué tal Dublín?
—Supongo que bien… las Harpías perdieron, —respondí de mal humor.
— ¿Y qué pasó con Potter? —Cuestionó insegura.
—Te maravillará saber que nada, —esbocé una risa sardónica—. Fue una linda visita, su familia me trató como invitada de honor, él se portó bien… pero nada más.
—Me maravilla saber que asististe a un partido de Quidditch a ver tu equipo favorito en compañía de tu mejor amigo, —corrigió suspirando.
—No es mi mejor amigo, —aclaré rascándome la frente-. Deberías saberlo.
—Christy Abbott tampoco es mi mejor amiga, —reconoció.
—Me imaginé que no.
Tragó aire.
—Estamos…saliendo, —confesó pausadamente.
Enderecé la espalda y la miré de frente.
—Me alegro, —dije sincera, pero con una risa amortiguada-. ¿Por qué no me lo habías dicho antes?.
Meditó un instante fijando la vista a la ventana.
—Le prometí a Christy que no se lo diría a nadie, ¿Imaginas que algo así llegara a oídos de Bertha Jorkins? —Explicó.
—Al diablo. Que se entere todo Hogwarts… ¿Qué más da?
—No es sencillo. —Lamentó Marlene suspirando—. La familia de Abbott forma parte de los sagrados veintiocho, y parece que su madre está obsesionada con comprometerla a un tal Nott, o con Chrouch Jr.…
—"Iuck."
—Incluso estuvo a nada de firmar un acuerdo de compromiso marital con cualquiera de los hermanos Black, —agregó-, por fortuna Sirius se ha hecho fama de renegado de su sangre, por lo que la señora Abbott desistió de cualquier acuerdo con esa familia.
Comenzamos con pequeñas y torpes convulsiones, de un segundo a otro las dos comenzamos a destornillarnos de risa.
—¿Lo imaginas? —Pregunté entre carcajadas—. Sirius y Christy de la mano… ¡Qué disparate! —Continué riendo, hasta que al cabo de unos segundos las carcajadas se disolvieron y se convirtieron en un aliento profundo-. Entonces… supongo que Peter era una tapadera.
—Por merlín, —bufó impaciente Marlene-. ¿Acaso crees que yo soy ese tipo de persona? —preguntó indignada. Negó con el rostroy siguió diciendo-. Ese verano que Peter me visitó. Bueno te imaginarás, me confesó sus sentimientos, parecía tan nervioso he ilusionado, —la rubia alzó los hombros y estiró los dedos-, se lo tuve que confesar. No podía decirle que no me interesaba o que no me gustaba. No quería provocarle más inseguridad de la que ya de por sí padece. Le dije que salía con una chica… le hice prometer no decir nada a nadie.
—¿Pero ese mensaje?...¿Por qué dijo eso?
Marlene volvió a suspirar.
—Desde luego también me indignó, —reconoció-. Parece que Sirius y James no paraban de tomarle el pelo con aquello.Cómo tú me lo haces a mí. Pero a diferencia de ti… Sirius y James, son Sirius y James. Me entenderás. Piensan que son bromas inocentes a su costa, pero yo noto cuánto le afectan. —Alzó una ceja-. Me dijo que no soportaría la burla de aquellos si se enteraban que le había rechazado, y ya que no podía decirles que me gustaban las mujeres, sólo se le ocurrió decirles que él había desistido después de "mi mal aliento".
—Qué imbécil, —exclamé indignada.
—Es sólo un muchacho inseguro, —difirió Marlene-. La inseguridad nos orilla a cometer cosas terribles. —Reflexionó pensativa-. Tan solo intentaba protegerse de las inminentes burlas de sus propios amigos. Pero ha sido fiel a su palabra, no ha dicho nada respecto a mi o Abbott, así que no puedo enojarme con él.
— ¿Eso era lo que tanto te preocupaba encontrar en el mapa? —Recordé de pronto-. Me refiero a que, antes de que supiéramos que era un mapa.
—Sí, esa maldita lista me puso algo paranoica. —Rio. Y yo reí junto con ella.
—Te eché de menos, —reconocí de pronto tomándole la mano.
—Y yo a ti… nunca volvamos a pelear, -rogó riéndose de todo el asunto.
—Marlene, —pausé cautelosa—. Tenemos que hablar del TIMO de adivinación.
—Supongo que sí. —Habló resignada rascándose el lagrimal
— ¿Me dirás que ocurrió? —Pregunté.
Tornó el gesto meditativo y sus pupilas se volvieron melancólicas. Se concentró en la ventana.
—Puedo intentarlo, —Accedió con una risa desvaída cuando volvió hacia mí. Aflojó la espalda-. Puede que no lo comprendas ahora, que pienses que estoy loca… pero intentaré explicarlo tanto como se me es permitido. ¿De acuerdo?.
—Sí, —repliqué, aunque no estaba segura del por qué tenía que aclarar todo aquello.
— Hay tres teorías sobre el viaje en el giratiempo ¿Sabes? —Comentó de pronto.
Algo completamente ajeno y distante a la conversación. Intenté ligar aquello con el timo de Adivinación, pero no encontré por dónde tomarlo. Así que seguí la corriente expectante a que iba a parar.
—No lo sabía, —me limité a decir.
—Supongamos que alguien viaja al pasado con intención de matar a su abuelo. Bien. ¿Qué consecuencias traería aquello? —Reflexionó-. La primera teoría dicta que al matar al abuelo afectará su propia existencia, por lo que desaparece, al desaparecer hace imposible que haga el viaje en primera instancia, por lo que nunca mata a su abuelo, así que vuelve a existir, sin consecuencias. La segunda teoría dice que matara al abuelo y que seguirá existiendo, pero en un mundo completamente alterado en el que no debería de existir, pero existe. La tercera teoría dice que por más que intente matarlo, nunca lo logrará hacer. Quizá su varita se rompa, quizá un elemento se cruce por el camino que le impida llevar a cabo su tarea. Pero por más que lo intente, el destino se defenderá a si mismo porque ya está escrito. Su sola existencia obliga a que esté escrito.
Entrelazó las manos con delicadeza, apunto de alcanzar su propósito.
—Bien, pues ¿Cuál de las tres teorías crees que deba ser la certera?
—No lo sé, —confesé sin comprender a qué iba todo eso o qué tenía que ver con lo ocurrido en el TIMO de adivinación-. Primero necesitaría saber por qué alguien se tomaría la molestia de viajar en el tiempo para matar a su abuelo.
—Quizá esa persona pretende sacrificar algo por un bien mayor, algo que lo sobrepasa a sí mismo o su familia. —Propuso Marlene.
—Bueno en ese caso, —medité un momento—, creo que me inclino por la segunda teoría. Un mundo alterable en el que se tiene pleno derecho al libre albedrío.
Después de todo eran los 70´s, un mundo que abrazaba la ideología del vive y deja vivir, vida solo hay una y hay que vivirla, y haz lo que te plazca.
—También es mi favorita, —Combino Marlene-. ¿Qué caso tendría el futuro si no tenemos poder de elección? ...Dumbledore dijo que la adivinación es un arte inexacto y que una profecía solo tiene valor si se le concede el mismo.
—¿Eso dijo Dumbledore?, —inquirí levantando una ceja.
—Él no creé en estas cosas, —sonrió-. Por tanto, yo tampoco.
—Entonces … ¿Sufriste de una visión profética o algo por el estilo? —Finalmente hice la pregunta.
—Llamémosle un vistazo a una posibilidad, —corrigió-. James me preguntó sobre la copa de Quidditch, y le dije que Gryffindor tenía grandes oportunidades, pero olvidó reparar en el detalle de que Slytherin llegaría mejor preparado. Tú me preguntaste si tendrías oportunidades con James Potter… y como "vidente", o como quiera que los llamen, te informo que las tienes. —Confirmó.
Un fuerte bombardeo en mi corazón me estremeció inyectándome de un sentimiento esperanzador. Tragué aire, me mordí el labio y sonreí. La abracé, quizá celebrando por partida doble una reconciliación y la certidumbre de que existía una posibilidad con James.
—…Aunque como amiga te aseguro que puedes conseguirte algo mucho mejor, —añadió Marlene en gesto reprobatorio, separándome un momento para dejar claro que seguía sin gustarle James como cuñado—. No sé qué demonios le vez a ese tipo.
Me eché a reír. No sabía decirle, pero a grandes rasgos le veía perfecto.
—Marlene, —había otra cosa que me moría por saber-. ¿Cuál era la última carta?
—¿Acaso importa? —Cuestionó ella-. Sólo un garabato viejo sobre un papel. —Sonrió.
Puede que Marlene McKinnon me dijera solo lo que precisaba escuchar. Había pasado por alto advertir algo vital sobre su presagio, y es que este había mostrado una ventana a la amenaza de un futuro pantanoso que nos aguardaba fuera de Hogwarts. Existía una razón poderosa por la que su visión la había alterado de esa manera, algo que se guardó para sí y que pasarían años para descubrirlo por mí misma. Quizá ella pensó que si yo me aferraba a un amor no correspondido, ella podía aferrarse a la idea de evadir aquél inminente destino.
Musicalización de capítulo: Jane Birkin - Di doo dah (1973)
Volvíamos por sexta ocasión a Hogwarts, un trío de leonas encabezado por Sissy Spacek, Briditte Bardot y la versión tigreña de Jane Birkin. Me preguntaba, Cuando mi madre conozca a mi chico de gafas ¿Qué actor designaría para él?.
Cuando desbordamos el Expreso en el Andén de Hogsmeade y James me saludó con esa encantadora y embriagante sonrisa, juré que tenía un aire a Montgomery Clift, ¿Quizá?. Si a Montgomery Clift le alborotaran el cabello y se colocara unas gafas podría ser lo más parecido a James.
Pero cambié de opinión cuando le contemplé charlando y riendo con sus amigos sentado en el gran comedor, tan indiferente y apático a su alrededor, sin prestar atención a los niños de primer ingreso que se colocaban el sombrero seleccionador. Podría asegurar que cuando hablaba y hacía el tonto con Sirius o susurraba y ojeaba su misterioso mapa, hacía ese gesto, esa risa traviesa que le dotaba un aire a James Dean… si, James Dean con corbata de Gryffindor. Hasta se llamaban igual.
Se unió una vez más en mi recorrido matutino por los terrenos fuera del castillo. No dejaba de hablar de las jugadas de su preciado Puddlemere y cómo había aplastado a mis Harpías. Aún estaba de luto por aquella derrota. Pero mientras hablaba yo me perdía en su rostro, cada movimiento sutil al enarcar sus labios, la forma de usar sus cejas para matizar sus expresiones. Entonces se descolocó las gafas para secarse el sudor, y confirmé que tenía el tipo de Brad Davis. Brad Davis con ojos avellana y una remera de los Puddlemere. Ese podría ser James.
Pero durante los entrenamientos, cuando sus ojos se volvían aguileños y adoptaba una actitud más seria, dominante, demandante, apasionante y… como me gritaba "Lanzadora"… juraba que era Marlo Brando en "Un Tranvía llamado Deseo"… deseo. Así era como le observaba desde la escoba, con deseo.
Durante Historia de la magia, mientras el profesor Binns leía un pasaje de la revuelta de los duendes, yo viajaba a las nubes con sólo contemplar a mi chico de gafas. Concluí que James no tenía comparativa. No había manera en que hubiera un igual en la farándula o en ningún lado. James Potter, era James Potter. Y ese año debía encontrar la manera de que me comenzara a notar como chica, no como amiga ni como hermana.
—He… he… Tierra llamando a Mary, —tronó los dedos Lily. Me hizo salir de golpe de la ensoñación. Para cuando me volví me di cuenta que la clase había terminado. Potter ya se recolocaba la túnica y se montaba el morral, rodeaba a Remus con su brazo y le alborotaba el pelo.
—Lo siento… estaba distraída, —me excusé con la pelirroja.
—Oye, Slughorn me pidió que te diera esto, —dijo tendiéndome una carta.
—¿Qué es? —Pregunté curiosa.
—Una invitación a su club de eminencias, —contestó Lily.
—¿Me invita al club de las eminencias? —Parpadeé sin comprenderlo.
—Parece que durante la final de Quidditch le has causado buena impresión, —explicó-. Marlene también está invitada.
Hasta aquí el capítulo 19 de James Potter, un hermoso bastardo. Pronto estaré de vuelta con el capítulo 20. Espérenlo.
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pero y que mas os da que Hermione sea negra? a ver, es estúuupido de todo punto, un nuevo intento de meter cosas con calzador en otro universo. preocupaos si empiezan a meter retrofumadas, como en la rueda del tiempo. tranquiiilos, esto no va a pasar, no tiene sentido que una muchedumbre de fans enfurecidos destruyan los estudios de grabación por cambiar detalles tontos. pero bueno.
con respecto al ciego que va por hgwarts pues... no tiene sentido, tienen magia pa curar todo menos la ceguera? que hijos de puta... coño, poned opciones de accesibilidad si quereis hacernos referencia y meteros el ciego por culo. por otra parte si hay universos donde están muy bien implementados, como geordey laforge de star trek tng, y hablamos de 1991, osea que esto no es por eras, bueno, como todo en realidad.
en fin señores, siete libros, ocho pelis, y vete ha saber que hacen de serie. pues yo creo que sobra. siempre que he visto series de una peli es por ampliar el universo, no para ser totalmente reiterativos. peeero esto es el chicle de hp, muy fácil de estirar para la mayoría de fans, así que solo queda esperar...
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kieres saber algo mi estimado @dep me chupa un huevo todo eso son trivialidades ke kieren sacar en su serie pero creeme qe todo lo qe está poniendo el fanfik de james,me uviera gustado verlo en una serie no repeticiones de los libros amí me uviera gustado ver esas esenas de la vieja generación de howarts
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Na. el fanfic es promedio en el mejor de los casos. No lo agregaría casi nada de lo que usó la autora.
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Es bastante MEH.
Yo lo leí en su año en fanfiction.net
Los ay mejores, aunque he d decir que la época de los merodeadores no me convence mucho.
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A mí si me gustan. ¿Alguien me recomienda uno de esa época? El que está pasando Ronald ya lo terminé. Gracias.
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asuma, que eso es muy bonito. pero que no vale para nada. ya no es ni si quiera nivel de canonicidad secundario como en sw, es total fanatismo, nada más. la vieja escuela podría ser aún peor que la original, sobretodo por los tiempos muggles que corrían, aunque da igual, porque a Rowling lo muggle le ha sudao el pie normalmente el mundo no mágico, osea que yo que se. no me gusta hacer hipótesis sobre fanfics y el mundo que Rowling ha creado, porque si ella misma se desentiende... imagina yo
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porque mejor en bes de sacar un aserie de los7 libros no sacan una serie de los merodeadores
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porque a la mayoría de la gente le interesan los 7 libros más que los merodeadores.
A mi ni me interesan, no encuentro nada que valga la pena en ellos, e incluso llegan a desagradarme.
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Todavía si fuera la época de Tom de estudiante podría ser divertido. ¿Pero los merodeadores? 4 tíos persiguiendo a 4 tías con hechizos y quiddich por medio, con ataques de los mortífagos que no afectan en nada a Hogwarts.
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no-se encuentro genial saber como por ejemplo ,cuando severus le dice la profesía a boldemort o cuando boldemort va a casa de los potter o otras cosas mas ,como cuando black va en busca de el peter
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pero eso esla guerra mágica, no son los merodadores. osea, bien mayores ya. eso si sería útil pero se sale del family friendly de hp y eso
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pues a mi en lo personal si me interesa explorar mas en ese pasado turbio por muy familifrienli qe sea eso me yama mas la atensión qe ver lo ke ya lehi y vi en las pelis
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algún juego accesible de hp? aparte del que salió este año que no lo es?
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ninguno creo yo amigo
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¡Saludos amigos!
Nuevamente estamos por aquí para continuar actualizando el fic, James Potter, un hermoso bastardo, que llega el día de hoy a su entrega número 20. Especialmente dedicado a aquellos que han manifestado en el foro su interés por conocer más sobre esta época en el colegio, conocer más sobre la primera generación, conocer sobre los orígenes de la mayoría de personajes que luego vimos en la saga principal. Yo considero que es un período muy explotable en los fics, y del que se suelen sacar contenidos muy productivos para nosotros como fans. Son varios los fic de esta época que he encontrado y sumado a mi colección, pues al ser una etapa tan poco estudiada se presta mucho para hacer buenas cosas sin salirse del canon. Pero dejemos la muela psicológica xd, al final aquí todos pensamos y gustamos de nuestros propios intereses. Vamos a lo que cuenta, este capítulo 20, en el cual tendremos una trama muy divertida entre los protagonistas. Ahí les va.
Capítulo 20:
Travesura Realizada
Musicalización de capítulo: The Snak - My Sharona (1979)
Una vez finalizada la reunión de las eminencias, Slughorn se despidió de su preciado y exclusivo círculo de alumnos del que, de alguna manera, ya formaba parte. Lily sin duda era su consentida, echo casi palpable. Quizá había sido por ella que fui invitada.
— un gusto que te nos unieras Mary, —me dijo cuándo estrechó mi mano-. Cualquier amiga de Evans, es amiga mía.
—El gusto es mío, Profesor. Ha estado exquisito.
—Quizá en una próxima reunión podría presentarte con la buscadora de las Harpías de Holyhead, —dijo guiñándome el ojo—. Apuesto que estaría encantada de conocer más de tus ocurrentes jugadas.
—Sería maravilloso. Muchas gracias.
Entonces fue el turno de estrechar y elogiar a Marlene. Mientras hacía aquello reparé en su boticario dónde encontré filtros de germinados vitamínicos.
—Profesor Slughorn, —llamé.
—¿En qué te puedo ayudar señorita Mcdonald?.
—He visto que tiene filtros de Germinados… y, claro si eso no supone ninguna molestia, ¿Podría tomar alguno para mi mandrágora? Ha estado enferma últimamente. —pedí-. Yo se lo repondría cuanto antes.
—Claro, niña, claro, —accedió—. Toma cuanto necesites.
—Gracias profesor.
Me dirigí a su boticario dónde estaban los filtros en pequeños frasquitos con sus respectivos nombres. Y con el permiso del profesor tomé uno de ellos. Una casual ojeada al estante de plantas mediterráneas sobró para reconocer las Branquialgas. Recordé de inmediato el comentario de Abbott y su deseo por refrescarse en el lago. ¿Cómo iba a olvidarlo después de semejante día?. Entonces una idea desquiciada se apoderó de mi mente.
Miré a Slughorn para verificar que estuviera oportunamente distraído despidiéndose de Marlene y con cautela tomé un puñado de esas hojas escamosas metiéndolas a la bolsa de la túnica. Rogué que no lo notara.
Llegamos a la orilla del lago con la respiración entrecortada. Tenía las chapetas coloradas por la agitación y me bullía la piel tras el esfuerzo físico. Esta vez estuve a nada de llegar al mismo tiempo que Potter.
—Admito que has mejorado, —Reconoció. Gotitas de sudor le escurrían por el cuello, y su ropa mostraba el humedecimiento propio del ejercicio.
— Otro poco y ya te dejaré mordiendo el polvo, —reí entre inhalación y exhalación.
—Sigue soñando, mujer, —soltó una carcajada.
Como siempre lo hacía tras la carrerilla, se despojó de la sudadera y se echó al pasto.
Era mi oportunidad. Me tenía que armar de valor para hacer lo que tenía en mente. Hundí las manos en mi bolso y palpé las branquialgas que había robado del boticario de Slughorn. Una voz en mi cabeza me susurraba "Aun estás a tiempo de desistir, guarda eso y regrésalo, nadie se enterará", pero había otra que me rogaba "HAZLO".
Llené mis pulmones de aire y di un par de pasos al borde del lago. Me despojé de la remera.
—Lanzadora, Te quitaste la camisa, —avisó él, cómo si aquello hubiera sido algo accidental.
—Que observador, —dije con un matiz irónico-. Me muero de calor, así que voy a nadar un rato.
Solté mi cabello.
—¿Estás loca? —Exclamó-. El lago está helado. —Advirtió, para luego comenzar a reír, convencido de que sólo hacía el tonto.
—Lo sé. Por eso es que traje branquialgas conmigo, —dije de la manera más casual y despreocupada que pude articular, como si eso fuera cosa de todos los días. Luego, me despojé de los zapatos deportivos y los calcetines. —¿Te unes? —Le propuse.
—¿Vas enserio? —Exclamó él. Parpadeó un par de veces, abrió la boca intentando decir algo pero no salían palabras. Sospecho que le tentaba cometer esa exquisita travesura, pero quizá no estaba convencido de llevarla a cabo con otra persona que no fueran sus inseparables.
Le lancé la camisa a la cara.
—¿Y tú te dices Gryffindor? —Desafié con burla, mientras me desanudaba la cinta del pantalón deportivo.
Él seguía pendiente de cada uno de mis movimientos boquiabierto. Miró de un lado a otro comprobando que no hubiera un mirón cerca.
—Está bien… quédate a cuidar mientras yo regreso, —dije indiferente.
Sabía que no podía darme el lujo de vacilar, tenía que ser fiel al papel. "No me importa que tú no vengas, yo de todas formas voy". No me quedaba salvo aprehenderme a la esperanza que él no fuera esa clase de sujeto que se sintiera cómodo ver como los otros actúan mientras él vigila. Sabía que este era su punto débil. La lujuria por la vida.
Tragué saliva… James no cedía y no emitía palabra alguna.
Con ayuda de mis pulgares me bajé los pantalones deportivos extendiendo el resorte de la cadera. Estos cayeron al piso, mis piernas estaban expuestas. Di un saltito adelante para quitármelos de los pies. Y de un momento a otro quedé comprometedoramente desabrigada en las afueras del castillo, usando solamente dos piezas de ropa interior: un top liso color negro a juego con la trusa de tiro largo, también azabache. Fingí no sentirme en lo mínimo pudorosa. ¿Cuántas veces no me ha visto en las carpas cambiándome?. Pero sabía que esa vez era distinta, adquiría un matiz superior de sensualidad. La cresta del sol asomándose por las montañas en pleno amanecer, el calor del ejercicio y mi figura expuesta en un lugar dónde lo más que puede aspirar a ver un hombre es tres dedos por encima de las rodillas de las chicas. No quería ni imaginar lo que hubiera pasado si Hagrid, Filch, o incluso un centauro se hubiese asomado por mera mala suerte o cruel casualidad. Pero no era tonta, después de tanto tiempo corriendo la misma ruta a la misma hora confiaba que era demasiado temprano como para ver un alma pasar.
Entonces me volví para ver su rostro. Potter se había ruborizado de todas las tonalidades conocidas y por conocer. A medias petrificado y a medias tentado. ¿Había ido demasiado lejos?.
¿Qué demonios iba a ser yo si no se unía?, Quedar en absoluto ridículo. Pero era tarde, tenía que seguir adelante. Tomé mis pantalones y saqué las branquialgas y la varita del bolcillo, a continuación se los lancé al pecho como si de una Quaffle se tratara.
—Cuida mi ropa, James, —ordené-. Regresaré en un momento. —Avisé.
Di unos pasos decididos al escaño del lago, donde el agua acariciaba mis pies. No pude contener un respingo al comprobar que estaba gélida.
Y entonces escuché cómo se incorporó de la hierba. Me volví a él. Se despojaba rápidamente de su remera exponiendo su torso. Se quitó los zapatos, el pantalón y quedó en shorts interiores. No era algo que me sorprendiera, ya le había visto un millar de veces en los vestidores.
—Hago esto para cuidarte, —argulló.
—…Si tú lo dices, —reí incrédula.
Le tendí las branquialgas. —"Bon Appetit".
Tomó un par de hojas que semejaban a tallarines y se los echó a la boca. Le imité. Eran grumosas, chiclosas, pestilentes y asquerosas. Difíciles de tragar y más difíciles de no vomitar, su sabor era parecido al del huevo podrido. Pero aun así no desbaraté mi semblante despreocupado. Nos encaminamos al agua gélida hasta que esta alcanzó mis rodillas.
Pronto sentí que el aire se me negaba, incapaz de llenar los pulmones, como si de un momento a otro careciera de nariz y boca. Debajo de las orejas me habían aparecido grandes rajas que no pude dejar de tocar. Me lancé al agua de un clavado y de pronto ese frío y la sensación de asfixia cesaron. El agua atravesaba los interiores de mi cuello por las nuevas ranuras producto de las branquialgas y juraría que no había sensación más aliviadora y reconfortante. Observé a James a lado mío. Tenía membranas entre sus dedos y aletas en lugar de pies, vi con horror que lo mismo me había sucedido a mí.
Estuve a punto de decir algo al respecto pero noté que era incapaz de producir sonido. Un par de burbujas salieron de mi boca que se perdieron en la superficie. Pero apenas al dar el primer aletazo con la pierna, percibí asombrada la facilidad con la que podía desplazarme por el agua. El cuerpo terrestre es inmensamente torpe a comparación. Una segunda, tercera y cuarta pataleada, ya me juraba una auténtica sirena.
Musicalización sugerida: Wall-E Soundtrack - Define Dancing
Comencé entonces a nadar alejándome en lo posible de la orilla, que además de estar llena de piedras musgosas, caracoles y plantas, no se podía hacer gran cosa. Tuve que alejarme hacia los abismos para que me fuera posible moverme por todos los puntos cardinales y desplazarme en acrobacias marinas cual delfín.
James me seguía, me desafiaba a medir velocidades. Acepté el reto. Acomodé la varita en el tirante de la cadera de la trusa y comencé a nadar detrás de él.
Resultó que era mucho más veloz en agua que en tierra o aire. Mi cuerpo era espigado y pequeño, ideal para desplazarse como flecha cortando. Le rebasé sin dificultades he hice una seña de despedida parecida a las que Sirius solía hacer. Dos dedos desde la sien y "Muerde mis burbujas Potter". Pataleé adentrándome más y más a las profundidades del lago.
Sentí que algo había sujetado mi pierna. Era James que se rehusaba a quedar atrás. Tiró de ella juguetón. Enseguida fue él quien se adelantó despidiéndose cínicamente de mí. Le alcancé con una absurda facilidad, pero ya que nadar más rápido que James no representaba un desafío para mí, me divertí haciendo un par de piruetas formando remolinos, y luego a jugar a congelar las burbujas que despedía el aliento de mi boca. James no era tan cursi, se limitaba a tronar malvadamente mis burbujas de hielo.
Nadamos a nuestras anchas desplazándonos como si fuéramos parte de una misma hélice, yendo en espiral, dejando una estela de burbujas que se disolvían en la superficie, un impremeditado ballet acuático.
Llegamos a grandes jardines de algas que se alzaban desde el obscuro fondo de las profundidades del lago. Nos desplazamos entre ellas como cortinas de las que debíamos abrirnos paso, semejante a un bosque de lianas. Jugueteamos a perdernos entre la maleza. Parecíamos dos niños que por primera vez les dejaban salir a vaguear fuera de casa. Y pronto entre aquellas algas comenzó a moverse algo que tenía forma de crines y una gran cola de dragón arremolinada. Medía poco más de cinco metros y contaba con un extraño aspecto de caballo. Se alejó galopando y zigzagueando la cola, y no fue hasta que se alejó lo suficiente que pude percatarme que se trataba de un "Kelpie", o como lo llaman en la mitología griega, el hipocampo. Una criatura marina de la que llegué a leer en el compendio de Bestias Fantásticas en tercer grado. Mitad caballo, mitad pez. Su relinchido era como una sinfonía de cuerdas bajo el agua.
Jalé el brazo de James para arrastrarlo más al fondo. Estaba ansiosa por ver qué más podía encontrar en las profundidades del lago.
Llegamos al claro del agua, a quizá treinta metros lejos de la superficie, pasando el jardín de algas y el talud de roca. A nuestros pies había un misterioso abismo obscuro e infinito del que se despedían esporádicas burbujas. Sólo se divisaba la luz que provenía de estelas ambarinas que penetraban desde la superficie.
Un cardumen de peces plateados, centellantes por la luz que reflejaban sus escamas tornasol, se abalanzó hacia nosotros. Se abrían paso a medida que nos rozaban, y volvían a sus filas ascendiendo en una hermosa espiral que se perdió en la infinidad.
Me sentía pequeña, una voluta de polvo en el espacio, pero de alguna manera poderosa, hermosa y más viva que nunca. El reflejo de las ondulaciones de la superficie nos proyectaba un danzante y hermoso jaspeo azul sobre la piel. Aun sostenía la mano de James y él no la apartaba. Un pequeño y sutil aleteo. Un pequeño acercamiento era lo que necesita, un sutil acercamiento y podría besarle. Era el momento, debía ser ese el momento.
De pronto, de un tirón él me jaló hacia su espalda. Elevó su varita en alerta. Un demonio de agua se acercaba a nosotros. Mitad duendecillo, mitad pulpo. Un Gryndilow que sacaba sus colmillos y chillaba amenazante. James agitó su varita, el agua tornaba sus movimientos lentos, pero aun así logró aturdirlo.
A mi espalda otros chillidos similares comenzaron aproximarse. Desde el resorte de mi ropa interior saqué la varita y, como recordaba (Gracias a Lupin) convoqué el conjuro "Relaxo" para aturdir al más próximo, al que le siguió y a otro más más atrás. El cuarto ya se había adherido a mi pierna. Pataleé intentando apartarle, James lanzó un fulgor de luz que pegó en sus tentáculos provocándole una quemadura. Se soltó y se fue nadando mal herido chillando como ratoncillo. Otro banco de ruidosos Gryndilows se aproximaba desde las profundidades. Supimos que era hora de movernos.
Era él quien ahora jalaba de mi brazo, arrastrándome rumbo a una caverna rocosa dónde poder resguardarnos. Parecía ser un lugar seguro. Pero a mitad del camino una extraña criatura conformada de algas, nadaba como anguila despavorida desde la profundidad. Me quité de su camino. Parecía huir de un gigantesco tentáculo que se alzó inquietando las aguas. Su fuerza era tan potente que nos arrastró corriente abajo, cual escombro a la deriva. La nuca se me había helado ante la vulnerabilidad de sentir algo tan inmenso aproximándose.
Un segundo tentáculo lento, abismal y amenazante se alzó. Esta vez más cerca. Podíamos distinguir su color, su textura y hasta escuchar las ventosas absorber el agua. Un sonido estridente como de trombón rugió desde el fondo. Se aproximaba un tercer tentáculo que amenazaba con envolverse en nosotros. Alcé la varita y lancé un chorro de agua hirviente con intención de que no nos tocara. El tentáculo se contrajo como un molusco al sentir el ácido de las gotas de limón. Comenzamos a nadar, esta vez sin las gráciles y danzarinas piruetas. A nadar como presas que éramos.
Un segundo rugido amenazante y metálico sacudió las aguas desde sus profundidades, se coló por mi oído casi hiriéndome los tímpanos y retumbó hasta estrujarme los huesos. Dio un coletazo con un tentáculo titánico que nos arrastró sin misericordia arremolinándonos hacia el abisal dónde imperaba la obscuridad marina. Se dejó ver su aterrador ojo. Mastodóntico, redondo y perturbador. Sus dimensiones eran tales que podía ver mi reflejo en él. James expulsó un fulgor de su varita que entintó las aguas de negro, dejó oportunamente ciego al calamar unos instantes, los suficientes para escapar.
Tomé a James de la muñeca y jalé de él hacía arriba tan rápido como pude, buscaba un lugar dónde resguardarnos. Rocas, una caverna submarina, Algas... lo que fuera que pillara primero. Vislumbré entonces un conjunto de pilares demasiado bien labrados. ¿Era la villa dónde vivían las sirenas? pensé. Pero a medida que me acercaba noté que tenían talladas serpientes demasiado góticas y medievales para ser creaciones elaboradas por tritones. Los pilares sostenían gruesos vitrales. ¡Caracoles hervidos! ¿Vitrales bajo el agua?. Cuando estuvimos a pocos metros se distinguían a través de aquellos una confortable sala de colores verdes, un estandarte de serpiente y hasta una chimenea. No logré pillarlo hasta ver que un alumno de corbata verde y plateada se desperezaba y se levantaba de un sillón. ¿Era ese el escudo de Slytherin?. Si, estábamos frente a la sala común de Slytherin.
El alumno entonces se volvió casi por aburrimiento a la ventana dónde pude advertir su cara. ¡Era Snape!. MIERDA, MIERDA, MIERDA. Se alertó de inmediato, pegó su nariz al cristal atónito, escrutándonos. Intentando adivinar que éramos o, más bien, quiénes éramos.
Para mi fortuna el calamar no le dio el tiempo suficiente, golpeó el vitral adhiriendo sus ventosas al vidrio y así obstruyendo su vista. Sacudió las aguas, un chorro de tinta ennegreció los alrededores y tiñó el ventanal de Slytherin.
Entonces James me abrazó, me pegó fuerte a su cuerpo y alzó la varita a la superficie y convocó un "ascendió" que nos impulsó a la velocidad de un proyectil. Salimos escupidos del agua hacia el pie del embarcadero de Hogwarts, a un costado del castillo.
La única vez que había estado en ese lugar fue en primer año, cuando desbordamos los botes para encaminarnos al que sería nuestro nuevo hogar por los siguientes siete años. Se encontraba en la base del acantilado de Hogwarts, es decir, al extremo más distante de dónde habíamos dejado nuestra ropa.
La punta de un tentáculo se alzó asomándose de la superficie provocando que una ola golpeara las orillas y bañara todo a su paso. Luego volvió a sumergirse.
—Finite—Me apunté a mis branquias, apenas pudiendo hablar. Sentía los pulmones y el pecho mismo comprimirse exigiendo agua. El aire que se absorbía por mi cuello quemaba como ácido sobre la carne. Miré mis manos membranosas, noté cómo al cabo de unos agonizantes segundos regresaban a ser humanas. Y a medida que lo hacían sorbí una bocanada de aire que llenó mis pulmones al doble de su capacidad.
Jadeaba apunto de vomitar la garganta, temblaba, sentía el cuerpo de plomo y mi corazón estaba a punto de sufrir un paro cardiaco. James a mi lado jadeaba con la misma intensidad, pero a diferencia de mi comenzó a reír, enseguida a toser y otra vez a troncharse a carcajada limpia. Como si todo lo que ocurrió se hubiera tratado de un paseo por la montaña rusa.
—Tenemos que repetirlo Lanzadora, —dijo, entre jadeos intensos, palmeándome la espalda.
—¿Estás loco? —Exclamé—. ¡CASI MORIMOS!..
—¿Morir? —Bufó. Sosteniéndose pesadamente el pecho incapaz de contener su carcajada—. ¿Te refieres al calamar? —Seguía con el gesto hilarante. El cuerpo le goteaba y su cabello azabache, empapado y ceñido a su frente, tenía un alga colgada-. El calamar es inofensivo—Aclaró.
—¡Quería comernos!.
—¡Oh! No, nada de eso Lanzadora, —chasqueó-. Quería sacarnos del agua. Eso hace con los alumnos que caen al lago.
—Snape, —tomé aire-, nos vio. —Me llevé la mano a la frente completamente arrepentida de todo aquello, mi corazón estaba por salir de mi pecho-. Joder. Nos vio.
Y hasta aquí el capítulo de hoy. Eso si que fue una buena travesura, de haber estudiado en el colegio probablemente yo hubiese querido imitarlos a ellos. Pronto volveremos con el capi 21, espérenlo.
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jajajajaja divertidísimo kien iva apensar qe tanto el padre y el hijo conocieran el lago negro tan a profundidad!
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YA, Y A MI ME INTERESA EXPLORAR LA GUERRA VONG, PERO COMO DISNEY TIENE EL CONTROL... POS NO HAY GUERRASS VONG. LO SIENTO AMIGO. EN TU CASO TE QUEDAN LOS FANFIC... Y AL MENOS A MÍ, LIBROS DE AUTORES, QUE SIEMPRE SE AGRADECEN. de todos modos es lo que quiere el fandom de hp, porque además como la autora no ha dado pautas para un coso anterior... pos ap pajas. si es lo que hay.
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¡Saludos amigos!
Estoy por aquí para traerles la siguiente entrega de James Potter, un hermoso bastardo. En esta ocasión se trata del capítulo 21, un capítulo muy distinto del anterior. Si el número 20 fue divertido y alocado, con tintes de mucho humor y hormonas adolescentes, este capítulo tiene un trasfondo mucho más oscuro, y algunas cosas son un reflejo de lo que pasaba en el mundo exterior, fuera de los muros de Hogwarts. También hay algo de rebeldía y bravuconería adolescente, pero es un primer aviso de los eventos que pueden estar por venir. Sin más muela, aquí está el capítulo 21.
Capítulo 21:
James vs Snape
Musicalización de Capituló: The Rolling Stones - Paint It, Black (1966)
—Snape, —tome aire-. Nos vio. —Me llevé la mano a la frente completamente arrepentida de todo aquello, mi corazón estaba por salirse del pecho-. Joder. Nos vio.
—Sí, también lo noté, —dijo con el último suspiro de risa. Se levantó y alzó la varita—"Accio Ropa".
—¡¿Que vamos hacer?! —Cuestioné histérica—. ¡Nos podrían expulsar por eso! —Hablaba alarmada, mientras estrujaba mis sienes con desesperación.
—Eh, eh, —colocó su empapada mano sobre mi hombro-. Creo que sé cómo podemos salir de esta, —meditó. Adoptó ese gesto pensativo y ligeramente maquiavélico que le había visto hacer en compañía de Black. ¿Cómo podía estar tan calmado?.
—¡Es Snape!, te odia, —le recordé.
—Oye, oye, —esbozó esa media risa calculadora y satisfecha-. Me encargaré de que Snape no hable, ¿De acuerdo?.
Esa mañana llegué al gran comedor sin apetito. Caminaba exánime y fui a unirme al desayuno por mero hábito mecánico, mantenía la mente ensimismada en los acontecimientos recientes. "Tan sólo sería un paseo en el lago con James" Me repetía. "Tan sólo un inocente paseo con James. ¿Cómo se había salido de mi control?".
Parecía, en apariencia, un día cualquiera. Los alumnos se fueron uniendo al desayuno, absortos en sus cotidianidades estudiantiles. Lily y Marlene estaban a mi lado discutiendo cuál de las dos Lunas de marte era la llamada "Fobos".
Entonces levanté la vista hacia la mesa de Slytherin dónde atisbé a Severus Snape. Tenía un moretón en la cara que no se había tratado y era evidente que resentía dolor en el resto de su cuerpo.
Era pasada la hora acostumbrada en la que Dumbledore se unía a la mesa de los profesores para emitir alguna frase excéntrica para abrir el desayuno matinal, pero el director de largas barbas aún no había aparecido, a pesar de que su desayuno ya estaba servido. Intuía lo peor, comenzaron a embargarme los nervios.
Escuché el barullo de los cuatro Gryffindors de sexto uniéndose a la mesa. Tan enérgicos como siempre, intercambiaban risas cómplices, codazos y jugueteos. James se sentó a un par de alumnos frente a mí y al encontrar mi mirada me guiño encantadoramente el ojo. Me derretía la manera en que sus labios se arqueaban y se le dibujaban esas líneas que nacían de los costados de su barbilla y resaltaban sus pómulos, sin embargo no me nacía sonreírle de vuelta, no podía compartir su ánimo. ¿Cómo James podía actual tan normal después de lo que había pasado?
La escena de lo que había ocurrido hace unas horas me asaltaba la mente. Recuerdo como salí histérica del lago y cómo sentía la urgencia de vestirme enseguida.
Recuerdo ese zumbido en el aire de las prendas aproximarse hacia nosotros, y cómo hicimos acopio de nuestras habilidades como cazadores de Quidditch para atraparlas en pleno aire a medida que cruzaban sin orden hacia la boca del embarcadero. Un zapato, una sudadera, mi camisa, otro zapato. James estaba pendiente de sus pantalones, que una vez los atrapó habilidosamente, buscó entre los bolsos para sacar un espejo.
—¡Canuto!, ¡Canuto! —Llamó desde la superficie del vidrio—. Canuto, joder, ¡Despierta!.
—Por Merlín, —la voz ronca y somnolienta de Sirius se escuchó salir de aquel artilugio-. ¿No puedes esperar a que den las ocho? —Refunfuñó enfadado.
Vi entonces que desde aquel cristal se asomaba el rostro desgreñado de Sirius Black. Un espejo de doble cara, no era la primera vez que los veía utilizarlo.
—Eh, eh, Canuto, necesito que verifiques dónde está Quejicus en este momento.
—¿Qué? —Graznó Sirius. De pronto la somnolencia se le había esfumado—. ¿Estás planeando algo sin invitarme a participar? —Reprochó ofendido.
—fue algo improvisado, —adujo en su defensa-. Anda Canuto… no tengo mucho tiempo.
Me vestía, rauda y torpe, mientras escuchaba su conversación sin entender al completo cómo se suponía que Sirius pudiera verificar tal cosa.
—Algo muy malo habrás hecho mi querido Cornudo, -exclamó alborozado-. Como cohete en el culo, está saliendo a toda velocidad de su sala común, —informó.
—¿A dónde se dirige? —Preguntó James-. ¿Hacia la torre de dirección? ¿O al patio trasero de transformaciones?.
—Puedo adivinar que, por el camino que está tomando, se dirige al despacho de McGonagall.
¿Cómo era posible que Sirius pudiera ver eso?. ¿Acaso había colocado varios espejos de doble cara en lugares claves del castillo?. Todo podía esperar de estos chicos.
Dumbledore se había manifestado por fin en el gran comedor, pude advertir la bastilla de su túnica empapada y algo enlodada. No se dirigió a la mesa de los profesores para atender el desayuno, caminó rumbo al podio principal para dar un anuncio.
—Buenos días. —Tamborileó su varita sobre un candelabro para llamar la atención—. Un momento por favor, —pidió.
Tragué aire nerviosa. Los estudiantes guardaron silencio para volverse a él.
—Se nos informó que durante la madrugada las vistas de la sala común de Slytherin fueron completamente obstruidas con la tinta negra del calamar. Les ruego a los estudiantes de esta casa que no se impacienten, muy pronto todo retornará a la normalidad.
El gran comedor fue presa de barullos y comentarios, incluso una que otra risa. Los corbatas verdes negaban con el rostro, irritados. Vi cómo James se llevó un pedazo de pan a la boca intentando sofocar una carcajada maliciosa, casi victoriosa. Una vez lo tragó se mordió el labio y, tras un vistazo de soslayo, nuevamente fui presa de sus pupilas avellanas que anunciaban nuestra complicidad.
-¿Tuviste algo que ver con esto? -Escuché que secreteó Sirius con recelosa curiosidad.
James le revolvió el cabello.
-Déjame escuchar a Dumbledore.
—A raíz de esto, me tuve que dar a la tarea de consultar a los Tritones que residen en el lago negro, —continuó Dumbledore—, y lamentablemente me informaron que algo había alterado al Calamar Gigante. Tras una examinación pudimos descubrir que han herido uno de sus tentáculos. Por la naturaleza de sus lesiones, sospechamos que esto sólo pudo haber sido obra de estudiantes.
Sentí la presión sanguínea caer de golpe. Comenzó a emanarme una sensación de nauseas que tuve que controlar para no vomitar a mitad de la mesa. Miré de nuevo a James. ¿Cómo podía estar tan tranquilo? ¿Cómo podía comer? Y ¿Cómo podía reír ante todo esto?.
—¿Quién habrá sido el idiota? —Cuestionó con horror Lily Evans.
—¿Por qué razón habrán atacado a un animal tan inofensivo? —Secundó Marlene.
Y De pronto resultó que todos sabían que el calamar era inofensivo.
—Si alguien vio algo al respecto, les exhorto a que hablen conmigo para resolver esto lo antes posible. Cualquier tipo de maltrato a una criatura del colegio no será tolerado. El responsable o responsables serán severamente castigados por los daños, —resonó la voz de Dumbledore por el comedor.
Hubo un silencio seguido de un intercambio de miradas suspicaces. De apoco los susurros se levantaron entre los estudiantes, algunos indignados, y otros consternados. La mesa de Slytherin arrastraba la mirada buscando a un culpable.
Volví a mirar a Severus Snape. Su cara herida y su gesto hermético seguían inertes en su comida. Me mordí ambos labios.
Una vez que supimos que Snape se dirigía al despacho de McGonagall, James me pidió que regresara a la sala común y dejara que él se ocupara de Severus. Desde luego que no podía marcharme tan plácida sin estar segura de que realmente estaba fuera de la inminente amenaza de, si bien, mínimo un castigo duro como poco, pero tentaba la expulsión. Tenía que garantizar que James disuadiría a Snape de no hablar.
Le interceptó a mitad de uno de los corredores exteriores del castillo, aquellos que rodeaban la fachada, a la vista de los canales del lago.
—¡SNAPE!. —Gritó James.
El muchacho flacucho de Slytherin miró sobre su hombro y al advertir a Potter corrió más aprisa.
—¡Alto! ¡SNAPE! —Volvió a ordenar.
El corbata verde no llegó a cruzar el arco que conectaba con el segundo patio de armas. James había lanzado un aturdidor que le obligó a girar sobre sus talones para protegerse de la maldición.
—Potter, no vas a salir de esta. —Afirmó jadeante mientras apuntaba hacia James—. Haré que te expulsen por eso.
—Quejicus, —se burló James, el cual también mantenía su varita en alto—, ¿Cuántas veces te he escuchado decir eso?.
—Esta vez es distinta, Potter, —aseguró casi escupiendo la última palabra. Sus extremidades temblaban—. No es Dumbledore defendiendo a un hombre lobo… eres tú nadando desnudo, con una alumna, a mitad del lago.
—No seas bobo Quejicus. Será tu palabra contra la nuestra, —advirtió James sin darle mayor importancia-. ¿Quién va a creerte algo así?.
—Dejemos que eso lo juzgue McGonagall, Dumbledore… o Lily Evans, —rio sardónico-. La evidencia está de mi parte. Un sencillo hechizo de adherencia y ahora los vitrales de Slytherin están tapizados de tinta de calamar. ¿Sabes a quién culparan?
James desbarató su gesto. Snape soltó una carcajada.
—Es su amiga, ¿No es cierto? Tu "Lanzadora", —destacó relamiéndose los labios-. Apuesto que a Lily le encantará escuchar cómo han sido comprometedoramente pillados.
—Así que se trata de eso, ¿Verdad? De Lily, —dedujo el de gafas.
—¿Cómo puedes tener el descaro, Potter? —Preguntó con repulsión el Slytherin, esta vez impregnado de furia-. Rogarle a Evans que salga contigo, pero mientras jugueteas con su amiga.
Escuchaba y miraba todo aquello desde un prudente lugar, estaba labrada en una sola pieza y no me atrevía a interferir ante aquello.
Entonces James comenzó a convulsionar con una risa contenida, con su mano libre se llevó los dedos a la frente y se dio el lujo de carcajear a mandíbula suelta.
—Ho, Quejicus, —chasqueó los dientes—, sí que debes de sentirte desesperado. —Concluyó con burla.
Snape apretó los dientes y lanzó un maleficio de chispas anacaradas directo a James. Éste, en posesión de buenos reflejos, logró retener el centello chispeante ayudado de su varita, y lo hizo orbitar alrededor de él para redirigirlo de vuelta al Slytherin. Pegó directo en su pecho. El desgarbado Snape pareció de su propio inmovilizador de piernas. Cayó de bruces, pegándose en la cara contra la esquina de una almena. El sonido del golpe me revolvió el estómago.
James se encaminó hacia aquél a paso amenazante. Pateó la varita de su mano apartándola a varios metros de éste. Lo tomó del cuello de la camisa y acto seguido le arrastró hasta levantarlo y estamparlo de nuca contra la pared de piedra sin mostrar ninguna clemencia. Aproximó su perfil recto y bien esculpido, hacia la nariz ganchuda del corbata verde.
—Podría tirarme a todas las chicas de la torre de Gryffindor en su cara, y aun así ella jamás volverá a dirigirte la palabra. —Le dijo con tono desafiante, sin dejar de esbozar una risa cínica.
—Eres un cerdo, —articuló el Slytherin entre dientes con el gesto contraído de repugnancia.
—¡Alto!, ¡James! —Rogué a medida que corrí a detenerlo. Las cosas se estaban complicando y no podía permitir que aquello se enmarañara aún más, tenía que intervenir.
—Lanzadora, —suspiró James exasperado-. No te tienes que meter en esto.
—Podemos resolver este asunto de una manera más limpia, —aseveré. James mantenía apresado a Snape de espalda a la pared y con el puño en el cuello de su ropa-. Snape. —Le llamé con ruego-. Alguna vez abogué por ti para que pudieras disculparte con Lily, —le recordé-. Tan sólo te imploro que me regreses este favor.
La herida que se había hecho Snape comenzó a expulsar un hilo de sangre. Esperé por un par de segundos su respuesta. Aquél deslizó sus ojos negros de mi a James, y de vuelta a mí.
—Bien, —contestó aun expidiendo asco de su gesto-. Un favor, por otro favor, —articuló ronco y frío.
Exhalé aliviada. James distendió el brazo con el que sujetaba a Snape.
—Así me gusta, Quejicus, —manifestó el de gafas-. Pero sigo sin confiar en tu palabra—Reconoció. —"Mimbe Wimble". —Conjuró a la lengua de Snape.
—¿Qué has hecho? —Pregunté alarmada.
—Un encantamiento de lengua atada, —explicó. Soltó por fin a Snape, causando que éste callera al piso-. Su lengua se anudará si intenta hablar sobre lo ocurrido en el lago.
—No era necesario, —opiné en regaño. Me arrodillé para examinar el rostro del Slytherin-. Gracias Snape, —le dije en tono amigable y posando con suavidad mi mano sobre su hombro. Intentaba mitigar la brusquedad con la que James lo había tratado-. Puedo tratar esa herida que tienes, si te apetece.
El chico ni se molestó en atenderme con la mirada, su gesto de asco cazaba a James. A continuación las cosas fueron fugaces. El Slytherin aprovechó la guardia baja de James, para sacar la varita del bolso de mi pantalón, hacerme a un lado y apuntar a la desprevenida espalda de James. "Crucio".
El rayo color carmesí pegó directo a la espalda de Potter, doblándola en un arco y obligándolo a caer sobre sus rodillas. Comenzó a retorcerse soltando un rugido de dolor.
Miré completamente pasmada, aterrada y sin pulso en mi torrente sanguíneo.
Severus Snape estaba usando una maldición imperdonable en pleno colegio contra James. Entonces entendí, horrorizada, lo que Lily había advertido en Snape. Su razón para alejarse de él iba más de un insulto humillante, una elección de bandos o ideologías. Snape se estaba convirtiendo en un seguidor obscuro, un Mortífago desalmado. Sin contemplaciones por los límites del daño.
Miré a un costado, la varita de Snape que James había pateado. Me abalancé a ella y apunté.
—¡Petríficus Totalus!.
Corrí enseguida hacia James.
-¿ESTÁS BIEN?
—Sí, sí, lo estoy, eso creo, —dijo con una voz débil y un gesto exangüe.
—Tenemos que decirle a Dumbledore, —propuse con los ojos empapados —O a Slughorn, o McGonagall. Se tienen que enterar de esto.
—No, —sentenció James incorporándose con lentitud—. No… no podemos. —Se encaminó hacia Snape que se hallaba petrificado en el piso-. Sí, mierdilla como lo has escuchado, —le confirmó al Slytherin en el piso—. No vamos a informar de nada de esto mientras tu mantengas tu palabra.
James se inclinó para quitarle de entre los dedos mi varita. Me palpó la espalda para que le siguiera. Dejamos al chico tendido a mitad del corredor.
Hasta aquí llega este capítulo 21, y próximamente regresaré con el número 22. Espero que lo disfruten.
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imajinen esto en una serie,seríaépico!me encanta el fik !
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¡Saludos amigos!
Estamos por aquí con la siguiente entrega de James Potter, un hermoso bastardo, capítulo número 22 de este Fick. Después de haber tenido esas escenas tan significativas en el capítulo anterior, retornamos a la acostumbrada esfervesenncia de las hormonas adolescentes, representada particularmente en esta historia por la atracción que despierta nuestro bastardo, James, en la chica protagonista. Espero que disfruten el capi.
Capítulo 22:
Musicalización de Capitulo: The Babys - Isn't It Time (1977)
Una Cita con Potter
La segunda junta del club de las eminencias de Slughorn cayó en vísperas de la temporada decembrina. En esa ocasión había organizado una glamurosa cena con platillo de codorniz y un exquisito postre de tarta de grosellas. Estábamos a mitad de una interesante discusión sobre la mesa.
—"Las artes obscuras se le puede considerar a todo tipo de magia que un mago empleé para causar daño".
Para aquella reunión el profesor de pociones había invitado a la afamada directora del Departamento de Investigación Mágica, Dorcas Meadowes, quién frente a la amenaza de Voldemort y sus mortífagos, estaba haciendo labor de concientización y precaución en Hogwarts.
—Prácticamente la magia Obscura es lo que el Ministerio califica como tal, —objetó secamente Caradoc Dearborn, el ravenclaw que había tenido tan buena relación con los Slytherins—. ¿Cómo es que el Avada Kedavra es un hechizo imperdonable, pero otras maldiciones letales no lo son? O ¿Cómo es que el filtro Amortentia puede conseguirse en una tienda en Hogsmeade mientras que el Imperius es castigado con la aprensión en Azkaban? Ambas infringen la voluntad y el albedrío de la víctima.
—Caradoc, —el profesor Slughorn se aflojó el cuello incómodo-. No creo que nuestra invitada tenga ánimos de entrar en debate…
—De hecho Horace, —habló aquella con una mueca fascinada—, me parece muy interesante y sensato lo que este muchachito acaba de reflexionar. —La bruja sonrió-. El ministerio de este país ha creado una lista de hechizos, pociones y actos que son considerados como magia negra. Fácil, ¿verdad? "Esto es magia negra, esto no, esto es magia blanca, esto no", —ejemplificó con mímica-. Ha sido precisamente esa arbitrariedad la que despoja de toda responsabilidad a un mago de sus consecuencias al convocar Hechizos potencialmente peligrosos sin ser propiamente considerados "obscuros"…
—¡Miren la Hora! —Interrumpió Slughorn dando fin a la reunión. Hablar de la línea que separaba las artes obscuras de la magia ordinaria era el cuento de nunca acabar y siempre se prestaba a discusiones. — Señora Meadowes, ha sido todo un honor tenerla en la reunión con nosotros.
—El honor ha sido completamente mío Horace, siempre es grato volver a encontrarme con mi antiguo profesor de pociones.
—Y yo con una de las más talentosas alumnas que he tenido, —respondió-. Si puede hacer espacio a su agenda, también está invitada a nuestro baile de Navidad para Eminencias. Habrá cata de ponches y bebidas mágicas, y una de las mejores bandas para presentar en exclusiva su nuevo repertorio musical.
— Suena fascinante, —respondió aquella.
—Recuerden chicos, —ahora se dirigió al resto de nosotros, sus estudiantes-. Pueden invitar a cualquier alumno como pareja.
—Una fiesta, —suspiré una vez salimos del despacho de pociones y nos encaminamos a la torre de Gryffindor-. ¿Has asistido a una de estas fiestas de Slughorn? —Pregunté a la pelirroja.
—Nunca he tenido mucho interés en asistir, —confesó ella-. Pero me apetece asistir a esta.
— ¡Vaya! ¿Y qué te hace cambiar de parecer esta vez? —Preguntó Marlene.
—Ustedes. —Sonrió.
—Hay, que tierna, —canturreamos con más burla que alago.
—¿Y a quién piensas invitar? —Quise saber.
—No lo sé, —meditó la pelirroja—. Quizá a Aubrey Bertram, es muy majo. ¿Y ustedes chicas?.
Marlene y yo cruzamos miradas. Lily Evans no estaba al tanto de la relación de Marlene con Christy Abbott, así como tampoco de mi interés por James Potter.
—A Filch, —bromeó Marlene encogiendo los hombros. La pelirroja y yo nos echamos a reír.
—Buena elección, —opinó Lily secundando la broma-. En caso de cualquier accidente, Filch tendrá a la mano una escoba para limpiar. —Luego giró su cuello hacia mí y me propinó un codazo—. ¿Y qué hay de ti?.
—Bueno, —me cepillé la ceja algo incómoda-, no tengo a nadie en mente aún. —Mentí mordiéndome el labio.
No podía confesarle a Lily que de hecho tenía a un chico muy en mente. Ella lo odiaba y desde luego lo desaprobaría, por eso era que no me atrevía rebelarle mis sentimientos por James Potter, además de que las cosas se tornarían incomodas para ambas cada vez que éste buscara la atención de la pelirroja.
Eran las seis de la mañana, y yo me encontraba preparada para el recorrido matutino que James y yo habíamos adquirido por costumbre hacer. Esperando en la sala común, repasaba las palabras adecuadas para, después de nuestra carrerilla, invitar a James al baile de las eminencias. Esa invitación debía ser casual, casi como si me pesara tener que llevar a alguien. No tenía que sonar desesperada ni implorante, no quería que me viese como tal. Más bien como una amiga invitando a un amigo.
Esperé cerca de veinte minutos, James no bajaba. El sol comenzaba a asomarse y entonces me di cuenta que ese día no me acompañaría a correr.
Fui hacer el recorrido matinal sola. Mientras trotaba mi mente reflexionaba en todos esos sucesos del Lago, desde que le incité a entrar hasta que se enfrentó a Snape.
¿Qué razones le orillaron a no acompañarme esta vez cuando, según sus palabras, él hubiera querido repetir lo del lago?. Bueno quizá era el Crucio. Quizá tan sólo no le apeteció esa mañana, quizá, y más probablemente, James comenzaba a sospechar de mis sentimientos por él. Como sea su ausencia en esa mañana no era casualidad.
¿Había ido muy lejos?. Reconocía que había actuado con demasiado descaro… "¿En qué estaba pensando?" me reprendí... literalmente me desnudé frente a él, eso había sido una directa muy poco sutil. Las conclusiones de Snape las hubiera sacado cualquiera que nos hubiera visto, incluso él mismo antes siquiera de meter un pie en el lago. Y con todo aquél había accedido. ¿Qué podría concluir de eso?. Bueno, Marlene había sido clara. Tenía oportunidades con James Potter.
Sin embargo la amenaza de Snape pudo haber calado en él. Si Lily Evans veía que su amiga y Potter tenían algo, por mera moral, terminaría suprimiendo cualquier vestigio de sentimiento o consideración por contemplar a James como interés romántico. Ella lo rechazaba desde que alcanzaba la memoria, incluso la insistencia de James por salir con ella parecía más costumbre y diversión que verdaderos intentos por conseguir una cita. Era un jugueteo infantil y adolescente. Si James realmente ambicionaba una cita con Lily hubiera buscado mi ayuda, ¿No es así?, razone. Quizá algún "Invita a tu amiga" "Habla bien de mi frente a Lily", o cualquier cosa por el estilo. Sin embargo, cuando estaba con él, nunca tocábamos el tema Lily Evans, ni siquiera me había preguntado si realmente lo odiaba. ¿Qué podría concluir de eso?, me volví a preguntar.
Cuando terminé el recorrido tenía más que presente algo en la cabeza. Si James se olía mis sentimientos entonces no se tomaría como cualquier cosa esta invitación. Sería un punto de inflexión, la que pondría las cartas sobre la mesa. Si James la rechazaba, sería su manera de decirme "No, no es recíproco". Pero ¿Y si la aceptaba?... ¿Quería decir que habría estado considerando algo entre nosotros?. Estaba claro, esa invitación dejaría claras las cosas… no se trataba de asistir a una fiesta, se trataba de dar ese salto al vacío y averiguar lo que él sentía. Quizá aquí sería dónde colisionaría todo de una buena vez. El vaticinio de un confuso destino, sus propios sentimientos y mis propias cinceladas en búsqueda del afecto de James Potter.
Me veía frente al espejo, entrenzaba mi cabello de medio lado y me colocaba mi remera roja con franjas doradas de Quidditch. Recordé aquella nota anónima que alguien había escrito respecto a cómo me miraba con el uniforme deportivo de Gryffindor, "Encantadora". Nunca me había sentido minimizada por mi apariencia pero también tenía que reconocer que no contaba con el lustre cabello rojo de Lily ni su hipnótica mirada verde. El propio James, en sus infantiles y hormonales catorce años, había considerado que tenía pocos tributos femeninos delanteros. Siempre había sido la Gryffindor de lento desarrollo, confiaba que ahora a punto de cumplir los dieciséis, las cosas hubieran cambiado.
El silbato de entrenamiento sonó.
—Gracias equipo, gran mejora, fue una buena práctica la de hoy, —dijo James cuando dio por finalizada la preparación para nuestro primer partido de la temporada.
Mis compañeros se abalanzaron hacia la carpa de vestidores, yo me mordí el labio nerviosa, reacomodé mi cabello y procuré ataviarme el uniforme de Quidditch.
—¡James! —Le retuve antes de que éste cruzara las cortinas de la carpa. —¿Podríamos hablar un segundo? —Le pedí.
—Si, desde luego.
Ensanché el pecho. ¿Por qué estaba tan inquieta?
Nos sentamos en las gradas, el chico jugueteaba con su snitch como solía hacerlo cada que podía. No tenía idea de cómo pedírselo, se supone que las mujeres "no invitan a los chicos". No tenía referentes de esto.
—¿Has comentado con alguien respecto a lo del lago? —Comencé hablar.
—No, —dijo, luego lo pensó mejor—. Bueno, con Sirius, pero es que a él le cuento todo. Aunque, omití un par de cosas… como lo del Crucio.
—y ¿Por qué? —Pregunté intrigada.
Suspiró.
—Bueno, sí le contara que Quejicus me lanzó una maldición imperdonable… seguramente tomaría represalias. ¿Si lo conocieras? Es un tanto impulsivo. Es mejor dejar enfriar el asunto y que el idiota aquél no hable.
Lo cierto es que si no estuviera mi estadía en Hogwarts comprometida, yo también hubiera tomado represalias. Comenzaba a odiar a Snape tanto como estos chicos. Me hubiera echo gracia saber que Sirius le cobrara aquello con una buena golpiza.
—¿Cómo te has sentido después de… eso?
Alzó las cejas.
-No se lo desearía a nadie, —bufó—. Pero fue solo una maldición de dolor, afortunadamente, no dejó secuelas en mi rendimiento.
—Deberíamos hablarlo con Dumbledore, —propuse-. Snape no puede salirse con la suya después de algo así.
—Ya me la cobraré, —prometió sin darle importancia-. No debes desgastarte en él, solo es un bicho raro con mucha envidia.
—Supe que alguna vez le salvaste la vida, —recordé de pronto y se lo hice saber.
—¿Cómo te enteraste de eso? —Preguntó con demasiado interés.
—Las paredes hablan en este lugar, —sonreí.
—Bueno, sí. —Admitió-. Alguna vez impedí que el idiota metiera su nariz más de la cuenta.
—Entonces, supongo, tiene una deuda contigo, —deduje.
—Que se meta la deuda por el culo, —bufó de nuevo-. No quiero nada de él.
Solté una risita ante esa actitud tan apática.
—James, —ahí iba. Me acomodé una mecha de cabello detrás del oído—. Slughorn va a dar esta fiesta navideña.
Me costaba articular las palabras, y también me costaba mantenerle la mirada, así que fingí estar muy pendiente de su snitch que revoloteaba cerca de mí.
—Podemos llevar a cualquiera. Sería algo humillante ir sin compañero, y pensé que podría ser divertido si fuéramos, juntos, —eso ultimo lo solté de manera obtusa. Era evidente que los nervios me jugaban en contra.
James atrapó la Snitch.
—¿Estás invitándome? —Preguntó de lo más casual.
¿En verdad no advertía el temblor de mi rodilla?
—Solo si no te importa, —fingí indiferencia-. No tengo a nadie más a quién invitar, —intenté justificar.
—Claro, ¿Por qué no? Vamos juntos, —palmeó mi espalda, como si le hubiera pedido la hora.
Así sin más. Había accedido sin dramas ni más reflexiones. A mí me sudaban las manos, a él ni el viento le hizo parpadear. De pronto, era oficial: Tenía una cita con James Potter. Había sido tan repentino y desangelado, que la emoción no la resentí hasta momentos después.
Tuve que esperar a que se marchara a la carpa a cambiarse para celebrar con un saltito de emoción apretando un puño.
Y ese es el final, próximamente, con ustedes el capítulo 23.
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Morate da se prijavite kako biste mogli da pišete