¡Saludos amigos!
Ya estoy por aquí con el próximo capítulod e este fic, James Potter y el váculo de los tiempos. Es el número 9, y la historia se va poniendo muy interesante.
Capítulo 9
Una Mirada Más Cerca
Por la mañana, James comprobó el mapa de nuevo. Esperaba ver otro punto parpadeante en algún lugar dentro del castillo, pero para su sorpresa, no había nada allí. Le mostró a Sirius, Remus y Peter, y juntos, intentaron suplicando, halagando, e incluso amenazando el mapa, pero no sirvió de nada.
A medida que pasaban los días, era de lo único que hablaban durante las clases y trabajaban con él todas las noches después de cenar. Este patrón continuó hasta el primer sábado de noviembre, el cual marcaba un evento en el que todos ellos se olvidarían del Báculo de los Tiempos por todo el día: el primer partido de Quidditch del año.
Remus estuvo de nuevo visitando a su madre, pero James, Sirius y Peter se pusieron sus mejores sombreros y pañuelos rojos y dorados, y se fueron juntos al juego. Gryffindor fue aplastado por Slytherin, pero James todavía tenía el anhelo de jugar. En secreto, estaba muy enojado consigo mismo por faltar a las pruebas.
Gwen DeLauney debió haberlo visto mirando sombríamente, porque después del partido, se le acercó en la sala común (luciendo un ojo negro y un par de dientes menos) y dijo.
—A los de primer año no se les permite hacer prueba para los equipos de las casas. Tal vez el año que viene te veamos en el campo, ¿eh?
Después de eso, James se sintió mucho mejor.
Cuando noviembre avanzó a diciembre, en perspectiva, los exámenes del período final surgieron amenazadores. Frank y Alice podían ser vistos con frecuencia en la sala común estudiando bajo una pequeña montaña de libros. Cada vez que pasaba entre ellos dos, James sentía una punzada de culpabilidad. Si fracasaba en Hogwarts en su primer año, ¿qué dirían sus padres? Seguramente si supieran lo importante que era encontrar el Báculo de los Tiempos, entenderían, ¿verdad?
—No puedo esperar a que lleguen las vacaciones, —dijo Peter durante Encantamientos del siguiente lunes. Tenía un trombón en la mesa frente a él; se suponía que debían hechizar instrumentos musicales para que tocaran por sí solos.
—Tus vacaciones podrían ser mucho más largas si no pasas el examen de Pociones, —Remus le recordó.
La trompeta delante de él hizo un ruido flatulento y grosero, tirándose a sí misma fuera de su alcance. Unos pocos estudiantes en las inmediaciones se rieron, pero James no lo hizo. Había una profunda herida abierta en el cuello de Remus que no había estado allí antes de su último viaje a casa.
—¿Ustedes van a casa para Navidad? —preguntó Sirius casualmente, pinchando su flauta con la punta de su varita. Peter fue el primero en responder.
—Sí, toda la familia de mi madre viene, —dijo, arrugando la nariz. —Mis tíos Boris y Barney estarán allí, y la tía Prudence. Ella va a traer a mis primas Harriet, Agnes y Adelaide con ella, y mi abuela Eudora, mi tía Cornelia, y tal vez incluso…
¡WOOOOMP!.
La trompeta de Remus sonó tan fuerte que sopló el pelo de la espalda de Peter.
—Tengo que volver a casa, —dijo Remus, tirando de la trompeta de nuevo a su lugar frente a él. —Ya saben, debido a mi madre. —bajó la vista a su regazo, mirando triste por eso.
Sirius miró a James con ilusión. Por mucho que a Sirius le gustara reírse de su odio a su familia, James sabía que iba a estar muy solo si se quedaba en Hogwarts para las vacaciones.
—Voy a estar aquí, —dijo James, decidiendo enviar una lechuza de la casa sobre eso después de la cena. Estaba seguro de que a sus padres no les importaría.
Sirius parecía encantado. Atacó a la flauta con su varita un poco demasiado entusiasmado, y ésta sopló una nota tan aguda que el cristal de la ventana detrás de ellos explotó. El profesor Flitwick la reparó rápidamente, y les recordó que debían concentrarse en su trabajo, pero James pensó que podía haber visto un guiño del pequeño hombre hacia ellos.
—Al… menos... pueden... tratar y averiguar dónde... está la siguiente pieza... — Remus logró decir mientras luchaba con la trompeta, la cual acababa de decidir vaciar su válvula de saliva por todo el suelo. Él miró con ansiedad al triángulo de James, el cual estaba felizmente tintineando a lo lejos. —¿Cómo lograste que el tuyo cooperara?
Sirius, ahora en un estado de ánimo mucho mejor, se rió.
—Bueno, no es tan difícil, ¿verdad? Todo lo que eso tiene que hacer es golpearse a sí mismo...
—No le pondría mucho ánimo para que encontremos algo, Remus, —dijo James. Levantó el encantamiento de su triángulo, y cayó a la mesa con un sonido metálico.
Remus finalmente renunció a tratar de frenar la trompeta, y la dejó ir. Ésta dio vuelta en la mesa haciendo ruidos más groseros, pero luego se acercó más y más al trombón de Peter. Se juntó furtivamente al lado derecho de éste, y empezó a ronronear.
—¡¿Eso es lo que querías todo este tiempo?! —Remus estalló irritado.
Peter aún no había sido capaz de hacer que su trombón hiciera algo, así que este estuvo inmóvil, como si ignorara las insinuaciones de la trompeta.
—Tal vez sin tantos estudiantes alrededor, será más fácil para ustedes pensar, —Peter dijo alegremente. Agitó su varita hacia arriba y hacia abajo al trombón con excesiva fuerza, pero la vara sólo hizo la más mínima contracción.
James se encogió de hombros sin comprometerse. Estaba bastante seguro de que ya habían intentado todo lo posible en el mapa.
—Tengan cuidado, —dijo Remus, inclinándose sobre la mesa para tomar la trompeta por la boquilla. Inmediatamente comenzó a luchar de nuevo. —Si ustedes dos son los únicos en la Torre de Gryffindor, Turnbill podría tomar la oportunidad de atacarlos… sobre todo si se da cuenta de que tenemos la pieza del cetro de Ravenclaw escondida en el dormitorio.
—Él nunca la encontrará bajo la tabla suelta, —Sirius dijo con desdén, —y él tendría que saber la contraseña para entrar en la sala común. Si simplemente vigilamos nuestras espaldas, deberíamos estar bien.
—¿Y si consiguió la contraseña de otro Gryffindor? —preguntó Peter, pero nadie estaba escuchando.
La trompeta de Remus había succionado la varita directamente de su mano, y ahora estaba disparando fuegos artificiales rojos y dorados alrededor de la habitación, haciendo que todo el mundo saltara para protegerse debajo de los escritorios.
Esa noche, después que todos se fueran a la cama, James se encontró mirando el mapa de nuevo a la luz de su varita. No sabía qué esperaba encontrar, o por qué lo estaba haciendo. Tal vez fue su conversación sobre estos días de descanso por la mañana que refrescó su propósito, o el recuerdo de que Turnbill estaba todavía siguiéndolos. Escuchando la respiración constante de Remus en la cama, a su derecha, se concentró en cada línea delgada de tinta hasta que la cabeza le latiera. Tenía que haber algún trozo de información entre las líneas, por debajo de ellas, o en algún lugar...
—¿Has tenido suerte?
James se quedó sin aliento por la sorpresa cuando Sirius echó hacia atrás la cortina de la cama y se sentó junto a él.
—Vi la luz de tu varita desde mi cama, —explicó. —Tampoco puedo dormir.
—No he tenido suerte, —dijo James, pasándole el mapa. —Tampoco hay nuevas ideas. Tal vez no estaba destinado a ser encontrado.
Sirius lo miró directamente a los ojos.
—James, sólo porque algo se perdió, no quiere decir que no estaba destinado a ser encontrado de nuevo.
—Tal vez no por nosotros, —dijo James, sintiéndose derrotado. —Tal vez no somos dignos de él.
—¿No somos dignos de él? —se burló Sirius. —¿No somos dignos de él? ¿Después de que nos dimos cuenta dónde estaba el diario de Petrie? ¿Después de que hemos resuelto el poema? ¿Después de que encontramos la primera pieza? Todo eso fue por nosotros. Si me preguntas, creo que esto estaba destinado a suceder. Se supone que debemos detener a Voldemort de conseguir que sus manos se posen en el Báculo de los Tiempos. No los profesores, no nuestros padres... nosotros.
James sonrió. Aunque no lo dijo en voz alta, en el fondo tenía la misma sensación: que tal vez era su destino desafiar a Voldemort.
—¿Qué más podemos hacer? ¿Qué no hemos probado todavía?
—No sé, pero no podemos haber intentado todo, —dijo Sirius. —Hay algo que nos falta, o que hemos pasado por alto. Tal vez tenemos que dar un paso atrás y mirar la imagen en conjunto. O tal vez necesitamos mirar más de cerca...
Algo le estaba pasando repentinamente al mapa. Hizo zoom muy rápidamente en una de las esquinas, dándole a James la sensación vertiginosa de que se precipitaba a la tierra desde una gran altura. Los calabozos se hicieron más y más grandes, hasta que el pequeño espacio alrededor del almacén de Pociones ocupaba toda la superficie del mapa.
—¿Qué ha pasado? —resopló Sirius. —¿Fue algo que dije?
—Creo que sí, dijiste, ¡mirar más de cerca!
El mapa respondió de nuevo, dejándolos caer aún más en la esquina del almacén, hasta que las arremolinadas líneas de tinta revelaron todos los detalles de las piedras en el suelo. Un pequeño punto marcado “Pieza de Slytherin” creció a la vista, parpadeando tranquilamente, como si hubiera estado esperando pacientemente durante todo ese tiempo para ser descubierto.
Sirius sonrió.
—¿Reconócelo, a que doy las mejores asesorías?
Después de que Frank salió del dormitorio a la mañana siguiente, James y Sirius le dijeron a Remus y Peter lo que habían descubierto sobre el mapa.
—Caray, ¿A cuántos comandos sabe responder? —preguntó Peter, buscando a tientas los cordones de sus zapatillas.
—¿Y cómo lo sacaron del zoom nuevamente? —preguntó Remus.
—Nos tomó un tiempo para averiguarlo, pero se puede decir alejarse, o buscar más lejos, —dijo James, encogiéndose en su túnica escolar. —En realidad, responde a una gran cantidad de diferentes formas de decir lo mismo. Apuesto a que podría incluso hacer que inicie diciendo algo que no sea Aparecium.
—¿Cómo qué? —preguntó Peter.
Sirius, que estaba en el espejo metiendo su cabello oscuro detrás de las orejas, resopló.
—Qué tal, “¡Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas!”.
Todos se rieron.
—Así que si sólo le hacíamos la pregunta correcta, ¡nos habríamos demorado años! —se quejó Remus. —Seguíamos pidiéndole que nos mostrara el siguiente punto, y todo este tiempo estaba ahí, ¡solo que era demasiado pequeño para que lo viéramos!
—Exactamente, —dijo James, —lo que nos lleva a nuestro siguiente problema. Tenemos que encontrar una manera de hacernos lo suficientemente pequeños para entrar en la sala de Slytherin.
Sirius se sentó en el baúl a los pies de su cama.
—¿Cómo hacemos eso? No sabemos cómo hacer Hechizos de Encogimiento aún. Incluso aquellos que funcionan en las personas.
Remus miró pensativo.
—Un Hechizo de Encogimiento sería muy peligroso para hacerlo nosotros, sobre todo si no hemos sido debidamente capacitados. Se podría revertir, y sería malo si estuviéramos en un lugar muy pequeño.
—¿Y en cuanto a una poción de Encogimiento? —sugirió James.
—Podría funcionar, — dijo Remus pensativo, cavando en su bolso por su libro de Pociones.
Pasó a la sección de Soluciones de Encogimiento y frunció el ceño, sacudiendo la cabeza.
—Es difícil. No creo que intentemos hacer esto hasta nuestro tercer año. Y sabiendo cómo hacemos pociones, no creo que alguno de nosotros lo logre para ese entonces.
Remus estaba en lo cierto. Habían estado en Hogwarts durante más de dos meses, y aún, ninguno de ellos había logrado preparar una poción adecuada… ni las que eran de los primeros capítulos del año. Si trataban de preparar una Solución de Encogimiento por sí mismos, tendrían suerte si no se transformaban accidentalmente en babosas, o peor. Lo que necesitaban era alguien que pudiera preparar pociones correctamente.
James se encogió. La primera persona que entró en su mente fue Severus, y pensó que sería más probable que Hagrid se convirtiera en la primera bailarina del Ballet Real a que Severus considerara ayudarlos. La perspectiva de que incluso le preguntaran, era humillante... pero había alguien más en la clase de Pociones que podría ser capaz de hacerlo. Alguien que podría ser tan humillante para preguntarle, pero que en realidad podría estar de acuerdo...
—Creo que podría conocer a alguien que nos puede ayudar.
Al bajar al desayuno, James no vio ninguna señal de Lily. Agarrando un pedazo de pan tostado sobre la marcha, decidió echar un vistazo rápido por los jardines, a sabiendas de que ella y sus amigas a veces se sentaban cerca del lago en su tiempo libre. Al salir del Gran Comedor, James se preguntó si tendría alguna posibilidad de persuadirla para que les ayudara. Después de todo, su última conversación en septiembre, había terminado mal. Además de eso, todavía necesitaba acudir a una buena mentira sobre para qué era la poción. La encontró más rápido de lo que estaba planeando, justo cuando ella salía al Vestíbulo. Estaba de pie debajo de un retrato de Helga Hufflepuff, cerca de una gran caja dorada que James nunca había notado antes.
—¿Lily? —James preguntó tentativamente.
Ella miró a su alrededor, con su cabello rojo oscuro ondulando. Tan pronto como vio quién era, su expresión tranquila cambió instantáneamente en uno de sospecha.
—Yo... ¿Qué haces? —preguntó James antes de que pudiera detenerse. Lily tenía un sobre en la mano, y parecía que estaba a punto de alzarlo hasta una ranura en la caja dorada.
—Aquí es donde las personas con familias como la mía envían cartas, — respondió ella brevemente, empujando el sobre en la ranura. —Esta caja mágicamente transporta cartas en el sistema de correo Muggle, para que puedan entregarles a mi familia en la forma a la que está acostumbrada. Mi hermana estaba muy perturbada por la última lechuza que envié, así que he decidido enviar mis cartas a casa de esta manera a partir de ahora. Te veré en clase.
Ella cerró la cremallera de su bolso y dio media vuelta para irse. Al darse cuenta de que ella pensó que eso era todo lo que él quería preguntarle, James habló rápidamente.
—Espera, nunca te di las gracias… por buscar a Hagrid, es decir, cuando el Sauce Boxeador me noqueó.
Lily se detuvo y se dio la vuelta para darle la cara. Se había sonrojado de repente.
—De nada... ¿Qué estabas haciendo ese día? ¿Nos oíste llegar?
—No, —James mintió. —Yo sólo estaba tratando de tener una mejor visión del lago... quería ver al calamar gigante.
La excusa había funcionado con Sirius, Remus y Peter, pero Lily no parecía muy convencida.
—En realidad, —dijo James, desesperado por cambiar de tema, —Me preguntaba si podías estar dispuesta a ayudarme con algo. Los ojos verdes de Lily se estrecharon de nuevo. Todos los instintos dentro de James le estaban diciendo que diera la vuelta y corriera, pero sabía que los demás dependían de él. —Me preguntaba si podrías ayudarme a preparar una Poción de Encogimiento.
Ahora Lily parecía bastante curiosa.
—¿Para qué necesitas una Solución de Encogimiento? —preguntó.
—Yo… —James comenzó, empezando a entrar en pánico. Todavía no tenía una mentira lista. —Iba a inventar una historia para contarte, pero no puedo, —dijo finalmente. —Sólo tienes que confiar en mí, esto es muy importante, y necesita mantenerse en secreto… de todos, incluso de los maestros.
Lily lucía fastidiada.
—¿Por favor? —declaró James. Estaba empezando a sentirse estúpido por ser honesto con ella, pero luego ella sonrió. En realidad, fue más como una media sonrisa, una pequeña contracción que mostró que estaba agradecida por su honestidad.
—Muy bien, —dijo, —Te ayudaré, pero sólo con una condición.
James no podía creer su suerte.
—¿Cuál es? —preguntó, incapaz de ocultar su alegría.
—Tú y tus amigos dejan en paz a Severus hasta que termine la poción.
—De acuerdo, —respondió James, antes de que pudiera cambiar de opinión.
—Bien, —dijo. —Voy a echar un vistazo a las Soluciones de Encogimiento en nuestro libro de Pociones, y podemos averiguar lo que necesitamos y cuánto tiempo va a tomar para elaborarla. Sin embargo, no puedo comenzar hasta este fin de semana. ¡Te veré en clase!
James se quedó en un sueño mientras ella danzaba a la distancia en la gran escalera, con su pelo rojo capturando la luz de la mañana. Había visto que ella movía su boca, pero no tenía ni idea de lo que decía. Todo lo que sabía era que iba a ayudarlos, y por lo que a él respecta, no había nada en la tierra que pudiera hacerlo más feliz.
—¡¿Qué?! —Sirius exclamó indignado en clase de Transformaciones unos minutos más tarde. James le había contado sobre el acuerdo con Lily.
—Mira, si quieres encontrar la segunda pieza del Báculo de los Tiempos, tienes que dejarlo tranquilo durante unos pocos días, ¿de acuerdo? —replicó James. “¡Sliggado!” La telaraña en el bastidor frente a él se convirtió en una tela de seda suave y gris.
Sirius frunció el ceño y puso su cabeza en sus brazos. Disparó la mirada más asesina que pudo reunir en la parte de atrás de la cabeza grasienta de Severus, como si esperara que se abriera un agujero a través de ella. Remus levantó la vista de su telaraña, la cual estaba comenzando solo a solidificarse en algo parecido a la tela de fábrica.
—Sirius, al menos estamos consiguiendo la poción definitivamente.
—Sí, pero sabes que va a tratar de hechizarnos, ¡y ahora no podemos hacer nada al respecto!
Resultó que Sirius estaba en lo cierto. Severus le hizo tropezar cuando fue a poner su muestra de seda en el escritorio de la profesora McGonagall al final de la clase, y luego dirigió un implacable Hechizo Picazón justo en la parte trasera de James al salir del salón de clase. Les tomó toda su fuerza de voluntad no buscar la venganza cuando los ataques continuaron durante toda la mañana. Al final de Pociones de esa tarde, sin embargo, por alguna razón, aparentemente decidió dejarlo. Lily se sentó junto a James en Defensa Contra las Artes Oscuras.
—Siento que Severus estuviera siendo tan horrible con ustedes este día, —ella dijo con intención. Sacó su libro de Pociones del bolso. —Le dije que los dejara en paz.
James estaba empezando a tener la familiar sensación burbujeante otra vez, y por el aspecto en las caras de Sirius, Remus y Peter que estaban empezando a mostrar. Rápidamente trató de suavizar su expresión.
—De todos modos, —continuó Lily, abriendo el libro en un lugar que había marcado, —Busqué esta Solución de Encogimiento para ustedes, y no se ve tan mal. Recorrió hacia abajo de la página con la punta del dedo. —Parece que sólo debería tomar dos o tres días para elaborar el brebaje. Los ingredientes ya están en nuestro equipo de pociones, a excepción de las Higueras... pero probablemente puedo hablar con el profesor Slughorn y hacernos con algunas. ¿Dónde vamos a preparar esto?
James no había considerado eso.
—¿Qué tal en la sala común?
—¡No bebería algo abandonado en la sala común de Gryffindor durante la noche si me pagaran! —se rió Sirius.
—Él tiene razón, —Lily admitió, aunque se negó a mirarlo. James podría haberse redimido con una disculpa, pero Sirius todavía sacaba el lado malo de ella.
—¿Por qué no lo elaboramos en su dormitorio? Confío en Frank, él no haría nada en él.
—Podría funcionar, —dijo James.
—Suena como un plan para mí, —dijo Remus.
—¡Estoy de acuerdo! —chilló Peter.
—Está bien, —dijo Lily, deslizando su libro de Pociones en el bolso. Turnbill ya estaba marchando al frente de la clase para comenzar la lección. —Vamos a empezar el sábado por la mañana.
James no pudo dejar de pensar en el sábado por el resto de la semana. ¿Esto quería decir que Lily no lo odiaba más? ¿Quería decir que eran amigos? Ocupado por estos pensamientos, no fue difícil para él hacer frente a la oferta de dejar en paz a Severus. Por desgracia, las cosas eran mucho más difíciles para Sirius. Severus, determinado a salirse con la suya tanto como podía sin que se diera cuenta Lily, estaba tomando todas las oportunidades para insultar, hacer tropezar y maldecir a Sirius. Odiaba a James, no había duda de eso, pero reservaba un tipo especial de odio por Sirius, y por mucho que a James no le gustaba admitirlo, a veces Sirius se lo merecía.
A medida que la semana avanzaba, la avalancha de maldiciones se intensificó, y la paciencia de Sirius se volvió más y más débil. James comenzó a preocuparse de que se haría añicos por completo, y que algo terrible iba a suceder, lo que obligaría a Lily a suspender el acuerdo. Afortunadamente, por alguna fuerza misteriosa que James sólo podía suponer mágica (o Remus amenazando con quitarle la varita), Sirius mantuvo la cabeza.
El sábado por la mañana llegó finalmente. Lily entró en el dormitorio de los chicos antes de que el sol saliera por completo, lo que hizo que Sirius dejara escapar una palabra que le había valido una semana de detenciones de McGonagall.
—Oh, deja de ser dramático, —dijo ella, echando hacia atrás las cortinas de la cama de él. —Frank ha estado levantado hace casi una hora, estudiando abajo con Alice. Si desean que esta poción sea elaborada antes del primer día de exámenes, entonces es el momento para arrastrar sus perezosos traseros de la cama.
Dándoles la espalda, puso un caldero lleno de agua burbujeante sobre un puñado de llamas azules. Los cuatro chicos forcejearon con sus ropas, y bostezando, se sentaron en el suelo alrededor de ella. De inmediato los puso a trabajar, picar, pelar y extraer el jugo de los ingredientes de pociones.
—Ahora, no quiero que ninguno de ustedes ponga algo en el caldero sin que lo vea, —dijo ella con la mayor naturalidad.
Sirius levantó la vista de la grasosa e hinchada sanguijuela que estaba apretando sobre un frasco.
—Esto es desagradable.
—Qué pena, —ella dijo con altanería. —Si quieren su Solución de Encogimiento, esto es lo que tienen que hacer. ¡Asegúrate de que las raíces que estás cortando estén iguales, James!
—Ella suena igual que Slughorn, —Sirius murmuró en voz baja cerca del oído de James. Incluso Remus, revolviendo las higueras que estaba pelando, esbozó una sonrisa ante eso.
—¿Qué es esto exactamente? —preguntó Peter. Su rostro brillaba de sudor mientras pulverizaba una pila de lo que parecían mocos.
—Esas son vísceras de rata, —dijo Lily.
A medida que el color desaparecía de la cara de Peter, ella se acercó más a James, y se inclinó sobre él por un puñado de raíces de margarita para ayudar.
—James, realmente me gustaría que me dijeras para qué es esta poción, —dijo en voz baja.
James había sabido que esto sucedería.
—Lily te lo dije, no podemos contarte.
Ella frunció los labios, y por unos momentos, los únicos sonidos en el dormitorio, aun débilmente iluminado, eran el picado de los cuchillos en las tablas de cortar y la trituración de las vísceras de ratas.
—Es sólo que no entiendo por qué es tan importante, —dijo finalmente. —¿Por qué no se puede enterar alguno de los maestros? ¿Lo están utilizando para hacer trampa en los exámenes? ¿O es para hacer algo ilegal?
James se quedó desconcertado, sorprendido por las suposiciones que ella había lanzado a la primera. Entonces, se dio cuenta de lo estúpido que era pensar que ella sabría de inmediato que estaban haciendo algo tan importante como lo suponían.
—No, Lily, te prometo que no estamos haciendo nada por el estilo... Se detuvo, pensando en decirle la verdad.
Sirius le dio una mirada de enojo que claramente decía “ni siquiera lo pienses”, pero él no necesitaba eso. No era que tuviera miedo de que Lily le dijera a un maestro, o que los metiera en problemas. Tenía miedo de que esto la pondría en peligro. La podría colocar directo en el centro del objetivo que Turnbill había preparado para ellos cuatro.
—Tan pronto se acabe, te lo diremos todo, —dijo James, esperando que el sentimiento en su voz no se mostrara.
Remus levantó las cejas muy ligeramente por encima de sus higueras. Lily todavía no se veía satisfecha, pero dejó el tema por el resto de la mañana.
Por la tarde, habían terminado todo lo que podían hacer para el día. Dejaron el caldero a fuego lento durante toda la noche, diciéndole a Frank que era una poción para ayudar a Peter a relajarse para la llegada del fin del período de exámenes. Esa noche, por recomendación de Remus, intentaron estudiar, pero James no podía concentrarse en su carta lunar. Una parte de él deseaba que la poción tomara más tiempo en su preparación, prolongando así su tiempo con Lily. Por otro lado, había pasado mucho tiempo desde que encontraron la última pieza del cetro. Si no encontraban otra pieza pronto, quién sabría lo que habían encargado a Turnbill para hacer con ellos...
James golpeó su pluma contra el borde de la carta, viendo en el ojo de su mente no planetas y estrellas, pero sí terribles visiones de tortura y muerte concedidas por su profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. Debió haber tenido una expresión de horror en su rostro, porque Remus lo confundió con nerviosismo preexamen, y sugirió que todos ellos tuvieran una buena noche de sueño.
Al día siguiente, había poco que hacer, más que agregar encogidas raíces Come Ojos y hojas de Tarromin a la elaboración, por lo que Sirius, Remus y Peter bajaron a la sala común para estudiar mientras que James y Lily terminaban juntos la Solución de Encogimiento. Una fuerte nevada había empezado a caer durante la noche, y gruesos copos de nieve blancos estaban amontonándose en las ventanas de la torre.
—¿Lily? —James preguntó tentativamente.
Ella apartó su pelo de color rojo oscuro de la cara antes de contestar.
—¿Sí?
James vaciló. Casi dijo “No importa”, pero había algo que necesitaba saber.
—¿Por qué decidiste ayudarnos? ¿Era sólo para que dejáramos en paz a Severus?
Lily rompió un puñado de hojas Tarromin, considerando su respuesta.
—Sí... y no, —dijo en voz baja. —Dije que te ayudaría porque... porque... bueno, tenía curiosidad para ver si yo podía preparar esto...
Su voz se volvió anormalmente alta al final de la frase, dando la impresión a James de que había cambiado su respuesta en el último minuto. Manteniendo sus ojos en la base del caldero, cogió la barra agitadora y la giró entre los dedos.
—¿Dónde lo conociste?
—Creció cerca de mí, —dijo Lily, dejando caer las hojas de Tarromin en la solución. Estas saltaron y crepitaron cuando se disolvieron. —Él sabía que yo era una bruja antes de comprender lo que significaban mis poderes. Soy nacida de Muggles, así que cuando las cosas extrañas comenzaron a suceder a mi alrededor, me asusté. No entendía por qué las bombillas se apagaban cuando me enojaba, o por qué empezaba a llover dentro de mi habitación cuando estaba triste. Antes de que lo conociera, pensaba que era todo lo que mi hermana decía que era… un monstruo.
—¿Tu hermana todavía piensa que eres un monstruo? —preguntó James, — ¿Ahora que sabe que eres una bruja?
Lily miró a través de la ventana a los copos de nieve amontonándose.
—Ella cree que ahora soy más que un monstruo incluso. Sus ojos nadaban en lágrimas mientras lo decía.
James dejó caer un puñado de raíces Come Ojos a la mezcla, y ésta se tornó de un color púrpura-gris.
—No creo que seas un monstruo, —dijo. —No veo cómo alguien puede pensar eso.
La respiración de Lily quedó atrapada. Ella levantó la mirada hacia él y le dio una pequeña sonrisa. James le entregó la barra, y ella la tomó, mirando como si ella quisiera decir algo, pero luego volvió su atención de nuevo al caldero.
Ella agitó en el sentido contrario del reloj trece veces, y siete en el otro sentido. La poción se volvió blanca lechosa, y llenó dos botellas pequeñas con ella.
—Listo, —dijo con una voz que sonaba un poco demasiado alegre. Le entregó las botellas a James. —Dos dosis de Solución de Encogimiento. Si bebes una botella entera, vas a terminar alrededor de una pulgada de altura. Cualquier dosis de la misma debe durar treinta minutos.
—Gracias Lily, realmente no podríamos haberlo hecho sin ti.
—No hay problema... —dijo. —Sabes... si alguna vez quieres… Lo que fuera que iba a decir, James nunca llegó a saberlo, porque ella fue interrumpida por la muy nasal voz de Mary flotando por la escalera.
—¿Lily? ¿Lily estás ahí?
—¡Sí! —Lily exclamó, cerrando su libro de Pociones. —Estamos aquí. ¿Qué es?
Mary apareció en la entrada, mirando molesta.
—Ese chico de Slytherin está afuera en el pasillo preguntando por ti. ¿Por qué demonios le dijiste dónde está nuestra sala común?
Las mejillas de Lily se ruborizaron de ira.
—¡No lo hice! —dijo, recogiendo sus cosas y corriendo a la puerta. Al salir, llamó por encima del hombro, —Lo siento James, te veré más tarde.
Escuchando sus pasos que se alejaban, James sintió un repentino deseo de seguirlos. Sabía que no era de su incumbencia lo que Severus quería hablar con Lily, pero la tentación era demasiado difícil de soportar. Tomando su decisión, guardó las dos botellas de la Solución de Encogimiento en su baúl y corrió tras ellas. Por suerte, porque era el último fin de semana de Hogsmeade antes de las vacaciones, la sala común estaba prácticamente vacía.
Al verlo entrar, Sirius, Remus y Peter le hicieron un gesto a su lugar en la esquina, pero James sacudió la cabeza y los pasó. Esperaba con todas sus fuerzas que se quedaran donde estaban… que no quería que presenciaran su loca desesperación de espiar a Lily.
El retrato de la Dama Gorda estaba entreabierto. James se sentó en el sillón más cercano y simuló leer un viejo ejemplar de El Profeta. Era casi demasiado fácil. Severus y Lily estaban justo afuera; los oía tan claro como el día. Lily sonaba exasperada.
—¡Te dije Sev! ¡Él me estaba ayudando a estudiar para mi examen de Transformación! Sé que viste lo rápido que transformó la telaraña a seda la semana pasada. Cuando me fui, ¡la mía todavía estaba pegajosa!
—¿Todo el fin de semana? —presionó Severus. —Mírame Lily. ¡Mírame!
A James no le gustaba la manera autoritaria de él hacia ella.
—Me estás mintiendo, —dijo, después de un tenso espacio de silencio. —¡Sé que me estás mintiendo! Estás haciendo algo con él… ¿Por qué no me lo dices? Pensé que yo era tu mejor amigo. ¿Qué pasó con siempre?
—No hay nada entre nosotros, —dijo Lily con vehemencia. Suspiró. —Sabes que todavía soy tu mejor amiga, siempre, pero también tengo otros amigos ahora.
Ninguno de los dos dijo nada durante un rato. Entonces Severus volvió a hablar, y su voz sonó muy pequeña y tensa.
—Es que... no es así como me lo imaginé. Siempre pensé que serías una Slytherin... conmigo.
—Soy lo que soy, Sev, —Lily dijo en voz baja, sonando un poco herida. — ¿Cómo podría ser de otro modo? Estoy donde pertenezco.
—Con Potter, en otras palabras, —murmuró Severus.
—Te lo dije, no hay nada…
—¡Es un arrogante mequetrefe! —Severus escupió de repente, echando humo. —Veo que él y sus pequeños amigos, especialmente Black, ¡están haciendo chistes de Sangre Sucia en ti todo el tiempo!
James sintió que su cuerpo se entumecía con furia. Severus al parecer, había tocado una fibra sensible, porque la próxima vez que Lily habló, sus palabras se estremecieron.
—¿Él... él dijo eso? —susurró.
—Ya me oíste, —dijo Severus, sin rastro de piedad en su voz.
James no pudo aguantar más. Tiró El Profeta al suelo y giró la pintura de la Dama Gorda de par en par.
—¡Eres un sucio mentiroso! Lily estaba llorando.
Severus estaba a su lado, con su rostro en una mezcla de sorpresa y repugnancia por la repentina aparición de James. Su mano se lanzó hacia su varita. James sacó la suya. No podía detenerse. Al oír que Lily lloraba y que Severus usaba un arma contra ella que sabía que era vulnerable a eso... Todo lo que James quería en ese momento era hacerle daño a Severus, tanto como podía, pero fue Severus quien logró maldecirlo en primer lugar.
—¡Vultus iniuria!
James se tambaleó hacia atrás, como si un puño invisible le hubiera perforado directamente en la cara. Saboreó la sangre. Al darse cuenta de que no sabía casi tantas maldiciones como Severus, hizo lo primero que se le vino. La única cosa que realmente podía hacer.
Dejando caer su varita al suelo, James se lanzó sobre Severus, y comenzó a golpearlo tan fuerte como pudo. El llanto de Lily se convirtió en grito.
—¡Para! ¡DETENTE! ¡JAMES SUÉLTALO!
James lo tiró al suelo.
—¡Él está mintiendo, Lily!
—Sé que está mintiendo, —dijo Lily, secándose los ojos con la manga. — Severus, sal de aquí. Ahora.
Severus, cuyo ojo estaba empezando a oscurecer, parecía desconcertado.
—¡Dije ahora! —gritó Lily, con sus ojos esmeralda rebosantes de lágrimas.
Severus se puso de pie. Disparó una última mirada asesina a James con sus ojos oscuros ardiendo con malicia, antes de precipitarse por el pasillo. Su capa negra se elevaba detrás de él. James lo vio alejarse, y luego se volvió hacia Lily.
—Lo sien…
—¡Cómo te atreves a espiarnos! —Lily interrumpió, volviéndose hacia él. —Yo nunca debería haberte ayudado... sabía que una vez que yo… y tú... y... —ella parecía herida, frustrada, confundida y enfurecida a la vez. —Realmente no quiero ver ni hablar con nadie en este momento, —dijo ella, con voz baja y peligrosa. —¡Déjame sola! Aspirando ruidosamente, lo empujó al pasarlo y regresó a la sala común.
Durante mucho tiempo, James se quedó allí, aturdido por lo que había sucedido. ¿Podría todo realmente haber salido mal tan rápidamente? Al llegar de nuevo sus sentidos, se dio cuenta de que aún estaba de pie en el pasillo. Limpiándose el labio sangrante en la parte posterior de la manga, regresó de nuevo a través del agujero del retrato.
—No se olvide de recoger su varita, —la Dama Gorda le recordó.
Hasta aquí llega. Los merodiadores siguen avanzando con su investigación sobre las piezas del cetro, y en este capítulo dieron un paso importante en su búsqueda. Pero sin dudas yo me quedo de este cap con la interacción entre James y Lili. No se a usteddes, pero a mi me pareció hermosa todas las escenas entre ambos que hubieron en este capi.
Nos vemos en el siguiente, y no olviden postear algo para poder traérselos.