la sala de hogwarts!

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1591. Def-Leppard,

la verdad, ni idea. hace tiempo que no miro gw más allá de la quinta ed de fantasy, que es lo que tengo ahora de warhammer para jugar. el libro es muy majo y su trasfondo está muy bien contado. y de 40k mejor el Jairo. yo tengo menos contacto con eso, realmente. quiero ponerme pero es que no encuentro tiempo xd

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1592. kirito,

Yo solo lo miro por los orcos.
Me encantan xd.

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1593. Def-Leppard,

enanos, enanos power. al menos en fantasy

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1594. kirito,

si, en fantasi me encantan los enanos y los humanos.
Pero en 40k orcos! orcos púrpuras invisibles! ¿Por que quién ha visto un orco púrpura? yo no.

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1595. el-dios-cinderace ,

creen un hilo,de fantasi aparte este es para hablar de otra saga literaria harri poter amigos harri poter!

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1596. Def-Leppard,

heee poterfreak, relaja que es que la conversación salió aquí. ains, leed niños, leed algo más, que cuando lleguéis haciertos universos vais a ver que este es... particularmente simple, y vago. en fin

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1597. kirito,

Lamentablemente creo que asuma tiene algo de razón en este caso. Nos desviamos del tema del hilo, lo siento.
Pero calma asuma, sabemos que es de Harry potter, igual el hilo está algo vacío... no?

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1598. Ronald-Weasley,

Para ser simple y vago dedicas mucho tiempo de tu día a pasar por el foro xd. Y si, si deseas discutir de cualquier otro universo tienes muchas obciones. 1: crear nuevo foro con cualquier temática. 2: crear un permanente con el otro o los otros usuarios que desees discutir cualquier cosa referente a dichos universos. 3: utilizar los mensajes privados como alternativas para debates tan entretenidos y productivos para ustedes. 4: Esta última menos recomendable, utilizar el exprésate aquí que está destinado a hablar de cualquier cosa.
Pero en ningún caso deberías desviar la temática del foro de esta forma, porque son varios los mensajes que han publicado ya hablando única y exclusivamente de estos universos, aunque como bien señalas todo surgió a partir de una comparación con el de HP. Comparación que por otra parte no viene a cuento. Si HP es un universo tan simple y vago, no merece la pena siquiera colocarlo al lado de esas otras obras, con lo cual cualquier debate realizado al respecto es perder el tiempo. Dejemos HP solo para los usuarios que no hemos querido expandirnos y conocer otros orizontes, y estamos negados a "abrir nuestras mentes, dejar escapar nuestro ojo interior", como ya señalara en su momento la prestigiosa estudiosa de las ciencias adivinatorias Sybill Trelawney. Hay espacio para todos xd. Cada uno a lo suyo.
A propósito, yo si que paso por acá para continuar con lo mío, lo que estoy publicando últimamente por el foro. Próximo capítulo de James Potter y el Váculode los tiempos.
Capítulo 7
Rima y Enigma
James, Sirius, Remus y Peter estuvieron muy decepcionados por el contenido de El Legado del Rey Macedonio, quienes hicieron turnos para leerlo durante las siguientes dos semanas. Aunque hubo un interesante relato de cómo fue conocer a los fundadores de Hogwarts (aparentemente Rowena Ravenclaw tenía una gran colección de pájaros de cristal, y Godric Gryffindor tenía una especial afición por poner aguijones en polvo de Billywig a su té), el texto simplemente hizo eco de la historia que ya habían leído en la biblioteca.
Muchas partes ni siquiera parecían tener nada que ver con el cetro en absoluto (por ejemplo, Petrie había dedicado cuatro y medio capítulos al tema de los excrementos de la Bestia Mágica, y que lo hacía el mejor fertilizante para su jardín de tomates). La única nueva pieza de información fue un poema corto en la parte interior de la cubierta frontal, que Petrie aparentemente había pensado que sería un comienzo inteligente para el diario.
—¿Gasté tres galeones en esto? Sirius, quien había estado hojeando distraídamente el diario toda la mañana del sábado, se lo lanzó a Peter, quien estaba demasiado ocupado trabajando en un gráfico lunar para notarlo. Lo golpeó en la parte posterior de la cabeza.
—¡Oye! ¡Ay!
—No puedo creer que me perdí las pruebas de Quidditch para conseguir esa cosa, —dijo James con amargura. —Remus, lee el poema de nuevo, ¿sí?
Remus había regresado de su visita a su hogar mucho más pálido que antes. Lucía unos nuevos y profundos surcos en sus brazos, y caminaba con una leve cojera, pero actuaba como si nada fuera diferente. Cogió el libro del piso, lo abrió en la parte interior de la cubierta frontal, y comenzó a leer:
De la mano poderosa del mismo Zeus se precipitó a la tierra,
Un regalo divino concedido a un griego de noble ascendencia.
De la piedra del rayo y el fuego, Alexander forjaría Un cetro con poder
que al tiempo y al destino, su curso cambiaría.
Los hijos celosos de Antípatro, tramaron un plan malvado,
Para envenenarlo y hábilmente robar el cetro de su mano.
Con su premio en mano, esa noche, los malvados traidores desertaron,
Dejando a Babilonia para siempre y al Rey Alejandro aniquilado.
Durante muchos años el cetro de la historia desaparecería,
Hasta que en un templo escondido junto al mar, lo encontraría.
Desde este lugar, de regreso a tierras de imperio Británico, me traería,
Y la ayuda de cuatro mentes brillantes, quienes fundaron la escuela de Hogwarts, buscaría.
El cetro entonces se dividió en cuatro y en lo profundo fue ocultado
Dentro de las paredes de su escuela, donde magia se ha enseñado.
Con el cetro roto y las piezas fuera de la vista,
No creían oportuno que las piezas algún día se reunieran.
Tengan cuidado ahora lectores, deben ser ciertamente de corazón valiente,
Para seguir lo que he dejado atrás y las piezas del cetro encontrar.
Puede ser sabio comenzar bien su búsqueda ahí donde están,
Porque algunas cosas que parecen a millas de distancia, Pueden realmente no estar tan separadas.
—Así que... ¿qué se supone exactamente que significa eso? —preguntó Sirius, masticando la punta de su varita. —¿Empezar a buscar alrededor de la torre de Gryffindor?
Remus se encogió de hombros.
—Ni idea. ¿Dónde piensa Petrie que estaríamos leyendo esto?
—Tal vez piensa que estamos en Flourish y Blotts, —dijo Peter.
James se sentó e hizo un tiro fallido del gráfico lunar en el cubo de basura de la esquina.
—Si el mapa está escondido en algún lugar de esa tienda, entonces no hay absolutamente ninguna posibilidad de que lo vayamos a encontrar, —dijo miserablemente.
—Por lo menos hay un lado positivo, —Sirius dijo con un dejo de diversión, — Voldemort nunca lo encontrará tampoco.
Remus cerró el diario y bajó la mirada hacia la deteriorada cubierta.
—¿Creen que debemos entregárselo al profesor Turnbill? —preguntó.
—¡De ninguna manera! —Sirius dijo, arrebatándole el diario de vuelta. —Si es un Mortífago, ¡va a entregárselo derechito a Voldemort!
Remus suspiró.
—Sirius, el profesor Turnbill no es un Mortífago. Es un buen profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras.
—Tal vez sólo estás defendiéndolo porque eres mucho mejor en su clase que el resto de nosotros, —dijo Sirius con ligereza. Señaló dramáticamente en su antebrazo izquierdo. —¿Cuántos profesores de Hogwarts normalmente tienen tatuajes en sus antebrazos izquierdos? Además, yo pagué por el diario, por lo que es técnicamente mío y tengo que decidir.
James, todavía contemplando las dos últimas líneas del poema, decidió dejar a Sirius y Remus con su discusión. Salió del agujero del retrato, y sin pensar realmente a dónde iba, se encontró afuera de los terrenos de Hogwarts. El fresco aire otoñal de la tarde parecía ayudarle a pensar. Mientras caminaba a lo largo del lago, se encontró preguntándose dónde estaba el calamar gigante, y de dónde había venido. Tenía una singular imagen mental del calamar flotando a través de la puerta de atrás de una casa bajo el agua, donde su esposa e hijos calamares lo esperaban alrededor de una mesa. Justo cuando pasaba por la Cabaña de Hagrid, James se sorprendió de su ensueño cuando alguien salió del Bosque Prohibido a corta distancia por delante.
Era Turnbill. El primer instinto de James era agitar una mano y gritar un saludo, pero rápidamente lo reprimió. A pesar de no haber sospechado que él fuera un Mortífago, la expresión en el rostro de Turnbill lo habría detenido. Parecía triste, incluso siniestro. ¿Qué estaba haciendo en el bosque de todos modos? Dumbledore había prohibido expresamente a los estudiantes entrar, así que ¿qué asunto tendría un profesor yendo ahí?
James se deslizó silenciosamente a lo largo, usando el jardín de Hagrid como cubierta. Quizá sintiendo que estaba siendo seguido, Turnbill verificó por encima del hombro, y James se lanzó detrás de una de las calabazas de tamaño bebé elefante para esconderse. Con las rodillas al pecho, se agachó, incómodo, esperando.
Cuando sus piernas no podían soportarlo más, se arriesgó a echar un vistazo alrededor del lugar. Turnbill no estaba en ninguna parte. De pie, James dio unos pasos por el camino que conducía hacia el castillo. No había ninguna señal de Turnbill. Sintiéndose muy molesto consigo mismo por perderlo de vista, James comenzó a bajar el camino en la dirección que estaba seguro que se había ido.
Estaba casi alrededor de la curva, donde podría obtener una visión más amplia de todos los terrenos de Hogwarts, pero luego, de repente, se oyó el sonido de voces de niñas acercándose. Hubo una risita estridente.
—...pero le gustas, obviamente. ¡Él no habría hecho tal esfuerzo por hablar contigo después de lecciones de vuelo si no le gustaras!
James se detuvo en seco, sintiendo como si helada agua fría hubiera sido derramada por su espalda. La voz de otra chica intervino y la reconoció de inmediato como Gwen DeLaunay.
—No tiene tan mal aspecto tampoco.
La tercera voz aceleró el corazón de James.
—Tal vez no luce tan mal, pero prefiero una cita con el calamar gigante que con James Potter.
Al darse cuenta que estaban a punto de doblar la esquina, y que iban a encontrarlo de pie en medio del camino, luciendo increíblemente estúpido, James miró a su alrededor buscando frenéticamente un lugar para esconderse. La única opción prometedora que tenía era un árbol cercano, con salvajes ramas enredadas. Era muy visible, pero era mejor que nada. Casi tropezando con sus propias piernas, James corrió para allá. Estaba alcanzando la rama más baja y arrastrándose a sí mismo, cuando algo lo golpeó en el estómago con la fuerza de una bludger.
Wump. Las gafas de James volaron de su cara con la fuerza del golpe. Se dejó caer de rodillas y comenzó desesperadamente a rebuscarlas alrededor. Sin ellas, él no veía el árbol. Las voces de las chicas estaban creciendo a un ritmo constantemente fuerte. Mirando hacia arriba para asegurarse de que no habían llegado a la vuelta todavía, James alcanzó a ver una fugaz y borrosa rama, balanceándose justo por su rostro. Parecía moverse en cámara lenta. Antes de que pudiera esquivarla, incluso antes de que tuviera la oportunidad de preguntarse quién la balanceaba, en un estallido de estrellas, se desmayó por completo.
—¡Poppy, está despierto!
Los párpados de James se abrieron lentamente para encontrar dos formas borrosas flotando cerca de su cama. Una era alta y delgada, el otro era enorme.
—Puedo ver que sí, Hagrid. Sé que Albus insiste con ese árbol, ¡pero es muy peligroso!
James cogió sus gafas, y aliviado al ver que no se rompieron, se las puso de nuevo. Descubrió una joven morena delante de él, asumió que debía ser la enfermera de la escuela, con Hagrid a su lado.
—¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? —preguntó aturdido.
—Pocas horas, —respondió Hagrid. —El Sauce Boxeador te dio bien fuerte, según su carácter. Lily Evans llegó corriendo y me llevó. Te noqueó, pero la señora Pomfrey aquí te reparó muy bien.
James se frotó la cabeza.
—¿El Sauce Boxeador? ¿Qué es eso? ¿Por qué está en los terrenos de la escuela?
Hagrid estaba abriendo la boca para responder cuando la enfermera lo silenció con una severa mirada. Se volvió de nuevo a James y miró a cada uno de sus ojos con la punta encendida de su varita.
—No te importa, —dijo ella secamente. —Fuiste golpeado muy duro en la cabeza, y necesitas quedarte aquí en el hospital esta noche. Lucius Malfoy estará aquí contigo, tuvo una mala caída en el entrenamiento de Quidditch.
Hagrid estaba aparentemente ajeno a la mirada de consternación que cruzaba la cara de James.
—Estás en buenas manos, James, —dijo. —Ahora, si no les importa, tengo que volver al Invernadero Cinco. Un problema desagradable con una manada de Bowtruckles salvajes en los árboles de afuera. Tratando de sacar los ojos a las personas cuando se acercan demasiado.
Hagrid le hizo un gesto amable y salió al pasillo dando fuertes pisadas. Madam Pomfrey se movió rápidamente para comprobar a Malfoy, y James arriesgó una mirada de reojo en su dirección. Estaba tendido en la esquina de la habitación con su pierna en un cabestrillo. Por suerte, estaba mirando sombríamente al techo, haciendo caso omiso de la señora Pomfrey mientras trabajaba sobre él.
Bien, pensó James. Tal vez no me note. Casi en ese momento entraron Sirius, Remus y Peter irrumpieron por la puerta.
—¡JAMES! ¡Hagrid nos dijo que estabas despierto! Sirius entró alegremente y se dejó caer en la cama a su lado. —Tan pronto nos enteramos por Mary MacDonald de que estabas aquí, bajamos y esperamos. Hemos estado sentados afuera durante horas, pero la señora Pomfrey no nos dejó entrar hasta que estuvieras despierto.
—¿Te sientes mejor? —preguntó Remus, estudiando de cerca el rostro de James. De repente pareció preocupado. —¿Qué estabas haciendo cerca del Sauce Boxeador?
Las mejillas de James se pusieron calientes. Desde luego, no quería decirles que estaba escuchando a Lily a escondidas.
—Estaba tratando de obtener una mejor visión del lago, —inventó rápidamente. —Quería ver al calamar gigante de nuevo.
Parecieron aceptar su respuesta sin preguntar. Después de unos minutos de charla y de la alegría de Sirius al ver a Malfoy con su pierna en un cabestrillo, la señora Pomfrey se abalanzó sobre los tres para sacarlos.
—¡El muchacho necesita descansar! —dijo, dirigiendo a Sirius por los hombros hacia la puerta. —Váyase ahora, y su pequeño amigo... ¡Remus, usted también!
Después de una mirada de disculpa hacia atrás, los tres salieron, dejando a James a solas con Malfoy, quien ahora le estaba dando una mirada fulminante. Por suerte, la señora Pomfrey lo salvó al arrastrar una cortina privada y le animó a dormirse. Al darse cuenta que no había nada más que hacer que seguir su consejo, James se dejó caer sobre las almohadas y cerró los ojos.
Estaba agitado cuando se despertó de nuevo más tarde por unas bajas voces fuera de la puerta de la enfermería. Su cuerpo estaba mucho más adolorido ahora, y su cabeza se sentía como si fuera del tamaño de una de las calabazas de Hagrid. A través de la cefalea inducida por la confusión, se dio cuenta de una voz profunda y zalamera.
—Estará en los periódicos de mañana. Se le pidió que completara esta tarea en silencio, pero todos sabemos que la joven Bella puede actuar... imprudentemente...
—¿Ella consiguió el nombre de los estudiantes que lo tomaron? —preguntó otra voz más familiar. James no podía ubicarla.
—No, el vendedor no lo sabía, pero Bella al menos fue capaz de extraer descripciones de él. Eran jóvenes… de primer o segundo año por como sonaba. Dos muchachos de pelo oscuro, y el amigo más pequeño, de cabello claro.
—Voy a encontrarlos. ¿Qué desea el Señor Tenebroso que haga con ellos?
—El Señor Tenebroso quiere que usted se encargue de nuevo. Observe y espere por el momento... Después de todo, niños muertos en Hogwarts en la primera página de El Profeta no va a hacer nada más que llamar la atención sobre nosotros. No queremos eso... no todavía...
—¿Y si van donde Dumbledore?
—Dumbledore no sabe nada sobre el cetro, o que estos niños han encontrado el libro. Si son prudentes, no le dirán. Dumbledore ha buscado el cetro desde hace años, tal como ha buscado las Reliquias de la Muerte. No hay duda de que tomaría partido para su propio beneficio, si se lo llevaran a él. Si por algún golpe de milagro sobreviven el tiempo suficiente para encontrar todas las piezas, por todos los medios, siléncielos.
—¿Qué pasa con los niños muertos en la portada del Profeta?
—Si encuentran todas las piezas, usted se las entregará al Señor Tenebroso por cualquier medio necesario. Entonces, habrá muchos más cuerpos en la primera página del Profeta que solo los de ellos, Turnbill.
James se puso rígido. Aunque había sospechado, la confirmación de que Turnbill era un Mortífago le sorprendió hasta la médula. Tal vez una parte de él hasta ese momento todavía no lo creía totalmente, no cuando Turnbill era tan amable y amistoso con ellos durante Defensa Contra las Artes Oscuras...
—¿Cómo está Lucius? —preguntó Turnbill.
—Él va a estar bien, a pesar de que sabe cuán desgraciado estoy de que mi propio hijo no pueda conseguir con éxito una finta de Quidditch. Ha tenido los mejores instructores de vuelo desde que tenía seis años. Espero lo mejor de él.
—¿Él sabe algo del plan?
—No, y no deje que sospechen de usted. Él no está totalmente listo para unirse a nosotros, y todavía no confío en que él pueda mantener esas confidencias bajo presión. Si usted tiene alguna nueva información, póngase en contacto conmigo en mi mansión en Wiltshire. Buena suerte.
El sonido de pasos que se alejaban le dijo a James que la discusión había terminado. Tendido en la oscuridad, mirando el techo alto, trató de comprender el alcance de la batalla en la que ahora estaba involucrado. El enemigo ahora sabía cómo eran. Sólo sería cuestión de tiempo antes de que Turnbill descubriera quiénes eran. ¿Deberían ocultar el diario? ¿Deberían destruirlo? Si lo ocultan o lo destruyen, probablemente serían interrogados y asesinados por Turnbill de todos modos.
¿Deberían entregarle el diario a Dumbledore? El Señor Malfoy había dicho que Dumbledore quería el cetro para su propio beneficio. ¿Qué haría Dumbledore con él? Desde luego, no dejaría que ellos lo tuvieran... ¿Qué otras opciones tenían?
James se puso de costado, con el deseo de que Sirius, Remus y Peter estuvieran alrededor para hablar. Tendrían que encontrar las piezas en secreto, decidió. A pesar de que quería fingir que iban a hacer lo correcto y destruir las piezas, James no pudo evitar imaginarse a sí mismo sosteniendo el Báculo de los Tiempos intacto… un maestro del tiempo. ¿Qué cosas podía hacer si pudiera volver atrás y cambiar el pasado, o conocer las cosas por venir...?
Mientras James todavía estaba vadeando a través de su enredado nudo de pensamientos, el sueño se deslizó de forma inesperada sobre él, dejándose arrastrar en turbulentos sueños. A la mañana siguiente, la señora Pomfrey despertó a James, y después de un rápido examen, le permitió salir.
Fue corriendo al Gran Comedor, donde se unió a Sirius, Remus y Peter, quienes estaban desayunando juntos en el otro extremo de la mesa de Gryffindor. En voz baja, les participó de todo lo que escuchó.
—¡Te DIJE que era un Mortífago! —Sirius gritó triunfalmente, señalando con el tenedor en la cara de Remus, quien languideció cuando James les dio las noticias.
—¿Estás seguro James? Quiero decir, fuiste golpeado en la cabeza muy duro, ¿seguro que no oíste mal…?
—¡Yo sé lo que oí! —James dijo enfadado, vertiendo una cucharada colmada de avena en un tazón. —Ser golpeado en la cabeza por un árbol loco puede doler mucho, pero no te hace sordo.
—Me pregunto si el vendedor fue herido, —se preocupó Peter. Un poco de huevo se salió de lado de su cuchara temblorosa.
—Aquí viene el Profeta, —dijo Remus.
Las lechuzas de la mañana habían llegado. Una pequeña, gorjeante y rojiza, aterrizó en sus cereales, y después de recibir una Knut de bronce, despegó, rociando gotas de leche sobre Peter. Remus exprimió la leche del periódico y lo abrió, y todos juntaron sus cabezas para leer el artículo en la primera página.
Efectivamente, había una fotografía ampliada de Flourish y Blotts, cuyos imponentes estantes de libros estaban derrumbados. Páginas rasgadas y volúmenes dispersos cubrían el suelo de mármol.
SAQUEADA FLOURISH Y BLOTTS Ayer por la tarde, el pacífico pueblo de tiendas “Callejón Diagon” fue perturbado por la destrucción de su librería más prominente, Flourish y Blotts.
Eugene Blott, copropietario de la tienda, se encontró entre los escombros, maltratado y severamente confundido. No hay pistas sobre el atacante, ni algún motivo, aunque los Aurores determinaron que sin embargo muchos artículos fueron destruidos, no faltaba nada. Se insta a cualquier persona con información, ponerse en contacto con su oficina más cercana de Aurores. Continúe en la página 5.
—¡Rayos!, ¿Cómo diablos pudieron decir los Aurores que no faltaba nada? — Sirius rió.
De repente, Remus empujó el periódico debajo de la mesa. El Profesor Turnbill acababa de entrar por las puertas dobles, y estaba pasando por su lado.
—¡Buenos días, chicos! —dijo sonriente hacia ellos. —¿Listos para ese examen de hechizos de desarme y de defensa para hoy?
Remus sonrió débilmente, y Sirius rápidamente tomó un bocado de pan tostado. Peter parecía a punto de desmayarse, que en realidad parecía normal en él antes de un examen. James, preguntándose si Turnbill sabía que tenían el diario, sin embargo, asintió con la cabeza y trató de sonreír.
—He estado estudiando toda la noche.
—Estudiando toda la noche en la enfermería, ¿eh? —preguntó Turnbill, con una ceja levantada. Se rió cuando James se puso rígido. —Sí, he oído todo sobre tu encuentro con el Sauce Boxeador por Hagrid. Espero que te sientas mejor, Poppy dijo que tenías un chichón del tamaño de un tubérculo bulboso. Nos vemos en clase chicos. ¡Buena suerte!
Remus vio la espalda de Turnbill al retirarse.
—Creo que él sabe, —dijo con gravedad.
Hasta aquí llega. Por fin sabemos qué hay dentro del diario, aunque las dudas no hacen si no comenzar. ¿A qué se referirá el poema? ¿Cómo consiguió colarse en Hogwarts ese profesor de defensa? ¿Qué harán los merodiadores con la información? Muchas interrogantes a resolver en los próximos capítulos.

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1599. unicornioAzul ,

joooo pero yo no veo nada de malo con debates tan wai para expandir nuestro orisonte :)
genial :)

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1600. kirito,

Espero que digas lo de prestigiosa de forma sarcástica, si hasta en el universo es una adivina de mierda.

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1601. little_fox,

Pues adivina de mierda, pero hizo dos o 3 profecías reales. No es una farsa. Es una adivina, y ya está. ¿Sus clases no sirven? sí, pero independientemente de si sirvan o no o puedas aprender a ser adivino (cosa que dudo que se pueda) ella tiene el don, no lo puede manifestar de una manera consciente pero lo tiene.

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1602. Ronald-Weasley,

¡Saludos amigos!
Todo lo dicho por Kyubi es completamente cierto. Más allá de la lamentable imagen que pudimos ver de Trilewney como profesora, y su cuestionable aplicación de sus dones, sus profesías están ahí y son palpables en el devenir de la saga. Yo diría que rigen losd estinos del universo, pues marcan los caminos que tuvieron que seguir los personajes en la trama.
Pero también le doy la razón a Kilito. Cuando empleé el otro día el adjetivo prestigiosa, lo hice claramente con un tono sarcástico. No sé, me salió natural cuando lo estaba escribiendo, y luego me gustó como quedó y lo dejé en el mensaje xd.
Bien, vamos a lo que nos ocupa. La actualización del fic James Potter y el váculo de los tiempos, esta vez con el capítulo número 8. Esta vez me demoré algo más pues mis ocupaciones del día a día, me impidieron realizar la pequeña edición que suelo realizarle a los capis, pues recuerden que esto sigue siendo una traducción, y a veces hay fallos gramaticales que resultan pesados al momento de leer. Pues aquí está el próximo capítulo.
Capítulo 8
Hija de Invierno

Septiembre se convirtió en octubre, y por fin el aire frío no tenía más indicios del calor de verano. Sin otras ideas sobre las últimas líneas del poema, y con cantidades alarmantes de tareas comenzando a apilarse, James, Sirius, Remus y Peter se vieron obligados a poner temporalmente a un lado la búsqueda de las piezas del cetro.
Turnbill continuó actuando amigable hacia ellos, a pesar de que en ocasiones parecía caer en ataques de mal humor cuando lo encontraban fuera del aula. Una o dos veces, James lo vio en el borde del Bosque Prohibido otra vez.
—Voy a seguirle la próxima vez —dijo James sobre la mesa del almuerzo la siguiente vez que sucedió.
—No seas estúpido James —dijo Remus hacia atrás. —¡Es el profesor de Defensa contra las Artes Oscuras! Es probable que esté simplemente recogiendo cosas que necesite para clases.
Cuando Gwen DeLauney informó (habiendo sido notificada por su hermana mayor) que los estudiantes de sexto año lograron ver un Hinkypunk en un tanque, James aceptó esto como una posibilidad, aunque las señales de alarma en el fondo de su mente rechazaron dejarlo ir.
No fue sino hasta Halloween que James se convenció por completo que Turnbill era peligroso. Esa tarde, estaban terminando su almuerzo bajo el árbol de la playa del lago cuando James vio a Turnbill, medio escondido detrás de la línea de árboles del Bosque Prohibido. Estaba tan inmóvil como una estatua y su cara era de piedra. Él los observaba, su mirada era dura y desagradable. Afortunadamente, la campana de la clase siguiente sonó en el castillo, y sirvió de excusa para reunir rápidamente sus cosas y correr.
—Realmente no lo entiendo —dijo Remus, quince minutos más tarde en el Aula de Pociones. Los cuatro estaban de pie delante de calderos burbujeantes, tratando de hacer pociones de energía. —¡Él nos trata como a sus estudiantes favoritos durante la clase, pero luego hace un momento parecía que quería matarnos!
Por mucho que James había querido creer que los cuatro podrían mantener el diario en secreto, siempre había sabido que era sólo cuestión de tiempo para que Turnbill descubriera quiénes eran los misteriosos tres estudiantes.
—Bueno, ahora tenemos que resolver el poema —dijo James con cansancio.
Sirius, que estaba levitando ingredientes al azar en el caldero de Severus unas cuantas filas más adelante, no estaba escuchando.
—¡Mírenlo, mírenlo! Aw, se ve tan confuso... Sin embargo es sorprendente, siempre se las arregla para repararlo de nuevo.
Por mucho que odiara admitirlo, James estaba impresionado por el trabajo en pociones de Severus. De hecho, durante las últimas semanas, Severus había demostrado no sólo su aptitud en Pociones, sino que también para el aprendizaje y la invención de más hechizos y maleficios que cualquier otro estudiante, era el más preparado. Apuntó la mayor parte de éstos a Sirius y James, aunque Peter y Remus también recibieron su parte justa de espectros de murcielagos y bloqueo de pies.
Asquerosamente, trabó amistad con un par de otros chicos de primero y segundo año de Slytherin, que también parecían impresionados con su repertorio de hechizos. Aún más repugnante, James creyó ver a Lucius Malfoy dándole una palmada en la espalda en la cena una noche.
—¡No tenemos que resolver el poema! —dijo Remus en voz baja, pero contundente. —¡Incluso si lo intentamos, estaríamos graduándonos de Hogwarts antes de que consigamos algo de él!
James observó cómo uno de los ingredientes de Sirius que levitaba, una cola de un tritón viscoso, caía dentro del caldero de Severus mientras estaba de espaldas.
—¿Por qué no? —dijo en voz baja. —¿Quién dice que no podemos resolverlo nosotros mismos?
—Permíteme preguntarte esto —dijo Remus razonable, y tuvo que bajar la voz porque Slughorn estaba hablando con los hermanos Van Vleck un par de calderos más allá. —¿Crees que resolver el rompecabezas y encontrar todas las piezas del cetro nos sacará de este lío? ¿Crees que nos van a permitir averiguar todo y quedarnos con el Báculo de los Tiempos?
Eso llamó la atención de Sirius. Se giró para mirar a Remus, y el bazo de rata que estaba levitando sobre el caldero de Severus cayó con un splat en una de las cabezas de las Fanes. James pensó que podría ser Polluxa, pero no estaba seguro.
—¿Estás sugiriendo que le entreguemos el diario a Voldemort? —exigió Sirius. —¿Rendirse?
—Por supuesto que no —dijo Remus fuertemente, mirando a Slughorn moverse a través del cuarto. —Sólo estoy tratando de ser realista. Pareciera que no importa lo que hagamos, probablemente terminaremos muertos.
—¿Muertos? —preguntó Peter con timidez.
—Sí Peter, muertos —repitió Remus.
—Qué optimista, —murmuró Sirius.
James se golpeó la cara con la palma de su mano. Remus tenía razón, había una posibilidad muy remota de que salieran con vida. Volvió a pensar en su noche en la enfermería, y la conclusión que había obtenido entonces.
—La única forma en que sobreviviremos a esto es encontrar las piezas nosotros mismos, y buscar la forma de utilizarlas antes que Turnbill nos detenga. Se sorprendió al ver a los demás que miraban atrás de él con miradas blancas y alarmantes.
—¿Qué? —¡¿USARLAS?! —Remus finalmente se quedó sin aliento. —Caray James, ¡qué sucedió con solo detener a Voldemort de encontrarlas!
James sintió un pinchazo de fastidio al ver que podían ser tan miopes.
—¿No lo ven chicos? ¡Si podemos averiguar cómo utilizar el cetro, podemos volver atrás en el tiempo! ¡Podríamos evitar que Voldemort naciera! ¡Podríamos mirar hacia el futuro, y alertar al Ministerio acerca de los crímenes que está planeando cometer! Podríamos...
—¡James, somos solo niños! —interrumpió Remus. —¿Y si realmente arruinamos las cosas? ¿Qué pasa si cambiamos algo que no deberíamos? ¿Qué pasaría si accidentalmente terminamos mil años atrás, y no podemos averiguar cómo volver?
—¿Y te imaginas siendo torturado hasta la muerte por los seguidores de Voldemort? —preguntó James con un poco más de ferocidad de lo que pretendía. Nadie dijo nada. —Remus —dijo James, gentilmente cuando vio la expresión de dolor en el rostro de Remus. —Basta con pensar en lo que podríamos hacer. ¿No te gustaría volver en el tiempo y salvar a tu madre de contraer esa enfermedad?
Eso tocó un nervio. Los ojos de Remus bajaron de nuevo a su caldero, como extraviado. Sin palabras tomó una pila de ramitas de valeriana y empezó a romperlas, pero a James le pareció ver pasar una sombra pesada en su rostro.
—Podemos hacerlo Remus —dijo Sirius, buscando el diario en su mochila. Miró a su alrededor por si alguien estaba escuchando, y luego lo sacó hacia fuera. —Si pudimos encontrar esta cosa, ¿quién diría que no podemos encontrar las piezas y usarlos para el bien?
La mirada de Remus se mantuvo baja, pero poco a poco, casi imperceptiblemente, asintió.
—Bueno. Sintiéndose con ánimo, James tomó el diario de Sirius y lo abrió. Examinó las últimas cuatro líneas del poema como lo había hecho en innumerables ocasiones, con la esperanza de ver algo nuevo que no había visto aun.
—Ahí donde están... —Creo que él escribió eso a propósito para frustrarnos... —dijo Sirius, ahora saltando lejos de la masa dura de barro coloreado en su caldero con su cuchillo de su kit de pociones. —¿Él quiere que empecemos a buscar aquí mismo donde estamos? Tal vez deberíamos pisar fuerte en su diario hasta que nos diga qué hacer, eso es justo donde estamos.
Los ojos de James se abrieron. Sirius había sido sarcástico, pero había tocado un punto muy importante. Si alguien estaba leyendo el diario, por supuesto el diario estaría justo donde están. Más específicamente, si alguien estaba leyendo el poema, la parte trasera de la cubierta delantera estaría justo donde estaban...
—Sirius, ¿déjame ver tu cuchillo por un segundo?
Sirius se lo pasó.
—¿Qué vas a hacer? ¿Amenazarlo? ¿Apuñalarlo? ¡Tal vez hablará!
—No —dijo James —pero me hizo pensar en otra cosa...
Con cuidado, se deslizó a través del revestimiento de papel grueso en el interior de la cubierta frontal. Pelándola con cautela, sintió una emoción mientras revelaba algo por debajo. Era la esquina de un muy antiguo pergamino doblado.
—Justo aquí, todo el tiempo —dijo, sintiéndose muy estúpido por no haberlo visto antes.
Poco a poco, con mucho cuidado, sacó el pergamino y lo desdobló, pero luego todos se quejaron con decepción. Estaba en blanco. Remus se inclinó más cerca.
—Esperen... ¿Recuerdan lo que Turnbill nos dijo en clase la semana pasada?
Sirius hizo una mueca.
—¿Recuerdan lo que Turnbill acaba de hacer hace veinte minutos?
Remus pretendió no escucharlo. En su lugar, sacó su varita de su mochila escolar.
—Un trozo de pergamino vacío puede tener un mensaje oculto —explicó. —El mejor hechizo para revelarlo es... Aparecium.
Tocó el centro del pergamino con su varita, y justo en el lugar donde hizo contacto, un pequeño punto de tinta floreció. Sus zarcillos crecieron, formando líneas y formas las cuales definieron una frase en la parte superior de la página: Mapa de Petrie para Merodeadores. Cada vez más y más espirales de tinta se desenrollaron por todo el pergamino, bailando y arremolinándose entre sí y formando patrones cada vez más complejos.
—¿Eso es...? —¡Lo es! —dijo James con el corazón palpitante. Ya podía ver cuatro rectángulos largos y delgados dentro de una habitación espaciosa, y una gran plaza abierta forrada de muchas escaleras. —El Gran Comedor... Las Grandes Escaleras... ¡Es Hogwarts!
—¡Miren, ahí está el patio de Transformaciones! —dijo Sirius, apuntando a un amplio círculo saliendo del lado oeste del castillo.
—¡Y ahí está la sala común! —dijo Peter, apuntando a la torre norte.
Los ojos de Remus estaban muy redondos.
—Miren todo...
—¿Qué está pasando aquí? —James empujó rápidamente el mapa de nuevo hacia el diario. Slughorn estaba sobre ellos, mirando expectante.
—Nada señor, sólo estábamos...
—Potter, esa poción necesita ramitas de valeriana, está a punto de cuajar.
Preguntándose porqué no estaba diciendo nada acerca del desastre en el caldero de Sirius, James asintió. Tomó rápidamente la bolsa de ramitas de valeriana frente a Remus.
—Sí, gracias señor.
Slughorn asintió y luego se trasladó dos filas adelante para hablar con Severus, cuya poción, a pesar de adiciones improvisadas de Sirius, todavía se veía exactamente como la imagen en el libro.
—¿Cómo lo hace? —preguntó Sirius, incapaz de ocultar el resentimiento en su voz.
Una vez que estuvo seguro que Slughorn estaba ocupado, James deslizó el pergamino de vuelta y lo desdobló, esta vez manteniéndolo bajo.
—Hey, se perdieron la mejor parte del mapa. Los otros se inclinaron de nuevo a mirar mientras James señalaba algo intermitente en la Torre Oeste, justo fuera de la oficina del Profesor Flitwick. Era un punto marcado con la misma letra cursiva que el título: Pieza de Ravenclaw. —¿Qué les parece? —dijo James, con una sonrisa extendiéndose por su cara. — ¿Suena como a escabullirse después de la fiesta de Halloween? ¿No creen
El Gran Comedor estaba brillantemente decorado para la fiesta de Halloween de la noche. Linternas de calabazas sonrientes flotaban bajo las vigas, y murciélagos de papel crepé se agitaban debajo del techo oscuro y tormentoso. Orbes de color naranja y púrpura flotaban alrededor de las mesas de las casas y esqueletos embrujados (James esperaba que no fueran reales) marchaban por los pasillos en formaciones reglamentadas. Sirius dio un codazo a James.
—Mira quién nos observa.
En la mesa de los profesores, Turnbill estaba mirando en su dirección. Cuando los vio mirando hacia atrás, saludó radiante.
—¿Crees que esté loco? —preguntó James, saludando de vuelta.
Remus, que estaba a la mitad de comer un gran pedazo de pastel de chocolate con glaseado de naranja, siguió sus miradas.
—Espero que no nos siga esta noche.
--¿Creen que lo hará? —gritó Peter, dejando caer su tenedor con estrépito.
—No —dijo James, pensando en lo que había escuchado en la enfermería. —Se supone que debe retroceder y dejarnos entender las cosas. Tal vez está esperando que disparemos todas las trampas y lleguen a estallar, entonces él pueda bailar el vals y tomar las piezas.
Las cejas de Remus se fruncieron.
—Puede que tengas razón James, me refiero a la voladura. Puede que haya trampas, cosas que no estamos preparados para hacer frente todavía. Aún no sé si esto es una buena idea...
Sirius se partió de risa.
—Vamos Remus, ¿dónde está tu sentido de la aventura? No tengo miedo, y tampoco James.
James vio a Lily, a unos pocos asientos de distancia, se había vuelto hacia ellos antes las palabras de Sirius. Involuntariamente, su mano se fue a su pelo en un movimiento inconsciente. Nunca le había dado las gracias adecuadamente por haberlo ayudado cuando el Sauce Boxeador lo noqueó. Antes de que pudiera averiguar qué decir, ella se había dado vuelta de nuevo.
Con demasiada rapidez, los montones de galletas, pasteles y dulces se habían reducido a nada, y Kingsley se puso de pie para liderar a los ahora muy dormidos Gryffiindor (y en algunos casos mareados por exceso de azúcar) de vuelta a la sala común. James, Sirius, Remus y Peter merodearon cerca de la chimenea hasta que todos se fueron a la cama antes de comprobar el mapa de Petrie de nuevo. El punto de Ravenclaw aún estaba parpadeando en la Torre Oeste, cerca de la oficina del Profesor Flitwick.
James respiró hondo para calmarse.
—Bueno, eso es todo. Los cuatro salieron con cuidado a través del retrato y comenzaron a hacer su camino por el pasillo.
Mientras que su humor había sido alegre en el camino a la biblioteca unas semanas antes, en este viaje era todo lo contrario. En aquel entonces, todavía no habían conocido la gravedad o la urgencia de la situación. En aquel entonces, ni siquiera habían considerado la posibilidad de morir en su búsqueda.
James tragó saliva, tratando de no imaginar que estaban caminando voluntariamente a su condena. Estos pensamientos espantosos deben haber estado en las cabezas de todos, porque cuando un alto aullido desconcertante de repente rasgó a través de la oscuridad, todos saltaron como si una bomba hubiera estallado.
—¿Qué fue eso? —preguntó Remus, después de que todos habían tenido un momento para recuperarse.
A ambos lados de ellos, había armaduras alineadas a lo largo de las paredes. James observó la más alejada a la derecha, donde pensaba que el sonido podría haber venido.
—Creo que proviene de aquella.
—Tal vez es el flamenco de McGonagall —aventuró Sirius.
A medida que James se acercaba a la armadura sospechosa, el aullido salió emitido desde adentro nuevamente. Sonaba como una especie de animal atrapado en el interior. Con cuidado, se inclinó hacia adelante y abrió el casco de la estatua. Un gato de color polvoriento con los ojos amarillos como lámparas salió con aspecto muy desaliñado.
Remus retrocedió.
—¡James, esa es la gata de Filch! ¡Alguien debe haberla metido allí!
—¿Filch? —preguntó James con curiosidad, sintiéndose mal por ella.
—Ya sabes, el aprendiz del cuidador —respondió Remus. —Siempre está siguiendo al viejo Pringle.
Sirius hizo una mueca repulsiva.
—No me gustan los gatos —gruñó. —James deberías haberla dejado ahí. ¡Va a conseguir que nos metamos en problemas!
—Estaba atrapada —dijo James, poniendo la armadura de nuevo en su lugar original. —¿Te gustaría que alguien viniera y te encerrara en una armadura?
Sirius frunció el ceño, pero Remus se veía preocupado.
—Si no la pondremos de vuelta ahí, tenemos que seguir moviéndonos. Si ella ha estado en esta armadura todo el día, les puedo garantizar que Filch está en busca de ella.
James volvió a mirar a la gata. Ella estaba mirando con curiosidad, su cola se movía de lado a lado. Había algo extraño en ella.
—Está bien, vamos —estuvo de acuerdo, y siguieron su camino.
Dejaron a la gata detrás en la oscuridad. Después de unos minutos de estrecho silencio, llegaron a la puerta del despacho de Flitwick.
—¿Ahora qué? —preguntó Peter.
James no vio ninguna otra puerta. Esta era la puerta que estaban buscando, ¿verdad? La pieza del cetro no podía estar ahí en el pasillo. Con un nudo en el estómago, James esperaba contra toda esperanza de que la pieza no se ocultara dentro de la oficina de Flitwick. Escabullirse de la sala común de noche y buscar armas antiguas estaban en las cosas que estaba dispuesto a hacer, pero irrumpir en la oficina de un profesor era inmensamente una perspectiva distinta.
—Revisa el mapa de nuevo, James —sugirió Sirius.
James tomó el mapa y su varita desde el bolsillo.
—Lumos. Aparecium.
Con la punta encendida de su varita, estudió el viejo y ceroso pergamino en sus manos. El punto todavía estaba parpadeando, inmóvil. Sintiéndose frustrado, James estaba a punto de doblarlo y meterlo en el bolsillo, pero entonces el punto se desplazó. Asumió la forma de un chico... con pelo negro enmarañado y lentes. La figura, sostenía su propia versión en miniatura del mapa, se dirigió directamente hasta un gran marco en la pared, y pasó a través de este. Sirius y Remus, que también estaban mirando por sobre el hombro de James, intercambiaron miradas burlonas.
—Debe ser una pintura, o un retrato —dijo James, girándose alrededor para buscar alguno cerca.
Sólo había uno... era una pintura de una niña con un vestido largo azul plateado con pelo castaño flotando. Estaba profundamente dormida en su silla. James puso su mano libre sobre el lienzo, pero no pasó nada. Era muy sólido. ¿Cómo se supone que debían pasar por ahí?
—Quizás es como el andén nueve y tres cuartos —murmuró James para sí mismo, pensando en lo acontecido en septiembre. —Todo lo que tenemos que hacer es... Tomó un largo respiro, dio un paso atrás, y luego se lanzó.
¡Sanck!.
James rebotó en la pintura y aterrizó tumbado boca arriba en el suelo frío y duro. Sirius, Remus y Peter se echaron a reír.
—¡Shh! —James les hizo callar, pero era demasiado tarde. El sonido de pasos en un pasillo distante llegó a sus oídos.
—¡Oh, ahora qué! —dijo Peter con pánico estridente.
La chica de la pintura estaba ahora despierta. Confundida, veía de un chico a otro, sus ojos finalmente descansaron en James, y el mapa en sus manos.
—Chico, creo que estás en busca de ese espejo al otro lado del camino —dijo, señalando la pared opuesta. —¡Date prisa o te atraparán!
James miró en la dirección que le indicaba, y se dio cuenta que ella estaba apuntando a un espejo... el mismo espejo que había asustado a Peter camino a la biblioteca hace unas semanas.
—¡Gracias! —dijo, poniéndose de pie y corriendo hacia él. Para su deleite, sus dedos se hundieron a través de la superficie lisa y vidriosa cuando lo tocó. Estaba bastante frío. Sirius, Remus y Peter levantaron las manos también, pero no pasó nada.
—Intenten tocarme —sugirió James.
Una vez que todos tuvieron una mano sobre él, sus dedos se deslizaron fácilmente bajo la superficie de vidrio, como si no fuera nada más que agua muy fría en estado de suspensión. Sus jadeos de placer fueron ahogados por una voz furiosa que venía desde el pasillo, demasiado cerca para su comodidad.
—¿Quién está ahí? ¿Son ustedes los mocosos que se llevaron a mi Señora Norris? Si no me dicen lo que han hecho con ella entonces ayúdenme...
—¿Señora Norris? —se rió Sirius al escuchar el nombre.
—¡Tenemos que pasar a través de esto! —siseó James con los dientes apretados, y sin esperar, se lanzó a través del vidrio, arrastrando a los demás con él.
James contuvo el aliento, más que cualquier otra cosa involuntariamente. Era como sumergirse en agua enfriada con hielo. Podía sentir los cuerpos de Remus y Sirius a un lado cada uno, tirándolos hacia el en el intento de permanecer juntos. Abrió los ojos lentamente, y se sorprendió al descubrir que podía ver muy bien, aunque todo estaba teñido de un tono azul fabuloso. Había una luz suave, brillante por delante de ellos.
—¡Peeeeeeteeeerrrrrrrr!
Era imposible saber quién gritó el nombre, porque la voz hizo eco y se distorsionó, como si fuera dicho bajo el agua. James giró la cabeza, pero se tomó un tiempo para ponerse al día con su pensamiento, como si estuviera en un sueño. Los dedos de Peter se deslizaban a través de su ropa. No queriendo imaginar lo que podía pasar si lo permitía, James alargó una mano libre para agarrarlo. Se sentía como si se estirará a través de gelatina fría, y parecía no llegar nunca, pero al fin sintió la tela de la manga de Peter a su alcance. Después de lo que pareció una pequeña eternidad, James finalmente abrió la boca e inspiró aire puro y congelado hacia sus pulmones adoloridos.
Emergieron hacia un espacio abierto y juntos se derrumbaron y quedaron enredados. Después de lograr zafarse de debajo de Remus, James se dio cuenta de que sus manos y rodillas estaban enterrados en una suave y polvorienta nieve. Detrás de ellos había un espejo idéntico al que habían dejado atrás frente a la oficina del Profesor Flitwick. James puso su mano sobre él, y estuvo satisfecho de encontrar que era cálido contra su mano fría y húmeda.
Sirius, quien fue el primero en ponerse de pie, miró a su alrededor con los ojos muy abiertos.
—Brillante —exhaló.
James se levantó y dio unos pasos hacia adelante para estar a su lado. Estaban en una sala redonda del tamaño de una catedral, y por delante parecía haber un pequeño templo, construido en mármol blanco pulido. La habitación estaba tranquila, serena y muy quieta, con excepción de los suaves copos de nieve que flotaban en paz desde el techo, el cual estaba hechizado para parecer como un cielo de una noche oscura. Este cielo era mucho más hermoso y majestuoso que el que había en el Gran Comedor... plantes giraban en la oscuridad de terciopelo entre los puntos de luz de las estrellas parpadeantes. Una brillante luna llena estaba suspendida en su vértice, su luz plateada se vertía sobre las paredes de mármol del templo, haciendo que casi brillara celestialmente.
—¿Creen que la pieza del cetro esté ahí? —preguntó Peter, asintiendo tímidamente hacia la entrada del templo.
—¿Dónde más podría estar? —replicó James, mientras metía el mapa en su túnica y comenzaba a caminar.
Sirius y Peter le siguieron, pero Remus se quedó atrás, mirando estupefacto hacia la luna. James frenó y miró hacia atrás.
—¿Remus?
Remus aún no respondía. Sirius lo tomó del brazo, tratando de arrastrarlo, pero sus pies no se movían. Se deshizo del agarre de Sirius, miró hacia abajo como impresionado de sus manos y luego volvió a mirar la luna con los ojos muy abiertos.
—¿Qué pasa? —preguntó Sirius, molesto.
Finalmente Remus parecía volver en sí mismo.
—Nada —dijo simplemente, volviendo sus ojos hacia abajo a la nieve que estaba en sus pies —Vámonos.
James abrió la marcha hacia el templo, iluminando con su varita en alto. Sus pisadas resonaban en el suelo de mármol pulido, interrumpiendo el tranquilo silencio. Por delante había un altar, encima había algo con una luz dorada brillante. Era una pieza rota del cetro, de color ónice y tallada con imágenes de dioses, diosas y antiguas batallas.
Sirius estiró su brazo para tomarla, pero la mano de Remus de repente salió disparada a coger su muñeca.
—Espera —dijo —Parece demasiado simple... el cetro se supone que está fuertemente protegido por bestias y encantamientos. No lo toques con las manos desnudas.
—Tengo una idea —dijo James, en cuclillas en el suelo. Desató los cordones de un zapato y se lo quitó. —Den un paso hacia atrás.
Dio unos pasos hacia atrás y luego lo lanzó hacia la pieza del cetro. Tan pronto como entró en contacto, se convirtió completamente en cenizas, que se dispersaron por toda la superficie blanca pulida del altar. La pieza estaba intacta.
—Gracias, chicos —dijo Sirius, sosteniendo su mano.
James comenzó a decir "de nada", pero no alcanzó a empezar. Algo peculiar estaba empezando a suceder. El suelo vibraba debajo de ellos... un bajo zumbido al principio, pero creciendo en volumen y fuerza.
—Mmm… ¿Sienten eso chicos? —preguntó James, mirando abajo hacia su zapato y calcetín.
No respondieron, pero las miradas de sorpresa en sus rostros confirmaban que sí. La vibración se extendió hasta un terremoto sin cuartel, como si una bestia estuviera despertando debajo del suelo de mármol que no había sido perturbada durante cientos de años. El suelo se agrietó y dividió, separando a James y Peter de Remus y Sirius. La distancia entre ellos se duplicó, y luego se triplicó. Una neblina blanca congelada empezó a emitirse a partir de la fractura, y luego, para horror de James, algo rosa sólido salió de ésta. Tenía la forma de un ser humano, silueteado por el brillo dorado del cetro en el altar detrás de él.
Las dos secciones del suelo de mármol empezaron a volver a su sitio, fusionándose lentamente donde se habían roto. La niebla se disipó, revelando a una hermosa chica pálida. Ella flotaba sobre el suelo de mármol resellado, su largo cabello blanco ondeaba en la brisa invisible. No parecía mayor que ellos mismos. Vestida con un vestido de plata fluyendo, llevaba una diadema de zafiros brillantes. Descendió lentamente al suelo, aterrizando suavemente sobre las puntas de sus pies descalzos. Sus ojos se abrieron, y eran de un tono azul hielo penetrante. Con Peter encogido detrás de él, James se enderezó tan alto como pudo.
—Soy James Potter. Estamos aquí por el Báculo de los Tiempos.
La chica dio dos pasos elegantes y ágiles hacia adelante, dejando huellas empañadas en el mármol detrás de ella. Era demasiado hermosa y salvaje para ser enteramente humana. Hasta el aire alrededor parecía vibrar con el poder. Impregnó el cuerpo de James y lo traspasó hasta su núcleo, golpeando algún tipo de miedo primitivo en su corazón, pero se obligó a mantenerse firme.
—Yo sé quién eres, James Potter, —dijo la diosa, su voz tintineaba como campanas de viento. Ella sonrió, mostrando unos dientes brillantes como diamantes. —Fui yo quien predijo que tú y tus amigos vendrían aquí en busca de lo que he jurado proteger. Hablé sobre esta visión a través de los labios de un profeta que me conoce bien, pero ya no puedo sentir su presencia en este plano...
Una sombra de miedo cruzó su pequeño y perfecto rostro.
—¿Quién es usted? —preguntó Sirius. —¿Cuánto tiempo lleva aquí?
La chica le respondió, pero sin cambiar la mirada de James.
—Soy la hija de invierno. Mi nombre sonaría ajeno a ti, como el viento de invierno. Fui capturada en mi forma elemental por Rowena Ravenclaw hace muchos años, y como castigo, tomé el cuerpo de su nieta, Eloise. Fuera de pena, ella me trajo aquí hace casi un milenio para guardar esta pieza del cetro del tiempo... el Báculo de los Tiempos, el poder de Alejandro, y me ató de hablar su ubicación a través de los labios de los videntes y profetas.
—¿Cómo lo conseguimos? —preguntó James, esperando que sonara más valiente de lo que se sentía.
Los ojos de la chica brillaron.
—El reto aquí es vencerme en combate mágico, sin embargo, voy a ofrecerte otra opción si lo deseas. Soy una prisionera aquí, y el encantamiento sólo puede romperse por un chico de la misma edad. Rowena Ravenclaw nunca debió haber imaginado que alguien tan joven pudiera encontrar este lugar. Libérenme, y pueden quedarse con el fragmento de tiempo.
—¿Y cómo... —comenzó Sirius.
—¿Qué pasa si te liberamos? —interrumpió Remus sabiamente.
Por primera vez, los ojos congelados de la chica dejaron de mirar a James. Escrutó a Remus por un momento, pero luego su sonrisa se hizo más profunda.
—Yo sé quién eres, Remus John Lupin. Dime, ¿te ha gustado el techo de mi templo?
Remus se estremeció bajo su mirada como si se hubiera quemado. El color desapareció de su rostro hasta que fue tan blanco que casi se mezcló con la pared de mármol detrás de él. James llamó la atención de Sirius, pero la expresión de su cara reveló que no tenía idea de lo que estaba hablando.
—Creo que sí —ella dijo con delicadeza, como si disfrutara su malestar. — Respondiendo a tu pregunta, voy a salir de este cuerpo y me uniré a mi madre otra vez. Ella regresará aquí en unas semanas.
—¿Qué pasará con la nieta de Rowena Ravenclaw? —preguntó James.
—No despertará de nuevo —respondió la chica, despreocupada. —Su cuerpo debe permanecer aquí, enterrado en el templo de aire para la eternidad. Hubo un silencio tenso, en el que cada uno contempló las consecuencias de la liberación de la hija de invierno. Fue James quién finalmente habló.
—Bueno. ¿Cómo te liberamos?
—Primero, juren sus intenciones —ordenó la chica.
James echó un vistazo a los otros. Ellos asintieron.
—Juro que te liberaré, si me muestras cómo —dijo, su corazón comenzó a latir con fuerza.
La niña mostró su sonrisa de diamante de nuevo. La temperatura bajó un poco más, como si su aura palpable estuviera creciendo exponencialmente.
—¡Muéstrenme el mapa!
James lo desenrolló y se lo ofreció, y la chica se barrió hacia él, con el pelo blanco plateado ondeando tras ella. Una brisa ártica recorrió el pelo sucio y oscuro de James. Ella trazó el borde del mapa con un solo dedo blanco, y cubierto de escarcha antes de fundirse para revelar las palabras escritas peculiarmente. Los personajes en el papel se parecían a nada de lo que James hubiera visto antes. La escritura era continua, suave y redondeada, casi como agua fluyendo. Volvió la cabeza para preguntarle acerca de esto, pero luego se dio cuenta que sus ojos azules estaban nublados. Cada pelo de su cuerpo se puso en punta. Una fuerza antinatural le golpeó en lo más profundo de sus huesos con una fuerza que sentía cien veces más fuerte que el Sauce Boxeador, y creció hacia fuera de su cuerpo como un veneno. Estaba lleno con fuego congelante, y luego hielo quemante.
El techo de mármol se agrietó, y los copos de nieve que habían caído tan suavemente se transformaron peligrosamente en un vendaval arrojando viento, nieve y hielo sobre ellos. La boca de James se abrió a la fuerza, como si fuera hecho por manos invisibles, y una extraña y mundana voz se elevó desde su interior. No era su idioma, de hecho, ni siquiera sonaba como un lenguaje que los seres humanos pudieran hablar. Después de las primeras sílabas, James se había ido, a la deriva dentro y fuera de su conciencia. De vez en cuando se oía un sonido que lejanamente le recordaba a algo familiar, como una avalancha cayendo de una montaña, o el batir de alas de lechuzas, y se preguntaba si eso era como sonaba el nombre de la chica justo antes de retraerse hacia un cálido y profundo lugar dentro de sí mismo para esperar a lo que estaba pasando.
¡CRACK!.
Un choque pasó a través de James como un rayo. Él cayó al suelo, y lentamente se dio cuenta que el cálido y profundo lugar donde estaba escondido estaba irradiando hacia afuera. Los vientos se calmaron bruscamente, y la quietud se arrastró de nuevo. James se incorporó lentamente, suaves copos de nieve fueron cayendo ligeramente a través de la grieta del techo del templo, donde además la luz de la luna encantada brillaba sobre él.
Sirius, Remus y Peter fueron repentinamente a su lado.
—¡James! James, ¿estás bien?
—Sí —dijo James, flexionando los dedos para asegurarse de que estaban bien. —¿Qué pasó?
Ellos se miraron inquietos.
—Bueno, te dio un tipo de estremecimiento, y tus ojos se pusieron en blanco — explicó Sirius. —A continuación, tu cabello se puso blanco, y comenzaste a hacer sonidos muy raros. Entonces... —se interrumpió, mirando incierto.
Remus siguió donde había quedado Sirius.
—Luego ella los dejó a ambos. Miró más allá de James, y éste siguió su mirada. Sólo unas pocas pulgadas de distancia, yacía junto a él, una niña inmóvil. La piel que momentos antes había estado pálida y pedregosa ahora era suave y brillante, y el pelo que había sido blanco como la nieve era ahora café cálido. Ella era un ser humano nuevamente. Miraron en silencio el cuerpo de la chica por unos momentos antes de que Peter hablara.
—Alguien debería ir a buscar la pieza del cetro.
Negándose a la ayuda de Sirius y Remus, James se puso de pie y se acercó al altar. La parte desprendida del cetro todavía estaba allí, pero el brillo dorado había desaparecido. James extendió la mano, y después de un pequeño momento de duda, lo tomó. Era sorprendentemente pesado.
—Regresemos —dijo.
Remus, Sirius, y Peter treparon hacia la entrada del templo y bajaron los escalones de mármol. James se detuvo un momento para mirar hacia atrás a la chica. Su cabeza descansaba sobre un trozo de techo roto, fuera del alcance de los copos de nieve cayendo. El resto de su cuerpo se estaba cubriendo lentamente con una capa de color blanco; parecía que podría estar durmiendo tranquilamente debajo de una mano resplandeciente. Sirius llamó desde el pie de la escalera.
—¿James?
Caminaron sin hablar de nuevo hacia el espejo. James estaba mirando el cielo. Era diferente... todos los planetas y estrellas habían desaparecido, dejando sólo a la luna por encima del templo derramando su luz sobre la nieta durmiente de Rowena Ravenclaw.
—Remus, ¿Qué estaba hablando ella cuando mencionó el techo?
Remus se mordió el labio inferior por largo tiempo antes de responder.
—No sé, ella debe haberme visto mirándolo.
James creyó ver a Sirius con el ceño fruncido. Nadie dijo nada hasta que regresaron al espejo. El trayecto inverso fue cálido y reconfortante después de un largo y triste caminar a través de la nieve. Por otro lado, James se sintió aliviado al ver que el pasillo estaba vacío.
—Filch todavía podría estar cerca —susurró Remus. —Así que vamos a ser lo más silenciosos posible.
Él, Sirius y Peter comenzaron a colarse de nuevo en dirección a la sala común. James estaba a punto de ir tras ellos, pero luego se distrajo por un pequeño movimiento en el rabillo del ojo. La chica de la pintura en las inmediaciones había llegado a sus pies. Se llevó las manos a su retrato, como si estuviera tratando de mantenerlos a la vista a través de una ventana. James se dio cuenta de que sabía quién era ella.
—Gracias, Eloise, —dijo. A pesar de que le dio una sonrisa tensa, una pequeña parte de él sufría por la chica que miraba desde su pintura, como si estuviera atrapada en una jaula.
—Gracias por liberar mi cuerpo, —dijo Eloise, devolviendo la misma sonrisa triste. —Vuelve y visítame de nuevo.
Hasta aquí llega. Nuevamente tenemos a los merodiadores en acción, y siempre que esto pasa, es sinónimo de grandes aventuras. ¿Qué les pareció todo lo relacionado con la primera pieza del cetro? ¡aya pasada! Una vez más vemos de relieve el carácter arrojado y valiente de los chicos, marca de la casa.

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1603. el-dios-cinderace ,

hilo arriba y el otro cap amigo

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1604. Ronald-Weasley,

¡Saludos amigos!
Ya estoy por aquí con el próximo capítulod e este fic, James Potter y el váculo de los tiempos. Es el número 9, y la historia se va poniendo muy interesante.
Capítulo 9
Una Mirada Más Cerca
Por la mañana, James comprobó el mapa de nuevo. Esperaba ver otro punto parpadeante en algún lugar dentro del castillo, pero para su sorpresa, no había nada allí. Le mostró a Sirius, Remus y Peter, y juntos, intentaron suplicando, halagando, e incluso amenazando el mapa, pero no sirvió de nada.
A medida que pasaban los días, era de lo único que hablaban durante las clases y trabajaban con él todas las noches después de cenar. Este patrón continuó hasta el primer sábado de noviembre, el cual marcaba un evento en el que todos ellos se olvidarían del Báculo de los Tiempos por todo el día: el primer partido de Quidditch del año.
Remus estuvo de nuevo visitando a su madre, pero James, Sirius y Peter se pusieron sus mejores sombreros y pañuelos rojos y dorados, y se fueron juntos al juego. Gryffindor fue aplastado por Slytherin, pero James todavía tenía el anhelo de jugar. En secreto, estaba muy enojado consigo mismo por faltar a las pruebas.
Gwen DeLauney debió haberlo visto mirando sombríamente, porque después del partido, se le acercó en la sala común (luciendo un ojo negro y un par de dientes menos) y dijo.
—A los de primer año no se les permite hacer prueba para los equipos de las casas. Tal vez el año que viene te veamos en el campo, ¿eh?
Después de eso, James se sintió mucho mejor.
Cuando noviembre avanzó a diciembre, en perspectiva, los exámenes del período final surgieron amenazadores. Frank y Alice podían ser vistos con frecuencia en la sala común estudiando bajo una pequeña montaña de libros. Cada vez que pasaba entre ellos dos, James sentía una punzada de culpabilidad. Si fracasaba en Hogwarts en su primer año, ¿qué dirían sus padres? Seguramente si supieran lo importante que era encontrar el Báculo de los Tiempos, entenderían, ¿verdad?
—No puedo esperar a que lleguen las vacaciones, —dijo Peter durante Encantamientos del siguiente lunes. Tenía un trombón en la mesa frente a él; se suponía que debían hechizar instrumentos musicales para que tocaran por sí solos.
—Tus vacaciones podrían ser mucho más largas si no pasas el examen de Pociones, —Remus le recordó.
La trompeta delante de él hizo un ruido flatulento y grosero, tirándose a sí misma fuera de su alcance. Unos pocos estudiantes en las inmediaciones se rieron, pero James no lo hizo. Había una profunda herida abierta en el cuello de Remus que no había estado allí antes de su último viaje a casa.
—¿Ustedes van a casa para Navidad? —preguntó Sirius casualmente, pinchando su flauta con la punta de su varita. Peter fue el primero en responder.
—Sí, toda la familia de mi madre viene, —dijo, arrugando la nariz. —Mis tíos Boris y Barney estarán allí, y la tía Prudence. Ella va a traer a mis primas Harriet, Agnes y Adelaide con ella, y mi abuela Eudora, mi tía Cornelia, y tal vez incluso…
¡WOOOOMP!.
La trompeta de Remus sonó tan fuerte que sopló el pelo de la espalda de Peter.
—Tengo que volver a casa, —dijo Remus, tirando de la trompeta de nuevo a su lugar frente a él. —Ya saben, debido a mi madre. —bajó la vista a su regazo, mirando triste por eso.
Sirius miró a James con ilusión. Por mucho que a Sirius le gustara reírse de su odio a su familia, James sabía que iba a estar muy solo si se quedaba en Hogwarts para las vacaciones.
—Voy a estar aquí, —dijo James, decidiendo enviar una lechuza de la casa sobre eso después de la cena. Estaba seguro de que a sus padres no les importaría.
Sirius parecía encantado. Atacó a la flauta con su varita un poco demasiado entusiasmado, y ésta sopló una nota tan aguda que el cristal de la ventana detrás de ellos explotó. El profesor Flitwick la reparó rápidamente, y les recordó que debían concentrarse en su trabajo, pero James pensó que podía haber visto un guiño del pequeño hombre hacia ellos.
—Al… menos... pueden... tratar y averiguar dónde... está la siguiente pieza... — Remus logró decir mientras luchaba con la trompeta, la cual acababa de decidir vaciar su válvula de saliva por todo el suelo. Él miró con ansiedad al triángulo de James, el cual estaba felizmente tintineando a lo lejos. —¿Cómo lograste que el tuyo cooperara?
Sirius, ahora en un estado de ánimo mucho mejor, se rió.
—Bueno, no es tan difícil, ¿verdad? Todo lo que eso tiene que hacer es golpearse a sí mismo...
—No le pondría mucho ánimo para que encontremos algo, Remus, —dijo James. Levantó el encantamiento de su triángulo, y cayó a la mesa con un sonido metálico.
Remus finalmente renunció a tratar de frenar la trompeta, y la dejó ir. Ésta dio vuelta en la mesa haciendo ruidos más groseros, pero luego se acercó más y más al trombón de Peter. Se juntó furtivamente al lado derecho de éste, y empezó a ronronear.
—¡¿Eso es lo que querías todo este tiempo?! —Remus estalló irritado.
Peter aún no había sido capaz de hacer que su trombón hiciera algo, así que este estuvo inmóvil, como si ignorara las insinuaciones de la trompeta.
—Tal vez sin tantos estudiantes alrededor, será más fácil para ustedes pensar, —Peter dijo alegremente. Agitó su varita hacia arriba y hacia abajo al trombón con excesiva fuerza, pero la vara sólo hizo la más mínima contracción.
James se encogió de hombros sin comprometerse. Estaba bastante seguro de que ya habían intentado todo lo posible en el mapa.
—Tengan cuidado, —dijo Remus, inclinándose sobre la mesa para tomar la trompeta por la boquilla. Inmediatamente comenzó a luchar de nuevo. —Si ustedes dos son los únicos en la Torre de Gryffindor, Turnbill podría tomar la oportunidad de atacarlos… sobre todo si se da cuenta de que tenemos la pieza del cetro de Ravenclaw escondida en el dormitorio.
—Él nunca la encontrará bajo la tabla suelta, —Sirius dijo con desdén, —y él tendría que saber la contraseña para entrar en la sala común. Si simplemente vigilamos nuestras espaldas, deberíamos estar bien.
—¿Y si consiguió la contraseña de otro Gryffindor? —preguntó Peter, pero nadie estaba escuchando.
La trompeta de Remus había succionado la varita directamente de su mano, y ahora estaba disparando fuegos artificiales rojos y dorados alrededor de la habitación, haciendo que todo el mundo saltara para protegerse debajo de los escritorios.
Esa noche, después que todos se fueran a la cama, James se encontró mirando el mapa de nuevo a la luz de su varita. No sabía qué esperaba encontrar, o por qué lo estaba haciendo. Tal vez fue su conversación sobre estos días de descanso por la mañana que refrescó su propósito, o el recuerdo de que Turnbill estaba todavía siguiéndolos. Escuchando la respiración constante de Remus en la cama, a su derecha, se concentró en cada línea delgada de tinta hasta que la cabeza le latiera. Tenía que haber algún trozo de información entre las líneas, por debajo de ellas, o en algún lugar...
—¿Has tenido suerte?
James se quedó sin aliento por la sorpresa cuando Sirius echó hacia atrás la cortina de la cama y se sentó junto a él.
—Vi la luz de tu varita desde mi cama, —explicó. —Tampoco puedo dormir.
—No he tenido suerte, —dijo James, pasándole el mapa. —Tampoco hay nuevas ideas. Tal vez no estaba destinado a ser encontrado.
Sirius lo miró directamente a los ojos.
—James, sólo porque algo se perdió, no quiere decir que no estaba destinado a ser encontrado de nuevo.
—Tal vez no por nosotros, —dijo James, sintiéndose derrotado. —Tal vez no somos dignos de él.
—¿No somos dignos de él? —se burló Sirius. —¿No somos dignos de él? ¿Después de que nos dimos cuenta dónde estaba el diario de Petrie? ¿Después de que hemos resuelto el poema? ¿Después de que encontramos la primera pieza? Todo eso fue por nosotros. Si me preguntas, creo que esto estaba destinado a suceder. Se supone que debemos detener a Voldemort de conseguir que sus manos se posen en el Báculo de los Tiempos. No los profesores, no nuestros padres... nosotros.
James sonrió. Aunque no lo dijo en voz alta, en el fondo tenía la misma sensación: que tal vez era su destino desafiar a Voldemort.
—¿Qué más podemos hacer? ¿Qué no hemos probado todavía?
—No sé, pero no podemos haber intentado todo, —dijo Sirius. —Hay algo que nos falta, o que hemos pasado por alto. Tal vez tenemos que dar un paso atrás y mirar la imagen en conjunto. O tal vez necesitamos mirar más de cerca...
Algo le estaba pasando repentinamente al mapa. Hizo zoom muy rápidamente en una de las esquinas, dándole a James la sensación vertiginosa de que se precipitaba a la tierra desde una gran altura. Los calabozos se hicieron más y más grandes, hasta que el pequeño espacio alrededor del almacén de Pociones ocupaba toda la superficie del mapa.
—¿Qué ha pasado? —resopló Sirius. —¿Fue algo que dije?
—Creo que sí, dijiste, ¡mirar más de cerca!
El mapa respondió de nuevo, dejándolos caer aún más en la esquina del almacén, hasta que las arremolinadas líneas de tinta revelaron todos los detalles de las piedras en el suelo. Un pequeño punto marcado “Pieza de Slytherin” creció a la vista, parpadeando tranquilamente, como si hubiera estado esperando pacientemente durante todo ese tiempo para ser descubierto.
Sirius sonrió.
—¿Reconócelo, a que doy las mejores asesorías?
Después de que Frank salió del dormitorio a la mañana siguiente, James y Sirius le dijeron a Remus y Peter lo que habían descubierto sobre el mapa.
—Caray, ¿A cuántos comandos sabe responder? —preguntó Peter, buscando a tientas los cordones de sus zapatillas.
—¿Y cómo lo sacaron del zoom nuevamente? —preguntó Remus.
—Nos tomó un tiempo para averiguarlo, pero se puede decir alejarse, o buscar más lejos, —dijo James, encogiéndose en su túnica escolar. —En realidad, responde a una gran cantidad de diferentes formas de decir lo mismo. Apuesto a que podría incluso hacer que inicie diciendo algo que no sea Aparecium.
—¿Cómo qué? —preguntó Peter.
Sirius, que estaba en el espejo metiendo su cabello oscuro detrás de las orejas, resopló.
—Qué tal, “¡Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas!”.
Todos se rieron.
—Así que si sólo le hacíamos la pregunta correcta, ¡nos habríamos demorado años! —se quejó Remus. —Seguíamos pidiéndole que nos mostrara el siguiente punto, y todo este tiempo estaba ahí, ¡solo que era demasiado pequeño para que lo viéramos!
—Exactamente, —dijo James, —lo que nos lleva a nuestro siguiente problema. Tenemos que encontrar una manera de hacernos lo suficientemente pequeños para entrar en la sala de Slytherin.
Sirius se sentó en el baúl a los pies de su cama.
—¿Cómo hacemos eso? No sabemos cómo hacer Hechizos de Encogimiento aún. Incluso aquellos que funcionan en las personas.
Remus miró pensativo.
—Un Hechizo de Encogimiento sería muy peligroso para hacerlo nosotros, sobre todo si no hemos sido debidamente capacitados. Se podría revertir, y sería malo si estuviéramos en un lugar muy pequeño.
—¿Y en cuanto a una poción de Encogimiento? —sugirió James.
—Podría funcionar, — dijo Remus pensativo, cavando en su bolso por su libro de Pociones.
Pasó a la sección de Soluciones de Encogimiento y frunció el ceño, sacudiendo la cabeza.
—Es difícil. No creo que intentemos hacer esto hasta nuestro tercer año. Y sabiendo cómo hacemos pociones, no creo que alguno de nosotros lo logre para ese entonces.
Remus estaba en lo cierto. Habían estado en Hogwarts durante más de dos meses, y aún, ninguno de ellos había logrado preparar una poción adecuada… ni las que eran de los primeros capítulos del año. Si trataban de preparar una Solución de Encogimiento por sí mismos, tendrían suerte si no se transformaban accidentalmente en babosas, o peor. Lo que necesitaban era alguien que pudiera preparar pociones correctamente.
James se encogió. La primera persona que entró en su mente fue Severus, y pensó que sería más probable que Hagrid se convirtiera en la primera bailarina del Ballet Real a que Severus considerara ayudarlos. La perspectiva de que incluso le preguntaran, era humillante... pero había alguien más en la clase de Pociones que podría ser capaz de hacerlo. Alguien que podría ser tan humillante para preguntarle, pero que en realidad podría estar de acuerdo...
—Creo que podría conocer a alguien que nos puede ayudar.
Al bajar al desayuno, James no vio ninguna señal de Lily. Agarrando un pedazo de pan tostado sobre la marcha, decidió echar un vistazo rápido por los jardines, a sabiendas de que ella y sus amigas a veces se sentaban cerca del lago en su tiempo libre. Al salir del Gran Comedor, James se preguntó si tendría alguna posibilidad de persuadirla para que les ayudara. Después de todo, su última conversación en septiembre, había terminado mal. Además de eso, todavía necesitaba acudir a una buena mentira sobre para qué era la poción. La encontró más rápido de lo que estaba planeando, justo cuando ella salía al Vestíbulo. Estaba de pie debajo de un retrato de Helga Hufflepuff, cerca de una gran caja dorada que James nunca había notado antes.
—¿Lily? —James preguntó tentativamente.
Ella miró a su alrededor, con su cabello rojo oscuro ondulando. Tan pronto como vio quién era, su expresión tranquila cambió instantáneamente en uno de sospecha.
—Yo... ¿Qué haces? —preguntó James antes de que pudiera detenerse. Lily tenía un sobre en la mano, y parecía que estaba a punto de alzarlo hasta una ranura en la caja dorada.
—Aquí es donde las personas con familias como la mía envían cartas, — respondió ella brevemente, empujando el sobre en la ranura. —Esta caja mágicamente transporta cartas en el sistema de correo Muggle, para que puedan entregarles a mi familia en la forma a la que está acostumbrada. Mi hermana estaba muy perturbada por la última lechuza que envié, así que he decidido enviar mis cartas a casa de esta manera a partir de ahora. Te veré en clase.
Ella cerró la cremallera de su bolso y dio media vuelta para irse. Al darse cuenta de que ella pensó que eso era todo lo que él quería preguntarle, James habló rápidamente.
—Espera, nunca te di las gracias… por buscar a Hagrid, es decir, cuando el Sauce Boxeador me noqueó.
Lily se detuvo y se dio la vuelta para darle la cara. Se había sonrojado de repente.
—De nada... ¿Qué estabas haciendo ese día? ¿Nos oíste llegar?
—No, —James mintió. —Yo sólo estaba tratando de tener una mejor visión del lago... quería ver al calamar gigante.
La excusa había funcionado con Sirius, Remus y Peter, pero Lily no parecía muy convencida.
—En realidad, —dijo James, desesperado por cambiar de tema, —Me preguntaba si podías estar dispuesta a ayudarme con algo. Los ojos verdes de Lily se estrecharon de nuevo. Todos los instintos dentro de James le estaban diciendo que diera la vuelta y corriera, pero sabía que los demás dependían de él. —Me preguntaba si podrías ayudarme a preparar una Poción de Encogimiento.
Ahora Lily parecía bastante curiosa.
—¿Para qué necesitas una Solución de Encogimiento? —preguntó.
—Yo… —James comenzó, empezando a entrar en pánico. Todavía no tenía una mentira lista. —Iba a inventar una historia para contarte, pero no puedo, —dijo finalmente. —Sólo tienes que confiar en mí, esto es muy importante, y necesita mantenerse en secreto… de todos, incluso de los maestros.
Lily lucía fastidiada.
—¿Por favor? —declaró James. Estaba empezando a sentirse estúpido por ser honesto con ella, pero luego ella sonrió. En realidad, fue más como una media sonrisa, una pequeña contracción que mostró que estaba agradecida por su honestidad.
—Muy bien, —dijo, —Te ayudaré, pero sólo con una condición.
James no podía creer su suerte.
—¿Cuál es? —preguntó, incapaz de ocultar su alegría.
—Tú y tus amigos dejan en paz a Severus hasta que termine la poción.
—De acuerdo, —respondió James, antes de que pudiera cambiar de opinión.
—Bien, —dijo. —Voy a echar un vistazo a las Soluciones de Encogimiento en nuestro libro de Pociones, y podemos averiguar lo que necesitamos y cuánto tiempo va a tomar para elaborarla. Sin embargo, no puedo comenzar hasta este fin de semana. ¡Te veré en clase!
James se quedó en un sueño mientras ella danzaba a la distancia en la gran escalera, con su pelo rojo capturando la luz de la mañana. Había visto que ella movía su boca, pero no tenía ni idea de lo que decía. Todo lo que sabía era que iba a ayudarlos, y por lo que a él respecta, no había nada en la tierra que pudiera hacerlo más feliz.
—¡¿Qué?! —Sirius exclamó indignado en clase de Transformaciones unos minutos más tarde. James le había contado sobre el acuerdo con Lily.
—Mira, si quieres encontrar la segunda pieza del Báculo de los Tiempos, tienes que dejarlo tranquilo durante unos pocos días, ¿de acuerdo? —replicó James. “¡Sliggado!” La telaraña en el bastidor frente a él se convirtió en una tela de seda suave y gris.
Sirius frunció el ceño y puso su cabeza en sus brazos. Disparó la mirada más asesina que pudo reunir en la parte de atrás de la cabeza grasienta de Severus, como si esperara que se abriera un agujero a través de ella. Remus levantó la vista de su telaraña, la cual estaba comenzando solo a solidificarse en algo parecido a la tela de fábrica.
—Sirius, al menos estamos consiguiendo la poción definitivamente.
—Sí, pero sabes que va a tratar de hechizarnos, ¡y ahora no podemos hacer nada al respecto!
Resultó que Sirius estaba en lo cierto. Severus le hizo tropezar cuando fue a poner su muestra de seda en el escritorio de la profesora McGonagall al final de la clase, y luego dirigió un implacable Hechizo Picazón justo en la parte trasera de James al salir del salón de clase. Les tomó toda su fuerza de voluntad no buscar la venganza cuando los ataques continuaron durante toda la mañana. Al final de Pociones de esa tarde, sin embargo, por alguna razón, aparentemente decidió dejarlo. Lily se sentó junto a James en Defensa Contra las Artes Oscuras.
—Siento que Severus estuviera siendo tan horrible con ustedes este día, —ella dijo con intención. Sacó su libro de Pociones del bolso. —Le dije que los dejara en paz.
James estaba empezando a tener la familiar sensación burbujeante otra vez, y por el aspecto en las caras de Sirius, Remus y Peter que estaban empezando a mostrar. Rápidamente trató de suavizar su expresión.
—De todos modos, —continuó Lily, abriendo el libro en un lugar que había marcado, —Busqué esta Solución de Encogimiento para ustedes, y no se ve tan mal. Recorrió hacia abajo de la página con la punta del dedo. —Parece que sólo debería tomar dos o tres días para elaborar el brebaje. Los ingredientes ya están en nuestro equipo de pociones, a excepción de las Higueras... pero probablemente puedo hablar con el profesor Slughorn y hacernos con algunas. ¿Dónde vamos a preparar esto?
James no había considerado eso.
—¿Qué tal en la sala común?
—¡No bebería algo abandonado en la sala común de Gryffindor durante la noche si me pagaran! —se rió Sirius.
—Él tiene razón, —Lily admitió, aunque se negó a mirarlo. James podría haberse redimido con una disculpa, pero Sirius todavía sacaba el lado malo de ella.
—¿Por qué no lo elaboramos en su dormitorio? Confío en Frank, él no haría nada en él.
—Podría funcionar, —dijo James.
—Suena como un plan para mí, —dijo Remus.
—¡Estoy de acuerdo! —chilló Peter.
—Está bien, —dijo Lily, deslizando su libro de Pociones en el bolso. Turnbill ya estaba marchando al frente de la clase para comenzar la lección. —Vamos a empezar el sábado por la mañana.
James no pudo dejar de pensar en el sábado por el resto de la semana. ¿Esto quería decir que Lily no lo odiaba más? ¿Quería decir que eran amigos? Ocupado por estos pensamientos, no fue difícil para él hacer frente a la oferta de dejar en paz a Severus. Por desgracia, las cosas eran mucho más difíciles para Sirius. Severus, determinado a salirse con la suya tanto como podía sin que se diera cuenta Lily, estaba tomando todas las oportunidades para insultar, hacer tropezar y maldecir a Sirius. Odiaba a James, no había duda de eso, pero reservaba un tipo especial de odio por Sirius, y por mucho que a James no le gustaba admitirlo, a veces Sirius se lo merecía.
A medida que la semana avanzaba, la avalancha de maldiciones se intensificó, y la paciencia de Sirius se volvió más y más débil. James comenzó a preocuparse de que se haría añicos por completo, y que algo terrible iba a suceder, lo que obligaría a Lily a suspender el acuerdo. Afortunadamente, por alguna fuerza misteriosa que James sólo podía suponer mágica (o Remus amenazando con quitarle la varita), Sirius mantuvo la cabeza.
El sábado por la mañana llegó finalmente. Lily entró en el dormitorio de los chicos antes de que el sol saliera por completo, lo que hizo que Sirius dejara escapar una palabra que le había valido una semana de detenciones de McGonagall.
—Oh, deja de ser dramático, —dijo ella, echando hacia atrás las cortinas de la cama de él. —Frank ha estado levantado hace casi una hora, estudiando abajo con Alice. Si desean que esta poción sea elaborada antes del primer día de exámenes, entonces es el momento para arrastrar sus perezosos traseros de la cama.
Dándoles la espalda, puso un caldero lleno de agua burbujeante sobre un puñado de llamas azules. Los cuatro chicos forcejearon con sus ropas, y bostezando, se sentaron en el suelo alrededor de ella. De inmediato los puso a trabajar, picar, pelar y extraer el jugo de los ingredientes de pociones.
—Ahora, no quiero que ninguno de ustedes ponga algo en el caldero sin que lo vea, —dijo ella con la mayor naturalidad.
Sirius levantó la vista de la grasosa e hinchada sanguijuela que estaba apretando sobre un frasco.
—Esto es desagradable.
—Qué pena, —ella dijo con altanería. —Si quieren su Solución de Encogimiento, esto es lo que tienen que hacer. ¡Asegúrate de que las raíces que estás cortando estén iguales, James!
—Ella suena igual que Slughorn, —Sirius murmuró en voz baja cerca del oído de James. Incluso Remus, revolviendo las higueras que estaba pelando, esbozó una sonrisa ante eso.
—¿Qué es esto exactamente? —preguntó Peter. Su rostro brillaba de sudor mientras pulverizaba una pila de lo que parecían mocos.
—Esas son vísceras de rata, —dijo Lily.
A medida que el color desaparecía de la cara de Peter, ella se acercó más a James, y se inclinó sobre él por un puñado de raíces de margarita para ayudar.
—James, realmente me gustaría que me dijeras para qué es esta poción, —dijo en voz baja.
James había sabido que esto sucedería.
—Lily te lo dije, no podemos contarte.
Ella frunció los labios, y por unos momentos, los únicos sonidos en el dormitorio, aun débilmente iluminado, eran el picado de los cuchillos en las tablas de cortar y la trituración de las vísceras de ratas.
—Es sólo que no entiendo por qué es tan importante, —dijo finalmente. —¿Por qué no se puede enterar alguno de los maestros? ¿Lo están utilizando para hacer trampa en los exámenes? ¿O es para hacer algo ilegal?
James se quedó desconcertado, sorprendido por las suposiciones que ella había lanzado a la primera. Entonces, se dio cuenta de lo estúpido que era pensar que ella sabría de inmediato que estaban haciendo algo tan importante como lo suponían.
—No, Lily, te prometo que no estamos haciendo nada por el estilo... Se detuvo, pensando en decirle la verdad.
Sirius le dio una mirada de enojo que claramente decía “ni siquiera lo pienses”, pero él no necesitaba eso. No era que tuviera miedo de que Lily le dijera a un maestro, o que los metiera en problemas. Tenía miedo de que esto la pondría en peligro. La podría colocar directo en el centro del objetivo que Turnbill había preparado para ellos cuatro.
—Tan pronto se acabe, te lo diremos todo, —dijo James, esperando que el sentimiento en su voz no se mostrara.
Remus levantó las cejas muy ligeramente por encima de sus higueras. Lily todavía no se veía satisfecha, pero dejó el tema por el resto de la mañana.
Por la tarde, habían terminado todo lo que podían hacer para el día. Dejaron el caldero a fuego lento durante toda la noche, diciéndole a Frank que era una poción para ayudar a Peter a relajarse para la llegada del fin del período de exámenes. Esa noche, por recomendación de Remus, intentaron estudiar, pero James no podía concentrarse en su carta lunar. Una parte de él deseaba que la poción tomara más tiempo en su preparación, prolongando así su tiempo con Lily. Por otro lado, había pasado mucho tiempo desde que encontraron la última pieza del cetro. Si no encontraban otra pieza pronto, quién sabría lo que habían encargado a Turnbill para hacer con ellos...
James golpeó su pluma contra el borde de la carta, viendo en el ojo de su mente no planetas y estrellas, pero sí terribles visiones de tortura y muerte concedidas por su profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. Debió haber tenido una expresión de horror en su rostro, porque Remus lo confundió con nerviosismo preexamen, y sugirió que todos ellos tuvieran una buena noche de sueño.
Al día siguiente, había poco que hacer, más que agregar encogidas raíces Come Ojos y hojas de Tarromin a la elaboración, por lo que Sirius, Remus y Peter bajaron a la sala común para estudiar mientras que James y Lily terminaban juntos la Solución de Encogimiento. Una fuerte nevada había empezado a caer durante la noche, y gruesos copos de nieve blancos estaban amontonándose en las ventanas de la torre.
—¿Lily? —James preguntó tentativamente.
Ella apartó su pelo de color rojo oscuro de la cara antes de contestar.
—¿Sí?
James vaciló. Casi dijo “No importa”, pero había algo que necesitaba saber.
—¿Por qué decidiste ayudarnos? ¿Era sólo para que dejáramos en paz a Severus?
Lily rompió un puñado de hojas Tarromin, considerando su respuesta.
—Sí... y no, —dijo en voz baja. —Dije que te ayudaría porque... porque... bueno, tenía curiosidad para ver si yo podía preparar esto...
Su voz se volvió anormalmente alta al final de la frase, dando la impresión a James de que había cambiado su respuesta en el último minuto. Manteniendo sus ojos en la base del caldero, cogió la barra agitadora y la giró entre los dedos.
—¿Dónde lo conociste?
—Creció cerca de mí, —dijo Lily, dejando caer las hojas de Tarromin en la solución. Estas saltaron y crepitaron cuando se disolvieron. —Él sabía que yo era una bruja antes de comprender lo que significaban mis poderes. Soy nacida de Muggles, así que cuando las cosas extrañas comenzaron a suceder a mi alrededor, me asusté. No entendía por qué las bombillas se apagaban cuando me enojaba, o por qué empezaba a llover dentro de mi habitación cuando estaba triste. Antes de que lo conociera, pensaba que era todo lo que mi hermana decía que era… un monstruo.
—¿Tu hermana todavía piensa que eres un monstruo? —preguntó James, — ¿Ahora que sabe que eres una bruja?
Lily miró a través de la ventana a los copos de nieve amontonándose.
—Ella cree que ahora soy más que un monstruo incluso. Sus ojos nadaban en lágrimas mientras lo decía.
James dejó caer un puñado de raíces Come Ojos a la mezcla, y ésta se tornó de un color púrpura-gris.
—No creo que seas un monstruo, —dijo. —No veo cómo alguien puede pensar eso.
La respiración de Lily quedó atrapada. Ella levantó la mirada hacia él y le dio una pequeña sonrisa. James le entregó la barra, y ella la tomó, mirando como si ella quisiera decir algo, pero luego volvió su atención de nuevo al caldero.
Ella agitó en el sentido contrario del reloj trece veces, y siete en el otro sentido. La poción se volvió blanca lechosa, y llenó dos botellas pequeñas con ella.
—Listo, —dijo con una voz que sonaba un poco demasiado alegre. Le entregó las botellas a James. —Dos dosis de Solución de Encogimiento. Si bebes una botella entera, vas a terminar alrededor de una pulgada de altura. Cualquier dosis de la misma debe durar treinta minutos.
—Gracias Lily, realmente no podríamos haberlo hecho sin ti.
—No hay problema... —dijo. —Sabes... si alguna vez quieres… Lo que fuera que iba a decir, James nunca llegó a saberlo, porque ella fue interrumpida por la muy nasal voz de Mary flotando por la escalera.
—¿Lily? ¿Lily estás ahí?
—¡Sí! —Lily exclamó, cerrando su libro de Pociones. —Estamos aquí. ¿Qué es?
Mary apareció en la entrada, mirando molesta.
—Ese chico de Slytherin está afuera en el pasillo preguntando por ti. ¿Por qué demonios le dijiste dónde está nuestra sala común?
Las mejillas de Lily se ruborizaron de ira.
—¡No lo hice! —dijo, recogiendo sus cosas y corriendo a la puerta. Al salir, llamó por encima del hombro, —Lo siento James, te veré más tarde.
Escuchando sus pasos que se alejaban, James sintió un repentino deseo de seguirlos. Sabía que no era de su incumbencia lo que Severus quería hablar con Lily, pero la tentación era demasiado difícil de soportar. Tomando su decisión, guardó las dos botellas de la Solución de Encogimiento en su baúl y corrió tras ellas. Por suerte, porque era el último fin de semana de Hogsmeade antes de las vacaciones, la sala común estaba prácticamente vacía.
Al verlo entrar, Sirius, Remus y Peter le hicieron un gesto a su lugar en la esquina, pero James sacudió la cabeza y los pasó. Esperaba con todas sus fuerzas que se quedaran donde estaban… que no quería que presenciaran su loca desesperación de espiar a Lily.
El retrato de la Dama Gorda estaba entreabierto. James se sentó en el sillón más cercano y simuló leer un viejo ejemplar de El Profeta. Era casi demasiado fácil. Severus y Lily estaban justo afuera; los oía tan claro como el día. Lily sonaba exasperada.
—¡Te dije Sev! ¡Él me estaba ayudando a estudiar para mi examen de Transformación! Sé que viste lo rápido que transformó la telaraña a seda la semana pasada. Cuando me fui, ¡la mía todavía estaba pegajosa!
—¿Todo el fin de semana? —presionó Severus. —Mírame Lily. ¡Mírame!
A James no le gustaba la manera autoritaria de él hacia ella.
—Me estás mintiendo, —dijo, después de un tenso espacio de silencio. —¡Sé que me estás mintiendo! Estás haciendo algo con él… ¿Por qué no me lo dices? Pensé que yo era tu mejor amigo. ¿Qué pasó con siempre?
—No hay nada entre nosotros, —dijo Lily con vehemencia. Suspiró. —Sabes que todavía soy tu mejor amiga, siempre, pero también tengo otros amigos ahora.
Ninguno de los dos dijo nada durante un rato. Entonces Severus volvió a hablar, y su voz sonó muy pequeña y tensa.
—Es que... no es así como me lo imaginé. Siempre pensé que serías una Slytherin... conmigo.
—Soy lo que soy, Sev, —Lily dijo en voz baja, sonando un poco herida. — ¿Cómo podría ser de otro modo? Estoy donde pertenezco.
—Con Potter, en otras palabras, —murmuró Severus.
—Te lo dije, no hay nada…
—¡Es un arrogante mequetrefe! —Severus escupió de repente, echando humo. —Veo que él y sus pequeños amigos, especialmente Black, ¡están haciendo chistes de Sangre Sucia en ti todo el tiempo!
James sintió que su cuerpo se entumecía con furia. Severus al parecer, había tocado una fibra sensible, porque la próxima vez que Lily habló, sus palabras se estremecieron.
—¿Él... él dijo eso? —susurró.
—Ya me oíste, —dijo Severus, sin rastro de piedad en su voz.
James no pudo aguantar más. Tiró El Profeta al suelo y giró la pintura de la Dama Gorda de par en par.
—¡Eres un sucio mentiroso! Lily estaba llorando.
Severus estaba a su lado, con su rostro en una mezcla de sorpresa y repugnancia por la repentina aparición de James. Su mano se lanzó hacia su varita. James sacó la suya. No podía detenerse. Al oír que Lily lloraba y que Severus usaba un arma contra ella que sabía que era vulnerable a eso... Todo lo que James quería en ese momento era hacerle daño a Severus, tanto como podía, pero fue Severus quien logró maldecirlo en primer lugar.
—¡Vultus iniuria!
James se tambaleó hacia atrás, como si un puño invisible le hubiera perforado directamente en la cara. Saboreó la sangre. Al darse cuenta de que no sabía casi tantas maldiciones como Severus, hizo lo primero que se le vino. La única cosa que realmente podía hacer.
Dejando caer su varita al suelo, James se lanzó sobre Severus, y comenzó a golpearlo tan fuerte como pudo. El llanto de Lily se convirtió en grito.
—¡Para! ¡DETENTE! ¡JAMES SUÉLTALO!
James lo tiró al suelo.
—¡Él está mintiendo, Lily!
—Sé que está mintiendo, —dijo Lily, secándose los ojos con la manga. — Severus, sal de aquí. Ahora.
Severus, cuyo ojo estaba empezando a oscurecer, parecía desconcertado.
—¡Dije ahora! —gritó Lily, con sus ojos esmeralda rebosantes de lágrimas.
Severus se puso de pie. Disparó una última mirada asesina a James con sus ojos oscuros ardiendo con malicia, antes de precipitarse por el pasillo. Su capa negra se elevaba detrás de él. James lo vio alejarse, y luego se volvió hacia Lily.
—Lo sien…
—¡Cómo te atreves a espiarnos! —Lily interrumpió, volviéndose hacia él. —Yo nunca debería haberte ayudado... sabía que una vez que yo… y tú... y... —ella parecía herida, frustrada, confundida y enfurecida a la vez. —Realmente no quiero ver ni hablar con nadie en este momento, —dijo ella, con voz baja y peligrosa. —¡Déjame sola! Aspirando ruidosamente, lo empujó al pasarlo y regresó a la sala común.
Durante mucho tiempo, James se quedó allí, aturdido por lo que había sucedido. ¿Podría todo realmente haber salido mal tan rápidamente? Al llegar de nuevo sus sentidos, se dio cuenta de que aún estaba de pie en el pasillo. Limpiándose el labio sangrante en la parte posterior de la manga, regresó de nuevo a través del agujero del retrato.
—No se olvide de recoger su varita, —la Dama Gorda le recordó.
Hasta aquí llega. Los merodiadores siguen avanzando con su investigación sobre las piezas del cetro, y en este capítulo dieron un paso importante en su búsqueda. Pero sin dudas yo me quedo de este cap con la interacción entre James y Lili. No se a usteddes, pero a mi me pareció hermosa todas las escenas entre ambos que hubieron en este capi.
Nos vemos en el siguiente, y no olviden postear algo para poder traérselos.

Skor: +1

1605. el-dios-cinderace ,

buen cap pero me llamó mas la atención en la pelea de lili james y severus lla se ke esto es un fik pero se imajinan qe uviese sido canon y me remonto a la orden de el fénix uviera podido ver harri esa esena en la mente de snape o en el pensadero ustedes lo cren si uviera sido canon?

Skor: +0

1606. Thomas_White,

hola chicos, ay libro dos de este fic?

Skor: +0

1607. Dherhion,

No, está descontinuado.
Yo este tipo de fics no los leo, me da pereza empezar algo que sé que no se va a terminar.

Skor: +0

1608. Ronald-Weasley,

No está descontinuado, es un libro que está completo en su totalidad. Nadie obliga a los autores a tener que hacer una saga grande, hay quien prefiere dedicar el talento que puedan tener a escribir sobre momentos concretos. Este libro va sobre el primer año de los merodiadores, y cuenta ese período entero. El segundo año, ya sería otro libro, y en este no entra. Con lo cual, para el amigo que preguntó, no hay segundo libro, pero este está completo hasta el final, y todos los argumentos que se presentan en su transcurso, acaban cuando concluye. Claro que tiene tanta calidad, que es inevitable para uno que lo ha leído pensar, caray si esta autora hubiese publicado más libros siguiendo a este. Pero el caso es que no fue así xd, así que en cuanto a esta historia tenemos que conformarnos con esto. En un final la mayoría de los fan fic de esta época son así, distintos años del periódo de paso de los merodiadores por Hogwarts, distintos momentos ocurridos entre 1971 y 1977.

Skor: +0

1609. kirito,

Por mi parte tiendo a preferir fanfics escritos en inglés, en español, no se, no he encontrado ninguno que pueda decir es una obra maestra.

Skor: +0

1610. Def-Leppard,

ostia pues yo alguno si he leído en español que dices: coño, que bueno es el tipo. punto lejano es un fanfic de star trek que es alucinante y el tipo es castellano total.

Skor: +0

1611. kirito,

HP, me refiero a HP.

Skor: +0

1612. Ronald-Weasley,

Yo que he leído unos cuantos, puedo decir que en medio de tantas historias flojas, podemos encontrar varios de muy buena calidad. Hay varios que se han convertido en fenómeno en la comunidad, con más de 7 mil, 8 mil y hasta 10 mil comentarios, que evidencian su gran aceptación en el público. De igual forma estoy leyendo fics en inglés, pero me resulta aún raro cuando el lector me verbalisa:
Remus Lupin se recostó en el sofá, pues estaba muy cansada.
Cosas de la traducción de Google, que es poco escrupulosa con esto de los géneros, los emplea según le vengan bien xd. Yo creo que no hay que limitarse a un idioma, que podemos escoger de aquí y de allá y así tenemos muchas más posibilidades de encontrar historias que valgan la pena.

Skor: +0

1613. Def-Leppard,

va, de hp es que ni me molesto. una cosa es completar canon, metiendo historias por ejemplo en los dos añosde la misión de 5 del enterprise porque se canceló antes. y otra es coger e inventarme cosas que... a veces, son para dispararles. en fin. y no se porqué, pero en muchas sagas un poco mas series a los personajes no se les hace tanto destrozo. kirk sigue siendo kirk en los fanfic de st. de sw no puedo decir lo mismo porque.... ajajajajaja! hay de todo. y leer un libro con traducción de google. ni fumao

Skor: +0

1614. Teddy-Lupin ,

hola una-pregunta? saben si-existe algún libro donde hablen sobre labida de elijo de re mus lupin? is u jenerasion?

Skor: +0

1615. luzbel,

ay uno, al menos yo tengo uno xd, fan fic ovviamente.

Skor: +0

1616. Def-Leppard,

canon no busques xd

Skor: +0

1617. Thomas_White,

aaa entonce no hay segundo librode jame spotter? bueno. pero lean rebelión, esa si no es una historia floja y está en español

Skor: +0

1618. Teddy-Lupin ,

iadonde puedo en contrar ese fanfic queai?
deel ijo de lupin?

Skor: +0

1619. Ronald-Weasley,

Sirius, del Hijo de Lupin yo he encontrado varias, en la plataforma que ya conoces, fanfiction. Pero ahora mismo no tengo ninguna en mente para recomendarte. Supongo que siempre puedes buscar ahí en todas las historias de HP que hay, hasta que encuentres una que te llame.

Skor: +0

1620. Teddy-Lupin ,

Hola Ronal Wesley OK gracias por tu respuesta pero es que preguntaba porque nunca he usado esa página por eso

Skor: +0

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