Momentos en la vida que me mantienen humilde. Bueno, comenzaré en orden cronológico. Era el 22 de diciembre de 2018, estaba en una parrillada con unas primas y luego nos fuimos a conversar a mi cuarto. Entre plática y plática, comenzamos a compartir sobre nuestras vidas y los chicos que nos gustaban. De esas conversaciones surgió el tema de confesarnos a ellos. La verdad es que en ese momento tenía un amor platónico desde 2016 por un chico del bachillerato que conocí en octavo por unos amigos. Cabe destacar que yo estaba en décimo grado para el momento en que esto pasó. especialmente porque tenía más afinidad con los chicos. Debido a que estábamos en un colegio pequeño donde todos jugaban fútbol juntos, él era amigo de mis amigos, pero no hablaba conmigo, la única forma de estar cerca de él, era estar con mis amigos y en los partidos de ellos. Aunque trataba de disimularlo, estoy segura de que notó que me gustaba. El punto es que le conté a mis primas y surgió la idea de confesarle nuestros sentimientos a nuestros “crush” para fin de año. Yo, siendo un poco ingenua, acepté. Estuvimos emocionadas toda la semana, pero el 28 de diciembre no sabía cómo obtener su número, no se lo podía pedir a mis amigos porque ellos iban a ir de chismosos con el o me iban a molestar. Como mencioné, él no me hablaba y no tenía contacto con él, a pesar de que era amigo de mis amigos y me ignoraba por completo. Entonces, se me ocurrió crear un perfil falso en Facebook con el nombre de una chica de una telenovela y el apellido del novio de una de mis mejores amigas, quien me estaba apoyando con la idea porque sabía desde hace años de mi amor por este chico. Así que creé la cuenta y mi amiga me decía Las cosas que le tenía que escribir, ya que no era muy buena coqueteando, especialmente con él, ya que me ponía muy nerviosa. Después de unos 20 minutos, logré conseguir su número y lo guardé como un tesoro. Llegó el 31 de diciembre y me arrepentí. Le dije a mi amiga que no iba a hacer nada, pero ella me convenció y me animó a seguir adelante. Ese día, mi mamá me preguntó si quería que se llevara mi celular, ya que me quedé en casa de mi abuela mientras ella salía. Le dije que no era necesario. Más tarde, alrededor de las dos de la mañana y con varias cervezas encima, decidí enviarle esos mensajes. Le escribí y le confesé todo lo que sentía en un par de mensajes con una ortografía terrible debido a mi estado. Justo después de enviar los mensajes, mi teléfono se apagó, lo cual agradecí enormemente. Lo puse a cargar y decidí no conectar el wifi para que los mensajes no se enviaran. a las 4:30 de la madrugada. Cuando volví a revisar mi celular, me sorprendió ver cuatro mensajes sin leer de él en WhatsApp. Me explicaba que tenía novia y que no quería herir mis sentimientos. Me sentí mal y, como estaba borracha, le dije algunas cosas impulsivas. Le comenté que me habían presionado a hacerlo, que quería superarlo y otras cosas por el estilo. Quedé en una situación incómoda, lo cual es lo que me mantiene humilde hasta el día de hoy.