Continuamos con el fan fic James Potter y el váculo de los tiempos, esta vez con el capítulo 4. Antes quiero decirles algo. Tengan presente que esto es una traducción al español, pues originalmente el texto estaba en otro idioma. Ha quedado bastante bien, pero si ven alguna incongluencia gramatical ya saben a qué se debe. Espero que les guste el capítulo 4.
Capítulo 4
El Marcado
James se despertó a la mañana siguiente con un sórdido ruido. Sentado en posición vertical y poniéndose sus gafas, se preguntó si lo había imaginado. Un golpe... ahí estaba otra vez. Tiró de las cortinas de su cama para ver la cara soñolienta de Remus contemplando el mismo sonido. Frank y Peter debieron haber ido a desayunar porque sus camas estaban vacías, pero las cortinas de Sirius aún estaban cerradas. Otro golpe sordo.
—¿Qué es eso? —bostezó Remus.
James saltó de la cama y en su ropa, casi tropezando con una tabla suelta mientras corría fuera del dormitorio. El ruido sordo parecía venir de fuera de la sala común. Mientras descendía la escalera, lo oyó de nuevo con más fuerza. GOLPE. Uno de los sillones esponjosos se elevó por el aire y estuvo a punto de golpearle, yendo a parar fuertemente contra la pared.
—¡Mocosos primerizos! ¡Arriba, arriba, huevos y tocino!”
Un pequeño hombre con un sombrero tintineante, ropas extravagantes y una corbata de color naranja chillón flotaba en el centro de la sala común. Él levantó otra butaca esponjosa y la tiró a la pared, James se quitó hábilmente del camino mientras el sillón chocaba contra la piedra, astillándose en todas direcciones. Remus llegó zapateando en la escalera, seguido de cerca por un Sirius luciendo extremadamente agotado e irritable.
—¿Cuántos más de ustedes se esconden ahí arriba? —el pequeño hombre se rió. —Los mocosos primerizos que salgan de la cama, o tendrán que ser golpeados justo en la cabeza.
—¡Peeves, sal de aquí o llamaré al Barón Sanguinario! —Kingsley había aparecido a través del agujero del retrato.
—Muy bien Sr. Prefecto Perfecto... Le concederé su deseo en esta ocasión — resopló riéndose, mientras se alejaba directamente a través de la pared.
—No importa Peeves —dijo Kingsley tranquilizando, reparando los muebles rotos y devolviéndolos a sus lugares de origen. —Lo hace a todo el mundo. Si vuelve, solo hay que pedirle a Nick Casi Decapitado que traiga al Barón Sanguinario.
—¿Nick Casi Decapitado? —preguntó Sirius, luciendo orrorisado.
—Sí —respondió Kingsley. —Es el fantasma de Gryffindor. Alto, delgado, con la cabeza colgando de un hilo. Es difícil no reconocerlo. De todos modos, es mejor que ustedes tres bajen a desayunar. La Profesora McGonagall está entregando sus horarios de clase. No sería buena idea que llegaran tarde a su primera clase... especialmente si es la de ella.
—¡Gracias Kingsley! —dijeron los chicos.
Remus lideró la marcha a través del agujero del retrato, entre los pasillos, y abajo de siete tramos de escaleras temperamentales hacia el Gran Comedor. James estaba agradecido de que Remus se acordara de cómo llegar hasta allí, porque si fuera por él, no hubiera encontrado el Salón hasta la hora de almuerzo. Peter, que ya estaba sentado en el extremo de la mesa de Gryffindor, les hizo señas, casi botando su copa de jugo de naranja.
—¡Hola chicos, por aquí!
James, Remus y Sirius se sentaron a su alrededor, sirviéndose lo que quedaba de desayuno.
—¿Ya recibiste tu horario? —preguntó Sirius densamente con la boca llena de pan.
—Aún no —contestó Peter.
James se sirvió el tocino y miró más abajo a lo largo de la mesa. No lejos de allí, Frank estaba sentado con Alice. Los dos parecían ya conocerse bastante bien. Un poco más abajo, Lily estaba desayunando con Mary y Gwen. Los ojos de Gwen se movieron hacia un chico guapo y mayor sentado cerca de ellas, posiblemente, de tercer año. Ella dijo algo a las demás, y juntas rompieron en un ataque de risa. Las niñas se reían de las cosas más tontas, pero Lily tenía una bonita sonrisa.
—James.
—¿Ah?
—¿Qué piensas?
—¿Qué pienso de qué?
Remus suspiró, aunque era evidente que estaba divertido por la distracción de James.
—¿Con qué casa crees tú que tendremos clases?
—Oh —respondió James. —No lo sé. Supongo que lo averiguaremos en un momento.
Él había visto a la Profesora McGonagall viniendo hacia ellos con unos pequeños pergaminos cuadrados en la mano.
—Aquí están sus horarios —dijo ella, pasándoselos. —Los veré a las nueve en punto —y salió de la habitación para terminar de repartir el resto. Sirius se quejó.
—¿Cómo lo supe? -dijo, y Se guardó el horario.
Incluso a simple vista James lo pudo ver... la gran mayoría de sus clases eran compartidas con Slytherin. Las cejas de Remus bajaron hasta fruncir el ceño.
—Tenemos Astronomía a la medianoche. No sabía que había clases nocturnas en Hogwarts...
Fue interrumpido por una gran conmoción más abajo. Cientos de lechuzas ingresaban al Gran Comedor por la abertura en el techo en una mancha de color marrón, blanco y gris. Se lanzaron a baja altura sobre las cabezas de los estudiantes y el grupo de profesores, dejando caer cartas y paquetes en las manos extendidas. Una pequeña lechuza aterrizó frente a Remus para entregar El Profeta. Lo metió en el bolso y le entregó un pequeño Knut de bronce.
Del mismo modo que la lechuza se fue, uno grande y blanco llegó, aleteando bajo sobre la cabeza de Sirius para dejar un sobre rojo y cuadrado en su plato. James reconoció lo que era de inmediato. Otros estudiantes también lo hicieron, porque ahora estaban saltando de sus asientos y retrocediendo. Los ojos de Sirius se abrieron con diversión.
—Oh, esto va a ser rico...
—¡Sirius, eso es un vociferador! —chilló Peter.
—Lo sé —dijo Sirius, aparentemente sin preocupación.
—¿De quién es? —preguntó James. El humo empezaba a salir de las esquinas del sobre. Más abajo en la mesa, Lily parecía confundida, pero Mary se inclinó y se lo explicó. James se dio cuenta que ella no había crecido como una bruja.
—Creo que sé exactamente de quién es —dijo Sirius con deleite. Buscó a tientas para abrir el sobre tan rápido como pudo. En lugar de leerlo, lo colocó grandiosamente en el centro de la mesa como un adorno. Lo ajustó minuciosamente, como para situarlo de forma perfecta, pero luego, la voz mágicamente amplificada de Walburga Black llenó el Gran Comedor.
—¡SIRIUS ORION BLACK!
Toda la actividad en el Gran Comedor cesó. Incluso Severus, quien tenía su nariz en sus libros de pociones sobre la mesa de Slytherin, se detuvo a escuchar. Peter se sumergió bajo la mesa. Sirius no parecía molesto en lo más mínimo. Muy por el contrario, se veía positivamente encantado. El vozarrón continuó.
—¡¿CÓMO PUDISTE DEJAR QUE ESTO LE PASARA A NUESTRA FAMILIA, VERGONZOSO E INGRATO NIÑO?! ¿ELEGIR UNIRTE A ESOS SUCIOS, VILES, MESTIZOS E HIJOS DE MUGGLES?
Lily de repente parecía estar a punto de llorar. James no podía creer lo que estaba escuchando. ¿De qué tipo de familia provenía Sirius?
—¡TU PADRE ESTÁ PENSANDO EN DESHONRARTE! ¡TU HERMANO NUNCA HUBIERA COMETIDO UN CRIMEN COMO ESE CONTRA NUESTROS ANTEPASADOS, CONTRA LA ANTIGUA, NOBLE Y DE SANGRE PURA CASA DE LOS BLACK!
La mandíbula de Remus estaba boquiabierta.
—¡DESHONRA! ¡INSUBORDINACIÓN! —continuó la voz. —¡DEBERÍAS ESTAR AVERGONZADO DE TI MISMO! ¡SI TIENES ALGO DE DIGNIDAD, VERÁS AL DIRECTOR Y SOLICITA UN CAMBIO DE CASA EN ESTE INSTANTE! ¡SI NO TIENES EL CORAJE, SR. GRYFFINDOR, ENTONCES TE SUGIERO HACER TUS MALETAS Y ABORDAR EL PRÓXIMO TREN A CASA!
Con eso, la carta escupió una frambuesa en la cara de Sirius, y se rasgó a sí misma en fragmentos que cayeron como confeti en lo que quedaba de su desayuno. Sirius sonrió de forma amistosa, como si nada en el mundo pudiera darle más satisfacción.
—Siempre es música para mis oídos escucharla hablar y hablar —suspiró.
Ayudando a Peter a subir a la mesa, James levantó la mirada hacia donde Lily había estado sentada. Se había ido.
Sirius finalmente pareció registrar a todos quienes lo miraban en el Gran Comedor.
—¡Sólo quería estar seguro de que todos estaban despiertos! ¿Quién tiene ánimo de aprender? Con una sonrisa confiada, se tomó el resto de su jugo de naranja.
A las nueve en punto, el tropel de chicos de primer año de Gryffindor y Slytherin entraron en el aula de Transformaciones en el segundo piso. James, Sirius, Remus y Peter se sentaron en la última fila. Sirius rió.
—Hey, miren quién viene.
Severus acababa de entrar en el aula, con la nariz ganchuda que sobresalía de entre los hilos de pelo negro y grasiento.
—Hola, Quejicus —dijo Sirius con altivez. Severus se burló de él.
—Black... ¿Has recibido una carta de Mamita esta mañana?
—Sí, ¿no podrías decir cómo estaba absolutamente encantada de no confraternizar con bolas de grasa como tú?
James y Peter se rieron, junto con algunos estudiantes alrededor. Remus abrió su Profeta. Los oscuros ojos de Severus se estrecharon. Se quemaban con odio antes de que se inclinara peligrosamente cerca de Sirius.
—Tú y tus pequeños amigos creen que son muy astutos —siseó. —Conseguirán que los expulsen antes de aprender hechizos de levitación... y dile a tu amigo Potter que puede mirar a Lily Evans todo lo que quiera, pero ella prefiere ordeñar un erumpent antes que pasar el rato con él. Ella sabe reconocer a un mago real cuando ve a uno.
Antes de que James tuviera tiempo de preguntarse qué era un erumpent, Severus se fue para sentarse con Lily. Sirius miró inquisitivamente a James.
—No sé lo que está dicien... —comenzó a decir James, pero fue salvado por la Profesora McGonagall, que entró al aula con aspecto pálido y ligeramente sacudido. Remus sacó un pergamino para tomar notas de debajo del Profeta.
—Bienvenidos a Transformaciones —dijo agitando su varita y con gran pericia transformando la lámpara de su escritorio en un flamenco, quién graznó con asombro al descubrir que ya no era una lámpara, saltó de la mesa y corrió hacia la puerta, donde escapó hacia el castillo. James se preguntó si este tipo de cosas sucedía con frecuencia en Hogwarts.
—No perderé nada de tiempo en advertirles que la Transformación es de los temas más difíciles pero importantes que estudiarán en Hogwarts. Si se manipula o se intenta engañar, los resultados pueden ser desastrosos... hasta fatales. Y por eso, no toleraré ninguna payasada o bobada en este salón.
Severus lanzó una mirada a Sirius y James, claramente retándolos a probar la paciencia de la Profesora McGonagall.
—Hoy, —continuó, —Vamos a aprender un simple Hechizo de Cambio de Color. Ella movió su varita y la palabra "Colorocambium" apareció en la pizarra. Luego, la misma palabra apareció fonéticamente debajo de ella. Los estudiantes copiaron ambas palabras en sus notas.
—Repitan conmigo: Colorocambium.
—Colorocambium —murmuró la clase.
La Profesora McGonagall asintió.
—Bien. Asegúrense de decirlo firmemente, como lo que significa. Ahora, pronto aprenderán que los hechizos se caracterizan por diversos movimientos de la varita. El Hechizo simple de Cambio de Color sólo requiere que su varita esté orientada hacia el objeto que desea cambiar de color. La parte difícil, sin embargo, es enfocar su mente en el color que se elija. Ella apuntó su varita hacia la pizarra. —Colorocambium —dijo con claridad. Se cambió de negro a aguamarina.
—Van a tomar una fresa de la canasta de mi escritorio, y tratarán de convertirla a este color. Voy a adjudicarle diez puntos a la casa del primer estudiante que logre convertir su fresa en el color de la pizarra.
Hubo mucho forcejeo y raspaje cuando todo el mundo se apresuró a tomar una fresa. Remus se levantó y trajo cuatro. —¡Colorocambium! —le gritó a su fresa. No pasó nada.
—Oops, me olvidé de concentrarme en el color...
Peter estaba mirando su fresa con avidez. Otros estudiantes alrededor del salón estaban hurgando o golpeando a sus fresas, pronunciando mal el hechizo, o de otra manera no concentrándose lo suficiente. Severus apuntó con su varita a la fresa frente a él, pero confundido, la convirtió en un color verde enfermizo. James miró hacia un lado y vio que la varita de Sirius estaba apuntada hacia la fresa de Severus en vez de la suya.
—¿Qué? —dijo riéndose a la defensiva.
—Estaba divirtiéndome un poco con nuestro nuevo amigo.
—¿Realmente elegiste ese color? —preguntó James, impresionado.
—Sí, pensé que sería un buen reflejo de su tono de piel.
—¡Si puedes hacer el hechizo, hazlo correctamente en tu propia fresa y consíguenos algunos puntos para nuestra casa! —James le instó.
Sirius se alisó el flequillo de los ojos y dirigió la punta de su varita a su propia fresa.
—Colorocambium —dijo con pereza. La fresa se convirtió en color agua marina tal como la pizarra.
Al darse cuenta de que no había intentado siquiera el hechizo por él mismo, James decidió probar suerte también. Para su deleite, su éxito coincidió con el de Sirius. La Profesora McGonagall pasó sobre ellos, sonriendo con orgullo.
—¡Fantástico trabajo, muchachos! Eso puede que haya sido más rápido que cualquiera de mis estudiantes que manejan el Hechizo de Cambio de Color. ¡Diez puntos para Gryffindor! Si se sienten aventurados, pueden intentarlo con los objetos en el salón. James podía decir que ella estaba encantada por dentro de que estudiantes de su propia casa hayan recibido los puntos.
Severus se dio la vuelta, con el rostro lleno de furia. Incluso Peter parecía tener un poco de envidia. James, recordando que el Sr. Ollivander había dicho que su varita era buena para Transformaciones, no podía dejar de estar satisfecho consigo mismo. Sirius ya estaba apuntando su varita alrededor de la habitación, transformando pergaminos en violeta, lechuzas disecadas en rojo y la ropa de James de negro a amarillo soleado.
Pronto, otros estudiantes lo pillaron. La fresa de Frank Longbottom estaba sólo a una sombra de estar aguamarina, y Remus, después de algunos intentos fallidos, logro igualar la suya a la pizarra. Una vez que Lily logró realizar el hechizo, trató de ayudar a Mary, Gwen y Severus. A juzgar por las miradas de Mary y Gwen, no estaban felices de que Severus se uniera a ellas.
Peter todavía estaba luchando con el hechizo. Se estaba agitando más y más, y su fresa había empezado a hincharse en proporción a su frustración. Creció hasta el tamaño de una sandía antes de que Remus interviniera.
—Peter, no es necesario mover tu varita en lo absoluto. Sólo mantenla quieta, así. Le mostró a Peter la forma correcta de hacerlo.
James iba a hacer una sugerencia, pero entonces se distrajo con algo que se estaba moviendo bajo el pergamino que contenía las notas garabateadas por Remus. Tiró de esta y descubrió que era una fotografía del Diario El Profeta. En la primera plana, tal cual había visto en el Profeta que estaba sobre su mesa de cocina en julio pasado, un cráneo brillante estaba impreso con una serpiente de humo saliendo por su boca.
—Esa es la Marca Oscura —dijo Sirius con una voz lo suficientemente baja para que nadie pudiera escuchar.
—¿La qué?
— La Marca Oscura. Oí a mis padres hablar de ello antes de venir a Hogwarts. Es la señal que el Señor Oscuro y sus seguidores ponen en el cielo cada vez que matan a alguien.
James se sintió estúpido. No había oído mucho o nada sobre el Señor Oscuro.
—¿Quién es él? ¿Qué es lo que quiere?
Sirius parecía sorprendido de que James no supiera de él
— Su nombre es... — miró a su alrededor para asegurarse de que nadie lo estuviera escuchando antes de continuar en un susurro muy bajo. —Su nombre es Voldemort, pero mucha gente tiene miedo de decir su nombre.
James recordaba a su padre hablando de un mago oscuro el día que llegó su carta. No había mencionado el nombre del Señor Oscuro, pero James encontraba difícil de creer que su padre pudiera tener miedo de algo.
—Odia a los Muggles —continuó Sirius —y a los hijos de Muggles. Él piensa que hay que deshacerse de todos ellos.
—¿Tus padres están de acuerdo con eso?
—¿No podrías adivinarlo por mi carta esta mañana? James sintió que se le encogía el estómago.
—¿Estás de acuerdo con eso?
Sirius puso sus ojos en blanco.
—¿No podrías adivinarlo por lo feliz que estaba de entrar a Gryffindor?
Sintiéndose mejor, James miró el artículo bajo la foto del Profeta.
ASESINATO DE EX—MAESTRA DE HOGWARTS
El cuerpo de la ex profesora de Hogwarts Anna Meezerly fue descubierto en su casa anoche. Víctima de la Maldición Asesina, la Marca Oscura fue convocada encima de su casa un poco después de su muerte, una indicación de que un determinado individuo y sus seguidores han reivindicado la autoría del crimen. El grupo emitió la última Marca Oscura en julio, después del asesinato de la famosa vidente Cassandra Trelawney. Fuentes anónimas dicen que el símbolo macabro también aparece en el antebrazo izquierdo de los seguidores del susodicho, que se rumorea que se llaman "Mortífagos".
Anna Meezerly enseñó Defensa Contra las Artes Oscuras en Hogwarts, y era muy querida por sus alumnos y miembros del personal. Sus contribuciones al estudio de los artefactos mágicos oscuros fueron de gran valor para la comunidad mágica, página 4, en el interior.
James se sorprendió no haber oído acerca de esto. Ahora sabía por qué la Profesora McGonagall parecía estar tan afectada. Sirius, que también había terminado de leer el artículo, mordió la punta de su varita en contemplación. — ¿Por qué mataron a Anna Meezerly? La familia Meezerly es sangre pura. Ella debe haber hecho algo que los ofendió... Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando el periódico que estaban leyendo se convirtió rápidamente en color naranja. Peter, con la ayuda de Remus, finalmente había aprendido el Hechizo Cambio de Color.
Después de Transformaciones estaba Encantamientos. El pequeño profesor, quien tenía que pararse en una pila de libros para ser visto, se presentó como el Profesor Flitwick, el jefe de la casa Ravenclaw. Después de una lección sobre hechizos de levitación, James y Sirius se vieron frustrados al ver que Encantamientos no era tan fácil para ellos como Transformaciones lo fue.
Sin embargo, su ánimo mejoró mucho cuando vio que Severus estaba luchando tanto como él. Lily, por el contrario, se encontró particularmente adaptada a Encantamientos. Tan pronto como el Profesor Flitwick dijo a la clase que intentaran el encantamiento de levitación por sí mismos, con un movimiento de su varita, la pluma de Lily estaba subiendo hacia el fondo del techo antes de que cualquier otro estudiante siquiera pudiera levantar su pluma. Parecía estar gratamente sorprendida consigo misma.
Después de Encantamientos, tenían la clase de Herbología. El aire caliente todavía olía a verano, mientras los de primer año de Gryffindor y Slytherin salieron a campo abierto camino a los invernaderos. Justo cuando iban pasando por la orilla del lago, un grupo de sexto año de Slytherins regresaba al castillo en dirección contraria a ellos. Al frente del grupo, pavoneándose como un príncipe, estaba Lucius Malfoy. Su medalla captaba la luz matutina como una joya verde y plateada. James se preguntó si se quedaba en la noche a pulirla.
—Lucius, ¿Por qué lo plantaron? No estaba ahí el año pasado —uno de Slytherin le preguntó.
—No tengo la más mínima idea de cuál es el punto de esto, pero si me preguntan es una monstruosidad —dijo arrastrando las palabras. —Mi padre se disgustará por lo que le han hecho a este lugar.
Una delicadamente hermosa, pero presumida chica de pelo rubio y ojos azules iba agarrando su brazo. Miró por encima del hombro a James mientras pasaban. La frente de Remus se frunció sin comentarios, pero Sirius los miró irse antes de mirar a James.
—La chica que iba del brazo de Malfoy es mi prima, Narcissa Black.
—Parecía amable —comentó James con sarcasmo. Sirius rió.
—Tú sabes lo agradable que es mi familia.
Alcanzaron las puertas dobles del Invernadero. Un alto mago, con las mangas de su túnica enrollada y el pelo recogido en una cola les dio la bienvenida, y se presentó como Caradoc Dearborn, el jefe de Hufflepuff. Mientras él se sumergió en una larga y aburrida orientación del invernadero y las plantas de adentro, Sirius entabló un juego de tratar de tirar semillas de Lazo del Diablo a la capucha de la túnica de Severus. James tuvo que morderse la lengua para no reírse en voz alta cada vez que uno fallaba y lo golpeaba en la nuca (Severus miraba alrededor, pero no podía averiguar de dónde venían).
En un primer momento, Remus trató de animarles a prestar atención, pero tuvo que dar pie atrás cuando Peter, que estaba parado justo detrás de él, comenzó a estornudar sin control hacia su nuca. Resultó que Peter era alérgico a casi todas las plantas en la habitación.
Después de la orientación, se apresuraron a entrar de vuelta al castillo para conocer al profesor de Historia de la Magia, un viejo fantasma sibilante llamado Profesor Binns. Al ser un fantasma, era incapaz de recoger un pergamino que tenía la lista de la clase, por lo que comenzó haciendo que cada estudiante se presentara a sí mismo. Tomó todo el período, porque el Profesor Binns resultó que era un poco sordo y no podía encontrar la manera de pronunciar el nombre de nadie correctamente. En particular, estuvo entre cuatro y cinco minutos con Remus, ofreciendo nombres divertidos en alternativa a su apellido.
Al mediodía, todos se sentaron a almorzar en el Gran Comedor y conversaron sobre las clases de la mañana. Después de un breve descanso, era hora de Pociones. La temperatura descendió de manera constante, junto con la cantidad de luz mientras los chicos de primer año de Gryffindor y Slytherin bajaban hacia las mazmorras, portando sus calderos, kits de pociones y libros. Fuera del salón de Pociones, un hombre bajo con panza y un enorme bigote como de morsa se presentó como Horace Slughorn. Los hizo entrar en un aula llena de mesas y bancos de piedra. A medida que se balanceaba sobre las puntas de sus pies frente a la clase, los botones dorados de su chaleco parecían amenazadoramente a punto de estallar.
—Hoy, empezaremos con una poción de envejecimiento. Nada muy fuerte, solo lo suficiente como para envejecer unos dos o tres días más. Los ingredientes e instrucciones están en la pizarra, así como también en la página dieciséis de sus libros. Por favor asegúrense de medir la cantidad justa de bundimun, o a alguno le puede brotar algo de pelo corporal bastante desagradable.
Los estudiantes comenzaron a medir el hongo verde con sus básculas de bronce mientras Slughorn caminaba entre las filas, supervisando y ocasionalmente comentando.
—Eso es demasiado athelas, Casta. Sólo dos o tres raíces. Karl, sostenga el cuchillo correctamente, ¡no es una espada! Oye tú, ¿Qué demonios estás haciendo?
Severus se congeló, justo al medio de la pulverización de un hongo de color verde oscuro.
—Hijo, no dice que debas aplastar el bundimun en mis instrucciones, o en el libro.
—Lo siento, señor —Severus tiró el bundimun lejos, pero cuando Slughorn le dio la espalda para hablar con Frank, secretamente lo dejó caer en su caldero, y el contenido cambió a un color intenso azul real. Se inclinó sobre su libro con una pluma y escribió unas notas al margen.
Slughorn se paró sobre el caldero de Lily, sólo dos filas por delante de James.
— ¿Cuál es tu nombre querida?
—Lily Evans —respondió ella, dejando caer el bundimun dentro de su caldero que recién había pesado. También se profundizó a un azul real, aunque menos vibrante que Severus.
—Eres buena en pociones. ¿Por casualidad estás relacionada con Garrick Evans, el inventor del gira-tiempo?
—No señor, al menos, no creo que lo esté. Verá, soy nacida de muggles.
Los ojos de Slughorn parecieron salirse ligeramente por la sorpresa.
—Bien entonces. Buen trabajo Lily, tengo curiosidad de ver qué más puedes hacer.
Luego, pillando a James con la guardia baja, caminó hacia ellos.
—Sirius Black, he tenido a toda la familia Black que han pasado por Hogwarts en la casa Slytherin con excepción de ti, un poco vergonzoso, ¿no es así? De todas formas, conocí a tu padre, Orion. Gran maestro de pociones, descendiente de Proditus Black, inventor de la Poción Multijugos. Es una lástima que tu padre no continuara haciendo pociones después de que dejó Hogwarts.
Sirius forzó una sonrisa y dejó caer un puñado de bundimun en su caldero humeante. El contenido se volvió negro, desprendiendo un ligero olor a pelo quemado. Peter dio un paso hacia Remus, que estaba leyendo su libro de Astronomía mientras distraídamente revolvía el contenido de color azul claro en su caldero. La cara de Slughorn cayó hacia el desastre negro burbujeante delante de Sirius. Dio un vistazo a James y la decantación púrpura delante de él, y sin decir una palabra más, se alejó a hablar con dos Slytherins de pelo color chocolate y piel de porcelana.
—Esos son Van Vlecks —murmuró Sirius a James. —Vienen de otra familia de sangre pura. Son gemelos... Dorian y Neysa. Primus, Aniceto y Aelia juegan en el equipo de Quidditch de Slytherin. También tienen una pequeña hermana llamada Persephone, pero no vendrá a Hogwarts hasta dentro de dos o tres años.
—¿Cómo sabes todo esto? —preguntó James.
Sirius se encogió de hombros.
—Las familias de sangre pura conocen a otras familias de sangre pura —respondió con sencillez. —Mi madre tenía la esperanza de que al crecer me casara con Neysa, pero creo que me conoce un poco más desde ahora.
Hacia el final de la clase, sólo dos estudiantes lograron hacer la poción correctamente: Lily, y para sorpresa de Slughorn, Severus.
—Interesante tipo, Slughorn, —James comentó mientras él, Sirius, Remus y Peter subían apresuradamente los escalones de las mazmorras hacia la cálida planta baja.
—El Profesor Slughorn tiene favoritos —dijo Sirius arrugando la nariz con disgusto. —Mi padre solía estar en su pequeño "Club Slug". Tiene un don para encontrar a estudiantes que están bien conectados y con talento, y luego da pequeñas fiestas del té para asegurarse de que lo recuerden cuando lleguen a ser ricos y exitosos.
—Me pregunto cómo será el Profesor Turnbill —dijo Peter.
—Ya veremos —señaló James. Se unieron a la fila de estudiantes fuera de la sala de Defensa Contra las Artes Oscuras, donde todo el mundo estaba emocionado por conocer al Profesor Turnbill.
—He oído que viaja por todo el mundo con su hermano, buscando un tesoro para el Ministerio —Frank le estaba diciendo a Alice.
Cerca de ahí, Gwen estaba hablando con Casta y Polluxa Fane, las hermanas rubias idénticas de Slytherin. También parecían idénticamente bobas, trenzando su pelo distraídamente mientras mascaban el Mejor Chicle de Drooble. El día de hoy sus cabellos estaban peinados exactamente igual, por lo que James no podía distinguirlas.
—A los de sexto año les contó sobre lethifolds —estaba diciendo Gwen. — ¡Incluso les mostró fotos que tomó de uno en Borneo!
—Wow, leatherfolds... —dijo una de las hermanas.
—Sí, creo que leí sobre eso en Bruja Adolecente —agregó la otra hermana. —Son el último grito en Japón en este momento.
En ese momento, la puerta se abrió, y el Profesor Turnbill salió. Vestido con ropas verdes que cubrían con gracia su cuerpo delgado, estaba usando las mismas botas de montaña que la noche anterior.
—Eso es lethifolds, Casta —dijo dándole una sonrisa amistosa. —Y no son un tipo de ropa exótica, Polluxa. Son criaturas oscuras que pueden ahogarte en sueños y digerirte sin dejar rastro. A medida que el chicle se caía de las bocas abiertas de Casta y Polluxa, se giró hacia Gwen. —Y eso es correcto Gwen, di una conferencia a los estudiantes más grandes sobre las bestias oscuras de hoy en día. Su hermana debe haberle contado. Infortunadamente, lethifolds no son parte del curriculum de primer año.
Hubo un gemido colectivo del grupo.
—No se preocupen, no se preocupen —rió Turnbill, motivándolos a entrar — tenemos una lista muy interesante de nuestros propios temas para aprender este año.
Los estudiantes llenaron el salón y tomaron asiento, mirando con asombro todas las fotografías en movimiento en las paredes. La mayoría de ellas representando el recorrido del Profesor Turnbill en todo el mundo. James y los otros se sentaron cerca de la pared en el fondo de la clase, junto a una foto del Profesor Turnbill posando con lo que parecía una tribu sudamericana. Tenía en la mano una estatua de oro de un águila.
—Parece que tiene su estilo, ¿no es así? —comentó Sirius.
Una vez que todos se sentaron, el Profesor Turnbill se dirigió a la parte delantera de la sala para hacer frente a los estudiantes, con los ojos brillantes y con ganas.
—Dumbledore amablemente me ha presentado, pero para aquellos que como yo sufren de una mala memoria para los nombres, soy Edrian Turnbill. Como pueden haber adivinado, soy buscador y coleccionista de artefactos históricos raros y soy especialista en la identificación de elementos que ocultan magia negra.
Justo en ese momento, la puerta trasera del aula se abrió, y Lily y Severus entraron. Turnbill les indicó que pasen con el ceño fruncido.
—Solo porque esta es la primera clase voy a dejar pasar esto, pero normalmente no tolero que los estudiantes lleguen tarde.
—Por favor señor, —Lily se adelantó y le entregó una nota. —El Profesor Slughorn nos pidió que nos quedáramos un momento después de pociones. No sucederá nuevamente.
Turnbill leyó rápidamente la nota.
—Todo bien. Por favor tomen asiento en la parte de atrás.
Los únicos asientos disponibles en la parte de atrás eran uno junto a Sirius, y uno entre Mary y Gwen, dónde Lily se sentó rápidamente. Mirando como si prefiriera sacarse sus ojos con un fierro caliente, Severus a regañadientes dejó su mochila y se sentó junto a Sirius, quién parecía igual de disgustado.
—Aunque debo advertirles que habrá días que solo tomaremos notas, el día de hoy tendremos una clase práctica para conocerse entre sí.
Turnbill señaló una pila de cosas frente a su escritorio que parecían basura Muggle. Había viejos zapatos deportivos, regaderas, libros y juguetes.
—Hay veintiún artículos aquí, uno para cada estudiante. De estos veintiún objetos, tres están maldecidos con magia negra oculta. Peter dio un chillido de miedo. Turnbill se giró hacia su dirección.
—¿Cuál es su nombre?
—Peter Pettigrew.
—Bueno Peter, —dijo tranquilizadoramente, —no hay necesidad de preocuparse. Ninguno de esos objetos te atacará. Solamente contienen secretos.
Peter suspiró con alivio cuando Turnbill movió su varita y con hechizos e instrucciones aparecieron las pizarras alrededor del salón.
—Hay detectores de magia negra sobre las mesas. Me gustaría que cada uno de ustedes seleccione un objeto y probaran todos los detectores en él, —levantó lo que parecía una antigua antena de televisión.
—Solo tengo un sensor secreto, así que por favor sean amables con él y esperen su turno. No lo olviden, también hay hechizos escritos en las pizarras que ordenan al objeto a revelar sus secretos. ¿Alguna pregunta? ¡Muy bien, manos a la obra!
Los estudiantes se lanzaron hacia delante para tomar los elementos de la pila. Sirius tomó una pelota de béisbol y James tomó un diccionario que le faltaba un buen número de páginas. Remus ya estaba realizando hechizos en una vieja bota, mientras que Peter pasó el sensor secreto por alrededor de un feo oso de peluche que le faltaba un ojo. Al otro lado de Sirius, Severus estaba examinando cada pulgada de un collar de latón con un objeto que parecía una lupa multi-lente.
— Es interesante, Turnbill, ¿verdad? —preguntó Remus a James.
—Sí, quiero saber más acerca de a dónde va y lo que hace —respondió James. Sirius estiró el cuello para tener una mejor vista de él.
—¿Vieron durante el banquete que tiene un tatuaje en su brazo? —dijo. —Es una pena que tenga las mangas abajo, me gustaría poder ver lo que es.
Después de unos minutos, Alice descubrió que en su candelabro había magia oscura oculta. Pronto se le unió un chico de Slytherin llamado Karl Rosenblatt, cuyo tenedor oxidado hizo que el sensor secreto se descomponga. Karl puso el sensor secreto de nuevo sobre la mesa, y al momento que Sirius iba a tomarlo, Severus se lo arrebató. Por un momento Sirius parecía que iba a decir algo enojado, pero luego recuperó la calma.
—Bonito collar, Quejicus. Si lo usas, te verás más como una chica de lo que te ves ahora...
James, Peter y los estudiantes cercanos se rieron a carcajadas. Incluso Lily rió sobre el viejo cepillo plateado frente a ella. Quizás fue porque todos se rieron, o quizás tenía más que ver con el hecho de que Lily lo hizo, pero la piel cetrina de Severus se oscureció en una fea sombra rojiza. En un instante, él tenía su varita en la mano, apuntando a Sirius que se había dado vuelta.
—¡Corpomorsus!
—¡No! —James se lanzó hacia Severus justo cuando él lanzó el hechizo, haciendo que fallara y chamuscando la pared a un par de pulgadas a la izquierda de Sirius. Casta y Polluxa Fane chillaron y saltaron fuera del camino cuando aterrizaron con fuerza en el frío suelo de piedra. —¡Nunca... NUNCA maldigas a mis amigos cuando estén de espalda! —gruñó James a su grasiento oído. Alguien repentinamente lo alejó. Severus se quedó en el suelo, su pecho agitado con cierta repugnancia.
—¿Qué está pasando aquí? —exigió Turnbill. James temblaba de rabia.
—Intentó lanzar un hechizo punzante a Sirius cuando estaba de espalda.
El labio de Severus se curvó.
—Potter le dijo "Sangre sucia" a Evans.
Una ronda de susurros y jadeos de asombro recorrió la sala. Después de un momento, ella entendió que la palabra era un insulto grave, los ojos verdes de Lily se estrecharon.
—¡James Potter, eres un matón y un desgraciado, igual que tus amigos! Con eso, ella recogió sus cosas y se trasladó a una mesa en el otro lado de la habitación.
La frente del Profesor Turnbill se arrugó mientras miraba entre Severus y James.
—No puedo permitir niñerías como estas que interrumpan mi clase —dijo de manera uniforme. —Diez puntos menos para cada casa y ambos recibirán castigo. Después de la cena mañana por la noche, en mi oficina.
James y Severus intercambiaron miradas amotinadas mientras Turnbill se dirigía al resto de la clase.
—Vuelvan a trabajar... no hay nada que ver aquí.
Después que se encontró el último elemento oscuro, una tetera que hizo que uno de los lentes de la lupa se rompiera, la clase se terminó. Mientras se colgaba la mochila al hombro, James se sintió terrible... no porque él fue condenado a detención con Severus, sino porque Lily pensó que la había llamado con ese nombre horrible.
Sirius le dio una palmada en la espalda a los pocos minutos, mientras ellos traspasaban a través del agujero del retrato hacia la sala común de Gryffindor.
—Hey, gracias compañero —dijo sinceramente. —Gracias por cuidar mi espalda. Ese repugnante hechizo punzante realmente habría dejado una marca.
Una marca.
James se detuvo en seco. Remus se dirigió directamente hacia él y Peter se dirigió directamente a Remus.
—Una marca... Sólo me recordó. ¡La Marca Oscura! —James se llevó una mano a la frente.
—Caray James, no digas eso muy fuerte —advirtió Peter, mirando a su alrededor con nerviosismo.
—La Marca Oscura en el periódico de hoy, ¿Qué es lo que tiene que ver con todo esto? —preguntó Remus, tirándoles a un lado para que otros estudiantes pasaran a través del agujero del retrato.
—Turnbill tiene un tatuaje, ¿no es así? —dijo James con atención, mirando desde una cara incrédula a otra. —Él tiene un tatuaje y es en un antebrazo izquierdo. Ninguno de nosotros sabe lo que es. El artículo decía que los... seguidores de Voldemort tienen una Marca Oscura en su antebrazo izquierdo. No creen que podría ser un Mortífago, ¿verdad?
Todos miraron de forma contemplativa. Por fin, Remus rompió el silencio.
—James, ¿crees que realmente se habría sentado en la mesa de profesores mostrando su marca oscura? Dumbledore estaba sentado a pocos pies de distancia. Cualquier persona en la mesa de personal podría haberlo visto.
Sirius saltó rápido en defensa de James.
—Pero sólo lo vimos durante una fracción de segundo cuando él saludó a todos. Por el resto de la noche, su manga lo estaba cubriendo. Desde ese punto de vista, las únicas personas que podrían haber visto el tatuaje fueron los estudiantes. ¡Nadie en la mesa de los profesores habría sido capaz de verlo!
—Honestamente, Sirius, ¿Crees que Dumbledore sería tan tonto como para contratar a un Mortífago? —discutió Remus. —¡Él es el mago más grande de esta era!
—¡Bueno, quién sabe! —dijo Sirius a la defensiva. —Mis padres dijeron que los Mortífagos están en todas partes en estos días. Están infiltrando casi todos los equipos mágicos en el país. Están incluso en el Ministerio de Magia ahora. ¿Por qué no iban a enviar a alguien a Hogwarts?
—Tus padres parecen saber mucho acerca de Mortífagos —murmuró Remus.
James se mordió el labio.
—Sirius —dijo lentamente, tratando de ser lo más discreto posible —¿tus padres son Mortífagos?
—¡No! —escupió Sirius, pero luego su expresión desafiante perdió intensidad. De repente, parecía inseguro. —Quiero decir, bueno, al menos... no creo que lo sean —dijo en voz baja.
Se metió las manos en los bolsillos y golpeó el suelo con la punta de su zapatilla. Remus levantó las cejas.
—No pareces tan seguro, amigo.
El color de repente inundó las pálidas mejillas de Sirius.
—Bueno, si no te habías dado cuenta, Remus, mis padres y yo no somos exactamente cercanos.
Peter se movió incómodo. Remus pareció darse cuenta de que había cruzado algún tipo de línea. La mano de Sirius estaba en su varita, y su mandíbula se endureció con tanta fuerza que parecía que estaba luchando por contener las lágrimas.
—Está bien, eso es suficiente. —dijo James rápidamente, poniéndose entre los dos —Está claro que Sirius no lo sabe, e incluso si son Mortífagos, está de nuestro lado. Por lo tanto, ni siquiera importa, ¿está bien?
Sin decir nada más, Sirius irrumpió por las escaleras hasta los dormitorios de los muchachos.
—¿Qué fue todo eso? —preguntó Peter.
Remus lo vio alejarse.
—Tal vez debería ir a pedir disculpas— dijo. Una puerta se cerró de golpe en alguna parte de arriba.
—Creo que sólo necesita un poco de espacio —dijo James. —Quedémonos aquí abajo. Lo veremos en la cena.
Las clases terminaban, y más estudiantes pasaban por el agujero del retrato. James y Remus entablaron un juego de Ajedrez Mágico, pero parecía que ninguno de ellos podía mantener su mente en el juego. La cabeza de James estaba llena de pensamientos acerca de Turnbill y la marca misteriosa de su brazo. Ya sea si Remus creía que era un Mortífago o no, James decidió mantener una vigilancia mucho más cerca de él... a partir de la detención de la noche siguiente.
Hasta aquí ha llegado. conocemos algunos personajes que son importantes para el fic, como es el caso del profesor de Defensa contra las Artes oscuras. Se plantea un dilema sobre su posible lealtad. Ustedes qué creen, será o no será.